Análisis político: La gran pelea por Santa Fe
Por Mauricio Maronna / La Capital
La campaña electoral camino a las primarias del 22 de mayo ingresa en zona de definición, no para establecer en los próximos días quiénes serán los ganadores pero sí para confirmar o derribar las tendencias que se posaron desde el cierre de las listas.
La campaña electoral camino a las primarias del 22 de mayo ingresa en zona de definición, no para establecer en los próximos días quiénes serán los ganadores pero sí para confirmar o derribar las tendencias que se posaron desde el cierre de las listas.
En el Frente Progresista se palpa el mayor grado de tensión, algo natural si se tiene en cuenta el carácter decisivo de la compulsa, atento a que el objetivo de mínima y máxima de la coalición es retener el poder pero, a la vez, definir si la escudería oficialista llevará como piloto al binnerismo, a Rubén Giustiniani o a la UCR.
Antonio Bonfatti busca crecer en la intención de voto haciendo eje en dos cuestiones: la defensa a ultranza de su rol de delfín del gobernador y, en paralelo, comenzar determinados movimientos de autonomía para no quedar subyugado apenas como una esfinge de Hermes Binner. Un doble rol complicado _no imposible_ para quien arrancó muy por detrás de Rubén Giustiniani en nivel de conocimiento, pero ahora goza de un envión lógico.
Para Hermes Binner no hay octubre sin mayo. Y no se trata de una cuestión antojadiza de calendario. Los desastres seriales de la oposición no peronista han logrado que la mirada nacional vuelva a volcarse sobre el socialista, que antes de definir una candidatura presidencial debe asegurar el territorio provincial atado a la suerte de Bonfatti. La caída del radicalismo en Catamarca y las pobres performances que realizaron sus candidatos en Chubut y Salta se mixturaron con el nuevo brote de internismo y, en ese escenario, las acciones de Binner se fueron para arriba en paralelo con la decisión aparente de Fernando Pino Solanas de competir en la ciudad de Buenos Aires por la Jefatura de Gobierno.
Giustiniani tiene también sus prioridades de campaña a la hora de lo que el mismo ha definido como lo más parecido "a un partido de tenis". Necesita el senador mantener distancia con Bonfatti, sabedor de que en las últimas semanas de campaña el aparato oficial caerá como una lluvia de estrellas sobre su humanidad.
El presidente del Partido Socialista ha dedicado todo este tiempo a aguantar los mandobles que le dirigieron desde campamento binnerista sin contestar ni una sola vez. De acuerdo a lo que se pudo escuchar en la presentación de su plan de seguridad, la semana pasada, Giustiniani ha comenzado a esgrimir una leve diferenciación (pero diferenciación al fin) de la marcha del gobierno provincial, al menos en ese ítem tan controvertido y hoy en boca de toda la población.
¿Hará publico el sector de Giustiniani lo que piensa en la intimidad respecto a la administración de Binner? Algunos dirigentes han dicho a La Capital que no están de acuerdo con lo “poco que se hace en materia de obra pública y seguridad”, claro que con expreso pedido para que sus nombres se mantengan en reserva. Unos y otros deberán transitar hasta el 22 de mayo por una delgada línea para evitar que el choque de trenes implosione en el día después de la madre de todas las batallas. Por ahora, ante las recurrentes estocadas, Giustiniani se abroquela y responde con encuestas.
El intendente de Santa Fe, Mario Barletta, parece haber advertido que los estruendos mediáticos entre los socialistas lo ocultaban de los primeros planos y, por medio de un diputado provincial de su riñón, generó la acusación más grave desde el inicio de la campaña al vincular a la Casa Gris con el desvío de fondos públicos para favorecer las chances de Bonfatti.
Sobrevuela en los pasillos del Frente Progresista la creencia de que entre el candidato radical y Giustiniani existe sintonía fina, algo que no es comprobable todavía en la realidad. Barletta deberá de ahora en más extremar su presencia en las grandes ciudades (más allá de la capital provincial), y el interrogante es dilucidar cómo podrá lograr eso sin incomodar a los socialistas.
Créase o no, la disputa en el peronismo es muchísimo más reposada que la que se produce en la vereda frenteprogresista. Casi una versión unplugged.
