Los elegidos de Del Sel
¿A cuál de los candidatos habrá votado Miguel Del Sel? A sí mismo seguramente no. Porque el propio Del Sel declaró al asistir para emitir su sufragio que no estaba preparado para gobernar todavía, que acababa apenas de meterse en la política. Y nadie en su sano juicio votaría como gobernador a un hombre al que considera poco apto para el gobierno. Se infiere de eso que el ciudadano Del Sel habrá escogido a algún otro postulante, si bien nunca sabremos a cuál. ¿Cómo podría Del Sel haber votado a Del Sel, si dijo Del Sel que carecía aún de preparación suficiente para afrontar una gestión de gobierno? Eligió a otro, qué duda cabe, a quien sea que le haya dictado su conciencia cívica, y en el cofre inviolable del secreto del sufragio quedará para siempre ese nombre.
Lo curioso del caso es que el 35% de los santafecinos no estuvieron de acuerdo con él. Opinaron en sentido contrario: que sí estaba preparado para gobernar de inmediato la provincia. Fue un lindo ejemplo de convivencia democrática ver la jocosa reunión festiva del domingo por la noche, en la que se juntaron los muchos que lo juzgaron capaz de quedar al mando de Santa Fe y ese uno, que fue él, que se juzgó incapaz de hacerlo. Todos juntos y contentos, a pesar de opinar tan distinto.
Sus votantes, tan cuantiosos, ¿qué pensaron de sus dichos? ¿Pensaron que se equivocaba? ¿Que diciendo que no estaba en condiciones cometía un error de juicio? ¿O pensaron que esa confesión de tanta modestia no era sino de falsa modestia? ¿Que dijo que estaba apenas empezando en todo esto tan sólo para no parecer vanidoso? Tal vez el desacuerdo sustancial entre los votantes de Del Sel y Del Sel, al que no cuento entre sus votantes, radica ni más ni menos que en la valoración que hicieron de la condición del recién llegado a la política. A Del Sel ser un recién llegado le suscitó más que nada cautela. Le pareció que no venía nada mal para dar sus primeros pasos, pero que tenía que aprender mucho más antes de asumir una responsabilidad de tanta altura como una gobernación. A sus votantes, en cambio, les pareció un mérito que recién llegara. Que no tuviera demasiada idea ni estuviese muy empapado de esa cosa que les parece infecta y que se llama política.
Se ha dicho expresamente: lo que gustó de Miguel Del Sel es que viene “de otro lado”. Me reprocho por estos días no haber prestado mayor atención a Midachi (y antes a la motonáutica y antes al Club del Clan). Lo poco que vi me dejó algo amargado, y eso fue más que nada por Del Sel. Porque en Brieva creí notar alguna destreza para el monólogo hilarante. Y en el Chino Volpato aprecié sin vacilar, en un medio con tanto afán de notoriedad, la sumisa disposición a ser nada más que el tercero de un grupo de apenas tres. En Del Sel me afligió en cambio la comicidad agresiva y un gusto por la escatología que por lo común se supera en los años finales de la infancia. Es decir, lo peor del humor coroniano y lo peor del olmedismo televisivo, completado por la idea simplona de vestirse de mujer, a la zaga de Jorge Luz o de Jorge Porcel, que venían ya de por sí a la zaga.
¿Me habré entonces perdido algo? Probablemente no. Vi dos horas de Midachi, si es que no tres, en un micro de larga distancia que me hizo su prisionero. Se sabe cómo proceden esas empresas de transporte: primero fabrican asientos de mayor confort para el sueño y luego impiden con videos a todo volumen que cualquiera de los pasajeros duerma. ¿Debí ver un poco más? ¿Extenderme a Rompeportones? ¿Asistir a una función de teatro? ¿Dar su chance a Del Sel en el cine? Me temo que no. Lo que gusta a tantos miles es que venga “de otro lado”, sin que importe cuál es ese lado (la lancha, la fórmula uno, la desafinación musical, Boca Juniors, Midachi, da lo mismo). Lo decisivo es lo que falta: trayectoria en la política, consistencia en la ideología, elocuencia en el discurso, formación de dirigente, lecturas y militancia. Una extraña ventaja política que se funda en la carencia y que dota a algunos comicios de misterio y desconcierto.
Sin embargo, hay otro voto de Miguel Del Sel que sí sabemos, porque fue declarado y admitido. Del Sel piensa votar por Duhalde en la próxima elección nacional. ¿Será que siempre la antipolítica va a terminar desembocando en Duhalde? En 2001, con aquel “que se vayan todos”; ahora, con uno que viene “de otro lado”. ¿Tan obvio tiene que ser que la antipolítica es pura política y que ejercen una ideología brutal los que dicen que no tienen ninguna ideología en mente?
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