Nada es más favorable al kirchnerismo que la contradicción”
Pablo Javkin, rosarino y presidente de la Coalición Cívica – ARI es candidato a diputado por el frente que lidera Hermes Binner. En diálogo con LPO analizó su alejamiento del radicalismo, la relación con Carrió, el pase de Adrián Pérez al massismo y el contenido político del kirchnerismo. “Están consolidado una matriz de corrupción como en los noventa, pero amparada en estética progresista”, afirmó.
Por: Fabricio Navone - Fotos: Francisco Guillén | 30.06.2013 17:15:00
-De tu generación, quizá seas uno de los dirigente de Franja Morada que más trascendió a nivel nacional ¿Porqué pensás que ocurrió?
-Fui presidente de la FUA durante los dos últimos años del final del menemismo, un momento de mucha movilización cuando Menem recorta o intenta recortar el presupuesto educativo. Viví el cambio de siglo que cambió la fisonomía del movimiento estudiantil. Luego, sobrevino el gobierno de la Alianza que debilitó mucho a la hegemonía de la Franja. Sin embargo, muchos buenos dirigentes han surgido de aquellos años
-Pero muchos dirigentes de aquellos años quedaron en el camino…
-A lo mejor, porque la UCR habla mucho de la gente joven pero también hace mucho para obstaculizar su crecimiento. En mi caso, me permitió ser concejal y hasta ahí. Luego, me fui del radicalismo. Generacionalmente, los que quedaron dentro del partido, les ha costado más ocupar lugares públicos.
-¿Esa falta de posibilidades de crecimiento dentro la UCR es lo que te impulsó para buscar nuevos espacios y terminar en la Coalición Cívica?
-Yo fui presidente de la Juventud Radical hasta el 2002. Veníamos con un planteo crítico con lo que fue el gobierno de la Alianza. A mi me tocó estar en Buenos Aires en una noche muy famosa y triste, el 18 de marzo del 2001, cuando Domingo Cavallo asumió en el Ministerio de Economía. Nosotros veníamos de una tradición cercana a Raúl Alfonsín (padre) con sus diferencias hacia lo que proponía Cavallo. En el 2002, se empieza a dar un debate de cara a la próxima elección presidencial para apoyar la candidatura de Carrió. Hicimos una corriente, Radicales con Carrió y fuimos a plantear nuestra posición a la convención nacional del partido. Así nos fue (risas).
-¿Cuándo tomaste la decisión de irte a la Coalición Cívica?
-Es muy difícil estar toda una vida dentro de un partido y tomar una decisión así. Fue muy duro. Pero el radicalismo sacó el 2% en el 2003, así que no fuimos los únicos que no acompañamos a las candidaturas radicales en ese momento. Después, tuvimos un planteo más directo de Carrió: “Si están así, porqué no se vienen al ARI?” Fue una decisión muy difícil, eso tienen los partidos nacionales, que no es fácil romper con un continente.
-¿Cuál es la principal crítica que le harías a las UCR?
-En el radicalismo, al cual le tengo mucho afecto, la mayoría de las decisiones las toman dirigentes que no tienen representatividad social que las legitime. Y por el contrario, dirigentes que si la tienen, no toman las decisiones. Hay un generalato que condicionan las decisiones y eso complica la apertura del partido.
-Sin embargo, cuesta mucho que se constituyan frentes que perduren ¿a qué lo atribuís?
-Un día, un tipo me dijo “es muy difícil hacer política en un país donde no se puede hacer una reunión de consorcio” (risas). Nos llenamos la boca hablando del Frente Amplio de Uruguay o de la Concertación en Chile, pero nadie quiere hacer nada de lo que hicieron los uruguayos o los chilenos. Nadie quiere resignar nada para construir algo colectivo ¿Cómo se construyen coaliciones políticas duraderas si siempre la tengo que encabezar yo? Estuve dos años en la actividad privada con más de 100 mil votos en el bolsillo y bueno, ahora me tocó volver. Me gustaría ser como Scocco, volver al club de mis amores y ser goleador.
Lilita
-¿Cómo es la relación con Carrió?
-Nosotros tuvimos una discusión política bastante importante sobre cuál era la estrategia de alianzas del partido a partir de las elecciones del 2011. La idea de ir solos no la compartíamos.. A lo mejor, la experiencia santafecina nos decía que era mejor ir con más fuerzas, aprovechar la interna abierta, pero la mayoría optó para que vayamos solos y no nos fue bien.