Agustín Rossi se mueve discursivamente como lo ha hecho desde el inicio: linkeando su nombre directamente con las políticas nacionales, asegurando el voto cautivo y no rechazando ningún apoyo, sea cual fuere su procedencia. El hecho más sorpresivo de la campaña fue el aval que le dio el mismísimo Partido Comunista, con la visita incluida del histórico dirigente Patricio Echegaray. El presidente del bloque kirchnerista en Diputados será un hueso muy difícil de roer atento a que supo defender a capa y espada todas y cada una de las iniciativas de la Casa Rosada cuando aquello era una mala palabra.
Rafael Bielsa ha recibido en las últimas horas el aval del ministro de Economía, Amado Boudou, algo que manifiesta a las claras la necesidad imperiosa del gobierno central de levantar a todos los precandidatos. La buena imagen que logra la presidenta de la Nación en Santa Fe es infinitamente superior a la que tienen individualmente los postulantes kirchneristas, por eso desde Balcarce 50 parecen distribuir en porciones los apoyos a unos y otros.
Atento a esa lógica, Omar Perotti comenzó a blandir estudios de opinión que dicen que es el “mejor candidato” a la hora de pelear la general del 24 de julio con el Frente Progresista. El intendente de Rafaela parece por momentos decidido a sacudir la modorra discursiva de campaña con posicionamientos que no caen bien entre las huestes de Bielsa ni de Rossi. El reutemista Juan Carlos Mercier corre por el andarivel menos kirchnerista, y no trepida en reforzar sus diferencias con los otros precandidatos del conglomerado peronista.
Al tiempo que la temperatura de las internas aumenta su voltaje, todos quieren un lugar bajo el sol. Sólo quedarán los mejores.
El intendente de Santa Fe, Mario Barletta, parece haber advertido que los estruendos mediáticos entre los socialistas lo ocultaban de los primeros planos y, por medio de un diputado provincial de su riñón, generó la acusación más grave desde el inicio de la campaña al vincular a la Casa Gris con el desvío de fondos públicos para favorecer las chances de Bonfatti.
Sobrevuela en los pasillos del Frente Progresista la creencia de que entre el candidato radical y Giustiniani existe sintonía fina, algo que no es comprobable todavía en la realidad. Barletta deberá de ahora en más extremar su presencia en las grandes ciudades (más allá de la capital provincial), y el interrogante es dilucidar cómo podrá lograr eso sin incomodar a los socialistas.
Créase o no, la disputa en el peronismo es muchísimo más reposada que la que se produce en la vereda frenteprogresista. Casi una versión unplugged.
Agustín Rossi se mueve discursivamente como lo ha hecho desde el inicio: linkeando su nombre directamente con las políticas nacionales, asegurando el voto cautivo y no rechazando ningún apoyo, sea cual fuere su procedencia. El hecho más sorpresivo de la campaña fue el aval que le dio el mismísimo Partido Comunista, con la visita incluida del histórico dirigente Patricio Echegaray. El presidente del bloque kirchnerista en Diputados será un hueso muy difícil de roer atento a que supo defender a capa y espada todas y cada una de las iniciativas de la Casa Rosada cuando aquello era una mala palabra.
Rafael Bielsa ha recibido en las últimas horas el aval del ministro de Economía, Amado Boudou, algo que manifiesta a las claras la necesidad imperiosa del gobierno central de levantar a todos los precandidatos. La buena imagen que logra la presidenta de la Nación en Santa Fe es infinitamente superior a la que tienen individualmente los postulantes kirchneristas, por eso desde Balcarce 50 parecen distribuir en porciones los apoyos a unos y otros.
Atento a esa lógica, Omar Perotti comenzó a blandir estudios de opinión que dicen que es el “mejor candidato” a la hora de pelear la general del 24 de julio con el Frente Progresista. El intendente de Rafaela parece por momentos decidido a sacudir la modorra discursiva de campaña con posicionamientos que no caen bien entre las huestes de Bielsa ni de Rossi. El reutemista Juan Carlos Mercier corre por el andarivel menos kirchnerista, y no trepida en reforzar sus diferencias con los otros precandidatos del conglomerado peronista.
Al tiempo que la temperatura de las internas aumenta su voltaje, todos quieren un lugar bajo el sol. Sólo quedarán los mejores.
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