martes, 22 de noviembre de 2011

Igualdad de derechos

Evita y el voto de las mujeres, 60 años después

Publicado el 22 de Noviembre de 2011

Su cercanía con las clases populares, con los sectores pobres, con los trabajadores, con los que siempre se sintió hermanada, le permitió comprender aun más sus necesidades y convertirlas en banderas.
Eva Duarte de Perón tenía 27 años cuando el 4 de junio 1946 el General Perón asume la presidencia: luchando por el fortalecimiento de las estructuras del Estado, para que quienes nunca habían tenido beneficios sociales pudieran obtenerlos. Su pelea fue por crear, promover y restaurar derechos de quienes aún no conocían esa palabra.
En esos tiempos le hubiera correspondido presidir la Sociedad de Beneficencia pero prefirió llevar a cabo su trabajo en el Hogar de Tránsito Nº 2, anticipo de lo que luego sería la Fundación Ayuda Eva Perón que, en los buenos momentos del Estado de Bienestar, albergó a madres solteras con niños a cargo, también a mujeres del interior del país que buscaban trabajo o viajaban a Buenos Aires por motivos de salud. Esto marcó una ruptura con las modalidades anteriores de asistencia a los pobres: en vez de considerarlos como sujetos de compasión y de lástima, pobres de valores, destinatarios de dádivas, eligió comprender estas situaciones como productos de inequidades e injusticias: amplios sectores de la población con deudas de justicia social y los transformó entonces en sujetos de derecho. Evita no era ya la primera dama, sino la militante.
Esta cercanía con las clases populares, con los sectores pobres, con los trabajadores, con los que siempre se sintió hermanada, le permitió comprender aun más sus necesidades y convertirlas en banderas. Dentro de ellas, identificó la lucha por el voto femenino, que había sido iniciada años antes por mujeres provenientes del socialismo y del anarquismo, como Alicia Moreau de Justo, Alicia Grierson, Elvira Dellepiane de Rawson y Silvina Ocampo, entre otras. Eva Perón abrazó la lucha por la igualdad de la mujer y su rol fue fundamental para la consecución de este objetivo demostrada por la masiva integración social y política de las mujeres que promovió el proyecto peronista. En este sentido en el año 1944, Perón creó la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer, y en 1946 Eva pasó a presidir la Comisión Pro Sufragio Femenino y comenzó a presionar para que se sancione la ley. La actitud de Eva fue de lucha constante para que se aprobara el proyecto de manera que decide iniciar una campaña con el lema “La Mujer puede y debe votar” para apoyar dicha gestión. Como consecuencia, en 1947 se pueden identificar dos hechos contundentes: el mensaje radial de Eva Duarte convocando a las mujeres a luchar por sus derechos cívicos, y el 23 de septiembre del mismo año, la promulgación de la famosa Ley 13.010 que obliga a las personas de sexo femenino a votar dándoles derecho a que sean votadas.
El 9 de septiembre de 1947 se sancionó la ley, estableciendo que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o les imponen las leyes a los varones argentinos”, y que fuera votada por unanimidad. El 23, ante una Plaza de Mayo colmada, Evita afirmó que le temblaban las manos “al contacto con el laurel que proclama la victoria [...] Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas.”
Fue así como la Argentina se constituyó en uno de los primeros países en América con sufragio femenino. Bastante antes, Nueva Zelanda (1893); Australia del Sur (1902), Finlandia, primer país europeo que equipara el voto a varones y mujeres, lo hacen en 1907, Noruega en 1913, Dinamarca en 1915. Canadá concede el voto femenino en 1922, pero sólo a las mujeres de habla inglesa. En 1923, la mujer accede a las urnas en Austria, Hungría, Letonia, Polonia, Lituania, Estonia y Checoslovaquia. En Ecuador (1929) y Cuba (1934) lo realizan décadas antes que nuestro país. En síntesis, algo que hoy parecería impensable –cercenar derechos políticos por una cuestión de género– fue en muchos países –como en el nuestro– fruto de esfuerzos inconmensurables para su concreción.
A partir de la lucha incansable, con el derecho al voto, Evita logró hace 60 años que las mujeres de la Argentina pasaran a ser ciudadanas. Su voto del 11 de noviembre en el Policlínico Presidente Perón, durante una enfermedad que no le dio tregua, testimonia la búsqueda de ideales que no prescriben. Su mirada perdura en cada uno de aquellos a los que hizo sentir más humanos y más dignos, y trasciende las barreras de aquel contexto histórico, permaneciendo en el tiempo a pesar de los vaivenes de la vida.
Sus trascendentales palabras en torno a que donde existe una necesidad nace un derecho no son ni más ni menos que la perfecta síntesis de todo su obrar, y si se quiere de la postulación de la justicia social como eje del sistema jurídico, el que debe activamente detectar la desigualdad real y generar a partir de la misma una igualación por “compensación legal”, dándole derechos a los que nada tienen. Esta orientación de las normas –eminentemente protectorias del débil– es a su vez el tronco rector del Derecho del Trabajo y del Derecho Social en general.
La actualidad en nuestro país nos encuentra con la vigencia absoluta de ese sentimiento patriótico que ha puesto en la figura de nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el símbolo máximo de igualdad de derechos y oportunidades en un marco de gran crecimiento y fortalecimiento institucional que genera la revalorización de los ideales de Eva Duarte de Perón con un claro respeto a la justicia social como valor máximo que la justicia puede alcanzar y que nos abraza a todos por igual. <

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