No declarar Ganancias, dibujar balances y ocultar bienes también es un ilícito
Publicado el 21 de Noviembre de 2011Por
Fundación Mercado y Transparencia.
El lavado de activos trae numerosos perjuicios para una nación. En primer lugar, posibilita la integración de grupos mafiosos a una sociedad permitiéndoles moverse libremente y acceder a todos los bienes y servicios a su alcance. En segundo lugar, el lavado atenta contra el orden económico financiero –este es el bien jurídico tutelado que introduce la nueva ley de lavado.
Muchos expertos hablan del lavado de activos como algo que pertenece al orden del narcotráfico, a la trata de personas, etc., es decir, a lo que se llama el “crimen organizado”. Afirman que el dinero obtenido fuera del circuito legal afecta a la comunidad entera e implica una amenaza para la subsistencia de los Estados y concuerdan en que combatir el lavado es fundamental para el desarrollo de cualquier país.
Sin embargo, se oponen a que los grandes evasores puedan ser juzgados por lavado. Buscan trazar un límite entre el dinero del “crimen organizado” y el dinero de la evasión. Hablan de dinero “sucio” –que sería el dinero del narcotráfico– versus dinero “negro” –que sería el dinero de la evasión. Para ellos, uno es de origen delictivo cuyo objetivo es seguir delinquiendo, mientras el otro es dinero obtenido del ocultamiento, con el fin de “minimizar costos”. Así dicen.
Argumentan que la evasión no implica lavado porque es dinero de origen lícito. ¿Pero en qué sentido lo es? Cuando no se declaran Ganancias, dibujan balances, inventan créditos, ocultan bienes, el dinero fruto de esas maniobras, ¿no es acaso también dinero ilícito? Las herramientas utilizadas son las mismas.
El hecho es que en el momento en que los grandes evasores recurren a las herramientas de lavado, para volver a introducir los bienes en el circuito legal, están dañando el orden económico financiero del mismo modo que lo hace un narcotraficante.
Quien gestiona un negocio de forma ilegítima –ya sea como pantalla de otro delito o evadiendo sus obligaciones fiscales– genera necesariamente una competencia desleal para con los otros agentes del mercado. De modo que sus competidores se ven forzados a reducir su margen de ganancia, recortar mano de obra, evadir o cerrar el negocio.
Y es que a fin de cuentas, lo que se trata en ambos casos es de legitimar una situación que no es tal. Cualquier intento de trazar un límite entre ambas operaciones de lavado sería inaplicable.
No podemos dejar de olvidar los vínculos del último gobierno de facto con el empresariado argentino. Nadie llega solo al poder, cuando el apoyo no es del pueblo, no hay nada como el respaldo del dinero.
Fundación Mercado y Transparencia.
El lavado de activos trae numerosos perjuicios para una nación. En primer lugar, posibilita la integración de grupos mafiosos a una sociedad permitiéndoles moverse libremente y acceder a todos los bienes y servicios a su alcance. En segundo lugar, el lavado atenta contra el orden económico financiero –este es el bien jurídico tutelado que introduce la nueva ley de lavado.
Muchos expertos hablan del lavado de activos como algo que pertenece al orden del narcotráfico, a la trata de personas, etc., es decir, a lo que se llama el “crimen organizado”. Afirman que el dinero obtenido fuera del circuito legal afecta a la comunidad entera e implica una amenaza para la subsistencia de los Estados y concuerdan en que combatir el lavado es fundamental para el desarrollo de cualquier país.
Sin embargo, se oponen a que los grandes evasores puedan ser juzgados por lavado. Buscan trazar un límite entre el dinero del “crimen organizado” y el dinero de la evasión. Hablan de dinero “sucio” –que sería el dinero del narcotráfico– versus dinero “negro” –que sería el dinero de la evasión. Para ellos, uno es de origen delictivo cuyo objetivo es seguir delinquiendo, mientras el otro es dinero obtenido del ocultamiento, con el fin de “minimizar costos”. Así dicen.
Argumentan que la evasión no implica lavado porque es dinero de origen lícito. ¿Pero en qué sentido lo es? Cuando no se declaran Ganancias, dibujan balances, inventan créditos, ocultan bienes, el dinero fruto de esas maniobras, ¿no es acaso también dinero ilícito? Las herramientas utilizadas son las mismas.
El hecho es que en el momento en que los grandes evasores recurren a las herramientas de lavado, para volver a introducir los bienes en el circuito legal, están dañando el orden económico financiero del mismo modo que lo hace un narcotraficante.
Quien gestiona un negocio de forma ilegítima –ya sea como pantalla de otro delito o evadiendo sus obligaciones fiscales– genera necesariamente una competencia desleal para con los otros agentes del mercado. De modo que sus competidores se ven forzados a reducir su margen de ganancia, recortar mano de obra, evadir o cerrar el negocio.
Y es que a fin de cuentas, lo que se trata en ambos casos es de legitimar una situación que no es tal. Cualquier intento de trazar un límite entre ambas operaciones de lavado sería inaplicable.
No podemos dejar de olvidar los vínculos del último gobierno de facto con el empresariado argentino. Nadie llega solo al poder, cuando el apoyo no es del pueblo, no hay nada como el respaldo del dinero.
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