domingo, 30 de junio de 2013

estos son los que no quieren a cristina empresarios piratas

por esa frase, a martín khabie lo despidieron de su trabajo

"El empresariado nacional está ganando mucho dinero"

 El joven, empleado del sector de marketing, cuestionó los sucesivos aumentos de precios de los productos de su compañía.  

  
1 2 3 4 5
 
Por:
Tiempo Argentino
 
 En dos meses se casa. Sus compañeros de trabajo estaban invitados a la boda. Al igual de sus jefes. Pero el jueves pasado todo cambió para Martín Khabie, licenciado en Marketing por la Universidad de Buenos Aires, de 32 años de edad. Lo despidieron de la empresa en la que se desempeñaba desde 2007, sin justificación aparente. Él denuncia que es por su pensamiento político.
 
–Entré a trabajar la empresa PSA en el 2007. Era un joven profesional que acababa de recibirse. Nunca tuve problemas. Soy judío,  era el único judío en esa compañía y nunca me sentí discriminado. La relación con mis empleadores comenzó a cambiar cuando comencé a involucrarme en la realidad social que vive el país y hacer comentarios de lo que pensaba. 
–¿Tiene alguna filiación política?
–No soy kirchnerista. Estoy afiliado a la Agrupación Marea Popular. 
–¿En la empresa los ingresos están atados a las ventas? 
–No en mi caso. Hay una parte de empleados en relación de dependencia y otra parte, los  distribuidores, son independientes. 
–¿Cuándo comenzaron los problemas? 
–Cuando comenzó el acuerdo de precios PSA decidió aumentar el precio de sus productos.
–¿El acuerdo incluía a la empresa? 
–No. Hablo del primer acuerdo de precios con los supermercados. Si bien no había ningún tipo de acuerdo con el resto de las empresas existía una cuestión ética. Sin embargo, PSA aumentó sus precios y yo lo cuestioné. Obviamente no tenía poder de decisión así que simplemente lo cuestioné. 
–¿Recuerda de cuánto fue el aumento? 
–No, pero los aumentos siempre varían entre el 6 y el 9 por ciento. Hay cuatro aumentos  al año. 
–Esa es su política de precios. 
–Sí y frente al aumento de paritarias, es mucho. Cuando entré,  en 2007, un purificador  común costaba un dinero. Hoy cuesta casi el triple. En el momento del congelamiento de precios le dije a la gente de la empresa que no era correcto hacer ese aumento, que el país iba para un lado y nosotros para el otro. Ellos me dijeron que entendían pero que no iban a tener en cuenta mi opinión. 
–¿Tiene alguna idea de la estructura de costos de esa empresa? ¿De dónde recaen los gastos más importantes?
–No lo sé porque no es mi área. Pero a mí me tocaba hacer los materiales audiovisuales y sé que la empresa ha crecido mucho. Hasta ha comprado un nuevo predio. Acompañé un crecimiento. A tal punto que el mes pasado logramos un récord de ventas. Y ese es un punto importante porque no se trata de un récord de plata, de dinero, sino de productos. La empresa mide el rendimiento o la productividad por algo que llaman "PB", puntos bonificables. Esos puntos representan la cantidad de productos vendidos por mes. Cuanto más puntos se hacen, más productos se venden. Es decir, si un año hicimos 5000 puntos y al siguiente 5500, eso quiere decir que vendimos mayor cantidad de productos. Podría justificar que la inflación hace que los ingresos sean más fuertes y suponer que los costos deberían acompañar, no los sueldos de los empleados. Esos aumentos de precios no se comunican, sólo por web interno. 
–Lo suyo fue un comentario ante sus jefes. Usted no tiene ni voz ni voto en ese tipo de toma de decisiones.  
–Ni de costos ni de precios. Mi participación fue la siguiente. Me dijeron: "Tenés que comunicar el aumento de precios." A lo que respondí: "No me parece que haya que aumentar los precios en este momento del país. Nos está yendo bien." Ellos me respondieron que no importaba lo que yo dijera. 
–¿Hubo alguna otra situación que hizo que percibiera un malestar hacia usted? 
