ANALISIS POLITICO
Santa Fe, la capital política
Por Mauricio Maronna / La Capital
La provincia de Santa Fe se instaló esta semana como la capital política. El sistema electoral santafesino, con su sistema de primarias cuasi inédito para el resto de las geografías distritales del país, adelantó el reloj de las candidaturas y mandó al demonio el letargo dialéctico de la dirigencia que sostenía que para hablar de postulaciones faltaba una eternidad.
Los serpenteos que rodean a la bota tienen otra explicación: el territorio es clave para el Acuerdo Cívico nacional en tanto y en cuanto parece haber coincidencia en una fórmula que dará batalla en los comicios presidenciales. En efecto, el binomio Ricardo Alfonsín-Hermes Binner es agitado ahora públicamente por el hijo del ex presidente que (curiosamente o no) suspendió su visita al gobernador días antes de la avanzada para intentar subir las acciones del intendente de la capital provincial, Mario Barletta, espadachín del intento ucerreísta de conducir de una vez por todas Santa Fe.
Operación Barletta. Ni lerdo ni perezoso, el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, advirtió el malestar que acampa entre los militantes radicales que no se conforman con secundarizar al socialismo, y se quejan porque Alfonsín le levantó las acciones a Binner. El mendocino aireó la posibilidad de una interna con el PS y marcó la cancha en Rosario, avalando la candidatura a intendente del siempre adrenalínico Jorge Boasso.
El concejal parece haber utilizado su ya mítico reloj despertador de campaña para levantar a buena parte de sus correligionarios, que parecían condenados a repetir la historia.
Va camino a adquirir confirmación plena lo escrito en esta columna hace varios meses: frente a la mayoría de intendentes y presidentes de comuna de origen radical que se distribuyen en Santa Fe, el socialismo apunta a imponer el factor Binner como su mejor bandera de negociación. El barniz socialdemócrata que le aportaría el titular de la Casa Gris a una fórmula nacional, debería ser compensado con la candidatura a gobernador de un socialista.
Ese es el principal talón de Aquiles que se deja ver (por ahora sólo entre líneas) en las acciones de Rubén Giustiniani a la hora de correrles el arco a los radicales cuando pide que la coalición tenga en cuenta a Proyecto Sur y a otras formaciones de centroizquierda.
El silencio. La imperiosa necesidad de mantener gobernabilidad en Santa Fe es lo que hace mantener selladas las bocas de los principales dirigentes socialistas a la hora de contestarle a la indómita Elisa Carrió, quien en la últimas horas arrojó al mar cualquier posibilidad de reconciliación. Lilita dijo, ni más ni menos, que una fórmula Alfonsín-Binner es la reedición de la Alianza conducida por Fernando de la Rúa.
Fisura expuesta. La nueva declaración de hostilidades debería tener correlato con la salida del ARI del Frente Progresista en Santa Fe. La continuidad de los lilitos en la coalición obedece pura y exclusivamente a una cuestión mate mática y de real politik pero abjura del principismo que declama (y lleva a la práctica) Carrió. La fisura está demasiado expuesta.
Con las puertas cerradas, los socialistas largan los peores epítetos contra la chaqueña pero, a la vez, hacen números y toman conciencia de que la ruptura los dejará en una situación de cuasi minoría en la Cámara de Diputados de la provincia.
Las muescas y las pullas en el Frente Progresista mantiene en segundo plano el intento del justicialismo santafesino de salir al sol tras el estado de hibernación al que fue condenado por la derrota tras 24 años en el poder.
Sin Lole. La negativa de Carlos Reutemann a ser candidato presidencial va formateando otra realidad, que comienza a asomar como una novedad. No existirá reutemismo sin Reutemann. Parece entenderlo Ricardo Spinozzi, quien lanzó su candidatura a gobernador con el tiempo suficiente como para instalarse en un escenario donde su nombre no resulta conocido.
Jorge Obeid (el que hoy por hoy encabeza la grilla de postulantes en el vector opositor) definirá si es o no es candidato a gobernador cuando el almanaque consuma los últimos días de 2010. Por debajo florecerán o no los intentos de Omar Perotti y de otras referencias que por ahora no terminan de consolidar sus aspiraciones.
Así como el dilema del Frente Progresista es acolchonar las diferencias en pos de mantener el gobierno, los peronistas deben definir si irán a internas para después compartir listas entre kirchneristas, reutemistas y obeidistas o si preferirán privilegiar sus reales perfiles, evitando mezclar aguas y aceites.
Los peronistas federales santafesinos comenzaron a mirar más allá del Lole, sabedores de que sea quien fuere el candidato a presidente, necesitará de una base territorial en la provincia.
Esto quedó reflejado el viernes, cuando reutemistas y obeidistas fueron anfitriones de Felipe Solá. No ocurre lo propio cada vez que Eduardo Duhalde baja a la provincia, momento en que unos y otros prefieren mantenerse lejos.
Los movimientos de sístole y diástole están a la orden del día en todo el mapa político. Por fortuna, aún falta lo mejor.
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