sábado, 6 de noviembre de 2010

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Máximo K, el nuevo poder que crece en la Quinta de Olivos

El día de su nacimiento, sus padres se pelearon por el nombre. Creció en Río Gallegos y dicen que en la adolescencia “desbarrancó”. Su soledad y la política.

Por Marcelo Dimango


Complices. Fuentes consultadas por PERFIL dicen que “tienen una relación edípica rara”.

Máximo debió ser Néstor. Y su nacimiento, el 16 de febrero del ’77 en La Plata, no trajo paz. Trajo guerra. Néstor y Cristina estaban algo distanciados. El la acompañaba poco en los últimos meses de embarazo porque se la pasaba en charlas y reuniones de política. Afuera, en la calle, todo era arrasado. Demasiado peligroso para la época. Era lo que pensaba Cristina, que quería paz y tranquilidad en esa instancia de su vida. Tenía miedo por su hombre. Así se lo confesó a su madre, Ofelia, una tarde mientras se acariciaba la panza, delante de ella y de una vieja amiga que hoy lo recuerda.

El nacimiento venía a poner paz en la pareja, también más unión y un poco de calma entre tanta locura con los asesinos acechando.
Sin embargo, estalló la ira de Cristina. Es que “el Flaco”, como le decían a Kirchner en aquellos peligroso días universitarios y de militancia platense, quería cumplir una vieja tradición familiar y llamar a su primer hijo varón igual que su propio padre y también como él. Y sin querer transmitirle un pesado mandato: llamarse igual que él. Ser como él.
“De ninguna manera lo voy a permitir. ¡Qué costumbre familiar ni qué ocho cuartos”, gritó CFK y no se habló más del tema. Para ella, es su “Oso”. Sólo negoció el segundo nombre: Carlos, igual que Néstor y su abuelo.
Hacía poco tiempo que habían decidido emprender el viaje a la capital santacruceña y las cosas no estaban saliendo como lo habían previsto. Cristina había decidido que no iba a tener su primer hijo en la soledad de Río Gallegos y para evitar cualquier inconveniente con su salud, pasó sus últimos meses de embarazo en la casa de su madre.
Néstor, enojado, siguió haciendo la suya y Cristina se aferró a la crianza de su hijo. Un mes después de su nacimiento, su padre fue detenido junto a su compañero de militancia Rafael Flores. Una demostración de los tiempos que le tocaría vivir a Máximo.
Fiel a la tradición familiar, Máximo heredó de su padre el colegio. “El Nacional”, como se lo conoce al Colegio Nº 23 República de Guatemala. Ahí también Máximo hizo la secundaria, y conoció a Santiago De Vido, uno de los hijos del actual ministro de Planificación.
“A Máximo no le gustaba ir a su casa. El decía que ahí sólo se hablaba de política, por eso nos juntábamos en la casa de De Vido. Eramos chicos, lo único que hacíamos era salir al centro y esas cosas de pueblo”, relata a PERFIL uno de sus ex compañeros.
El mayor de los Kirchner, amante del fútbol también y fanático de Racing, no encontró en los deportes su mayor cualidad, igual que su padre. Sólo se resignó a ser arquero de handball, un deporte que en Santa Cruz se practica mucho en los colegios. Kirchner cien por ciento.
Máximo convirtió el desarreglo en su estética como una marca particular. Ya más grande, pasada la adolescencia comenzarían los problemas. “Desbarrancó. Salía mucho de noche y no le iba bien en el colegio”, recuerda otro de sus amigos.
Fue quizá su peor etapa. La de la mayor soledad. Sus padres sólo pensaban en la política. Y él estaba casi abandonado. Su abuela paterna María Ostoic y el chofer de su padre, que terminó siendo casi su hermano, Rudy Ulloa Igor, se convirtieron en su única compañía y sostén. Máximo se transformó en un tema sensible para el matrimonio gobernante.
Así fue como de la noche a la mañana decidió comenzar sus estudios terciarios en la gran ciudad. Pese a las recomendaciones de su madre, él insistió con el periodismo. Así fue como desembarcó en TEA, una escuela de periodismo. Pero no cumplió a rajatabla con sus obligaciones académicas. Su abuela Ofelia, personalmente, se acercó a la escuela para saber si Máximo estaba yendo. Le dijeron que había quedado libre por inasistencias. Luego de ese fracaso, el hijo K intentó con la carrera de abogacía, quizá para complacer a su madre, pero el sueño duró poco. La exigencia universitaria no era para un joven que en verdad no encontraba el rumbo.
