miércoles, 30 de mayo de 2012

las explicaciones del petete de magnetto


La guerra secreta de la prensa K
Por Luis Majul | LA NACION
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Twitter: @majulluis   

Para quienes todavía no comprenden cómo opera el sector más radical de la prensa militante que defiende al gobierno de Cristina Fernández sería útil que leyeran una nota escrita por Sandra Russo en la contratapa de "Página/12" del pasado sábado 19 de mayo. Allí, la biógrafa de la Presidenta reivindica "el compromiso" por sobre "la neutralidad" y pone como ejemplo a varios periodistas que fueron enviados por distintos medios a cubrir la Guerra Civil Española. Russo aprovecha la reciente lectura que hizo del libro del periodista español Pascual Serrano, titulado, precisamente "Contra la neutralidad", para citar las ideas básicas del historiador Paul Preston sobre la actitud que tuvieron los corresponsales de aquella guerra. Y cita a Ernest Hemingway, John Dos Passos y George Orwell, entre otros, como ejemplo de los profesionales que no dudaron en tomar partido por los republicanos, "en algunos casos, enfrentando la línea editorial que les bajaban sus medios" y, en otros, "sumándose al frente de batalla, como el corresponsal del New York Herald Tribune, Jim Lardner, que murió combatiendo en la batalla del Ebro".
El libro al que alude Russo se basa en el trabajo de cinco grandes periodistas que no fueron neutrales y asumieron compromisos históricos en sus escritos y coberturas. Tres de ellos deberían ser estudiados por cualquier aspirante que ya siente que ama este oficio. Uno es el polaco Ryzszard Kapuscinski, otro es el fotógrafo Robert Capa y el tercero es Rodolfo Walsh, autor de "Operación Masacre", "Quién Mató a Rosendo", "Esa Mujer" y la inolvidable "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar ". Russo reproduce una cita por cada uno de los cinco periodistas. Las que más sirven para este análisis son las de Capa: "Ante una guerra hay que amar u odiar a alguien. Sin eso no se soporta lo que ahí ocurre". Otra es la del propio Walsh: "Te das cuenta que tenés un arma: la máquina de escribir. Según como la manejes, puede ser un abanico o una pistola". La periodista oficialista presenta correctamente el contexto histórico en el que decenas de aquellos periodistas generaron su "sistema moral". Era difícil, por no decir imposible, durante la Guerra Civil Española estar a favor de los crímenes y las atrocidades de falangistas contra la sociedad y el gobierno democrático. Sin embargo, hasta aquí llega la coincidencia con su análisis. Porque todo lo demás, y lo que da por sentado parece discutible y, hasta delirante.

El enfrentamiento entre periodistas críticos y otros que responden al aparato de comunicación oficial es una de las grandes coartadas del gobierno nacional para evitar ser investigado

En primer lugar, en la Argentina actual no se está librando ninguna guerra. El enfrentamiento entre periodistas críticos y otros que responden al aparato de comunicación oficial es, al contrario, una de las grandes coartadas del gobierno nacional para evitar ser investigado, no responder preguntas y seguir ocultando datos inconvenientes, vinculados a la corrupción y las malas decisiones de sus funcionarios. Muchos de los llamados periodistas militantes sienten que se encuentran en medio una "guerra" por el lenguaje y el estilo bélico que usaron, en su momento, sus líderes, Néstor Kirchner, y ahora Cristina Fernández. Pero seamos sinceros: afortunadamente todavía nadie disparó un solo tiro. Ni la Casa Rosada vive las circunstancias de la Casa de la Moneda cuando derrocaron a Salvador Allende. Ni esto es Sierra Maestra.
Tampoco nadie anda por las redacciones esperando que explote una bomba arrojada o colocada por al "bando enemigo". Cuando escucho, por ejemplo, a Florencia Peña con sus bravuconadas tardías y fuera de época y a algún periodista que pide a la prensa que no interrogue tanto al poder político sino al poder económico, me pregunto si ellos también, como alguno de sus amigos, no sentirán que estamos viviendo en la Guerra Civil Española, en la dictadura militar argentina o en medio de la revolución rusa. Al principio, algunas afirmaciones destempladas me parecían divertidas. Sin embargo cada vez me preocupan más. Porque si algunos de ellos, de verdad, piensan que estamos en guerra, los civiles que no usamos uniformes, ni armas, ni granadas, corremos el riesgo de ser alcanzados por alguna esquirla o por "algún disparo" arrojado desde la trinchera de la verdad única, irrefutable y digna de "defender". Me pasa lo mismo cuando leo algunos afiches de agrupaciones que juran ofrecer "la vida por Cristina". ¿Quién o quiénes les están pidiendo tanto? ¿Es que hay algo de esta realidad que millones de argentinos estamos ignorando, o nos estamos perdiendo? En la guerra, como se sabe, no hay leyes, ni reglas ni códigos de convivencia. Vale todo. Lo único importante es "matar al otro" y no "dejarse matar". Y en las guerras civiles, como la de España, miles de amigos y parientes de enemistaron para siempre porque quedaron enfrentados en distintos bandos.

Me parece, por lo menos, discutible, el lugar de superioridad moral donde se para la panelista del programa de propaganda oficial y muchos otros colegas que defienden el "proyecto"

El otro asunto que me parece, por lo menos, discutible, es el lugar de superioridad moral donde se para la panelista del programa de propaganda oficial y muchos otros colegas que defienden el "proyecto". Se colocan, de inmediato, del "lado de los buenos", de "los más combativos" y de "los más populares". Lo hace, también, la jefa del Estado, al mezclar la gesta patriótica de la semana de Mayo con algunas de las medidas que impulsó su gobierno. Esa superioridad moral funciona también para ponerse por encima del resto de la sociedad política, como si los principales cuadros kirchneristas hubiesen nacido de un repollo, o hubieran estado escondidos en las trincheras o hubieran acompañado desde el principio la lucha de las Madres y todas las organizaciones humanitarias que buscaban a sus hijos y otros familiares desaparecidos.

¿Por qué algunos necesitan ponerle tanto "dramatismo" y tanta "épica" a su discurso para defender al gobierno en el que creen?

En todo caso, para ser más honestos, los historiadores del presente deberían analizar los datos más salientes de la época, incluida la alianza entre los nuevos grupos económicos y el gobierno nacional, la justificación de la fortuna de la familia Kirchner y los volantazos discursivos en los que un día, por ejemplo, los Eskenazi aparecen como los mejores empresarios de la Argentina y al otro día son acusados de vaciadores y mentirosos con el mismo énfasis y la misma convicción. ¿Por qué algunos necesitan ponerle tanto "dramatismo" y tanta "épica" a su discurso para defender al gobierno en el que creen? Porque se corrieron del rol que siempre defendieron. Porque no estaban allí cuando las papas quemaban de verdad. O porque necesitan justificar ante sí mismos, y también ante sus amigos, los beneficios económicos y los masajes a su ego que reciben de parte del poder de turno..


 

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