El General Milani, el primer desafío de Rossi en el Ejército
Es el subjefe del Estado Mayor General y director general de inteligencia. Fue ascendido al segundo lugar en escalafón en una polémica sesión de 2010, con la ayuda de Menem. Cercano a Garré, tiene peso propio en la fuerza y condiciona al jefe de la fuerza Luis Pozzi. La necesidad de comprimir las internas y la corrupción.
La Politica Online | 31.05.2013 22:06:00
Controlar al general César Milani es el primer desafío que tendrá Agustín Rossi como ministro de Defensa de la Nación, donde asumirá al lunes y hoy tuvo su primera reunión con Cristina Kirchner.
General de División, Milani es director general de inteligencia y desde 2010 por orden de Cristina Kirchner es subjefe del Estado Mayor General del Ejército.
En la fuerza lo definen como uno de los más poderosos del ejército. “Es más pesado que contenedor de bochas”, repiten y por estas horas especulan en que podría desplazar al jefe del estado mayor conjunto, Luis Alberto Pozzi.
Cristina recibió esta mañana a Rossi y fue clara: por ahora no hará cambios pero al margen de estas decisiones su tarea será solucionar las internas y, sobre todo, destapar un esquema de negocios que habría tenido la complicidad de Arturo Puricelli.
Si considera a Pozzi parte de ese esquema su futuro es incierto y el ascenso de Milani podría ser una salida. Es que su peso específico olvida la buena relación que gestó con Nilda Garré, exiliada por el Gobierno a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Producto de ese vínculo logró ser promovido como segundo de la fuerza y el 22 de diciembre de 2010, el bloque kirchnerista del Senado apuró una sesión extraordinaria para aprobar su pliego.
Fue una reunión tan urgente, que el Gobierno consiguió aviones privados para los senadores que no conseguían vuelos por la demanda de las fiestas, beneficio que no tuvieron los senadores de la oposición.
Aun así el kirchnerismo no tenía quórum pero contó con dos ayudas disímiles: el porteño Samuel Cabanchik y Carlos Menem, quien se vino a Buenos Aires a darle una mano al oficialismo, actitud que casi no repitió desde entonces.
Milani había sido impulsado por Nilda Garré, por esos días recién asumida como ministra de Seguridad. Los pocos opositores que pudieron participar de esa sesión cuestionaron que el jefe de inteligencia integre la cúpula del ejército y recordar algunas perlitas de su pasado.
Por ejemplo, que tuvo dos arrestos durante su carrera. El primero fue por 8 días y dictado el 19 de diciembre de 1988 por desobedecer una orden de su superior. Fue poco después del recordado levantamiento del cuartel militar de Villa Martelli, liderado por el coronel Mohamed Alí Seineldín.
La otra fue el 20 de septiembre de 1994, cuando ya se desempeñaba como jefe Accidental de Unidad, por permitir que la revisión de armamento quede a cargo de un suboficial subalterno.
Nunca se comprobó su participación en el levantamiento carapintada que puso en vilo al gobierno de Raúl Alfonsín.
General de División, Milani es director general de inteligencia y desde 2010 por orden de Cristina Kirchner es subjefe del Estado Mayor General del Ejército.
En la fuerza lo definen como uno de los más poderosos del ejército. “Es más pesado que contenedor de bochas”, repiten y por estas horas especulan en que podría desplazar al jefe del estado mayor conjunto, Luis Alberto Pozzi.
Cristina recibió esta mañana a Rossi y fue clara: por ahora no hará cambios pero al margen de estas decisiones su tarea será solucionar las internas y, sobre todo, destapar un esquema de negocios que habría tenido la complicidad de Arturo Puricelli.
Si considera a Pozzi parte de ese esquema su futuro es incierto y el ascenso de Milani podría ser una salida. Es que su peso específico olvida la buena relación que gestó con Nilda Garré, exiliada por el Gobierno a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Producto de ese vínculo logró ser promovido como segundo de la fuerza y el 22 de diciembre de 2010, el bloque kirchnerista del Senado apuró una sesión extraordinaria para aprobar su pliego.
Fue una reunión tan urgente, que el Gobierno consiguió aviones privados para los senadores que no conseguían vuelos por la demanda de las fiestas, beneficio que no tuvieron los senadores de la oposición.
Aun así el kirchnerismo no tenía quórum pero contó con dos ayudas disímiles: el porteño Samuel Cabanchik y Carlos Menem, quien se vino a Buenos Aires a darle una mano al oficialismo, actitud que casi no repitió desde entonces.
Milani había sido impulsado por Nilda Garré, por esos días recién asumida como ministra de Seguridad. Los pocos opositores que pudieron participar de esa sesión cuestionaron que el jefe de inteligencia integre la cúpula del ejército y recordar algunas perlitas de su pasado.
Por ejemplo, que tuvo dos arrestos durante su carrera. El primero fue por 8 días y dictado el 19 de diciembre de 1988 por desobedecer una orden de su superior. Fue poco después del recordado levantamiento del cuartel militar de Villa Martelli, liderado por el coronel Mohamed Alí Seineldín.
La otra fue el 20 de septiembre de 1994, cuando ya se desempeñaba como jefe Accidental de Unidad, por permitir que la revisión de armamento quede a cargo de un suboficial subalterno.
Nunca se comprobó su participación en el levantamiento carapintada que puso en vilo al gobierno de Raúl Alfonsín.
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