"El Frente Progresista no es una coalición de gobierno"
Hugo Quiroga, politólogo y académico rosarino, rompe el molde con las alabanzas unánimes del sistema electoral que aplicó Santa Fe en las primarias (boleta única) y se permite explorar las zonas grises de esa modalidad, aun reconociendo que significa un paso adelante a la lista sábana. Uno de los puntos que pone en cuestión es lo que llama “la personalización de la política”, que a su juicio este sistema puede llegar a agudizar por la conformación de la boleta, con un único candidato sobresaliendo en la foto.
También se metió en una discusión que promete levantar polémica entre constitucionalistas, que es la concepción del sistema mayoritario, que determina que el partido más votado se lleva los 28 diputados. Para Quiroga, el sistema de boleta única pone en tensión a la Constitución en lo que refiere a la categoría diputado. “Sí, por ejemplo, gana la lista que encabeza María Eugenia Bielsa (PJ) y el gobernador es Antonio Bonfatti (Frente Progresista), ahí hay que respetar la voluntad popular: la soberanía del ciudadano que votó por esa lista. Esa es la interpretación que hago desde la teoría política, y que creo haría cualquiera desde el sentido común”, sostiene a LaCapital el profesor titular de Teoría Política II de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
—¿Qué balance hace de la reciente interna abierta?
—En primer lugar, me parece auspicioso que se haya instrumentado la boleta única, que evitó todo tipo de trucos o trampas, como el voto en cadena. El sistema funcionó bien, hay pequeños detalles, como el tamaño de la urnas. Creo que habría que pensar si el hecho de que ahora se definen los candidatos por categorías y sólo figure el número uno con una foto traerá una consecuencia que puede llegar a ser negativa: si no significa agudizar la personalización de la opción electoral. Es un interrogante hacia el futuro de este sistema.
—¿Por qué?
—Porque persiste la idea de la personalización electoral. Se vota más a un candidato que a un partido, por eso es que hay tanta fluctuación en el voto. Si en una boleta única figura la foto de una sola persona y hay recursos materiales para darle mayor publicidad a eso, sin duda que va a tener influencia en el electorado.
—Binner, por ejemplo, no figuró con su rostro en ninguna boleta, pero su papel en la campaña fue muy fuerte, y de hecho hizo ganar a su candidato en una interna bastante áspera...
—No me refería particularmente a ese caso, sino en términos generales. Con la boleta única aparece la foto de una sola persona, que es la que encabeza la lista. Eso para mí, y lo pongo como un punto a estudiar, puede terminar consolidando la idea de la personalización de la opción electoral. La política basada en líderes de opinión o de popularidad.
—Se pueda dar el caso, con este sistema, de que la lista que gane en la categoría diputado no coloque la mayoría. ¿Ahí hay un punto difuso que entrará en discusión?
—Habría que cambiar el sistema mayoritario que está establecido en la Constitución para la elección de diputados. Yo no soy un constitucionalista, pero ese punto entra en discusión. Si uno mira bien la Constitución dice que el que gana se lleva todo, con la intención de darle gobernabilidad al gobernador electo. Al margen de lo que puedan decir algunos constitucionalista, yo diría que lo que hay que tener en cuenta es la categoría, por lo tanto hay que respetar la categoría de diputados. Si gana, por ejemplo, la lista que encabeza María Eugenia Bielsa y el gobernador es Bonfatti, ahí hay que respetar la voluntad popular, la soberanía del ciudadano que votó por esa lista. Esa es la interpretación que hago desde la teoría política, y que creo lo haría cualquiera desde el sentido común. El sistema de votación cambio eso y genera una paradoja o contradicción.
—En un artículo que publicó recientemente en el diario Clarín afirma que el Frente Progresista no es una coalición de gobierno...
—Las coaliciones son la expresión de un contrato democrático. Es decir, nacen de las coincidencias que hay entre partidos sobre un programa político determinado. Ese programa aglutina a fuerzas políticas diversas. Incluso el programa puede contemplar zonas que no estén aceptadas en el programa. Por ejemplo, zonas que se dejan expresamente a un lado, como puede ser el tema del aborto o la despenalización de la droga. Luego, lo que tiene que haber para que una coalición funcione es una cohesión interna para que todos trabajen de común acuerdo en una misma dirección.
