martes, 2 de noviembre de 2010

una historia que recien comienza

El poder de la muerte

Por Eliseo Verón Nacimiento y muerte. Los dos acontecimientos polares de la vida constituyen sin duda, desde el punto de vista de las representaciones mentales, la oposición conceptual más extrema. Esta oposición se activa cada vez que muere alguien a quien, directa o indirectamente, hemos conocido. Si los pensamos cada uno por separado, esos acontecimientos pueden ser considerados rigurosamente idénticos desde un punto de vista biológico. Todos los nacimientos son biológicamente comparables y también lo son todas las muertes: respectivamente principio y fin de la autonomía de un sistema complejo individualizado y autoorganizante. Sin embargo, en las sociedades humanas y también en las democracias republicanas, el espacio-tiempo del nacimiento ha sido y sigue siendo uno de los principales factores de desigualdad: mayor o menor riqueza, recursos, posibilidades, educación, salud, contactos. Dadas las condiciones en que la especie ha desarrollado su vida social, el nacimiento es fuente de profundas diferencias y sólo la muerte nos iguala. Sin embargo, aún ante la igualdad que produce la muerte, las sociedades humanas inventaron hace mucho tiempo un dispositivo para seguir con su tarea de generar incansablemente diferencias: es lo que llamamos la historia, consagrada a mostrar que algunos sapiens han sido más interesantes y más importantes que otros. Está por verse cuál es el futuro histórico de Néstor Kirchner.

Ante hechos inesperados y que él mismo define como grandes noticias, el sistema mediático a la vez se enardece y enloquece. Eso ocurrió durante todo el día de la muerte del ex presidente. Sin duda en ese miércoles 27 de octubre han empezado a escribirse las distintas versiones de su biografía; sin embargo, ese día sólo se expresaron las variantes positivas o las cuidadosamente neutras, porque hablar mal en público de alguien que acaba de morir es una de las más profundas inhibiciones del ser humano, vinculada tal vez al pensamiento mágico asociado al sentimiento de culpa. En todo caso, la oposición se ha mostrado digna y respetuosa ante la desaparición de su enemigo número uno, y para el oficialismo ha sido fácil, natural y hasta placentero enaltecer la figura de Néstor Kirchner comenzando a transformar, por ejemplo, su obsesión autoritaria de control personal de todos los frentes de la batalla política, en sacrificio de su vida por el bien del país. En algún caso, no se estuvo muy lejos de la obscenidad de utilizar políticamente su muerte el mismo día en que ésta se produjo.
No cabe duda que los procesos biológicos que dibujan nuestro destino son totalmente indiferentes a las consecuencias políticas de su funcionamiento. En este caso, han sacudido el sistema político argentino y van a modificar con toda probabilidad la coyuntura más o menos inmediata, aunque toda especulación sobre el cómo sea prematura.
Lo que más me impresionó fue el brusco cambio de tonalidad en el flujo incesante del discurso de los medios. De la permanente tensión entre acusaciones, repudios, descalificaciones y respuestas a las agresiones de unos y otros, se pasó a una extraña y solemne unanimidad funeraria. Una especie de inmenso silencio político, habitado por innumerables dichos que reproducían, una o otra vez, las mismas condolencias. Y ese discurso uniforme ocupa el lugar de lo más importante: lo que no se dice, al menos todavía.
El poder de la muerte. Pero que ella sea por el momento lo único que puede unirnos es muy inquietante.

*Profesor plenario Universidad de San Andrés

No hay comentarios:

Publicar un comentario