Unidos o desconcertados
El que habla en reserva es un asesor del Poder Ejecutivo al que suele definirse como un “armador” de las listas de candidatos cada vez que hay elecciones.
Por Luis Novaresio
“Lo que impera es el desconcierto. Yo prefiero la bronca a secas porque el desconcierto es inmanejable para los peronistas”. El que habla en reserva es un asesor del Poder Ejecutivo al que suele definirse como un “armador” de las listas de candidatos cada vez que hay elecciones. Esto es lo que se percibe en el partido de gobierno luego de las segundas elecciones internas abiertas realizadas en nuestro país.
Entre el domingo a la noche cuando se conocieron los resultados y el miércoles de la semana que pasó, los discursos del kirchnerismo fueron erráticos y, en muchos casos, opuestos. El siempre frontal e intransigente Carlos Kunkel se animó a usar la expresión “cambios”. Algunos gobernadores llamaron a reflexionar sobre los resultados abriendo de forma tibia algo de replanteo. Sin embargo, Cristina Kirchner clausuró todo espacio de autocrítica con su discurso en Tecnópolis. No hubo derrota. No hay ningún candidato de la oposición que merezca siquiera el respeto de estar a la altura de la presidente (todos, banco de suplentes) y, mucho menos, no hay nada que rectificar aunque el 75 % de los votantes haya elegido a la oposición. A lo sumo, ir casa por casa para explicar a los que no entienden (sic) o están adormecidos por lo que se hacen los giles y deforman la realidad. Esto es, los periodistas.
Es cierto que algunos comunicadores decidieron no tener ni el menor reparo para descargar su necesidad de opinar sin red y recurrieron a disparatados diagnósticos médicos sin más basamento que su deseo de protagonismo. La presidente niega, desde lo político, una realidad incontrovertible: el resultado para el FPV en las primarias fue muy malo y basta para decirlo la comparación con las elecciones PASO de hace 4 años. La misma primera mandataria sigue negando la inseguridad, el temor ciudadano a perder el empleo y la inflación, caricaturizada sin tapujos por el INDEC que insiste con el 0,9%. De ahí, por poner un solo ejemplo, a que un periodista crea seriamente que puede firmar un diagnóstico médico del estado de salud de Cristina fundándose en reacciones políticas de quien gobierna, el camino es largo sino inexistente. Peor, si quien lo dice es médico y no conoce ni de cerca al paciente y sus análisis. También es realidad que el debate de blancos y negros es el que más prefiere quien condujo el país por 10 años y que evadirse de esos dogmatismos no es sencillo. Hay que hacer el esfuerzo, de todas formas, si no se quiere caer, aquí sí, en el síndrome de comerse al caníbal.
Lo que viene. El ajedrecista de tono bajo Daniel Scioli mostró con sólo 10 palabras el estado de situación. Propuso elecciones internas para elegir al candidato del Frente para la Victoria con vistas al 2015. Este aliado del gobierno que ha hecho de la lealtad su sello distintivo, sea a Menem, a Duhalde y ahora a los Kirchner, sentenció implícitamente que vienen dos años de muchas turbulencias políticas para posicionarse a la cabeza de las preferencias partidarias. Dijo no sólo que la re-reelección está sepultada sino que desconoció el dedo decisor hasta hora indiscutido de Cristina para elegir a su sucesor. No es poco: quitó a su jefa como electora privilegiada en todo sentido.En reserva, los asesores del ex motonauta cuentan cierta preocupación por las reacciones presidenciales, especialmente luego del discurso del miércoles pasado que quiso emular la dureza de Cristina contra el campo en la crisis de la 125. “La diferencia es que muchos de los que nos acompañaban entonces votaron el domingo por Massa”, grafica un sciolista de charla diaria con su gobernador. El mismo hombre relata que el propio jefe de gabinete Juan Manuel Medina se mostró sorprendido por el tono de la presidente. Eso resulta incomprobable.
Las opciones de cara a octubre y a diciembre de 2015 son apenas dos: palomas o halcones. Las primeras, representadas por los kirchneristas con rápido olfato para timonear la crisis y generar cambios evitando dejar en total ventaja a la oposición, en muchos casos articulada por la mera crítica justificada por los errores del gobierno y su ceguera ante la corrupción. Ejemplo: un senador nacional le propuso al secretario de la Presidencia esta semana en una reunión a la que asistieron un gobernador del NOA y una legisladora esposa de otro primer mandatario provincial, cambiar el gabinete y eyectar a algunos personajes enlodados por hechos concretos de defraudaciones en los dineros públicos. “Sería un gran gesto para la campaña”, dijo el senador. El hombre de gobierno guardó silencio.
Los segundos, los halcones, son esencialmente los jóvenes de la Kámpora que aconsejan redoblar el discurso y la acción. Se ve que las derrotas personales obtenidas no los convencen de otra cosa. Por sólo ejemplificar, las peores defecciones de los nombres de la agrupación fueron en Santa Cruz, en diputados de la Capital Federal y hasta en Santa Fe en donde a no ser su cabeza de lista, el resto es tropa propia.
Será la misma Cristina la que diga, otra vez, en primera persona con quién se siente más cómoda para transitar sus dos últimos años de mandato.
Santa Fe. El Frente Progresista de Hermes Binner se quedó en las PASO con todos los departamentos de la provincia a excepción de uno del norte que conquistó la Unión de Miguel del Sel, de muy buena performance general. Tenía razón Agustín Rossi cuando decía por lo bajo que él no era el culpable de todos los males. Escaso consuelo por la estruendosa derrota del peronismo, pero realidad al fin. La ciudad de Rosario mostró un mapa extraño. Miguel Capiello y Mónica Fein cosecharon la mayor cantidad de votos pero muchos, muchos menos que la media socialista. Héctor Cavallero revalidó pergaminos y, sin dudas, la sorpresa fue la modelo y periodista Ana Martínez que desconcertó a todos, no sólo al trabajador Diego Giuliano.
Es verdad que en Rosario hoy se habla poco de política frente al dolor de la tragedia de calle Salta, honrada con heroísmo por bomberos, rescatistas, médicos y enfermeros que merecen un reconocimiento eterno. También los ciudadanos de a pie supieron ser invalorable y ejemplar consuelo para todos. No corresponde acoplar aritméticamente lo ocurrido en el Parque de Diversiones porque allí no parece haber habido suficientes controles y ahora el oficialismo pretende negarse a dejar que el Concejo Municipal investigue como debe ser. Una verdadera pena llorar sobre la leche derramada y evitar esconder que aquí, como en tantos casos en la Argentina, se está a la buena de Dios o del Padre Ignacio.
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