—¿Esos requisitos no los reúne el Frente Progresista?
—La coalición que gobierna Santa Fe definió un programa. Cuando gana en 2007, la UCR, como partido, no lo integraba, fue a la elección por afuera. Lo integraron radicales frentista en primer lugar. Recién la UCR se reorganiza en el 2010 y recién ahí la conducción partidaria lo integra. El problema, a mí modo de ver, es que el frente que ganó esas elecciones fue un frente electoral que no se constituyó en una coalición de gobierno. En primer lugar, no hubo un gabinete de coalición, que es lo primero que surge en una coalición de gobierno. Es decir, que estén representados los partidos en función de su tamaño y la representatividad que tenga en la sociedad. Pero si uno mira el gabinete, encuentra un solo ministro radical y un secretario que pertenece a las filas de (Rubén) Giustiniani.
—Otra cosa que define una coalición en la alternancia en el poder...
—Es que una coalición tiene que definir reglas internas de funcionamiento. Esas reglas deben establecer cómo se distribuye el poder en el interior del gobierno. Segundo, hay que determinar la forma de resolución de los conflictos. Pongo un solo ejemplo. Cuando se designó al defensor del pueblo (Edgardo Bistoletti) dirigentes del PDP y el radicalismo salieron a pronunciarse en contra. Eso quiere decir que en el interior del frente el tema no se había discutido. En el caso de Santa Fe, más allá de todo lo positivo que tiene, creo que no se pudo institucionalizar en una coalición de gobierno. Justamente, al no haberlo hecho, no hubo un entendimiento para elegir un candidato único a gobernador.
—Pero para eso están las internas...
—Hay posiciones diferentes. Hay quienes dicen que no debe haber internas dentro de un frente. Pero más allá de eso, lo cierto es que lo que revelan las primarias es que no hubo entendimiento, porque en el interior del frente hubo coaliciones de fracciones partidarias cruzadas. El candidato de Binner tuvo que hacer alianza con un sector del radicalismo inorgánico. Giustiniani hizo alianza con una dirigente del PDP porque está peleado con el socialismo y Barletta tiene que hacer alianza con el ARI, y vino Lilita Carrió a apoyar esa fórmula criticando duro a Binner. Eso es una materialización de la falta de reglas claras y limpias en el seno de una coalición
También se metió en una discusión que promete levantar polémica entre constitucionalistas, que es la concepción del sistema mayoritario, que determina que el partido más votado se lleva los 28 diputados. Para Quiroga, el sistema de boleta única pone en tensión a la Constitución en lo que refiere a la categoría diputado. “Sí, por ejemplo, gana la lista que encabeza María Eugenia Bielsa (PJ) y el gobernador es Antonio Bonfatti (Frente Progresista), ahí hay que respetar la voluntad popular: la soberanía del ciudadano que votó por esa lista. Esa es la interpretación que hago desde la teoría política, y que creo haría cualquiera desde el sentido común”, sostiene a LaCapital el profesor titular de Teoría Política II de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
—¿Qué balance hace de la reciente interna abierta?
—En primer lugar, me parece auspicioso que se haya instrumentado la boleta única, que evitó todo tipo de trucos o trampas, como el voto en cadena. El sistema funcionó bien, hay pequeños detalles, como el tamaño de la urnas. Creo que habría que pensar si el hecho de que ahora se definen los candidatos por categorías y sólo figure el número uno con una foto traerá una consecuencia que puede llegar a ser negativa: si no significa agudizar la personalización de la opción electoral. Es un interrogante hacia el futuro de este sistema.
—¿Por qué?
—Porque persiste la idea de la personalización electoral. Se vota más a un candidato que a un partido, por eso es que hay tanta fluctuación en el voto. Si en una boleta única figura la foto de una sola persona y hay recursos materiales para darle mayor publicidad a eso, sin duda que va a tener influencia en el electorado.
—Binner, por ejemplo, no figuró con su rostro en ninguna boleta, pero su papel en la campaña fue muy fuerte, y de hecho hizo ganar a su candidato en una interna bastante áspera...
