Mujica defiende el pensamiento de Batlle: “Los argentinos son una manga de ladrones”
“Lo grave de Batlle fue haberlo dicho y que se lo hayan grabado. No haberlo pensado”, dijo el presidente uruguayo a la revista Búsqueda. La entrevista completa En una extensa entrevista que el presidente uruguayo Pepe Mujica le dio al semanario Búsqueda, el ex líder Tupamaro dio varias definiciones, algunas de las cuales, ya causaron polémica como las que trascendieron “Argentina es un país partido en dos”. Pero hay más.
Con la autorización del semanario uruguayo, Perfil.com reproduce la entrevista en su totalidad, en la que en varios pasajes se refiere a temas bilaterales. Sin embargo, lo más polémico es su defensa del pensamiento del ex presidente Jorge Battle, quien había dicho durante la crisis de 2001 que “los argentinos eran una manga de ladrones del primero al último”, sin percatarse que la cámara de la agencia que lo había filmado seguía prendida. Ahora, Mujica dice que no estuvo mal lo que pensó Battle, sino en haberlo hecho público.
A continuación, la entrevista completa que publicó la semana pasada en su edición de papel:
Esquina de las calles 19 de abril y Franklin Roosevelt en la ciudad de Carmelo. Sábado 6, 14.58 horas, dos minutos antes de lo previsto para que se produzca el contacto. La ansiedad aumenta mientras los segundos pasan. Se acerca a lo lejos por la calle casi desierta una camioneta Chevrolet blanca doble cabina con chapa de Presidencia. Se detiene a apenas unos centímetros pero el sol dificulta ver quien la conduce. El ruido del vidrio eléctrico bajando incrementa aún más la expectativa y, al fin, el conductor asoma la cabeza. Es el presidente de la República, José Mujica.
“Che, ustedes están en auto o los llevo”, dice haciendo un leve movimiento con su cabeza hacia el asiento trasero y generando sorpresa en los periodistas, que no imaginaban que fuera posible el ahorro de los intermediarios. Desde el lugar del acompañante saluda su mujer, la senadora Lucía Topolansky, y atrás se escucha un tenue ladrido de Manuela, la perra que casi siempre los acompaña. “Estamos en auto, lo seguimos”, recibe el presidente como respuesta y comienza la travesía.
Cinco minutos después, la camioneta dobla por una huella de tierra en las afueras de la ciudad e ingresa a un casco de tambo —similar en aspecto a la chacra presidencial pero un poco más grande—, que pertenece a Ventura “Chamaco” Révori, tupamaro y socio fundador de la cooperativa de la zona Calcar. El dueño de casa saluda a la vista y se produce una conversación de casi media hora bajo un alero sobre la sequía y la historia de la industria láctea. Después Mujica resuelve montar el escenario para que los grabadores se prendan y comience la entrevista con Búsqueda.
“Vengan conmigo”, ordena mientras se acerca a la camioneta, estacionada bajo unos árboles a metros de distancia. Al llegar, baja la tapa de la caja trasera y dice: “Esta es la mesa”. Coloca dos sillas reposeras enfrente, se sienta y comienza a responder durante más de una hora a todas las interrogantes. Gesticula con intensidad, se para y se sienta, cambia un poco el lenguaje a medida que avanza el diálogo, se muestra distendido. Abandona lo poco que le quedaba de protocolo y vuelve a apelar a lo que él define como “sentido común puro” para lanzar algunas reflexiones polémicas.
Habla por ejemplo de que “tienen razón” los que dicen que hizo muchos anuncios pero concretó muy poco pero dice que “el problema es que en este país no te dejan hacer nada”. Se refiere además al pasado para halagar la labor del ex presidente Jorge Batlle durante la crisis del 2002 y recordar como colorados y frenteamplistas realizaron una alianza implícita a principios de los noventa para detener un programa “enormemente liberal” de la administración de Luis Alberto Lacalle, lo que “fue una buena cosa”. Afirma que se siente un “viejo hablando en el desierto” cuando reclama negociar cinco o seis políticas de Estado y asegura que el que menos entendió ese planteo es Pedro Bordaberry.
Así transcurre la tarde y, después de apagados los grabadores, Mujica deja como al pasar una sugerencia que cierra la conversación pero que le agrega un eco y abre un espacio para la interpretación. “Si quieren saber como se maneja un buen político, tómense cinco minutos para ver cazar a un gato. Miren los amagues, los disimules, como arma la
estrategia para lograr el objetivo y como, con perseverancia, lo consigue. Ahí está todo dicho”, dice.