Hoy estamos en una situación distinta. El partido en el distrito Capital y Lilita misma, está a favor de la alianza con Pino y algo más amplio con el Socialismo y el GEN. Así que ese debate quedó positivamente superado.
-¿Cómo es la relación entre ustedes, en lo personal?
-La personalidad de Lilita es bastante brava. Como presidente del partido afirmo que es la dirigente más importante en la dimensión pública. Trato de tener la mejor relación institucional y personalmente, dependiendo de los momentos. Carrió tiene una personalidad que no hace falta que yo la explique, bastante difícil, ella misma lo plantea.
Sin embargo, Carrió en un momento dijo: yo doy un paso al costado y les dejo la estructura partidaria a la juventud. Es algo que no han hecho muchos dirigentes políticos.
Desde ese punto de vista, desde ya. Pero también nos plantea: “Mis hijos me quisieron abandonar” (risas). Tiene un ida y vuelta en eso.
-¿Tiene un trato muy paternalista con ustedes?
-No, tiene períodos donde dice que los jóvenes manejen el partido y otras veces donde te echa en cara: “Me abandonaron en el peor momento”. Pero no hay que analizar la política desde la relación personal.
Carrió tiene una enorme virtud en la lectura política, en el pensar, su lucha contra la corrupción y la profundidad en el debate filosófico de una fuerza política. Se le hace más difícil a la hora de construir mayorías que ganen. Yo creo que en política, uno tiene que defender un tronco de valores y de prácticas, pero a la vez ganar, o sea, modificar el esquema de poder.
Frente a un gobierno como el kirchnerismo que es una enorme maquinaria de corrupción de poder, es fundamental mantener ese tronco de valores y de prácticas, pero también hay que tener una estrategia que permita cambiar la ecuación, sino esto dura 100 años. Esa es la tensión con Carrió, que no es personal sino política.
-¿Qué opinas del pase de Adrián Pérez al flamante espacio de Sergio Massa?
-Cuando uno busca el camino largo, como el nuestro, con una propuesta diferente, parte de la tarea es evitar los atajos y evidentemente Adrián prefirió tomar un atajo. Obviamente que juntarse con muchos de los personajes que nosotros venimos criticando, no me parece una opción correcta. Después, como dijo Carlos Fayt: “Los hechos son sagrados, pero el comentario es libre”.
Las elecciones
-¿Cómo caracterizas el mapa electoral y político argentino?
-Argentina es un país de tres tercios. Un tercio ligado al kirchnerismo, al gobierno. Un tercio más inclinado a una salida PJ no kirchnerista, te diría pre kirchnerista y otro tercio de tradición republicana que en un momento fue el radicalismo y que hoy abreva en el socialismo, Proyecto Sur, la Coalición Cívica.
Hay que hacer el trabajo de reconstruir ese tercio, que no va a ser fácil. El radicalismo es un partido difícil. Sobre todo, no es fácil de hacerlo tratando que ese espacio nuevo no reproduzca viejas prácticas. Ese es el dilema.
-¿Cómo caracterizas al kirchnerismo, a ese primer tercio?
-El kirchnerismo tiene una composición en términos de la construcción de poder igual al PJ. Es PJ en su expresión más tradicional. No hay lugar a dudas que esto es así: Insfran, Alperovich, intendentes del conurbano. El núcleo de la construcción del poder, está basado en las prácticas más conservadoras y en algunos casos, más reaccionarias del peronismo.
Pero también tiene un componente de relato, sin ánimo despectivo, que remonta la tradición del peronismo de izquierda que a lo mejor, en determinada etapa de gobierno, funcionó con más fuerza. Es decir, vos tenías un kirchnerismo del relato que aunque lo cuestionábamos por ideas de fondo, proponía estatización de las AFJP, Ley de Medios, estatización de YPF, donde nos obligaba a hacer un esfuerzo para explicarle a la gente porqué estábamos en contra de esas leyes, sabiendo que estaban tocando la fibra más íntima de los años de lucha durante el menemismo. Hoy creo que está más claro que es una etapa más de verso que de relato.
-¿Cuándo comenzó a pesar más el verso que el relato?
