miércoles, 21 de agosto de 2013

Un interesante análisis del diario La Capital: ¿Vamos hacia eso?

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Como en 2008 y parte de 2009, la oposición mediática y política asociada entiende que se le ha presentado una nueva oportunidad de tumbar a Cristina Fernández de Kirchner. Regresa la tesis opositora de un "gobierno de transición hasta 2015".

Antes fue la rebelión campestre y la posterior pobre elección legislativa de junio de 2009 que obtuvo el Frente para la Victoria (FPV). Ahora, nuevamente una elección floja de medio término (31 por ciento en el total nacional, contando aliados permanentes, sobre votos efectivos, sin contar blancos ni nulos), que significan entre 5 y 8 puntos por debajo de las expectativas que tenía la Casa Rosada.
Sin embargo, la legitimidad y legalidad del gobierno nacional no está dada por las Paso de la semana anterior. Fue otorgada en octubre de 2011, con cerca de 12 millones de votos. CFK no atravesará ninguna "transición" hasta 2015, ni tendrá que "transigir" con sus políticas, cambiándolas por otras.
La semana posterior al 11 de agosto estuvo dominada por una frase incalificable lanzada desde el grupo Clarín: "Cristina está loca". Desde ya que esa frase deja abierta otra que la completa, aunque todavía no se animan a decir de un modo pleno (aunque la piensan): "Se tiene que ir".
La jugada fue lanzada por las corporaciones mediáticas opositoras y corrió en las redes sociales anti-K, abiertamente fomentadas por actores de organizaciones políticas opositoras, que se presumen juegan dentro de la democracia.
Algo similar a la actitud que tomaron los partidos opositores en 2008: formalmente no promovían el caos a través de los cortes de ruta, pero si había cortes y habías caos era porque "la gente se expresaba".
Ayer con los cortes de ruta "del campo" y hoy con el "está loca", se despliega un apronte que no puede denominarse de otro modo: una intención golpista. No se trata de un plan golpista acabado, entre otras cosas, porque tiene baja probabilidad de éxito. Enfrente están kirchnerismo y 30 años de democracia que la mayoría de la sociedad está dispuesta a sostener.
El golpe contra CFK que imaginan los grupos económicos y políticos asociados, desde ya no es la usurpación grosera del sillón de Rivadavia, al estilo del Partido Militar durante más de medio siglo (pasado).
Se trata más bien de la vocación de vaciamiento del contenido político de su gobierno. De doblegarla y obligarla a cambiar la dirección, sobre todo en materia de política económica.
Lanata y el regreso de Cobos. Ya lo lanzó el exitoso comunicador y vocero principal del grupo Clarín, Jorge Lanata: "O cambia, o el caos, depende de ella". Al apriete de Clarín se suman otras voces de la política en el mismo sentido.
"Queremos la jefatura de la Cámara de Diputados", expresó Julio Cobos en las últimas horas. Para lograrlo, refundando el Grupo A, la oposición necesitará tener quórum propio. Una hipótesis, por ahora, incierta.
Sucede, además, como regla general para cualquier partido de gobierno, que cuando atraviesa una elección de medio término floja o mala, según como se la quiera interpretar en este caso, lo pertinente es preguntarse ¿por qué bajo el caudal electoral? ¿cuál fue el mensaje? ¿ qué hay que cambiar, corregir?
Ese tono, el de esperar una reflexión autocrítica del partido de gobierno, algo plausible de toda democracia, no es lo que la oposición política espera. Desea un agravamiento del clima político para que la presidenta se vea compelida a cambiar su línea política, o a irse. Y si fuera posible, antes del 10 de diciembre de 2015.
El vicepresidente y titular del Senado, Amado Boudou, ya fue sistemáticamente limado por centenares de tapas incendiadas en su contra. No pudieron probarle nada hasta hoy, y no estaría mal que las investigaciones continúen. Pero el ametrallamiento periodístico presuponiendo culpabilidad no tiene ninguna razonabilidad, y explica en parte el plan golpista del grupo Clarín y de sus socios.
La oposición y la piel del oso. El arco opositor celebra la caída del FPV en las Paso como un triunfo propio. Pero corre con el peligroso riesgo de vender la piel del oso antes de cazarlo. Todavía no sucedió el 27 de octubre.
Además, el 70 de argentinos que votó opciones opositoras el 11 de agosto lo hizo fraccionado en al menos cuatro conglomerados: peronismo disidente opositor (26 por ciento), espacio UCR PS socios menores (25 por ciento), PRO y aliados (7,7 por ciento), y entre otros, la izquierda trotskista y aliados (6,2 por ciento).
Mientras todos estos grupos opositores piensan cómo harán para lograr un candidato en común en 2015 que junte al menos nueve millones de votos y se consagre presidente, Cristina contará, como decía Néstor Kirchner, con un elemento fundamental para los próximos 28 meses: la lapicera para gobernar.

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