martes, 29 de octubre de 2013

una esperanza

El bebé al que le trasplantaron el hígado a los veintiún días fue dado de alta ayer

Fue un caso inédito en el país. Lo operó en el Sanatorio de Niños un equipo de más de un centenar de profesionales. El pequeño corrió serios riesgos y tuvo que afrontar varias cirugías.


Felices. Samuel junto a sus papás, ayer, en la puerta del Sanatorio de Niños.


Por Silvia Carafa / La Capital
Con hígado nuevo y un millón de amigos como la canción, Samuel Ojeda dejó ayer el Sanatorio de Niños con dos meses y 12 días de vida y varios récords. Fue el primer bebé trasplantado del país. Con apenas 21 días afrontó el cambio de órgano después de haber nacido sin problemas y quedar al borde la muerte por una enfermedad poco frecuente, y a tono con su padecimiento, demostró una reacción casi inédita.
En el sanatorio ayer no se hablaba de otra cosa. Todos pasaron a saludarlo. Los días venideros no serán lecho de rosas. "Es un bebé que soportó una prueba de la que salen muy pocos", dijeron sus médicos.
"Es un pequeño luchador", dijo el subjefe de trasplante hepático, Alejandro Costaguta. Tiene nombre de profeta bíblico, una familia que hace de la fe su sustento y estuvo a cargo de un equipo de profesionales de alta calidad. El resultado fue el mejor, ayer dejó la habitación que ocupaba en el segundo piso y junto a sus padres, Valeria y Cristian, salió al sol de la tarde con un colorido enterito azul.
El 6 se septiembre, desde las 21 hasta la madrugada, los especialistas trasplantaron a Samuel el hígado de un pequeño donante de la provincia de Buenos Aires. Fue una noche memorable que tuvo su punto más alto cuando después de haber unido conductos de tres milímetros de espesor, vieron que el órgano cobraba vida. Después vinieron horas bravas, con dos "complicaciones esperables" que lo llevaron otras tantas veces al quirófano.
La reacción de Samuel frente a todas las prácticas médicas sorprendió a los profesionales. "Tenemos experiencia, vemos muchos niños, algunos se destacan por la fuerza que ponen, es algo intangible, pero fundamental para el éxito de la operación, cuando se tiene la suerte de dar con estos pacientes uno sabe que la mitad del problema está resuelto", describió Costaguta.
De cada procedimiento anestésico, Samuel salió respirando solo. "El error en que puede caer uno es creer que estos chicos no transmiten, él lo hizo siempre a pesar de toda la invasividad, la omitió y su comportamiento nos llamó la atención, es un bebe que soportó una prueba de la que salen muy poquitos, eso lo convierte en un ser muy especial", aseguró Costaguta y dejó un renglón especial para la familia, que en esta situación tiene un peso "absoluto".
Después de estar casi dos meses internado, ayer en el sanatorio la noticia era que se iba Samuel. "Cuando vimos que todo estaba en orden y decidimos el alta, fuimos a los distintos servicios que tuvieron contacto con él para avisarles, porque estaban pendientes por la satisfacción de la tarea cumplida", dijo el profesional.
Ahora Samuel tomará muchos medicamentos para afrontar las infecciones, como cualquier niño, pero en el contexto de una reducción de su sistema inmunológico. En su camino terapéutico, la primera posta será a los seis meses, allí suspenderá corticoides, la segunda meta es el año. "Cuando superan el primer mes, ya la evolución es satisfactoria", explicaron sus doctores.
El trasplante de Samuel coloca al equipo que lo atendió en un lugar de reconocimiento profesional. Fue el primero en el país y uno de los muy pocos del mundo en ser intervenido con menos de un mes de vida. La cirugía que ahora se relata desde el sentir tendrá un lugar en las publicaciones especializadas. Para los médicos, el acto realizado tiene un doble componente: el esfuerzo de ensamblar un equipo capaz de afrontar el desafío y la oportunidad que llega en el momento menos pensado.
