González cruzó a Castro por el síndrome de CFK: "Un curandero poseído"
El director de la Biblioteca Nacional y referente de Carta Abierta criticó en duros términos al periodista por su "diagnóstico" sobre la Presidenta.
Una columna en el Diario PERFIL y un editorial en su programa por el canal de noticias TN en referencia a un presunto síndrome psiquiátrico que afectaría a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, le valieron al periodista Nelson Castro la crítica de distintas sectores leales al Gobierno. Este domingo, una lapidaria columna de Horacio González en Página/12 critica su rol tanto de médico como de periodista.
Con la pluma barroca que lo caracteriza, el referente del grupo kirchnerista Carta Abierta, subraya que Castro usa términos médicos durante su programa para referirse a la Presidenta: "La diferencia con los programas de consejos medicinales es que ha logrado absorber en la proposición del 'poder enfermo' a las acciones de la Presidenta".
La forma en que Castro se dirije hacia la jefa de Estado también recibió opiniones negativas por parte de González: "Al término de cada programa se le dirige (a CFK) como el buen médico que da recomendaciones sobre su supuesta situación psíquica, con una falaz benevolencia, pues se incluye entre los '40 millones de ciudadanos' gobernados por ella, que con toda razón –'se lo deseo, créame, de todo corazón'–, dependen de su racionalidad siempre a punto de ser carcomida por una dolencia abismal, nunca declarada".
Y asesta de manera contundente: "La manera en que el doctor Castro se dirige a la Presidenta es una pieza mayor de la hipocresía (que también es una leve patología), pues aconseja como un personaje extraviado de algún borrador de Molière, mirando a la cámara como un poseído curandero o un profeta desocupado, y mientras parece escribir en su recetario, con una sintomatología de simulación (que para los médicos positivistas del siglo pasado era una forma estetizada de la mejor patología), finge estar preocupado por la paciente, mientras no logra ocultar una puntilla de gozo por estar en situación de decretar la locura en un enemigo político."
"Ahora ha refinado el diagnóstico, haciéndolo aún más literario, sin salir de la curandería. Ha ido a la Grecia Antigua a buscar palabras de Aristóteles y de Sófocles", apuntó de manera irónica el autor de Kirchnerismo, una controversia cultural.
Sobre las fuentes de Nelson Castro respecto del síndrome de Hubris, dijo: "Reduciéndolo todo a copiar manuales de psiquiatría laboral, que se usan en las empresas para aceptar o rechazar a peticionantes de empleo con un cientificismo que apenas encubre una escuela no proclamada de servilismo laboral y preparación para la vida humillada".
Por último, y entre otros descalificativos de origen mitológicos y literarios concluye: "Si no hubiera otras tantas diferencias, este apenas quiere ser un llamado de atención para que se usen seriamente las palabras y no se reduzca la difícil politicidad que vivimos a un mero orden médico. ¿Le pido un turno, doctor?"
Con la pluma barroca que lo caracteriza, el referente del grupo kirchnerista Carta Abierta, subraya que Castro usa términos médicos durante su programa para referirse a la Presidenta: "La diferencia con los programas de consejos medicinales es que ha logrado absorber en la proposición del 'poder enfermo' a las acciones de la Presidenta".
La forma en que Castro se dirije hacia la jefa de Estado también recibió opiniones negativas por parte de González: "Al término de cada programa se le dirige (a CFK) como el buen médico que da recomendaciones sobre su supuesta situación psíquica, con una falaz benevolencia, pues se incluye entre los '40 millones de ciudadanos' gobernados por ella, que con toda razón –'se lo deseo, créame, de todo corazón'–, dependen de su racionalidad siempre a punto de ser carcomida por una dolencia abismal, nunca declarada".
Y asesta de manera contundente: "La manera en que el doctor Castro se dirige a la Presidenta es una pieza mayor de la hipocresía (que también es una leve patología), pues aconseja como un personaje extraviado de algún borrador de Molière, mirando a la cámara como un poseído curandero o un profeta desocupado, y mientras parece escribir en su recetario, con una sintomatología de simulación (que para los médicos positivistas del siglo pasado era una forma estetizada de la mejor patología), finge estar preocupado por la paciente, mientras no logra ocultar una puntilla de gozo por estar en situación de decretar la locura en un enemigo político."
"Ahora ha refinado el diagnóstico, haciéndolo aún más literario, sin salir de la curandería. Ha ido a la Grecia Antigua a buscar palabras de Aristóteles y de Sófocles", apuntó de manera irónica el autor de Kirchnerismo, una controversia cultural.
Sobre las fuentes de Nelson Castro respecto del síndrome de Hubris, dijo: "Reduciéndolo todo a copiar manuales de psiquiatría laboral, que se usan en las empresas para aceptar o rechazar a peticionantes de empleo con un cientificismo que apenas encubre una escuela no proclamada de servilismo laboral y preparación para la vida humillada".
Por último, y entre otros descalificativos de origen mitológicos y literarios concluye: "Si no hubiera otras tantas diferencias, este apenas quiere ser un llamado de atención para que se usen seriamente las palabras y no se reduzca la difícil politicidad que vivimos a un mero orden médico. ¿Le pido un turno, doctor?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario