lunes, 28 de julio de 2014

De Cavallo a Kicillof, ideas para no repetir otra crisis ‘a la argentina’

De Cavallo a Kicillof, ideas para no repetir otra crisis ‘a la argentina’

A días de un posible default, PERFIL convocó a ex ministros de Economía de la democracia y al actual jefe del Palacio de Hacienda para analizar otro momento decisivo.
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Por Paola Quain | Florencia Barreiro

Axel Kicillof (de noviembre de 2013 a la fecha)
Los fondos buitre son buitres porque no quieren negociar *
El fondo NML Capital Elliot está tratando de retratar a la Argentina como un país que no negocia. Esto es rotundamente falso. Tras largas negociaciones, la Argentina ofreció dos canjes de deuda, en 2005 y 2010, que fueron voluntariamente aceptados por el 92,4% de los tenedores de bonos del país.
Los fondos buitre nunca negociaron. Ellos nunca prestaron dinero a Argentina. NML compró bonos a un valor cercano a los 50 millones de dólares. La orden del juez Griesa permitiría a NML cobrar más de 800 millones de dólares, asegurándose un rendimiento de 1.600% en sólo seis años. Si en lugar de litigar, NML hubiera aceptado los canjes de deuda ofrecidos por Argentina, habría triplicado o incluso cuadruplicado su inversión. Pero quieren más que un beneficio del 300%, ya que no son los prestamistas de buena fe a los países emergentes. Son lo que son: buitres judiciales y financieros.
Argentina ha dejado clara su voluntad y capacidad para negociar desde 2003. Después de la sentencia sorprendente e injusta del sistema judicial de Estados Unidos, nos hemos reunido personalmente con el Sr. Daniel Pollack, Special Master designado por el juez Griesa, lo que demuestra nuestra voluntad de avanzar en un diálogo para garantizar condiciones justas, equitativas y legales, teniendo en cuenta el interés del 100% de los tenedores de bonos.
Por lo tanto, la Argentina solicitó que el juez Griesa restablezca la suspensión de la sentencia. Sin embargo, los fondos buitre se opusieron a la petición. Esto muestra su verdadera cara: no quieren negociar; de ese modo creen que pueden obtener el total de su reclamo o forzar a Argentina al default. Pero esto no sucederá: Argentina defenderá su exitoso proceso de reestructuración de la deuda mediante el pago a sus tenedores de bonos. ¿Qué tipo de negociación equitativa que involucra cientos de miles de millones de dólares puede llevarse a cabo en tres semanas?
Los fondos buitre nunca quisieron cumplir con los términos aceptados por la inmensa mayoría de los acreedores. Tratan de extorsionar a un país soberano. Quieren condiciones privilegiadas y no se detendrán ante nada para conseguir su objetivo: intentan interrumpir un flujo de pagos a los tenedores de bonos del canje de la Argentina negando la propiedad de estos tenedores de bonos que les pertenece por derecho; van a especular con el futuro de cuarenta millones de argentinos que han hecho enormes sacrificios para ponerse de pie después de la crisis de 2001; y van a causar daños irreparables en el sistema financiero internacional, haciendo que todas las reestructuraciones de deuda futuras sean prácticamente imposibles.
Estas son las razones por las que la comunidad internacional acompaña la posición de Argentina en este caso.
Los fondos buitre no negocian: es por eso que son los buitres.
*Extracto de un artículo publicado en el Financial Times enviado por el ministro a PERFIL.

