viernes, 25 de mayo de 2012

DEL BLOG DE ARTEMIO LOPEZ

5/24/2012

salarios y demanda agregada: pinchando la burbuja de la felicidad


El economista Alejandro Nadal sostiene que la expansión del neoliberalismo durante el último tercio del siglo XX ha desarticulado el vínculo tradicional entre selarios, ingresos y demanda agregada, lo que promovería la crisis del neoliberalismo en tanto modalidad del capitalismo financiero, a nivel mundial.

Para el autor la congelación real de los salarios de los trabajadores fue compensada -para garantizar la demanda agregada- por un sobrendeudamiento de las capas medias y trabajadoras de la población mediante créditos bajos y con pocas garantías cuyo paradigma fueron las hipotecas subprime. 


Las consecuencias de estas políticias han sido la crisis económica  a nivel mundial con la secuela de desempleo, desigualdad y pobreza de numerosas naciones en particular las de la eurozona. 

Para Nadal:  Cuando se produce un colapso de la demanda agregada, la inversión se detiene y, con ella, se frena la generación de empleo. Eso conduce a una más intensa caída de la demanda agregada y así, en un círculo vicioso, se llega a la depresión. La demanda puede apoyarse en el gasto público, pero hoy la reacción neoliberal impide utilizar este instrumento...

Leemos el polémico y muy interesante artículo para un debate necesario: Porqué pasa lo que pasa y no lo que se prometió iba a pasar?

Destrucción del enlace salarios y demanda agregada  

Alejandro Nadal 

La gran ironía del neoliberalismo es que su versión del capitalismo condujo a desarticular el vínculo entre salarios, ingresos y demanda agregada. De esta forma, terminó por socavar las bases de la economía capitalista a nivel mundial. La globalización neoliberal no es más que una cara de este proceso que hoy se expresa en una crisis de proporciones históricas y anuncia una prolongada temporada de estancamiento. La secuela de desempleo, desigualdad y pobreza sólo traerá malas noticias en la vida política de las naciones.

Para entender cómo se rompió ese vínculo y sus consecuencias, es necesario trazar un esbozo de las causas de la globalización. La narrativa dominante durante muchos años presentó a la globalización como muestra del éxito imparable del capitalismo moderno. El colapso de la Unión Soviética sirvió para presentar a la globalización como el triunfo del libre mercado. Pero la realidad siempre es terca y no puede moldearse como si fuera plastilina.

La globalización está vinculada a la caída en la tasa de ganancia experimentada en las principales economías capitalistas en los años setenta. Eso empujó a la inversión capitalista a buscar dos salidas: una a través de salarios bajos y otra en la especulación financiera. La ofensiva en contra de los derechos laborales cuyo reconocimiento había sido alcanzado después de décadas de luchas dolorosas fue la manifestación de la primera vía. La expansión del sector financiero (y especulativo) a escala mundial es la expresión de la segunda.

La crisis que explota en el otoño del 2007 se nos presenta antes que nada como una debacle financiera. Pero sus raíces están en el comportamiento de la tasa de ganancia y en la reducción de los costos laborales. La globalización es una forma de organizar la competencia entre trabajadores del mundo entero para presionar los salarios a la baja. Esto es ejemplo de lo que Gunnar Myrdal denominaba proceso de causación circular acumulativa.

El estancamiento en el crecimiento de los salarios reales en economías avanzadas condujo a una contracción de la demanda agregada. Eso sólo podía contrarrestarse con el sobrendeudamiento de las capas medias y trabajadoras de la población. El crédito fluyó para hipotecas, autos, educación, electrodomésticos y, a través de la tarjeta de crédito, hasta para bienes de consumo no duradero. La bursatilización de todo tipo de instrumentos fue un mecanismo nefasto para mantener en movimiento este proceso. Los préstamos basados en la apreciación de activos residenciales (los homeequity loans) completaron el cuadro con la ilusión de una riqueza artificial para las capas medias.

La política monetaria estuvo al servicio de este proceso con prioridades sometidas a las necesidades del sector financiero. Las burbujas (en especial en el sector de bienes raíces y en el mercado bursátil) fueron la manera de mantener el proceso de crecimiento en las economías avanzadas. Algo parecido, pero con distorsiones más serias, sucedió en las economías subdesarrolladas y en los muy mal llamados mercados emergentes.

La crisis estalló en el eslabón más visible de la cadena. El sector financiero se había desarrollado a través de mecanismos e instrumentos que no podían sostenerse más allá de unos cuantos años. Al explotar el sector financiero, se destruyó el mecanismo que había estado sosteniendo la demanda agregada.

En la evolución del capitalismo mundial, el último tercio del siglo XX fue testigo del rompimiento del enlace fundamental entre salarios y demanda agregada. La idea de mantener el crecimiento a través de las exportaciones se ha revelado como una salida falsa o, si se prefiere, como una especie de boomerang. Los países importadores que enfrentaron un déficit crónico, sufrieron la destrucción de su base productiva y de generación de empleo. Los flujos de capital permiten durante un cierto tiempo financiar artificialmente el déficit (como en México), pero a la larga, la crisis en esos países subordinados no puede evitarse.

