El conurbano concentra un cuarto de la población y suma problemas
Por Ismael Bermúdez
Hay casi medio millón de desocupados. Entre la gente con ingresos, la mitad gana menos de $ 3.150 mensuales.
El conurbano bonaerense concentra en forma agravada los problemas sociales, de vivienda, educación y laborales de larga data y también recientes de la Argentina. Esa región agrupa a 24 distritos donde viven 10,3 millones de personas. Así, uno de cada cuatro argentinos o residentes en la Argentina se concentra en el conurbano.
Una buena parte está en viviendas con insuficiencias de servicios y hasta con problemas de tenencia de la propiedad, en especial en villas y asentamientos, con empleos precarizados y “en negro”. Y con una alta proporción de la población con ingresos pobres o cercanos a la pobreza. A eso se agrega que la región sigue recibiendo gente del interior del país, que no encuentra oportunidades en sus provincias, y también de países limítrofes. Algunos distritos tuvieron en la década pasada una explosión demográfica, como La Matanza que creció un 41,5%, Ezeiza un 37,8% y Tigre un 25% según el Censo 2010, lo que agravó los problemas de infraestructura.
Esta alta concentración de población convierte a la región en un factor decisivo en las elecciones y por eso fueron ganando peso los intendentes del conurbano. En tanto la suma de todas esas variables económicas, laborales y sociales la ubican como una zona de alta conflictividad social y también de desigualdad. Separados por escasas cuadras, conviven en el Gran Buenos Aires villas y barrios cerrados.
En promedio, en los hogares del conurbano viven 3,4 personas. En la mayoría de los casi 3 millones de hogares – 62,6%- viven entre 2 y 4 personas. Los hogares unipersonales alcanzan solo al 15% y con el 22,4% viven 5 o más personas por vivienda.
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA (Universidad Católica Argentina), la “tenencia irregular de la vivienda” abarca al 13,8% de los hogares. Por su parte, el 26,9% de las viviendas no tienen agua potable. El 52,7% no tiene conexión a la red cloacal. El 32,9% carece de conexión a la red de gas natural y el 29,4% no tiene pavimento en la cuadra. También el 15,4% de las viviendas no tiene baño, retrete o descarga mecánica de agua. Las cosas se agravaron porque los cortes en el servicio eléctrico afectaron más al conurbano que a otras regiones del país.
De los 10,3 millones de habitantes, 4,4 millones trabajan como asalariados, profesionales, por cuenta propia o patrones que en promedio ganan $ 3.976, por debajo del promedio nacional. Aún así, ese promedio está muy mal distribuido porque la mitad de esos ocupados gana menos de $ 3.150 por mes. Hay otros 474.000 que están desocupados y de los asalariados el 39,7% se desempeña “en negro”. Si se excluye el empleo estatal, el trabajo en negro en el sector privado ronda el 50%.
Esos magros ingresos no mejoran si se suma a otro 1,3 millones que tienen otros ingresos, como por jubilación, rentas o prestaciones sociales: el ingreso promedio pasa a $ 3.990. El 30% de esa gente – 1,7 millones— cobra menos de $ 2.000, en su mayoría jubilados, pensionados o asalariados “en negro”. En tanto, la mitad de los que tienen ingresos reciben el 22,6% de la “torta” total, incluso menos que el 28,1% que se queda el 10% más rico lo que marca los altos niveles de desigualdad.
Con estos de ingresos no llama la atención que para el Observatorio de la UCA, la pobreza alcance al 28,3%, a pesar de que más de la mitad de los hogares recibe programas sociales. El 22,4% de los ocupados tiene la escuela primaria completa. Y con educación superior completa sólo figura el 13,5%, muy por debajo del 19,1% del promedio nacional.
Una buena parte está en viviendas con insuficiencias de servicios y hasta con problemas de tenencia de la propiedad, en especial en villas y asentamientos, con empleos precarizados y “en negro”. Y con una alta proporción de la población con ingresos pobres o cercanos a la pobreza. A eso se agrega que la región sigue recibiendo gente del interior del país, que no encuentra oportunidades en sus provincias, y también de países limítrofes. Algunos distritos tuvieron en la década pasada una explosión demográfica, como La Matanza que creció un 41,5%, Ezeiza un 37,8% y Tigre un 25% según el Censo 2010, lo que agravó los problemas de infraestructura.
Esta alta concentración de población convierte a la región en un factor decisivo en las elecciones y por eso fueron ganando peso los intendentes del conurbano. En tanto la suma de todas esas variables económicas, laborales y sociales la ubican como una zona de alta conflictividad social y también de desigualdad. Separados por escasas cuadras, conviven en el Gran Buenos Aires villas y barrios cerrados.
En promedio, en los hogares del conurbano viven 3,4 personas. En la mayoría de los casi 3 millones de hogares – 62,6%- viven entre 2 y 4 personas. Los hogares unipersonales alcanzan solo al 15% y con el 22,4% viven 5 o más personas por vivienda.
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA (Universidad Católica Argentina), la “tenencia irregular de la vivienda” abarca al 13,8% de los hogares. Por su parte, el 26,9% de las viviendas no tienen agua potable. El 52,7% no tiene conexión a la red cloacal. El 32,9% carece de conexión a la red de gas natural y el 29,4% no tiene pavimento en la cuadra. También el 15,4% de las viviendas no tiene baño, retrete o descarga mecánica de agua. Las cosas se agravaron porque los cortes en el servicio eléctrico afectaron más al conurbano que a otras regiones del país.
De los 10,3 millones de habitantes, 4,4 millones trabajan como asalariados, profesionales, por cuenta propia o patrones que en promedio ganan $ 3.976, por debajo del promedio nacional. Aún así, ese promedio está muy mal distribuido porque la mitad de esos ocupados gana menos de $ 3.150 por mes. Hay otros 474.000 que están desocupados y de los asalariados el 39,7% se desempeña “en negro”. Si se excluye el empleo estatal, el trabajo en negro en el sector privado ronda el 50%.
Esos magros ingresos no mejoran si se suma a otro 1,3 millones que tienen otros ingresos, como por jubilación, rentas o prestaciones sociales: el ingreso promedio pasa a $ 3.990. El 30% de esa gente – 1,7 millones— cobra menos de $ 2.000, en su mayoría jubilados, pensionados o asalariados “en negro”. En tanto, la mitad de los que tienen ingresos reciben el 22,6% de la “torta” total, incluso menos que el 28,1% que se queda el 10% más rico lo que marca los altos niveles de desigualdad.
Con estos de ingresos no llama la atención que para el Observatorio de la UCA, la pobreza alcance al 28,3%, a pesar de que más de la mitad de los hogares recibe programas sociales. El 22,4% de los ocupados tiene la escuela primaria completa. Y con educación superior completa sólo figura el 13,5%, muy por debajo del 19,1% del promedio nacional.
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