lunes, 15 de agosto de 2011

lo que nunca pensaron escribir los de clarin y hoy no les quedo otra

Política



  • Triunfo categórico y errores al desnudo

    15/08/11
    Cristina dividió por uno. La oposición por tres, cuatro o cinco. Este simple cálculo explica el rotundo triunfo de la Presidenta en las primarias , un éxito consistente que se extendió, salvo San Luis, por todo el país, inclusive en Capital, Santa Fe y Córdoba, en las que el kirchnerismo había sufrido sonoras derrotas locales.
    Este escenario favorable a la reelección, a algo más de dos meses del comicio presidencial, es exclusivo mérito del oficialismo y una impúdica muestra de que la oposición, por lo que fuera, no ha sabido encontrar un común denominador todavía para convertirse en un desafío serio para el kirchnerismo.
    El peronismo del interior ha sido fiel a la tradición partidaria y ha apoyado la candidatura de Cristina, a pesar de que la construcción de las listas de candidatos fue hecha a dedo desde la Casa Rosada y, también, contra la opinión de los propios distritos. En las primarias, no hubo “venganza” justicialista contra Cristina. Quizá en algunos prevaleció la cautela y se reservaron para octubre para pasar la cuenta, cuando se elija en serio.
    Está claro, además, que la enorme distancia del Frente para la Victoria se apoya en la gruesa viga de la provincia de Buenos Aires. Allí Scioli, con una campaña de una estética macrista , hasta trabajó para que Cristina sacara más votos que él: en su horizonte de 2015 no quiere escaramuzas previas que juzga inconducentes.
    La oposición está, de verdad, en una encrucijad a: no hubo primus interpares en el pelotón de segundos. Esa paridad niveló a la oposición para abajo en esta primaria. Esa foto de anoche dejó al descubierto que ninguno de los desafiantes de Cristina ha logrado un volumen suficiente para restarle votos y discutirle con alguna probabilidad de éxito la elección presidencial. Y que la dispersión opositora y sus errores son de exclusiva responsabilidad de sus dirigente s.
    Esta primaria muestra, también, que el oficialismo antes y ahora, sea cual fuere su color, sigue siendo el preferido del electorado . Un dato a tener en cuenta en octubre.