–Hay cuestiones subjetivas. Mientras nosotros vivimos, en el país pasan un millón de cosas que siempre son típica charla de la oficina. Igual a como debe pasar en todas las oficinas del país. El problema fue que cada vez que nos poníamos a charlar y daba a conocer mis ideas, me acusaban de ser kirchnerista, que no lo soy, y de estar afiliado a Marea Popular. ¡Es que ni siquiera milito! Solamente fui a la marcha del 24 de marzo y a un par de asados. Tenemos familiares en esa agrupación y compartimos desde ahí. 
–El color político no justifica un despido o una acusación.
–Claro pero este último tiempo me pasó de entrar a la oficina y encontrar a todos en silencio, algo que no pasaba. Tres meses estuve en silencio en mi oficina. 
–Es una apreciación subjetiva, si se quiere. 
–Sí, pero no con el sueldo. En junio hubo un aumento de sueldo por paritarias del 14 por ciento. Todos tenemos un ítem en el recibo  que se llama "A cuenta de futuros aumentos". Esa cuenta no tributa. Yo ganaba $ 8500. Vino un aumento del 14 y mi recibo me dio 9000 pesos. Fui a hablar con la persona que entrega los recibos y pedí una reunión con el gerente de Recursos Humanos para plantearle que el aumento era del 14 y yo había recibido el cinco. Le dije: "No puedo comprender cómo los dueños de esta empresa que dicen preocuparse por nosotros y declaran todo el tiempo que este país tiene un 30% de inflación, permiten que se aumente el 14 y perciba el 5." La chica, muy asustada, me dijo que tenía que hablarlo con el gerente. 
–¿La decisión del despido está vinculada sólo a eso o a su cuestionamiento a la política de precios? 
–El jueves, diez minutos antes de que termine el día, me citaron a la sala de presidencia. Allí me dijeron que esa situación no tenía nada que ver con mi trabajo. Me dijeron: "Nosotros estamos muy conformes con tu trabajo pero hubo un comentario tuyo que llegó a oídos del presidente y se generó un problema." Entonces me explicaron que se trataba de que yo había dicho "El empresariado nacional está ganando mucho dinero." 
–¿Usted lo hizo?
–Es un comentario cien por ciento cierto. Sé que el empresariado gana mucho dinero porque aumenta mucho los precios y porque paga mal. 
–A partir de ese comentario, usted sintió que la relación se rompió. 
–Se los dije en ese momento: "Ustedes me están echando por mi pensamiento político." Lo negaron y me manifestaron que muchos compañeros estaban hablando mal de mí, algo que es absolutamente falso. Sin embargo, que un compañero de trabajo hable mal de otro no es un causal de despido. Y que llegue un rumor tampoco. Además me dijeron que estaba diciendo que ganaba un dinero que no era. 
–¿Usted piensa que lo echaron por comentarios? 
–Pienso que la real razón es que me echaron porque era un foco infeccioso de ideas de libertad, no liberales, sino de libertad. Ellos me dijeron que los dueños de la empresa trabajan de 9 de la mañana a 6 de la tarde y que eso es un signo de humildad. Y que lo mío había sido una falta de humildad. 
–¿Ese es su horario? 
–Mirá PSA es una empresa que exige a sus empleados el 110% de su esfuerzo pero que no está dispuesta a pagar por ese 110. Eso genera un ruido. La gente lo aguanta hasta que no lo aguanta más. Yo me quedé porque encontré un desarrollo profesional, porque podía hacer lo que me gusta, con cierta libertad. Pero cuando llegó esto me di cuenta de que no era así. No encuentro otra razón. Me están echando por un comentario que debe ser verdad. Trabajo desde 1997. Me tocó trabajar en empresas. En 2001, a mi antiguo empleador, que también era un explotador, no se le ocurrió echar a ni una persona porque eso significaba dinero. Y dinero no había. 
–¿Le llegó el telegrama de despido? 
–Hasta hoy (viernes 28) no. Firmé una copia fiel de la carta documento que me mandaron que dice que prescinden de mis servicios. 
–El caso consiste en un trabajador que plantea un debate. 
