Efecto Néstor: la mayoría de los jóvenes prefiere votar a Cristina
La Presidenta es la más elegida por los menores de 40 años tras la muerte de su esposo. Supera a Scioli, Alfonsín, Macri, Cobos y Duhalde. Son la base de su proyecto de reelección en 2011.
Por Ezequiel Spillman
Idilio. En sus apariciones tras la muerte de Néstór, Cristina les dedicó las más cálidas palabras a los jóvenes. Les agradeció el acompañamiento y los llamó a profundizar el modelo.
La juventud y la política, el binomio que alentó Néstor Kirchner como una de las bases de sustentación del Gobierno, empieza a visualizarse como un factor importante en el electorado oficialista.
Es que a diez días de la muerte del ex presidente, la mayoría de los jóvenes optarían por Cristina si las elecciones presidenciales fueran hoy.
Según un sondeo de Management & Fit (M&F) basado en 996 casos, 290,7 de los 521 encuestados que votarían a Cristina son menores de 40 años. En otras palabras, la incidencia del segmento que va entre los 18 y los 39 años en el voto K es el más alto si se compara con otros candidatos.
De la misma encuesta surge que del 52,1 de los consultados que dijo que podría votar Cristina, el 55,8% son menores de 40 años.
En el caso de Daniel Scioli, de los 381 casos que votarían por él, 209,1 corresponden a el segmento juvenil. Le sigue Raúl Alfonsín con 422 posibles votantes, de los cuales 207,2 son jóvenes.
En cuarto lugar aparece Mauricio Macri. Al líder de PRO, si las elecciones fueran hoy, lo votarían 171,9 jóvenes sobre 287 encuestados.
Tras él, el vicepresidente Julio Cobos fue considerado por 151,7 jóvenes que lo elegirían sobre un total de 309 personas; mientras que Eduardo Duhalde cosechó 101,8 sobre 213 posibles votantes.
Vale aclarar que la sumatoria de preferencias excede los 996 casos porque los consultados podían optar por elegir a más de un candidato.
El auge de los jóvenes K, con Máximo Kirchner a la cabeza, se pudo ver en las calles durante el velorio y el cortejo a Néstor: masivas movilizaciones, expresiones de afecto, pancartas y cánticos permanentes.
La JP, La Cámpora, La Tendencia, las agrupaciones juveniles como La Vertiente, las juventudes del Movimiento Evita, la Federación Tierra y Vivienda (de Luis D’Elia), entre otras.
Emocionada durante el velorio con los gestos de afecto, Cristina no sólo agradeció a la juventud por su apoyo (llegó a decir que en la cara de cada uno de ellos lo veía a Néstor cuando lo conoció en los setenta), sino que esta semana volvió a poner el énfasis en sus seguidores: los convocó a “redoblar el esfuerzo ante las adversidades y los problemas”.
La semana pasada este diario había revelado que, a partir de dos sondeos, Cristina podría ganar en una hipotética segunda vuelta contra Cobos, Macri o Alfonsín.
En uno de los casos, la consultora OPSM estimó que la Presidenta sería reelecta por una diferencia de entre el 14 y el 22 por ciento sobre sus rivales, como publicó PERFIL el fin de semana pasado. Ahora se visibiliza que el componente joven en el voto a Cristina es muy importante.
Según explicó el titular de la Dirección Nacional Electoral, Alejandro Tullio, los que tienen entre 18 y 35 años representan el 33% del padrón total. Se trata de unas ocho millones de personas en condiciones de votar en 2011(en 2009 votaron cerca de 23 millones). Según explicó Tullio, “todavía no hay estudios serios sobre el índice de participación” en las urnas pero dijo que “el voto joven va creciendo”.
La impronta. Paralelamente, dos encuestas muestran que la mitad del electorado de Cristina está compuesto por jóvenes. Según una encuesta de 800 casos realizada por Graciela Römer para PERFIL, el 51,8% de los que apoyan la gestión de Cristina son menores de 40 años.
En consonancia, otra encuesta de Ibarómetro sobre 1.200 casos, muestra que hoy la Presidenta tiene una intención de voto del 54,9% (muy lejos de Macri, con 7,5%, y de Cobos, con 6,3%). Si se mira en profundidad cómo se compone el perfil de votante kirchnerista, el 44,8% de los que votarían a Cristina en las elecciones de 2011 son jóvenes.
Para la consultora que dirige Doris Capurro, aquellos que tienen entre 18 y 29 años conforman el 18,8% del electorado K, mientras que los que tienen entre 30 y 44 años alcanzan al 26%.