Lo único que lo entusiasmaba un poco fue cubrir los vestuarios durante las transmisiones de los partidos de fútbol del torneo de primera división para LU 14, la radio de la provincia de Santa Cruz. El conductor del ciclo y relator de los partidos Wilmar Caballero, así lo contó. Corría 1997.
“Nunca encontró su lugar ni en Buenos Aires ni en el estudio. Por eso volvió a Río Gallegos”, dijo a PERFIL un amigo de aquellos días..
En Río Gallegos no se le conoce ningún trabajo por esos días, pero según los registros de la Anses, sólo habría trabajo una vez: fue entre marzo y abril de 2000, cuando trabajo para le empresa Petersen Thiele, la constructora del grupo Eskenazi, de excelente relación con los Kirchner y gerenciadores del Banco de Santa Cruz.
Ya con Kirchner en la presidencia, Máximo, se recluyó en Río Gallegos con Tamara Mori Cesar, su primera novia, quien forjó una excelente relación con Cristina y se transformó en el sostén de Máximo, en momentos no muy buenos de la vida del hijo presidencial. Largas trasnoches con amigos por lo bares y varios desbarranques. Para la Presidenta, su “osito” estaba en buenas manos.
En 2003, al poco tiempo de la asunción de Néstor Kirchner, Máximo rompió el silencio al salir a defender públicamente la cumbia villera y desautorizar al entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que había hablado de manera despectiva de ese género musical. Eso generó que se gane la simpatía del conductor de televisión Daniel “La Tota” Santillán, que terminó siendo invitado a la Casa Rosada. El es fanático de Los Redonditos de Ricota, la desaparecida banda platense. En el 2005, volvería a estar en la tapa de los medios cuando su custodio agredió a un comerciante en Río Gallegos.
Nunca aceptó formar parte de la primera línea política, pero siempre opinaba de los pasos que del gobierno y era el primer crítico de Kirchner. Fue Cristina quien reconoció luego del fallecimeinto de su esposo que lo que más le gustaba a Néstor era hablar de política con su hijo. “Máximo lee todo, y como su padre, siente odio cuando la prensa los castiga. El sabe quién es quién en el periodismo y lo llama a Kirchner cuando lee algo que no le gusta”, le recordó a PERFIL una fuente en el momento de máximo tensión entre el periodismo y el kirchnerismo.
Así, lejos de la Quinta de Olivos, Máximo se transformó en el contador de los negocios familiares, se puso al frente de la inmobiliaria que manejan el ex gobernador santacruceño Carlos Sancho y el amigo histórico de sus padres Osvaldo Sanfelicce. Todos los negocios del matrimonio presidencial pasan por la mano de Máximo. Mal no le fue. Siempre a bordo de una camioneta 4x4 discreta (una CRV Azul) que le dejó de herencia su madre, son muy pocos los que pueden asegurar en la capital pingüina los pasos del heredero.
Sólo una vez puso por escrito las palabras que guarda para pocos. Fue un día después del voto no positivo de Julio Cobos por la Resolución 125 que mantuvo en vilo al país durante cuatro meses. El lugar elegido: el diario de su amigo Rudy Ulloa, El Periódico Austral. Le escribió una despedida al amigo de la familia y ex funcionario de la gobernación de Kirchner, que había fallecido ese día, Oscar “Cacho” Vázquez, y la publicó en una solicitada. Allí se ve su intimidad.
“(...) Tengo varios recuerdos para contar pero me acuerdo de ir caminando de muy chicos con Bárbara tu hija, mis viejos y Mabel por Buenos Aires y nosotros tocando timbres y timbres de todos los departamentos, no sé por qué siempre me quedó grabada esa imagen, los asados allá en La Plata, ciudad de Eva Perón (...) Voy a extrañar que le digas a mi viejo, como le decías desde que tengo memoria, que eras el primer ‘cristino’, que le digas ‘vos siempre el mismo...’ y no pongo lo que sigue, jejeje. Debo aclararte una vez más que no era anti-River, sólo era una excusa para hacerte enojar.Cuando pensé que el 17 de julio lo iba a recordar como el día de la traición, horas más tarde te fuiste y el 17 de julio lo voy a recordar como el día en que una de las personas que más quiero en mi vida se fue (...)”.
Con el intento de darle un lugar en la política, el kirchnerismo creó La Cámpora, una idea original de Máximo. “Haga lo que haga, es el consentido de Cristina”, cuenta una fuente cercana a la cúpula del Gobierno. Algunos aseguran que la relación entre Máximo y la Presidenta roza lo edípico. “Lousteau no sirve”, le dijo Máximo a Cristina en pleno conflicto con el campo. “Vos callate. Estás celoso”, le respondió su madre.

Informes: Jesica Bossi y Mariano Confalonieri

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