–Es mi visión de las cosas. Muchos estamos de acuerdo con la idea de que los empresarios aumentaron mucho los precios en relación con las paritarias. Hay productos que aumentaron un 200% en 15 días. ¿Qué explicación le vamos a encontrar a la inflación? ¿Que es culpa de la presidenta? Si mi jefe, que no simpatiza con Cristina, es el que pone el precio. ¿Por qué no nos hacemos cargo? Trabajé en esa empresa convencido de lo que decía. Confiaba. Convencí a mucha gente de que juntos podíamos. Que en este país, se crece entre todos o no crece nadie. Y esto es un revés horrible. Y me da bronca, por eso estoy acá. Es una actitud que tiene mucha gente. Se olvidan que son personas. Ahora estoy tratando de generar una agencia y voy a tener empleados y no podría tratarlos igual. Tengo que empezar la cultura y cambiar esto. Es importante estar y poner la cara. 
–¿Es posible cambiar esta cultura? 
–Sí, claro. Esta cultura se impuso y en un momento habrá otra. Pero si no estamos unidos no existe. Y a mí me dieron vuelta la cara todos. Hoy nosotros teníamos que parar en PSA pero no hay delegado, no hay dónde canalizar. Y para mí es muy fuerte porque yo confié siempre en las personas que trabajan en la empresa. Nosotros nos vamos a casar en dos meses y lo saben porque todos estaban invitados. Y me echaron. La empresa baja un mensaje muy claro: "Todos juntos podemos hacer cualquier cosa." Y esta empresa lo demostró. Le fue bien en los peores momentos del país y ahora le va impresionante. Esta empresa genera cambios en la vida de las personas por eso no puedo creer cómo actuaron. 
–Por lo menos lo que aparece a simple vista es que hay una utilización de ese mensaje, de toda esa fuerza. 
–Yo era siempre el primero en decir, si estamos creciendo ¿qué pasa que no crecemos todos? Hay un doble estándar. Uno para afuera, para los distribuidores, y otro para los empleados puertas adentro. Me siento mal porque empecé a tramitar para poder legitimizar el sistema de venta directa que a muchas personas les parece una estafa. Yo sigo convencido de que no es una estafa. A mí lo que me molesta es el empresario que se vanagloria de ser argentino, de ayudar, de colaborar con la vida de muchas personas y que después tenga estas actitudes. ¿Cuál es el problema de que un pelotudo de marketing diga que a los empresarios les va muy bien? El problema es que iba a convencer a los demás. Que iban a entender que no estaban ganando al mismo ritmo que gana la empresa. 
–¿Fue al sindicato en algún momento? 
–No. No sé quién es mi delegado. No sé si lo tenemos. 
–¿Inició acciones legales? 
–Sí. Más que nada para pedir que me reconozcan el sueldo y la antigüedad. Además de las horas extras que nunca le pagó a nadie. Y el año que me tienen que pagar por estar a días de casarme. Esas cosas no las sé. No tengo idea. Estoy seguro de que la mayoría de la gente que se fue de allá aceptó cualquier cosa. A mí me da bronca porque ese empresario es un beneficiado de nuestro país, del consumo que hay hoy. No puedo comprender que me echen por un rumor. 
–¿Hubo algún otro tipo de acción por parte de la empresa? 
–Después de la reunión, volví a mi oficina custodiado por una persona de seguridad. Mi máquina ya tenía otra clave. No pude sacar mis archivos y tenía cosas de mi casamiento. Me echaron como un perro de una empresa en que dejé mucho más que horas laborales. Me dicen que me echan por un comentario: "Los empresarios argentinos se están llenando de plata." ¿Está mal que interprete que me despiden por mis ideas? El trabajador argentino está golpeado. No hay que dejar que eso se reproduzca. Hay un montón de oportunidades. Es la primera vez que se discute la redistribución de los ingresos. En las paritarias se dice "Muchachos están ganando un montón, aflojen un poco." Porque hay aumentos de precio con consumo sostenido. Es un problema de poder y de envidias. Si toda la gente tiene plata, entonces no se diferencia. Y hay que pensar en ideas. Y la gente no lo quiere hacer. Tengo amigos que tienen mucha plata y dicen "tengo una fábrica y banco 20 familias". ¡Pero tiene que bancar 500, no 20! Es la única manera.  «

No hay comentarios:

Publicar un comentario