Ante el fenómeno juvenil, la directora de Management & Fit, Mariel Fornoni, planteó que “hay un cambio de paradigma” respecto a lo que se observó en 2007 y 2009. “Llama la atención lo que se da con los jóvenes porque lo que se venía viendo es una fuerte incidencia de la apatía frente a lo político”, explicó Fornoni a este diario. “Ahora vemos movilizaciones y chicos comprometidos con la política, algo que contrasta con el paradigma con el que veníamos trabajando. Esto es, que a los jóvenes no les importaba la política”, añadió.
“Hasta 2009 los jóvenes mostraban mucho desinterés. Cuando se acercaban los procesos electorales, las opciones de candidatos les generaban lo mismo. A tal punto que en muchos casos las encuestas nos mostraban que terminaban consultando a sus padres o decidiendo votar por un candidato porque habían visto un aviso por la televisión que les había gustado. Era preocupante”, planteó. “De hecho, por ejemplo en 2007, el mayor porcentaje de indecisos correspondía al segmento joven”, indicó.
La directora de Management & Fit completó el panorama que se visualizaba por ese entonces con un análisis más global: “Esto también tiene que ver con uno de los principales problemas que tiene la Argentina: la falta de una clase dirigente”.
Enseguida, se mostró sorprendida por las masivas movilizaciones y por el compromiso que hoy muestra la juventud con los proyectos políticos, en particular el que encarna el Gobierno nacional y el kirchnerismo. “Me sorprendió la aparición de los jóvenes de esta manera. Es un logro, sin dudas. Es importante que los jóvenes tomen la política como una herramienta para generar bienestar a los otros.”
Sin embargo, a modo de conclusión, Fornoni dejó abierto el mapa político y la influencia de los jóvenes hacia adelante: “De todas formas, aún hay que ver cómo se capitaliza este fenómeno en el futuro”.
Römer: “Consolida el perfil épico”
Para la consultora Graciela Römer, “la incidencia de la juventud es marcada”.
Según apuntó la titular de Graciela Römer y Asociados en diálogo con PERFIL, “en el segmento que va de los 18 a 25 años la intención de voto del Frente para la Victoria es diferente a la media del conjunto del electorado”.
Y añadió: “Esto pone en evidencia que hay una tendencia a que en el segmento menor de 25 años el FPV aparezca como una opción valedera. Esta opción es la que el gobierno de Cristina Fernández va a privilegiar para darle, en esta segunda etapa de su gestión tras la muerte de Néstor Kirchner, un fuerte impulso por su incidencia en el armado político. Incluso este diferencial de voto va a ser un eje importante”.
La socióloga explicó que “el voto joven en el electorado de Cristina refuerza lo que hemos visto desde la muerte de Néstor Kirchner. Esto es una estrategia transformadora”.
De todas formas, Römer opinó que aún no se dimensionó totalmente cómo impactará este movimiento en términos electorales.
“Todavía el fenómeno no aparece con un volumen tan fuerte como para que pueda ser considerado hoy un elemento totalmente clave para el triunfo de Cristina Fernández en 2011, pero todo va a depender hasta qué punto todo este movimiento pueda expandirse y qué capacidad tenga de transformarse en un eje fuerte de campaña”, argumentó la especialista.
Además, en la misma linea de análisis, la titular de Römer y Asociados, planteó que “el fenómeno juvenil también va a ayudar a consolidar el perfil épico de lo que ha sido el proyecto kirchnerista”.
Capurro: “Hay una nueva pasión”
En referencia al reverdecer juvenil, la directora de Ibarómetro, Doris Capurro, observó que ese fenómeno “es algo que venimos viendo de mucho antes. La aparición de una nueva inclusión de los jóvenes en la política es algo que se viene dando. Es como si hubieran vuelto a la política con entusiasmo y en forma no orgánica. Es decir, no todos militan en partidos, sino que vuelven a la política para manifestarse convencidos de algunos proyectos y dispuestos a discutirlos, a pelearlos”.
Para Capurro “hay una nueva pasión, un nuevo enamoramiento de la política con los jóvenes, y se trata también de un fenómeno cualitativo”. Y agregó: “Es decir, particularmente los que votan al kirchnerismo son jóvenes más fanáticos, más militantes y más participativos en distintas modalidades. Y esta intensidad con la que apoyan estalló tras la muerte de Kirchner”.
Entre las cuestiones que, según la directora de Ibarómetro, aparecen como ejes del apoyo popular, aparecen el fin de la dependencia del Fondo Monetario, la estatización de las jubilaciones y la mirada puesta en la inclusión social. “Pero además encontramos una adhesión particular que tiene que ver con un aspecto que hace a la idiosincracia del kirchnerismo: su impulso a enfrentar a los poderes establecidos. Esta es a la vez una parte de la identidad del kirchnerismo y de los jóvenes”, opinó Capurro.