Así se despide el presidente de la República del encuentro, cuya parte más importante se transcribe a continuación.
Con la autorización del semanario uruguayo, Perfil.com reproduce la entrevista en su totalidad, en la que en varios pasajes se refiere a temas bilaterales. Sin embargo, lo más polémico es su defensa del pensamiento del ex presidente Jorge Battle, quien había dicho durante la crisis de 2001 que “los argentinos eran una manga de ladrones del primero al último”, sin percatarse que la cámara de la agencia que lo había filmado seguía prendida. Ahora, Mujica dice que no estuvo mal lo que pensó Battle, sino en haberlo hecho público.
A continuación, la entrevista completa que publicó la semana pasada en su edición de papel:
Esquina de las calles 19 de abril y Franklin Roosevelt en la ciudad de Carmelo. Sábado 6, 14.58 horas, dos minutos antes de lo previsto para que se produzca el contacto. La ansiedad aumenta mientras los segundos pasan. Se acerca a lo lejos por la calle casi desierta una camioneta Chevrolet blanca doble cabina con chapa de Presidencia. Se detiene a apenas unos centímetros pero el sol dificulta ver quien la conduce. El ruido del vidrio eléctrico bajando incrementa aún más la expectativa y, al fin, el conductor asoma la cabeza. Es el presidente de la República, José Mujica.
“Che, ustedes están en auto o los llevo”, dice haciendo un leve movimiento con su cabeza hacia el asiento trasero y generando sorpresa en los periodistas, que no imaginaban que fuera posible el ahorro de los intermediarios. Desde el lugar del acompañante saluda su mujer, la senadora Lucía Topolansky, y atrás se escucha un tenue ladrido de Manuela, la perra que casi siempre los acompaña. “Estamos en auto, lo seguimos”, recibe el presidente como respuesta y comienza la travesía.
Cinco minutos después, la camioneta dobla por una huella de tierra en las afueras de la ciudad e ingresa a un casco de tambo —similar en aspecto a la chacra presidencial pero un poco más grande—, que pertenece a Ventura “Chamaco” Révori, tupamaro y socio fundador de la cooperativa de la zona Calcar. El dueño de casa saluda a la vista y se produce una conversación de casi media hora bajo un alero sobre la sequía y la historia de la industria láctea. Después Mujica resuelve montar el escenario para que los grabadores se prendan y comience la entrevista con Búsqueda.
“Vengan conmigo”, ordena mientras se acerca a la camioneta, estacionada bajo unos árboles a metros de distancia. Al llegar, baja la tapa de la caja trasera y dice: “Esta es la mesa”. Coloca dos sillas reposeras enfrente, se sienta y comienza a responder durante más de una hora a todas las interrogantes. Gesticula con intensidad, se para y se sienta, cambia un poco el lenguaje a medida que avanza el diálogo, se muestra distendido. Abandona lo poco que le quedaba de protocolo y vuelve a apelar a lo que él define como “sentido común puro” para lanzar algunas reflexiones polémicas.
Habla por ejemplo de que “tienen razón” los que dicen que hizo muchos anuncios pero concretó muy poco pero dice que “el problema es que en este país no te dejan hacer nada”. Se refiere además al pasado para halagar la labor del ex presidente Jorge Batlle durante la crisis del 2002 y recordar como colorados y frenteamplistas realizaron una alianza implícita a principios de los noventa para detener un programa “enormemente liberal” de la administración de Luis Alberto Lacalle, lo que “fue una buena cosa”. Afirma que se siente un “viejo hablando en el desierto” cuando reclama negociar cinco o seis políticas de Estado y asegura que el que menos entendió ese planteo es Pedro Bordaberry.
Así transcurre la tarde y, después de apagados los grabadores, Mujica deja como al pasar una sugerencia que cierra la conversación pero que le agrega un eco y abre un espacio para la interpretación. “Si quieren saber como se maneja un buen político, tómense cinco minutos para ver cazar a un gato. Miren los amagues, los disimules, como arma la
estrategia para lograr el objetivo y como, con perseverancia, lo consigue. Ahí está todo dicho”, dice.
Así se despide el presidente de la República del encuentro, cuya parte más importante se transcribe a continuación.
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