-Hay leyes claras. ¿Qué es la ley de blanqueo? ¿Quién le puede dar un tono progresista al decir que quien juntó dólares en negro o de manera ilícita lo puede blanquear sin costo fiscal ni penal? ¿Quién puede plantear que es progresista la Ley Antiterrorista? ¿Quién puede plantear que es progresista atar el organismo que controla los jueces a la elección presidencial? Es un pensamiento súper conservador. Va en contra de toda la evolución de la democracia donde lo que se busca es que las minorías tengan garantías. Hay mucha distancia entre la ley de matrimonio igualitario y darle, aunque no parezca tan claro, la mayoría del poder judicial al gobierno.
La oposición
-¿Cuál es el principal error de la oposición?
-El peor error que la oposición a veces comete es comprar la polarización que el gobierno plantea, porque eso niega el debate político y sobre todo, tapa las contradicciones que el mismo kirchnerismo tiene.
Es decir, no hay dudas que hay una guerra del gobierno con algunos medios tradicionales. Esos medios compran el discurso del anti y generan una oposición muy polarizada incluso con mucha carga de odio y confrontación que en definitiva no hace un corte por el contenido del debate político, sino un corte por la adhesión a la bandera.
Por eso, el desafío pasa por discutir los temas de fondos. Si no, pasa una cosa insólita, te oponés al lavado de capitales y sos gorila. El kirchnerismo es mucho más complejo que la simplificación que el debate argentino plantea y eso es una ventaja para el gobierno.
-Lilita aparece en muchos casos sumergida en esa simplificación frente al Gobierno…
-Es una de las diferencias que tenemos con Lilita. No vamos a generar una alternativa al kirchnerismo hasta que la sociedad no esté convencida que va a seguir habiendo asignación universal, que la moratoria previsional no se va a tocar, que el salario de los trabajadores en blanco va a aumentar. Es decir, hay que ir por lo que falta, por lo que haya que hacer y sobre todo por lo que hay que cambiar. Es un desafío para la democracia, no retroceder sobre lo que la sociedad entiende que fue un avance.
La corrupción
-Carrió, a su vez, fue una de las que más insistió con el tema de la corrupción. ¿Ha entrado nuevamente en agenda este talón de Aquiles del gobierno?
-Ahora empiezan a asomar temas que nosotros veníamos planteando hace mucho, que son los niveles altísimo de corrupción, que son estructurales. Hasta que no sucedió Once eso no era tan claro. Jaime haciéndose millonario, implica gente muriéndose arriba de un tren que funciona mal. A veces, sobre todo en ciclos económicos altos, es muy difícil que la gente haga esa relación. Hoy eso es ve más claro.
Yo me pregunto: ¿con que se hicieron las fortunas los millonarios de esta etapa? Con la obra pública y con el transporte. Son dos de los agujeros negros que hay. ¿Que implica eso? Ser los primeros en inseguridad vial y tener un gran problema de despoblamiento del interior por falta de infraestructura y ni hablar lo que implica la movilidad o la capacidad energética.
La corrupción tiene consecuencias concretas. ¿Alguien roba para darle a los pobres? Yo no encuentro a ningún Robin Hood en el gobierno, no creo que ni Lázaro Báez ni Boudou lo sean. Se está consolidando una matriz de corrupción muy similar de la que se dio en los 90. Ahora, amparados en una estética o en un relato progresista.
-Pero frente a la corrupción, ¿qué herramientas tiene la oposición más allá de la denuncia?
-Si lo que prima es el relato anti, nada es más favorable a regímenes, digo regímenes en términos políticos como estos, que esa contradicción. Si la oposición no entiende que no se puede repetir el fenómeno del 45 al 55, estamos sonados. Nuestra generación tiene un privilegio, es la primera que en toda la historia de la política argentina se pudo desarrollar toda su vida política en democracia. Yo hago política desde los 13 años y no hemos tenido desapariciones, exilios, persecuciones y eso impacta porque la democracia te obliga a discutir política, a ganar pero también a aceptar derrotas y a veces, ser oficialista y otras ser opositor.
-¿Cuál es tu posición frente a la pelea que dio el Gobierno por la 125?
-En la Argentina no tenemos la renta financiera gravada y el sistema impositivo sigue siendo muy regresivo. Estamos gravando el salario y jubilaciones de los trabajadores de clase media y la pirámide del sistema jubilatorio es chatísima. También tenemos un agujero negro de entre 8 mil a doce mil millones de dólares para importar combustibles.