“Otro móvil que tienen los jóvenes es el carácter romántico del enamoramiento con la política y los ideales. En esto Kirchner, explícitamente, motivó a los jóvenes para que se vuelquen a la militancia”, añadió
de los movimientos armados al kirchnerismo
Militantes de los 70 se diferencian de los K
Por Mariano Confalonieri
Contexto. El clima de los 70 era otro, remarcan los militantes.
Las imágenes del 27 y 28 de octubre mostraron a miles de jóvenes en la Plaza de Mayo, levantando banderas para despedir a Néstor Kirchner y cantando clásicos de la Juventud Peronista (JP) de los años 70. Fue el propio ex presidente quien, en vida, movilizó el debate sobre la política, impulsó el juicio a los represores de la última dictadura y despertó el espíritu militante en menores de 30 años. ¿Tiene similitudes esta militancia con la de los 70? ¿Tiene diferencias? ¿Es exclusiva del kirchnerismo?
A esos interrogantes respondieron tres militantes de esa época. Se trata de Humberto Tumini, ex integrante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT); Arnol Kremer, alias “Luis Mattini”, ex líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y Enrique Fucman, ex militante de la JP.
Todos coinciden en dos cosas: el contexto no es el mismo y la idea tampoco. “Nosotros estábamos dispuestos a dar la vida por nuestras ideas. El problema, igual, no es tanto dar la vida, sino que los ideales y el proyecto sean genuinos y profundos. En el caso de Kirchner, ese proyecto no es genuino. No veo a Scioli o De la Sota despertando ese espíritu militante”, contó Tumini a PERFIL. Y agregó: “La Cámpora tiene los mismos vicios de la vieja política. Son todos funcionarios. Está totalmente alejada de los ideales por los que luchábamos nosotros”. Tumini fue funcionario del Gobierno y como el dirigente social Jorge Ceballos, se alejó desencantado con la “peronización” del oficialismo.
“Nosotros soñábamos con otro tipo de sociedad, la llamábamos socialismo. La idea era la oposición total al capitalismo”, precisó ante PERFIL Arnol Kremer, cuyo nombre de guerra era Luis Mattini, y que se puso a cargo del ERP cuando murió Santucho.
Para Fucman no es válido hacer comparaciones porque son dos momentos políticos distintos. Reconoce que la juventud ha empezado a movilizarse desde la asunción de Kirchner, pero advierte que esto no es exclusivo del oficialismo. “Uno de los factores que hacen reaparecer la militancia es que hay toda una generación que se ha criado bajo gobiernos democráticos”, precisó. Resaltó la lucha que los estudiantes secundarios iniciaron en 2008 contra el macrismo. “Lo que nos debemos es un debate sobre el modelo de país que queremos”, afirmó. Para él, la militancia juvenil no es patrimonio K. “Hay jóvenes que se movilizan por distintas ideas”, dijo.
“Hay una parte del mensaje de Kirchner que evidentemente llegó a los jóvenes, que es el de la confrontación con los poderosos, defender un proyecto nacional, los derechos humanos. El mensaje está vivo”, aseveró. Quizás el legado de Kirchner sea que la militancia está de vuelta.
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duelo peronista
Los hijos de la democracia
Por Norma Morandini*
Mi madre lloró la muerte de Evita, mi generación la de Perón. Hoy, los jóvenes con edad de nuestros hijos lloran a Néstor Kirchner. La muerte como símbolo y motor de la vida colectiva que se perpetúa ya como una tradición política.
Con las exequias de Perón pude reconocer años más tarde la misma congoja por el padre muerto que vi en los funerales de Tito en Yugoslavia. A pesar de las diferencias culturales, en ambas exequias, en Buenos Aires como en Belgrado, podía percibirse el mismo temor al futuro, confirmado ampliamente en la Argentina por el golpe del ’76 como por la desintegración de Yugoslavia.
Esta vez, hubo más dolor que temor y si es auspicioso que sobre el futuro haya más enigmas que miedo, no deja de perturbar que sobre los llantos también se escucharon muchos agravios. Una sombra que debemos disipar si efectivamente se apuesta a la política.
Tal vez, porque la política fue el gran cadáver que nos dejó la dictadura, tal como lo demostró la debacle del 2001 de la que Kirchner fue su emergente, no sorprende que los elogios más repetidos en relación al ex presidente hayan sido “volvió a poner la política en el centro”. Vale, entonces, advertir que la política es lo opuesto a la guerra. La política siempre es el otro, el cualquiera. No el que se elige por identidad.