"Si hay algo que exige trabajo coordinado es un trasplante hepático, en esta ocasión lo inédito es que también participó la sala de neonatología", comentó el médico y dijo que la integración llegó a sumar "unas cien personas". El grupo así entrenado, en los últimos cinco años realizó unos 30 trasplantes en el Sanatorio de Niños.
Conciencia. Desde el Centro Unico de Donación Ablación e Implantes de Organos de Santa Fe, (Cudaio), su directora médica, Zunilda Milano, dijo que el equipo de trasplante que operó a Samuel es "de calidad humana y técnica". Y destacó no perder de vista el sustrato principal con el que trabajan: "una comunidad donante". Dijo que aún falta conciencia del "verdadero problema de salud pública, que es la lista de espera para trasplantes". En Santa Fe hay 616 personas anotadas, 60 de las cuales son enfermos hepáticos. A nivel país los números llegan a 7.488. Cuando se agudizan algunas de estas patologías, entonces el paciente entra en emergencia nacional.
Desde el 2011, en el sector público de Rosario, el Heca y el Centenario funcionan como centros donante. En el ámbito privado el Sanatorio de Niños "es un modelo del proceso de donación y trasplante.
Los representantes del equipo que atendió a Samuel son: Javier Escalante, gerente médico; Alejandro Costaguta, hepatólogo; Daniel Beltramino y Lisandro Bitetti, cirujanos; Jorge Morante, neonatólogo; María Alejandra Boretto, terapista; María Griselda Gutiérrez, coordinadora de recuperación; Hugo Tanno, médico asesor, y los anestesiólogos Sergio Plaza y Natalia Reyes.
Hemocromatosis
Samuel sufrió una insuficiencia hepática por un síndrome que provoca una sobrecarga de hierro en el organismo. Si no recibía un hígado nuevo, no tenía ninguna chance de sobrevivir.
Una familia solidaria que se sostiene en una profunda fe
Como todo comienzo que se precie, después de su trasplante de hígado Samuel volvió a su casa un lunes. Sus padres Valeria Bouvier y Cristian Ojeda no van a olvidar la noche en que los tres pudieron volver a dormir bajo el techo acogedor del hogar.
Ayer, Cristian cargó cajas, bolsos y juguetes. Ayudó a Valeria y Samuel y todos partieron hacia el barrio San Francisquito.
La casa que venían levantando con esfuerzo tuvo que reacondicionarse. Hubo que poner pisos, pintar las paredes con esmaltes lavables y mejorar el techo. El objetivo es tomar todas las precauciones posibles para evitar riesgo de alguna enfermedad o infección por más común que resulte.
Cristian trabaja como repositor en un supermercado y para hacer frente a esta circunstancia contó con el apoyo de toda la familia y de distintos organismos.
“Mis compañeros de trabajo preguntan por Samuel, lo quieren conocer, pero será de a poco, por precaución”, contó a La Capital. Con sonrisa cómplice, el médico Alejandro Costaguta aludió a otra alegría vivida por el joven, “fue el domingo pasado” dijo. Cristian no se hizo rogar y mostró su mayor orgullo, el flamante carnet de socio de su bebé que durante el clásico estuvo en terapia con la camisetita de Rosario Central.
La abuela materna de Samuel se llama Viviana y es una luchadora social con marca registrada. Con la crisis de 1998 aprendió a sumar esfuerzos con otras mamás. “Juntábamos la leche y el azúcar de todas y empezamos con un comedor al que hoy siguen yendo niños y ancianos”, explicó. El lugar está en Cafferata al 2500 y además de alimentos está impulsado por la fe. “Por la salud de Samuel oraron todas las iglesias católicas y evangélicas a las que pertenezco”, dice orgullosa. El acto médico fue grandioso, pero ella presiente que el milagro también.

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