Si tomas los subsidios al transporte, son miles de millones, muchas 125 en subsidios. Esos recursos han generado un sistema oligopólico del transporte público en el servicio de trenes y una concentración de la infraestructura de los servicios alrededor de la Ciudad de Buenos Aires, reproduciendo la matriz de concentración de población y una gran nicho de corrupción. ¿Dónde está el sentido progresista?
-Fui presidente de la FUA durante los dos últimos años del final del menemismo, un momento de mucha movilización cuando Menem recorta o intenta recortar el presupuesto educativo. Viví el cambio de siglo que cambió la fisonomía del movimiento estudiantil. Luego, sobrevino el gobierno de la Alianza que debilitó mucho a la hegemonía de la Franja. Sin embargo, muchos buenos dirigentes han surgido de aquellos años
-Pero muchos dirigentes de aquellos años quedaron en el camino…
-A lo mejor, porque la UCR habla mucho de la gente joven pero también hace mucho para obstaculizar su crecimiento. En mi caso, me permitió ser concejal y hasta ahí. Luego, me fui del radicalismo. Generacionalmente, los que quedaron dentro del partido, les ha costado más ocupar lugares públicos.
-¿Esa falta de posibilidades de crecimiento dentro la UCR es lo que te impulsó para buscar nuevos espacios y terminar en la Coalición Cívica?
-Yo fui presidente de la Juventud Radical hasta el 2002. Veníamos con un planteo crítico con lo que fue el gobierno de la Alianza. A mi me tocó estar en Buenos Aires en una noche muy famosa y triste, el 18 de marzo del 2001, cuando Domingo Cavallo asumió en el Ministerio de Economía. Nosotros veníamos de una tradición cercana a Raúl Alfonsín (padre) con sus diferencias hacia lo que proponía Cavallo. En el 2002, se empieza a dar un debate de cara a la próxima elección presidencial para apoyar la candidatura de Carrió. Hicimos una corriente, Radicales con Carrió y fuimos a plantear nuestra posición a la convención nacional del partido. Así nos fue (risas).
-¿Cuándo tomaste la decisión de irte a la Coalición Cívica?
-Es muy difícil estar toda una vida dentro de un partido y tomar una decisión así. Fue muy duro. Pero el radicalismo sacó el 2% en el 2003, así que no fuimos los únicos que no acompañamos a las candidaturas radicales en ese momento. Después, tuvimos un planteo más directo de Carrió: “Si están así, porqué no se vienen al ARI?” Fue una decisión muy difícil, eso tienen los partidos nacionales, que no es fácil romper con un continente.
-¿Cuál es la principal crítica que le harías a las UCR?
-En el radicalismo, al cual le tengo mucho afecto, la mayoría de las decisiones las toman dirigentes que no tienen representatividad social que las legitime. Y por el contrario, dirigentes que si la tienen, no toman las decisiones. Hay un generalato que condicionan las decisiones y eso complica la apertura del partido.
-Sin embargo, cuesta mucho que se constituyan frentes que perduren ¿a qué lo atribuís?
-Un día, un tipo me dijo “es muy difícil hacer política en un país donde no se puede hacer una reunión de consorcio” (risas). Nos llenamos la boca hablando del Frente Amplio de Uruguay o de la Concertación en Chile, pero nadie quiere hacer nada de lo que hicieron los uruguayos o los chilenos. Nadie quiere resignar nada para construir algo colectivo ¿Cómo se construyen coaliciones políticas duraderas si siempre la tengo que encabezar yo? Estuve dos años en la actividad privada con más de 100 mil votos en el bolsillo y bueno, ahora me tocó volver. Me gustaría ser como Scocco, volver al club de mis amores y ser goleador.
Lilita
-¿Cómo es la relación con Carrió?
-Nosotros tuvimos una discusión política bastante importante sobre cuál era la estrategia de alianzas del partido a partir de las elecciones del 2011. La idea de ir solos no la compartíamos.. A lo mejor, la experiencia santafecina nos decía que era mejor ir con más fuerzas, aprovechar la interna abierta, pero la mayoría optó para que vayamos solos y no nos fue bien.
Hoy estamos en una situación distinta. El partido en el distrito Capital y Lilita misma, está a favor de la alianza con Pino y algo más amplio con el Socialismo y el GEN. Así que ese debate quedó positivamente superado.
-¿Cómo es la relación entre ustedes, en lo personal?