Si la tragedia es la condición del mito y las sociedades se expresan a través de ese “discurso” o “relato”, la conmoción por la muerte del ex presidente revela como, entre nosotros, la muerte se impone a la vida como si sólo pudiéramos reconocernos en la muerte, incapaces de vivir en la tolerancia de la libertad, que siempre es desordenada, dinamiza los cambios y obliga a trabajar sobre los conflictos. En síntesis: la política.
La muerte de Néstor Kirchner desnuda, también, que a treinta años de la democratización no modernizamos la política ya que el destino colectivo sigue anclado a las cualidades personales de los líderes en lugar de las instituciones que nos trascienden. Al peronismo le corresponde esa otra tradición de matrimonios políticos, con la figura de Evita que recorre e impregna la historia de las mujeres en Argentina. Pero ¿cuál Evita? Para la generación de Cristina Kirchner, seguramente, la Evita del balcón. No la del altar. Ella estaba entre las muchachas de pelo largo a las que los compañeros cantaban: “Mujeres son las nuestras, las demás están de muestra”, en clara expresión del pensamiento sectario: las otras, las que estaban de muestra, eran las burguesas. Después vino Isabel, a la que esos mismos jóvenes gritaban: “No rompan, Evita hay una sola”, que desencadenó la furia del General por la irrespetuosidad de sus “imberbes” seguidores. Isabel cargó con el odioso mote de “la mujer del látigo”, sin que jamás hayamos hecho justicia a una ex presidenta que permaneció años encerrada y no precisamente en las mejores condiciones .
De llantos y quebrantos.
A la muerte de Eva sucedió la Libertadora, cuya intolerancia y crueldad está congelada en el peregrinar del cadáver de Evita. A la muerte de Perón le sucedió esa espiral de violencia en la que cada muerto se vengaba con otro cadáver. Preludio del terror que anticipó el golpe del ’76.
Cristina, generacionalmente, es una sobreviviente de la dictadura. Si el martirologio es una tentación para hacer de aquellos jóvenes un ideal de militancia política, ella tiene la obligación de recoger las lecciones de la violencia política. Sobre todo, porque la generación de sus dos hijos representan lo que mejor le sucedió a nuestro país en los últimos cincuenta años: ellos nacieron y vivieron en libertad. O sea, son los hijos de la democracia, a los que bien se les puede repetir el poema de Bertolt Brecht, A la posteridad, para pedirles clemencias por el mundo que les dejamos pero también para advertirles de lo que se salvaron, la violencia política que desemboco en el terrorismo de estado.
Cristina tiene la gran oportunidad para romper la fatalidad histórica del peronismo, esos llantos que anticiparon quebrantos. Ni esposa, ni viuda. La Presidenta que garantice la continuidad democrática: “Una Argentina unida, normal y seria”, como inauguró Kirchner su mandato, respetuosa de los otros poderes, para que la democracia signifique para todos lo mismo: una legalidad de valores compartidos a los que todos debemos subordinarnos, incluidos los hijos de la Presidenta.
*Periodista, escritora, senadora por Córdoba
La Cámpora: Jóvenes K que ocupan cargos en el Estado, pero quieren más
06/11/10 A partir de la muerte de Kirchner, buscan tener una presencia mayor en el Gobierno.
Los carteles de La Cámpora, el brazo militante de la juventud kirchnerista, se repitieron en todos los lugares donde hubo una despedida a Néstor Kirchner. Convencidos de cada pelea que dio el santacruceño, forman parte de la juventud que se acercó al oficialismo. Sin ser conductores de la gran mayoría, sus principales referentes fueron premiados con cargos en el Estado, manejan presupuestos y, resaltando su compromiso militante, ahora exigen más lugar. Cómo funciona el entramado y accionar de La Cámpora.
Néstor Kirchner encontró en ellos, jóvenes militantes que tomaron como épicas peleas que para él eran en realidad por poder y dinero, la excusa clara para darle a sus batallas sentidos aún más profundos.
Néstor Kirchner encontró en ellos, jóvenes militantes que tomaron como épicas peleas que para él eran en realidad por poder y dinero, la excusa clara para darle a sus batallas sentidos aún más profundos.
