DEJAMOS QUE NOS GANE LA VIOLENCIA
La semana pasada, vecinos de Rosario mataron a un joven a golpes porque intentó robarle una cartera a una mujer. Preocupa que la agresión se responda con más violencia y que se llegue a traspasar ciertos límites. Escuchá y lee la cartapublicada en el periódico dominical Miradas al Sur, escrita por un joven que nos ayuda ver las cosas desde otro lugar.
Emilce Vaglienti - FM 91.5
Mataron a David, como 50 personas fueron, los pocos diarios que lo publican dicen que los agresores eran todavía más. David es un pibe que salió a chorear porque quería cosas: droga, zapatillas piolas, qué se yo, cosas. Salió a dar miedo y quizás alguna vez haya disparado un arma, no lo sabemos y no se lo podemos preguntar. Salió y robó porque seguro sus amigos del barrio también lo hacen, porque la escuela que dejó no pudo ayudarlo a entender otra manera de vivir, porque ninguna organización barrial llegó a dar con él, porque de pibe capaz vendía pañuelitos y se rompió los huevos de que lo echen de los bares, no se, algún motivo permite en este universo que una persona desde que es un guachín pueda pensar que robar está bien, una situación que nos involucra a todos y que nos deja en iguales condiciones de víctimas a los que roban y a los que son robados. Puede que responsables de ésto los haya más y menos en cuestión de calidad, pero todos tenemos nuestra parte, algunos se hacen cargo de las cosas que pasan, por suerte sigo conociendo a muchas personas así. Otras matan a golpes a un pibe, y como eran entre 50 y 100 no puedo saber si los conocía, lo que sí lamentablemente conozco es gente compartiendo la noticia con comentarios que los hacen cómplices de un homicidio. Algunos incluso se ríen de lo sucedido, serán insensibles, o muy pelotudos, pero les juro que se ríen de que padres de familia se hayan juntado hace tres días para romperle la cabeza a patadas a alguien que agonizó hasta hoy y que no aguantó más, que se murió. Un pibe que si ellos tuvieran la oportunidad de mirar a los ojos con amor verían su historia entera llena de miedo, angustia, mierda, odio, gritos, dolores, también tuvo colores y hasta ilusiones. Me juego todo a que sería así porque se de lo que hablo, se de amar a un pibe que chorea, se lo que es aprender mucho de ellos, de transformarnos, volvernos más humanos juntos, ojalá ustedes puedan saberlo algún día, porque yo estuve del otro lado, donde uno piensa que está vivo y en realidad no está más que respirando".
Por Joaquín Gómez Hernández, Caleidoscopio, del barrio Ludueña
Fuente: Periódico Dominical Miradas Al Sur
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