Alarmante informe oficial
El racismo ya se convirtió en una práctica entre los niños británicos
Entre 2007 y 2011 se registraron casi 88 mil casos de incidentes xenófobos en las escuelas de Gran Bretaña. Los judíos, musulmanes, gitanos y negros son las principales víctimas de abusos físicos, insultos y actos de intimidación.
Tiempo Argentino
Las escuelas británicas registraron en sólo cuatro años un total de 87.915 “incidentes” racistas, entendidos como tales los abusos físicos, los insultos y los actos de intimidación. De acuerdo con las cifras oficiales, el pavoroso récord alcanzado entre 2007 y 2011 indica que los niños y adolescentes ingleses fueron autores de no menos de 75 actos de xenofobia por día. Los ataques fueron lanzados, prioritariamente, sobre chicos musulmanes, judíos, gitanos y “niggers”, la forma más despectiva del argot británico para referirse a los negros. Las responsabilidades, sin embargo, se originan en los adultos que, pese a autocalificarse de “tolerantes”, conforman una de las sociedades más discriminadoras de Europa.
Según entidades civiles que combaten la discriminación, el odio racial es sugerido sutilmente desde distintos ámbitos de poder. Citan específicamente una publicidad lanzada en abril pasado por la cadena televisiva Channel 4, que al promocionar un documental sobre bodas gitanas –titulado Big Fat Gypsy Weddings– incluyó en la publicidad un lema decididamente ofensivo, sobreimpreso encima de imágenes de mujeres y niños gitanos: “Más grande, más gordo, más gitano”, señalaba.
Semanas antes, el 21 de enero, y en medio de una propuesta para prohibir el uso de la vestimenta islámica, un grupo de adolescentes de Surrey (en el sureste británico) había atacado a golpes a una niña musulmana de once años por llevar su cara cubierta con el velo tradicional. La tiraron al piso, la patearon, le quitaron el velo y le pintarrajearon la cara.
Las ciudades en las que hubo más casos en las escuelas con connotación racista fueron Birmingham (centro de Inglaterra), con 5752 incidentes, y Leeds (norte de Inglaterra), con 4690. En el otro extremo, la localidad galesa de Camarthenshire fue donde menos se produjeron (sólo cinco). En algunas áreas inglesas, como Luton, Oldham, Croydon o Bedford, el número de actos racistas aumentó un 40% entre 2008 y 2010. Esta estadística alcanzó un valor superlativo, basado en la más estricta realidad, porque las escuelas británicas debían informar de los hechos a las autoridades locales, pero en 2011 el gobierno conservador del primer ministro, David Cameron, suprimió la obligación, con lo que “logró” que la cifra total cayera en 18.996 casos.
A la luz de las cifras, un vocero del Ministerio de Educación afirmó que es necesario “cortar el racismo de raíz en cualquier sitio en el que se produzca, particularmente en los colegios, porque los niños tienen el derecho de aprender en un ambiente libre de prejuicios”. Para Sarah Soyei, de la organización antirracista “Show Racism the Red Card” (Muestre la tarjeta roja al racismo, en castellano), los dichos del vocero oficial “son hipócritas” y las estadísticas son apenas “la punta del iceberg”. Soyei agregó que “el racismo es un problema muy frecuente en las aulas de todo el país (pero) con demasiada frecuencia los profesores dicen que no son conscientes del racismo que existe en sus clases porque las víctimas tienen miedo de contarlo y que la situación empeore”.<
Según entidades civiles que combaten la discriminación, el odio racial es sugerido sutilmente desde distintos ámbitos de poder. Citan específicamente una publicidad lanzada en abril pasado por la cadena televisiva Channel 4, que al promocionar un documental sobre bodas gitanas –titulado Big Fat Gypsy Weddings– incluyó en la publicidad un lema decididamente ofensivo, sobreimpreso encima de imágenes de mujeres y niños gitanos: “Más grande, más gordo, más gitano”, señalaba.
Semanas antes, el 21 de enero, y en medio de una propuesta para prohibir el uso de la vestimenta islámica, un grupo de adolescentes de Surrey (en el sureste británico) había atacado a golpes a una niña musulmana de once años por llevar su cara cubierta con el velo tradicional. La tiraron al piso, la patearon, le quitaron el velo y le pintarrajearon la cara.
Las ciudades en las que hubo más casos en las escuelas con connotación racista fueron Birmingham (centro de Inglaterra), con 5752 incidentes, y Leeds (norte de Inglaterra), con 4690. En el otro extremo, la localidad galesa de Camarthenshire fue donde menos se produjeron (sólo cinco). En algunas áreas inglesas, como Luton, Oldham, Croydon o Bedford, el número de actos racistas aumentó un 40% entre 2008 y 2010. Esta estadística alcanzó un valor superlativo, basado en la más estricta realidad, porque las escuelas británicas debían informar de los hechos a las autoridades locales, pero en 2011 el gobierno conservador del primer ministro, David Cameron, suprimió la obligación, con lo que “logró” que la cifra total cayera en 18.996 casos.
A la luz de las cifras, un vocero del Ministerio de Educación afirmó que es necesario “cortar el racismo de raíz en cualquier sitio en el que se produzca, particularmente en los colegios, porque los niños tienen el derecho de aprender en un ambiente libre de prejuicios”. Para Sarah Soyei, de la organización antirracista “Show Racism the Red Card” (Muestre la tarjeta roja al racismo, en castellano), los dichos del vocero oficial “son hipócritas” y las estadísticas son apenas “la punta del iceberg”. Soyei agregó que “el racismo es un problema muy frecuente en las aulas de todo el país (pero) con demasiada frecuencia los profesores dicen que no son conscientes del racismo que existe en sus clases porque las víctimas tienen miedo de contarlo y que la situación empeore”.<
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