—No me refería particularmente a ese caso, sino en términos generales. Con la boleta única aparece la foto de una sola persona, que es la que encabeza la lista. Eso para mí, y lo pongo como un punto a estudiar, puede terminar consolidando la idea de la personalización de la opción electoral. La política basada en líderes de opinión o de popularidad.
—Se pueda dar el caso, con este sistema, de que la lista que gane en la categoría diputado no coloque la mayoría. ¿Ahí hay un punto difuso que entrará en discusión?
—Habría que cambiar el sistema mayoritario que está establecido en la Constitución para la elección de diputados. Yo no soy un constitucionalista, pero ese punto entra en discusión. Si uno mira bien la Constitución dice que el que gana se lleva todo, con la intención de darle gobernabilidad al gobernador electo. Al margen de lo que puedan decir algunos constitucionalista, yo diría que lo que hay que tener en cuenta es la categoría, por lo tanto hay que respetar la categoría de diputados. Si gana, por ejemplo, la lista que encabeza María Eugenia Bielsa y el gobernador es Bonfatti, ahí hay que respetar la voluntad popular, la soberanía del ciudadano que votó por esa lista. Esa es la interpretación que hago desde la teoría política, y que creo lo haría cualquiera desde el sentido común. El sistema de votación cambio eso y genera una paradoja o contradicción.
—En un artículo que publicó recientemente en el diario Clarín afirma que el Frente Progresista no es una coalición de gobierno...
—Las coaliciones son la expresión de un contrato democrático. Es decir, nacen de las coincidencias que hay entre partidos sobre un programa político determinado. Ese programa aglutina a fuerzas políticas diversas. Incluso el programa puede contemplar zonas que no estén aceptadas en el programa. Por ejemplo, zonas que se dejan expresamente a un lado, como puede ser el tema del aborto o la despenalización de la droga. Luego, lo que tiene que haber para que una coalición funcione es una cohesión interna para que todos trabajen de común acuerdo en una misma dirección.
—¿Esos requisitos no los reúne el Frente Progresista?
—La coalición que gobierna Santa Fe definió un programa. Cuando gana en 2007, la UCR, como partido, no lo integraba, fue a la elección por afuera. Lo integraron radicales frentista en primer lugar. Recién la UCR se reorganiza en el 2010 y recién ahí la conducción partidaria lo integra. El problema, a mí modo de ver, es que el frente que ganó esas elecciones fue un frente electoral que no se constituyó en una coalición de gobierno. En primer lugar, no hubo un gabinete de coalición, que es lo primero que surge en una coalición de gobierno. Es decir, que estén representados los partidos en función de su tamaño y la representatividad que tenga en la sociedad. Pero si uno mira el gabinete, encuentra un solo ministro radical y un secretario que pertenece a las filas de (Rubén) Giustiniani.
—Otra cosa que define una coalición en la alternancia en el poder...
—Es que una coalición tiene que definir reglas internas de funcionamiento. Esas reglas deben establecer cómo se distribuye el poder en el interior del gobierno. Segundo, hay que determinar la forma de resolución de los conflictos. Pongo un solo ejemplo. Cuando se designó al defensor del pueblo (Edgardo Bistoletti) dirigentes del PDP y el radicalismo salieron a pronunciarse en contra. Eso quiere decir que en el interior del frente el tema no se había discutido. En el caso de Santa Fe, más allá de todo lo positivo que tiene, creo que no se pudo institucionalizar en una coalición de gobierno. Justamente, al no haberlo hecho, no hubo un entendimiento para elegir un candidato único a gobernador.
—Pero para eso están las internas...
—Hay posiciones diferentes. Hay quienes dicen que no debe haber internas dentro de un frente. Pero más allá de eso, lo cierto es que lo que revelan las primarias es que no hubo entendimiento, porque en el interior del frente hubo coaliciones de fracciones partidarias cruzadas. El candidato de Binner tuvo que hacer alianza con un sector del radicalismo inorgánico. Giustiniani hizo alianza con una dirigente del PDP porque está peleado con el socialismo y Barletta tiene que hacer alianza con el ARI, y vino Lilita Carrió a apoyar esa fórmula criticando duro a Binner. Eso es una materialización de la falta de reglas claras y limpias en el seno de una coalición
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