-La personalidad de Lilita es bastante brava. Como presidente del partido afirmo que es la dirigente más importante en la dimensión pública. Trato de tener la mejor relación institucional y personalmente, dependiendo de los momentos. Carrió tiene una personalidad que no hace falta que yo la explique, bastante difícil, ella misma lo plantea.
Sin embargo, Carrió en un momento dijo: yo doy un paso al costado y les dejo la estructura partidaria a la juventud. Es algo que no han hecho muchos dirigentes políticos.
Desde ese punto de vista, desde ya. Pero también nos plantea: “Mis hijos me quisieron abandonar” (risas). Tiene un ida y vuelta en eso.
-¿Tiene un trato muy paternalista con ustedes?
-No, tiene períodos donde dice que los jóvenes manejen el partido y otras veces donde te echa en cara: “Me abandonaron en el peor momento”. Pero no hay que analizar la política desde la relación personal.
Carrió tiene una enorme virtud en la lectura política, en el pensar, su lucha contra la corrupción y la profundidad en el debate filosófico de una fuerza política. Se le hace más difícil a la hora de construir mayorías que ganen. Yo creo que en política, uno tiene que defender un tronco de valores y de prácticas, pero a la vez ganar, o sea, modificar el esquema de poder.
Frente a un gobierno como el kirchnerismo que es una enorme maquinaria de corrupción de poder, es fundamental mantener ese tronco de valores y de prácticas, pero también hay que tener una estrategia que permita cambiar la ecuación, sino esto dura 100 años. Esa es la tensión con Carrió, que no es personal sino política.
-¿Qué opinas del pase de Adrián Pérez al flamante espacio de Sergio Massa?
-Cuando uno busca el camino largo, como el nuestro, con una propuesta diferente, parte de la tarea es evitar los atajos y evidentemente Adrián prefirió tomar un atajo. Obviamente que juntarse con muchos de los personajes que nosotros venimos criticando, no me parece una opción correcta. Después, como dijo Carlos Fayt: “Los hechos son sagrados, pero el comentario es libre”.
Las elecciones
-¿Cómo caracterizas el mapa electoral y político argentino?
-Argentina es un país de tres tercios. Un tercio ligado al kirchnerismo, al gobierno. Un tercio más inclinado a una salida PJ no kirchnerista, te diría pre kirchnerista y otro tercio de tradición republicana que en un momento fue el radicalismo y que hoy abreva en el socialismo, Proyecto Sur, la Coalición Cívica.
Hay que hacer el trabajo de reconstruir ese tercio, que no va a ser fácil. El radicalismo es un partido difícil. Sobre todo, no es fácil de hacerlo tratando que ese espacio nuevo no reproduzca viejas prácticas. Ese es el dilema.
-¿Cómo caracterizas al kirchnerismo, a ese primer tercio?
-El kirchnerismo tiene una composición en términos de la construcción de poder igual al PJ. Es PJ en su expresión más tradicional. No hay lugar a dudas que esto es así: Insfran, Alperovich, intendentes del conurbano. El núcleo de la construcción del poder, está basado en las prácticas más conservadoras y en algunos casos, más reaccionarias del peronismo.
Pero también tiene un componente de relato, sin ánimo despectivo, que remonta la tradición del peronismo de izquierda que a lo mejor, en determinada etapa de gobierno, funcionó con más fuerza. Es decir, vos tenías un kirchnerismo del relato que aunque lo cuestionábamos por ideas de fondo, proponía estatización de las AFJP, Ley de Medios, estatización de YPF, donde nos obligaba a hacer un esfuerzo para explicarle a la gente porqué estábamos en contra de esas leyes, sabiendo que estaban tocando la fibra más íntima de los años de lucha durante el menemismo. Hoy creo que está más claro que es una etapa más de verso que de relato.
-¿Cuándo comenzó a pesar más el verso que el relato?
-Hay leyes claras. ¿Qué es la ley de blanqueo? ¿Quién le puede dar un tono progresista al decir que quien juntó dólares en negro o de manera ilícita lo puede blanquear sin costo fiscal ni penal? ¿Quién puede plantear que es progresista la Ley Antiterrorista? ¿Quién puede plantear que es progresista atar el organismo que controla los jueces a la elección presidencial? Es un pensamiento súper conservador. Va en contra de toda la evolución de la democracia donde lo que se busca es que las minorías tengan garantías. Hay mucha distancia entre la ley de matrimonio igualitario y darle, aunque no parezca tan claro, la mayoría del poder judicial al gobierno.
