Laberinto político
¿Hay vida después del nocaut en las urnas?
Poco más de dos meses pueden ser una eternidad. También, la nada misma. Como sea, 65 días es todo el tiempo del que dispone la oposición para levantarse del piso después de la paliza del domingo y prepararse para la batalla final del 23 de octubre.
Porque mientras que en el Gobierno la sensación (casi certeza) de cosa terminada se combina con el esfuerzo por mantener la calma y distribuir el triunfo para que dure y se repita en las generales, la oposición navega en una cruda mezcla de estupor, incredulidad, búsqueda de explicaciones, inquietud y amagues de autocrítica.Digerido (o no) el asombro por la abrumadora diferencia que logró Cristina Kirchner y por sus escasísimos 12 puntos, a 38 de la Presidenta y tambaleando arriba del podio en el que el segundo lugar quedó vacante, tanto Ricardo Alfonsín como Eduardo Duhalde se ilusionan con poder barajar y dar de nuevo.
Sus planteos parten de una premisa tácita (y no tanto) en común: si se repitiera el panorama de las internas (triunfo arrollador del kirchnerismo más oposición atomizada e inerte) Cristina Kirchner se alzaría con el "poder absoluto", gobernaría los próximos cuatro años desde una hegemonía sin límite ni contrapeso.
La oposición navega en una cruda mezcla de estupor, incredulidad, búsqueda de explicaciones, inquietud y amagues de autocrítica
Es aquí donde aparece la primera diferencia entre peronistas y radicales. Eduardo Duhalde, que ya dejó claro que no está en sus planes bajar su candidatura, reconoce falencias en la comunicación de las propuestas pero, como dijo la Presidenta esta semana, no piensa apartarse "un centímetro" de lo hecho hasta ahora.
Lejos de la idea que empezó a tomar forma en algunos sectores de la UCR, el ¿caudillo? de Lomas de Zamora (en su terruño quedó segundo a casi 43 puntos de Cristina Kirchner) piensa privilegiar la campaña junto con Mario Das Neves y no la pelea por bancas en el Congreso. "La clave es insistir con la fórmula presidencial. Eso es lo que arrastra todo lo demás", razonan cerca del ex presidente.
Cerca de Duhalde no cayó nada bien que Macri haya estirado la indefinición respecto de sus apoyos. El jefe de gobierno es sin duda uno de los ganadores "colaterales" del domingo. La decisión de bajarse de la pelea nacional para retener la ciudad y apostar a 2015 no le salió mal. Sin embargo, sus evasivas siguen generando enojo. "Va a tener que definir. No puede huir eternamente. Necesitamos los votos del macrismo. Los necesitan los candidatos que van con nosotros" se quejan cerca del ex presidente.
En el entorno de Macri no sólo defienden y justifican a su jefe. Incluso se jactan de haber vislumbrado antes que nadie el panorama que dejó dibujado el domingo último. "Mauricio fue el primero en advertir sobre la fragmentación y sobre la necesidad de impulsar un candidato único. Los que no lo escucharon entonces no pueden quejarse ahora. Va a seguir acompañando a sus candidatos propios como viene haciendo", desafían. Suena lógico. Macri jugó sus fichas hace tiempo y apoyar a cualquiera de los desdibujados candidatos parece cualquier cosa menos un buen negocio. Sin embargo, tanto en el duhaldismo como en las filas de De Narváez esperan señales.
Una parte del alfonsinismo piensa, con la mira en octubre, que la campaña que empieza debe corregir errores, pero ir en la misma dirección. Sobre todo, debe apuntalarse aquello que sirva para desterrar el eterno fantasma de que el radicalismo no sabe gobernar en tiempos de crisis, el mismo por el que el partido está asociado con la incapacidad para hacer frente a situaciones traumáticas.
Macri jugó sus fichas hace tiempo y apoyar a cualquiera de los desdibujados candidatos parece cualquier cosa menos un buen negocio
Con esto último en mente, no son pocos dentro del partido los que ven en la irrupción de la crisis económica global en el escenario preelectoral argentino una razón (aunque no mayoritaria), tanto de su mal desempeño como del alud de votos del Frente para la Victoria.
Otra facción del radicalismo, lógicamente la más ligada a la vida del Congreso, coincide en que hay que "formular las mismas ideas, pero de otra manera" y reconoce que el mensaje de Alfonsín "no fue escuchado". Sostiene, sin embargo, que una de las vigas de la campaña para las presidenciales debe ser la pelea por más diputados y senadores.
"Tenemos que poder transmitir que si no reforzamos nuestra presencia en el Congreso le estamos regalando la suma del poder público al Gobierno", sintetizan en línea con el discurso duhaldista.
Desde el Congreso, y apoyado en la fortaleza de sus bloques, su tradición parlamentaria y su despliegue territorial, la UCR se ilusiona con reconstruir el efímero Acuerdo Cívico y Social. La tarea es, por lo menos, ciclópea. El socialismo de Hermes Binner y GEN, de Margarita Stolbizer, ya comprobaron que por su cuenta les va mucho mejor que con la UCR. Por primera vez en muchos años Elisa Carrió asumió la responsabilidad de una derrota y quedó al borde del retiro político. El futuro de la Coalición Cívica es una gran incógnita.
Muy distinta es la situación de Binner. El socialista es otro de los ganadores informales de las primarias. Después de una campaña corta, se prepara para los próximos dos meses. ¿Las claves? Despegarse del resto en el "pelotón de los segundos" y captar más votos con un discurso que a la vez refuerce sus propuestas y ponga el acento en el trabajo del Frente Amplio Progresista en el Congreso. Para eso, en los próximos días presentará el interbloque de su fuerza, que hasta ahora integran 21 diputados y tres senadores.
Apostará además a algo mucho más intangible. Así lo resumen sus colaboradores. "Hasta acá el Gobierno confrontó con Duhalde, con Alfonsín y con Clarín, que son el pasado, y por eso ganó por goleada. Ahora, queremos generar un debate hacia adelante, que es donde el Gobierno pierde fuerza". En ese camino, buscarán instalar temas que la Casa Rosada "esconde", como la inflación, la pobreza y la precarización del empleo.
Convencidos de que la primaria resultó en un escenario en el que Binner y el FAP aparecen como "lo único novedoso" aspiran a sacarles votos no sólo a sus competidores de la oposición, sino también a la propia Cristina Kirchner. "Duhalde, Alfonsín y Rodríguez Saá se toparon con su techo. Nosotros con el piso", grafican entusiasmados.
Varias recetas. Un solo objetivo: levantar cabeza después de un golpe impregnado de olor a nocaut. En el horizonte, ni una certeza. Y demasiadas preguntas..
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