A nivel macroeconómico, el vínculo entre productividad y salarios, y entre éstos y demanda agregada ha sido desmantelado por décadas de una ofensiva en contra de todo lo que se relaciona con el mundo laboral. El resultado es que el crecimiento ha tenido que sostenerse con una sucesión continua de burbujas que al reventar conducen a un periodo más o menos largo de des-endeudamiento.

Cuando se produce un colapso de la demanda agregada, la inversión se detiene y, con ella, se frena la generación de empleo. Eso conduce a una más intensa caída de la demanda agregada y así, en un círculo vicioso, se llega a la depresión. La demanda puede apoyarse en el gasto público, pero hoy la reacción neoliberal impide utilizar este instrumento. Y en el des-endeudamiento, la política monetaria tiene muy poco que contribuir. El mismo establishment que nos regaló la globalización neoliberal se esfuerza hoy en obsequiarnos una década de crisis mundial.

jorge rivas sobre ypf


Recibimos este comunicado de Jorge Rivas que compartimos:

 

"para rivas, si sos socialista, estas con el proyecto nacional y popular de CFK"



A los compañeros socialistas

La reciente recuperación de YPF por iniciativa de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y con la aprobación de una abrumadora mayoría en el Congreso vino a reforzar, por si hacía falta, la certeza de que nuestro país avanza en un camino de reformas progresivas que significan también una paulatina y constante reparación de los daños que causaron casi cuarenta años de destrucción del Estado y de los lazos de solidaridad social.


Esto sucede al mismo tiempo que, en buena parte de un mundo sacudido por una nueva y profunda crisis del capitalismo, los gobiernos de diversos signos arremeten contra los trabajadores y sus derechos e imponen como ley superior los intereses del capital financiero. Mientras los estados nacionales se someten al capital, muchas fuerzas que se proclaman de izquierda, ya sea socialdemócratas o radicales, retroceden por debilidad, por desconcierto o por incapacidad para elaborar alternativas.


En ese contexto, se hace cada vez más claro que estábamos en lo cierto los socialistas que durante el gobierno de Néstor Kirchner, comprendiendo las características de la etapa, resolvimos respaldarlo franca y decididamente. No voy a enumerar ahora paso por paso los notables avances registrados desde 2003, con la conducción de Néstor primero y de Cristina después, porque todos ustedes los conocen bien. Baste decir que ellos van desde el regreso del Estado a su papel de garante de los intereses de los trabajadores y de los derechos de las minorías discriminadas, hasta la defensa de la independencia nacional frente al capital financiero, desde la plena vigencia de los derechos humanos hasta la integración con los pueblos hermanos de la región.


No es un dato menor el hecho de que el sujeto social que apoya y sostiene al gobierno es la masa crítica ideal para seguir encarando las transformaciones que aún están pendientes en nuestra sociedad. Sin embargo, en el complejo dispositivo político al que debe apelar el gobierno, que incluye destacadamente al Partido Justicialista, conviven sectores que se identifican como parte de un peronismo de izquierda, nacional y popular, como la propia Cristina Fernández de Kirchner, con otros ligados a expresiones más conservadoras, y aun otros francamente reaccionarios y oportunistas que, si bien es cierto que cada vez con menor influencia, tienen aún alguna gravitación.


Precisamente por eso, la etapa que vivimos es propicia para que el socialismo asuma un rol protagónico dentro del proyecto popular. Eso no ha sido comprendido así por la dirigencia del Partido Socialista oficial que, por el contrario, prefirió relegar nuestras banderas históricas para sumarse al conglomerado de facciones opositoras, todas ellas enemigas de las causas populares y democráticas.


Los socialistas genuinos tuvimos que elegir entre la resignación ante el rumbo que la dirigencia ocasional le diera al partido y la decisión de darnos una nueva herramienta que preservando nuestra identidad socialista nos incluyera claramente como sostenedores del proyecto nacional, popular y democrático en curso. En ese marco se inscribe el nacimiento de Unidad Socialista para la Victoria.


Esa nueva instancia política no pretendió fabricar otro sello partidario, sino construir un instrumento político y organizativo que sirviera al proceso de cambios democráticos y de ampliación de derechos.


Ha llegado el momento de dar un nuevo paso. Son muchos los compañeros socialistas que, dispersos en todo el país, militan y trabajan diariamente en el mismo sentido que nosotros, porque han comprendido lo mismo que comprendimos nosotros. Esta es una realidad tan evidente como la de que es necesario reunir todas esas fuerzas fragmentadas. Tenemos que ser capaces, entonces, de construir una instancia nacional de coordinación común de todos los socialistas que participamos del proyecto nacional, popular y democrático. Solo de esa forma podremos aportar con eficacia nuestra capacidad militante y nuestra firmeza en el compromiso con la igualdad y la justicia.


Necesitamos esa herramienta política que potencie nuestros esfuerzos aislados, sin ahogarlos con estructuras burocráticas. Un espacio por el que circulen las ideas y el debate, sin limitaciones ni censuras, pero con un compromiso fuerte con el proceso de cambios. Esa sería nuestra gran contribución al sostenimiento de un rumbo de avanzada en un mundo en que la justicia retrocede. A ese esfuerzo los convoco, con humildad pero con la certeza de que es el camino acertado, ya que si trabajamos todos juntos en la construcción de una gran confederación socialista, estamos haciendo nuestro aporte para la realización de una sociedad más justa.


Jorge Rivas , Diputado Nacional

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