    El mejor escenario para Cristina en su búsqueda de la reelección

    15/08/11

    Ni en sueños, con seguridad, Cristina Fernández debió haber imaginado que las internas abiertas de ayer podían dejarle un camino tan allanado para las presidenciales de octubre. Muchas cosas sucederán todavía y no podría decirse, pese a todo, que la última palabra electoral ha sido dicha. Pero la Presidenta recogió, por lo menos, dos beneficios en su marcha hacia la reelección: un porcentaje de votos, que de repetirse, la coloca holgadamente a resguardo de un balotaje ; una paridad entre los candidatos opositores mejor ubicados (Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner) que hace más complicada la elección para los sectores sociales que no estarían dispuestos a acompañar al Gobierno otros cuatro años.
    La dimensión de la votación de Cristina se expresa en los números (50%) y también en la distribución territorial . Sólo fue vencida en San Luis, gobernada por Alberto Rodriguez Saá, también candidato para octubre. El puntano parece tener un 7% del electorado cautivo: en 2007 sacó ese mismo porcentaje. La Presidenta venció en tres distritos importantes donde, hace pocas semanas, sus candidatos la pasaron mal: Santa Fe (Agustín Rossi quedó tercero) , Córdoba (José de la Sota ganó y había roto con los K) y Capital (Daniel Filmus perdió dos veces con Mauricio Macri). La Presidenta se dio el gusto de vencer en la Ciudad, donde un peronista no se imponía desde la década del 90.
    La exclusividad pertenecía, hasta anoche, al menemista Erman González.
    La votación de Cristina estaría corroborando tres cosas que, los últimos traspiés, habían puesto en duda: a la Presidenta no le ha pasado el estado de gracia política al que fue llevada por la súbita muerte de Néstor Kirchner; el auge del consumo sigue siendo un fuerte factor de seducción para importantes sectores sociales, sobre todo en las capas medias; el enorme sistema de asistencia social , a través del Estado, no genera inclusión pero ayudaría a paliar los padecimientos de los sectores mas humildes y postergados.
    Si no fuera por su aparente blindaje, que supo cuidar con inteligencia desde que quedó sola en el poder , la Presidenta no hubiera podido sortear sin manchas ni costos –en apariencia– muchos de los episodios que vienen jalonando su administración.
    Entre tantos, se podría mencionar uno: el caso Schoklender , el fraude con la construcción de viviendas humildes, que golpea a la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo de Hebe de Bonafini. Las verdaderas intenciones de la política de derechos humanos, colocados bajo una lupa.
    Otro ejemplo sería el de Jujuy. Hace mas de dos semanas que ocurre allí un desborde social, político e institucional con ocupaciones de terrenos. El gobernador kirchnerista, Walter Barrionuevo, ha dejado de controlar el conflicto. Cristina tuvo en la provincia del norte una votación arrasadora, por encima del 60%. Si aquellas dos cuestiones no la afectaron, resultaría inútil enumerar otras.
    La votación ha significado también un espaldarazo para Cristina dentro de un complejo sistema de poder donde hace tiempo que sobresalen los conflictos. Conflicto entre el kirchnerismo y el PJ tradicional; con la CGT de Hugo Moyano; fricciones entre algunos sectores K y los jóvenes de La Cámpora a los cuales la Presidenta se ocupó de entronizar. Cristina podría tener, desde mañana, las manos mucho mas libres que antes de la interna.
    Hasta las pequeñas estrategias le terminaron saliendo bien. Tuvo, al final, un puñado mas de votos que Daniel Scioli en la provincia, por el flujo módico que pudo arrimarle la colectora del diputado Martín Sabbatella. El gobernador deberá revalidar su título en octubre, acompañado por el ultra K, Gabriel Mariotto.
    La Presidenta dejó traslucir anoche, en su discurso de celebración, algo de aquella libertad política que le concede la votación de la interna abierta. Desplegó un discurso de llamativo tono conciliador, hacia los propios y los adversarios. Mechó sus palabras con evocaciones emocionales y afectivas, en especial cuando recordó al ex presidente y aludió a sus hijos. Pero queda instalada la duda de cuánto tiempo logrará conservar esa cordura , luego del enorme respaldo recibido. La duda se afinca en antecendentes no muy lejanos: cuando fueron derrotados en las legislativas del 2009, los Kirchner profundizaron su estilo de confrontación. ¿Podría un triunfo con el de anoche, acaso, sosegarlo?.
    La oposición, frente a esa realidad, tendría un camino arduo y pedrogoso por transitar en los próximos sesenta días. Hay derecho para conjeturar que lo que aquellos dirigentes opositores no lograron resolver en dos años, difícilmente lo diluciden en dos meses.
    El casi 60% que esa oposición había reunido en el 2009, con el Acuerdo Cívico y Social, el Peronismo Federal y el PRO, no fue fragmentado por Cristina. La partición correspondió a la propia dirigencia opositora, que antepuso vanidades personales a la construcción de nuevos espacios políticos y proyectos.
    ¿Cómo no iba a suceder lo que finalmente sucedió con una grilla de nueve postulantes? .
    La discordia entre Macri, Francisco De Narváez, Eduardo Duhalde y Felipe Solá puso fin a uno de aquellos tercios opositores. Siguió el divorcio entre Ricardo Alfonsín y Hermes Binner que consumió al Acuerdo Cívico y Social. Esas dos grandes rupturas fueron jalonadas con otros desprendimientos menores.
    De esos desencuentros surgieron candidaturas que exhibieron ayer una votación respetable. La de Binner, que con poco, llegó a los dos dígitos nacionales. La de De Narváez en Buenos Aires, que tuvo mas votos que Alfonsín, y lo deja con una posibilidad de luchar en octubre. La presencia de De Narváez en alianza con Alfonsín fue, paradójicamente, lo que terminó espantando a Binner.
    A esa oposición, probablemente, le ocurrirá otra cosa. No contará, salvo un milagro, con el respaldo de su dirigente mejor cotizado. Mauricio Macri le dio una paliza, dos veces, en Capital al kirchnerismo.
    Pero tomó prudente distancia , de vacaciones por Europa, en la interna. El jefe porteño había dicho que tomaría una decisión después de ayer. Que conversaría, antes de hacerlo, con cada postulante. Pero ninguno se posicionó de tal modo que le asegure a Macri la protección, siquiera en parte, del capital político que acumuló con su reelección en la Ciudad.
    La posible prescindencia de Macri podría ser otra buena noticia para Cristina. Las elecciones en Capital y Santa Fe habían demostrado que era el único capaz de polarizar contra los K. Y de arrastrar algo del voto del peronismo tradicional. Los ojos públicos se posarán las próximas semanas sobre Macri.
    Las internas abiertas, así planteadas, no mejoran –como aseguraron Cristina, Duhalde y Alfonsín– la calidad política y partidaria. Su sentido original –la elección de los candidatos presidenciales en cada agrupación– fue desvirtuada por la propia dirigencia. Apenas sirvió para plasmar una fotografía anticipada de lo que vendría en octubre.
    Quizás lo mas saludable haya sido el grado de participación popular, en el nivel de una elección presidencial (75%). Una señal que enriquecería una democracia muy pobre en valores.

