En foco: La militancia de los precios del secretario de Comercio Interior
La movida de los almaceneros rosarinos para incorporarse a Precios Cuidados expone una opción de militancia en torno de la puja distributiva que se expresa en la inflación.
La movida de los almaceneros rosarinos para incorporarse a Precios Cuidados, que trajo al secretario de Comercio Interior a Rosario, expone una opción de militancia en torno de la puja distributiva que se expresa en la inflación. El nuevo plan aparece como una etapa superior de los acuerdos y congelamientos de la era Moreno. Se propone, en su diseño, como una plataforma interesante para desarrollar una nueva institucionalidad en la tarea de regular las pujas salvajes dentro de las cadenas de valor por capturar rentabilidad. Y ofrece otra dinámica de interactividad entre Estado y ciudadano.
En la misma semana en la que se presentó en sociedad para todo el país la propuesta del Centro Unión Almaceneros, los panaderos acordaron con el Estado un nuevo precio para el producto final, los gremios encabezados por los empleados de comercio profundizaron y ampliaron sus planes de monitoreo en los supermercados y las cámaras inmobiliarias junto a la Asociación Empresaria lanzaron los primeros trazos de una mesa de diálogo para contener la locura de precios en el mercado de alquileres comerciales y particulares.
Hasta el gobierno provincial, que no cree en los controles y que siempre se mostró reacio a colaborar con la Nación en estos planes, parece dispuesto a llevar a este terreno la nueva sintonía entre ambas administraciones en materia de seguridad. Tiene su lógica. Los abusos en la cadena de ventas de productos y servicios no son ajenos a la problemática de la inseguridad. De hecho, el mandatario provincial ofreció una gestión para contener valores de los materiales de construcción, una variable fundamental para el fracaso o no del plan Procrear, la gran apuesta para que la economía se mantenga activa en 2014, frente a un panorama en que las empresas ajustan y piden ajuste.
La nueva política de administración de precios no es el remedio letal contra la inflación. Aun en el caso de que se profundice un sendero de desaceleración de precios, será en gran medida, y desgraciadamente, por los efectos de la reducción de la actividad económica y la demanda. Tal como dos meses después de la devaluación lo descubren cínicamente los mismos economistas, dirigentes políticos y corporativos que durante un año pidieron medidas contra el atraso cambiario, la inflación y el gasto público. Los mismos que en definitiva reclamaron un ajuste (concedido en forma militante por el gobierno), del que ahora dicen espantarse.
Pero aun cuando sea una gragea en el menú de remedios antiinflacionario, Precios Cuidados está diseñado con una lógica superadora de las concertaciones con dos o tres capitostes de cada cadena de negocios. En el corto plazo, por lo pronto, ofreció una guía a los consumidores más activos y necesitados en un momento de agitación especulativa. Pudieron comprobar que, contra la doxa de aquellos febriles días de enero, no había una necesariedad científica para los aumentos desorbitados "por las dudas" ni para el stockeo "por falta de precios".
Al consumidor más predispuesto, comparar en las góndolas los valores de los productos masivos, dentro y fuera del programa, le quedó claro que, más allá de las opiniones sobre la política económica, no hay en estos tiempos de especulación dos víctimas de los errores de un gobierno sino la apropiación por parte de un sujeto de los ingresos del otro.
Pocos referentes sectoriales, ni qué hablar de políticos, consideraron esto durante el verano, cuando la crisis se asumía con la naturalidad de una profecía. Los almaceneros o gremios, como el de los mercantiles, que puso a sus delegados gremiales a monitorear el cumplimiento del plan, estuvieron entre los pocos que vieron allí un espacio de militancia interesante. Hoy, con el fantasma de la recesión como contexto, aparecen nuevos sectores interesados en moderar el efecto que la angurria de rentabilidad tiene sobre la actividad económica.
El mismo equipo económico parece entender las posibilidades políticas de esta plataforma. De hecho, por primera vez desde que los acuerdos y el control de precios comenzaron a formar parte de la agenda del gobierno, un secretario de Comercio viene a Rosario. Y por primera vez los anuncios que se hacen en la Casa Rosada tienen un pie en el interior.
Si la pelea contra la especulación de precios ofrece un terreno para la militancia política, la puja por el empleo y el ingreso salarial potencia ese desafío.
El 35 por ciento de empleo asalariado en negro que cantó el Indec para el Gran Rosario, el más alto desde 2010, pasó desapercibido para la agenda de la opinión pública. Pero, al menos en los hechos, no para los empresarios que con los primeros atisbos de crisis avanzaron en suspensiones, despidos o cesantías selectivas destinadas al disciplinamiento de los trabajadores.
En vísperas de un nuevo aniversario del golpe de Estado del 76, las causas en las que se juzga las complicidades de los actores económicos con la dictadura militar, lo que incluye la complicidad de empresas, Estado y burocracias sindicales en la persecución a dirigentes gremiales combativos, exponen las aristas más extremas del avance del capital sobre el trabajo. Y convocan al alerta para que no se repita. •
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