A finales del 2007, en Río Gallegos, Máximo Kirchner terminó de diagramar algo que había pedido su padre: la formación de 500 cuadros jóvenes. La participación del hijo K quedó en eso. Puso a disposición de la nueva estructura los resortes del Estado, dejó que utilizaran su nombre y dio un paso al costado. En la conducción puso a sus amigos Juan Cabandié, legislador por el Frente para la Victoria en la Ciudad de Buenos Aires, y a José Ottavis, otro joven dirigente. El relato marca que Ottavis fue quién presentó a Máximo con Cabandié. Hoy, todos dicen que se presentaron con todos.
Cabandié nació en la ESMA y fue el nieto recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo número 77. Comenzó a trabajar junto a Alicia Kirchner, en el ministerio de Desarrollo Social, apadrinado por Néstor y Cristina. En febrero de 2008, Kirchner hizo un lugar en su agenda y lo recibió en Puerto Madero, junto a Ottavis y Mariana Gras, en ese momento directora nacional de la Juventud. Kirchner les dio impulso y aire. El 25 de marzo de ese mismo año, La Cámpora tuvo su bautismo triunfal. Con la Plaza de Mayo repleta, Cristina arremetió contra el periodismo mientras aparecían carteles contra la prensa. Todos con la firma de La Cámpora. Un mes después, también en un acto, Néstor alzaría uno de los carteles. La Cámpora ya estaba en la calle.
La organización es manejada por tres jóvenes: Cabandié, Ottavis y Andrés Larroque. Ottavis tuvo varios cortocircuitos con Cabandié y se recostó sobre el actual ministro de Economía, Amado Boudou. Es el actual presidente del FONCAP (Fondo de Capital Social), dependiente del Palacio de Hacienda. Una sociedad anónima público privada que se encarga de la administración de fideicomisos.
Detrás de Ottavis aparece Larroque, conocido dentro de La Cámpora como “El Cuervo”, que integra las filas del Gobierno como subsecretario para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia, que depende de la Jefatura de Gabinete. Dentro de La Cámpora, Larroque es quién maneja la logística, pero su subsecretaría apenas trabaja y clausuró el acceso a buena parte de la información oficial.
A este grupo se le suman varias otros funcionarios. El más importante: Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas. También aparecen Eduardo de Pedro, integrante del directorio de Aerolíneas; Ivan Heyn, amigo personal de Máximo Kirchner y presidente de la Corporación Puerto Madero; Mariana Gras, subsecretaria del Consejo Nacional de las Mujeres, que depende directamente de la Presidencia y Laura Briaza, directora Nacional de la Juventud.
La Cámpora también colocó algunos de sus cuadros en la estructura de los medios o programas oficialistas. Julia Mengolini, una cara nueva en la televisión, es panelista del programa de televisión “Duro de Domar”. En un reportaje reconoció que sus jefes políticos son Recalde y Cabandié. Uno de sus compañeros es el notero, Carlos Figueroa, también militante de La Cámpora. En la última semana Mengolini, como gran parte de La Cámpora, comenzó a convocar nuevos militantes mediante Twitter.
El último logro de la juventud K fue entrar a los barrios bajo la coordinación del plan “Argentina Trabaja”. Dentro del Ejecutivo, los miran con simpatía y les dan lugar. Máximo Kirchner será el encargado de recuperar las riendas que había dejado y ordenar las filas. La estructura ya está.
Máximo Kirchner
Desde el fallecimiento de su padre, su figura está en la mira de toda la política. Ideólogo de La Cámpora y apenas un organizador en los comienzos, se había recluido en Río Gallegos, lejos de la política, manejando los negocios familiares. En la conducción de La Cámpora dejó a sus amigos: Juan Cabandié y José Ottavis. Ahora, deberá recuperar las riendas, liderar la organización de la juventud kirchnerista y transformarse en un sostén de su madre.
Kirchner les buscaba reemplazantes
La relación entre Néstor Kirchner y La Cámpora pasó de relación fluida a momentos de intrascendencia. Luego del auge del enfrentamiento con el campo, el ex presidente comenzó la búsqueda de nuevas figuras jóvenes, con perfiles distintos a los “chicos de La Cámpora”. Así fue como le fue dando lugar a figuras como Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora o Diego Bossio, titular del ANSeS. Esa jugada no gustó en el círculo de La Cámpora que llegó a manifestar su descontento. El enojo llegó a los oídos de Kirchner, que, sin eufemismos, respondió con una chicana fiel a su estilo: “Ustedes apenas me traen un título secundario”. Esa frase fue una inyección anímica que tuvo su punto final en el acto del Luna Park, con la presencia de Cristina y Néstor Kirchner. Esta semana, un histórico operador del kirchnerismo, al ser consultado por La Cámpora mantuvo la línea de Néstor: “Esos chicos son Estado y viaje de egresados”. Ellos deberán demostrar que no.
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