    Fragmentación y falta de liderazgo, las dos cruces de los opositores

    15/08/11

    Fragmentación y falta de liderazgos determinantes expresaron en las primarias de ayer un fenómeno doble y desolador para las franjas críticas del Gobierno. Los dos elementos van de la mano y en conjunto representan una carga tremenda para sus referentes, que en números concretos exhibieron un camino de retroceso respecto de los resultados de hace apenas un par de años. Ni la oposición ni el peronismo desalineado lograron unificar sus propios frentes: las diferentes ofertas, con Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner a la cabeza, pero no como únicos exponentes, terminaron componiendo un mosaico en bajo relieve , sin ningún candidato despegado del resto y en condiciones de especular como ser el eje para aglutinar masa crítica en la perspectiva de octubre.
    El resultado de ayer es un mensaje en sí mismo para la oposición, pero su profundidad es más notable si se toma como referencia lo ocurrido en las legislativas de hace dos años. Los partidos reunidos en el Acuerdo Cívico lograron entonces más del 30 por ciento de los votos y quedaron apenas por debajo del kirchnerismo. El peronismo disidente asomaba como una opción que generaba inquietud en el PJ oficialista, y exhibía además un ensayo de alianza con el macrismo, que con Francisco De Narváez lograba derrotar a la lista K en la provincia de Buenos Aires.
    De todos modos, aquellos resultados tuvieron escasa expresión en el Congreso. El kirchnerismo se lanzó a una ofensiva rápida, dividió en algunos casos a sus oponentes y trabó los proyectos que Olivos no estaba dispuesto a tolerar. El trabajo más llamativo lo desplegó en el Senado, donde logró neutralizar a algunos peronistas críticos y terminó convirtiendo en aliado al propio Carlos Menem, que vuelve a correr en su provincia y se presenta, esta vez con bendición kirchnerista, por un nuevo turno como legislador.
    La oposición llegó a las primarias con más candidatos que los esperables en aquella época. No dirimieron diferencias en sus propios frentes, es decir, como referentes de un par de coaliciones que disputaran su fórmula en las primarias. Se presentaron por separado, pero al mismo tiempo siguieron compitiendo entre ellos por un imaginario liderazgo, capaz de condensar votantes para la cita de octubre.
    Alfonsín y Binner terminaron distanciados , agrietando un territorio que ya había abandonado Elisa Carrió, la más golpeada ayer en las urnas. El radical y el socialista marcaron la ruptura con el pretexto de la alianza con De Narváez en la Provincia, aunque allí influyeron cálculos que trascendieron cuestiones de pureza ideológica. Alfonsín, además, no logró sumar a otras expresiones de su partido, que en algunos casos apenas disimulaban su malestar en plena campaña.
    Ese conglomerado se desarmó y aún considerado en conjunto, retrocedió unos puntos en comparación con los registros de 2009. Alfonsín, Binner y Carrió, forzando una suma matemática, estaban anoche dos o tres puntos por debajo del desempeño de hace apenas dos años.
    Una página aparte, difícil de leer por el lento recuento de votos en Buenos Aires, lo escribía la sociedad entre Alfonsín y De Narváez. Allí se notaba un corte de boleta que parecía indicar votos al candidato a gobernador pero combinados con Duhalde. El fenómeno era reconocido por radicales, algunos con enojo, pero en rigor no podría atribuirse sólo al intercambio de boletas entre dirigentes de los dos sectores que buscaron sumar en el peronismo no kirchnerista. Puede haber ocurrido que allí, de hecho, se haya registrado una sintonía entre votos macristas y duhaldistas, más allá de la ruptura entre De Narváez y el jefe de gobierno porteño.
    En el peronismo disidente las cuentas no son mejores . Ese conglomerado había crecido en la diferenciación con Néstor Kirchner y entró en crisis luego del fallecimiento del ex presidente. Algunos dirigentes, como Felipe Solá, terminaron apartándose de una disputa que no lograba perfilar posiciones comunes frente a la Presidenta. Mario Das Neves quedó golpeado por la elección en su provincia, que su sector ganó con sufrimiento después de un proceso desgastante, y luego se sumó como compañero de fórmula de Duhalde. Pero el peor paso en falso fue la frustrada interna entre el bonaerense y Alberto Rodríguez Saá, presentada como un mecanismo escalonado por regiones, para potenciar al sector, y desarmada después de un par de entregas por desconfianzas y cruces de acusaciones.
    Terminaron así compitiendo por separado en las primarias. Duhalde hizo una destacada elección en la Capital y esperaba mejorar posiciones con los números bonaerenses. Rodríguez Saá también anotó una cifra llamativa entre los porteños y mostró que sigue proyectando desde San Luis hacia distritos más cercanos como Mendoza, San Juan y Córdoba. En conjunto, los dos exponentes del peronismo desalineado redondeaban ayer cerca de 20 puntos a nivel nacional.
    El masivo apoyo logrado por Cristina Fernández de Kirchner marca sin dudas el camino que resta hacia octubre . Y es posible además que estallen conflictos y enojos hacia el interior de algunas fuerzas opositoras. Es difícil imaginar que en ese clima se puedan procesar las señales surgidas de las urnas, con destino directo a los referentes de las distintas expresiones opuestas al Gobierno. No hubo claridad para anticipar este cuadro; difícil superarlo si no se registra la magnitud del mensaje

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