La oposición
-¿Cuál es el principal error de la oposición?
-El peor error que la oposición a veces comete es comprar la polarización que el gobierno plantea, porque eso niega el debate político y sobre todo, tapa las contradicciones que el mismo kirchnerismo tiene.
Es decir, no hay dudas que hay una guerra del gobierno con algunos medios tradicionales. Esos medios compran el discurso del anti y generan una oposición muy polarizada incluso con mucha carga de odio y confrontación que en definitiva no hace un corte por el contenido del debate político, sino un corte por la adhesión a la bandera.
Por eso, el desafío pasa por discutir los temas de fondos. Si no, pasa una cosa insólita, te oponés al lavado de capitales y sos gorila. El kirchnerismo es mucho más complejo que la simplificación que el debate argentino plantea y eso es una ventaja para el gobierno.
-Lilita aparece en muchos casos sumergida en esa simplificación frente al Gobierno…
-Es una de las diferencias que tenemos con Lilita. No vamos a generar una alternativa al kirchnerismo hasta que la sociedad no esté convencida que va a seguir habiendo asignación universal, que la moratoria previsional no se va a tocar, que el salario de los trabajadores en blanco va a aumentar. Es decir, hay que ir por lo que falta, por lo que haya que hacer y sobre todo por lo que hay que cambiar. Es un desafío para la democracia, no retroceder sobre lo que la sociedad entiende que fue un avance.
La corrupción
-Carrió, a su vez, fue una de las que más insistió con el tema de la corrupción. ¿Ha entrado nuevamente en agenda este talón de Aquiles del gobierno?
-Ahora empiezan a asomar temas que nosotros veníamos planteando hace mucho, que son los niveles altísimo de corrupción, que son estructurales. Hasta que no sucedió Once eso no era tan claro. Jaime haciéndose millonario, implica gente muriéndose arriba de un tren que funciona mal. A veces, sobre todo en ciclos económicos altos, es muy difícil que la gente haga esa relación. Hoy eso es ve más claro.
Yo me pregunto: ¿con que se hicieron las fortunas los millonarios de esta etapa? Con la obra pública y con el transporte. Son dos de los agujeros negros que hay. ¿Que implica eso? Ser los primeros en inseguridad vial y tener un gran problema de despoblamiento del interior por falta de infraestructura y ni hablar lo que implica la movilidad o la capacidad energética.
La corrupción tiene consecuencias concretas. ¿Alguien roba para darle a los pobres? Yo no encuentro a ningún Robin Hood en el gobierno, no creo que ni Lázaro Báez ni Boudou lo sean. Se está consolidando una matriz de corrupción muy similar de la que se dio en los 90. Ahora, amparados en una estética o en un relato progresista.
-Pero frente a la corrupción, ¿qué herramientas tiene la oposición más allá de la denuncia?
-Si lo que prima es el relato anti, nada es más favorable a regímenes, digo regímenes en términos políticos como estos, que esa contradicción. Si la oposición no entiende que no se puede repetir el fenómeno del 45 al 55, estamos sonados. Nuestra generación tiene un privilegio, es la primera que en toda la historia de la política argentina se pudo desarrollar toda su vida política en democracia. Yo hago política desde los 13 años y no hemos tenido desapariciones, exilios, persecuciones y eso impacta porque la democracia te obliga a discutir política, a ganar pero también a aceptar derrotas y a veces, ser oficialista y otras ser opositor.
-¿Cuál es tu posición frente a la pelea que dio el Gobierno por la 125?
-En la Argentina no tenemos la renta financiera gravada y el sistema impositivo sigue siendo muy regresivo. Estamos gravando el salario y jubilaciones de los trabajadores de clase media y la pirámide del sistema jubilatorio es chatísima. También tenemos un agujero negro de entre 8 mil a doce mil millones de dólares para importar combustibles.
Si tomas los subsidios al transporte, son miles de millones, muchas 125 en subsidios. Esos recursos han generado un sistema oligopólico del transporte público en el servicio de trenes y una concentración de la infraestructura de los servicios alrededor de la Ciudad de Buenos Aires, reproduciendo la matriz de concentración de población y una gran nicho de corrupción. ¿Dónde está el sentido progresista?
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