Domingo Cavallo (de 1991 a 1996 y de marzo a diciembre de 2001)
No alimentarlos más
Los buitres van a realizar ganancias importantes a costa de la Argentina porque el gobierno de Néstor Kirchner en 2005 llevó a cabo una muy mala reestructuración de la deuda pública. Les dejó el terreno preparado a los fondos buitre para que llevaran a cabo su tradicional estrategia de litigar en los tribunales de Nueva York.
En lugar de haber planteado cláusulas de salida consentida que hubieran quitado a quienes no se presentaban al canje la posibilidad de litigar en Nueva York, algo que era bien conocido y que en 2001, cuando estábamos preparando la reestructuración ordenada de la deuda teníamos muy claro, sancionaron la denominada ley cerrojo y concedieron las cláusulas RUFO. O fue mala praxis profesional, o fue un error político.
Pero ahora no es momento de llorar sobre la leche derramada. Lo que el Gobierno debe hacer es evitar que se cree el caldo de cultivo para más buitres. Los buitres necesitan del default y del desorden de las economías. Por eso yo los denuncié en noviembre de 2001 cuando hacían todo lo posible para que Argentina no terminara la reestructuración ordenada de la deuda que había comenzado el 1 de noviembre de aquel año.
Lamentablemente, la pesificación, la devaluación extrema y el default generalizado crearon el ambiente que los buitres deseaban para llevar a cabo su estrategia.
Lo que hay que hacer ahora es cumplir con la sentencia del juicio que nos ganaron para evitar que se sucedan juicios adicionales que pueden terminar multiplicando las pérdidas para el país. Las consecuencias que podría acarrear la aplicación de la cláusula RUFO han sido magnificadas por la interpretación (muy poco razonable) que el propio gobierno argentino ha hecho y que puede ser utilizada en contra de nuestros intereses. Ahora lo único que queda es ofrecer las garantías que sean necesarias de que Argentina va a cumplir con las sentencias judiciales definitivas a partir de enero, de tal forma que el juez Griesa esté dispuesto a extender hasta enero la suspensión de la ejecución de la sentencia.
Si en lugar de lograr esa decisión de Griesa, el gobierno argentino deja que se opere el default de la deuda el 30 de julio, se enfrentará un riesgo de aceleración de la deuda reestructurada que es mucho más peligrosaque la propia cláusula RUFO. En ese clima de desorden y falta de respeto a las decisiones judiciales, lo único que se estará logrando es que los buitres se multipliquen y cuenten con más y mejores armas para seguir luchando en contra del interés de todos los argentinos. Y mientras tanto Argentina tendrá que seguir financiándose con enormes tasas de interés como las que paga por las Lebac.
Ojalá el gobierno de Cristina Kirchner no actúe en los próximos días con el grado de irresponsabilidad con que lo hizo en 2005, cuando llevó a cabo la reestructuración de la deuda con absoluta falta de profesionalidad y pésimo asesoramiento.

José Luis Machinea (de diciembre de 1999 a marzo de 2001)
Los costos de una eventual cesación de pagos no se pueden minimizar
Las reestructuraciones de deuda soberana instrumentada con bonos colocados en el mercado han tenido en casi todos los casos que lidiar con acreedores que no entraron en el acuerdo y que fueron exitosos en obtener mejores condiciones en sede judicial. Más tarde o más temprano, los países terminaron rescatando estas deudas mediante acuerdos o mediante compras en el mercado (el más reciente, Ecuador). Es la consecuencia de la inexistencia de normas que regulen las reestructuraciones soberanas. Propuestas para crear un tribunal internacional (Krueger) no han sido implementadas. Cláusulas de acción colectiva incorporadas en los últimos diez años a las emisiones de títulos diluyen significativamente la capacidad de daño de los holdouts, pero todavía hay 25% de los bonos emitidos en el mundo con ley extranjera que no tienen esas cláusulas.
En el caso argentino, tres cuestiones adicionales: la ley cerrojo y la cláusula RUFO incorporadas en la reestructuración con la intención de incentivar a que entraran en el acuerdo una mayor cantidad de acreedores, y la interpretación judicial del pari passu. La última fue una interpretación que podría calificarse como sorprendente del Poder Judicial de Estados Unidos, en especial con una aceptación de casi el 93% de los tenedores de los bonos reestructurados. Respecto de las dos primeras, es interesante que el mensaje con el que el Poder Ejecutivo fundamentó la última suspensión de la ley cerrojo dijera: “Lo que la cláusula RUFO no garantizaba, ya que su descripción no lo incluía expresamente, era que Argentina realizara acuerdos transaccionales en sede judicial o de forma privada, en mejores condiciones que las ofrecidas en el canje de 2005. Por tal razón, se entendió conveniente la clara manifestación del Poder Ejecutivo Nacional en el sentido de que para que tal cosa sucediera, debía ser aprobada por el propio Congreso de la Nación”.
O sea que el gobierno interpretó en ese entonces que la cláusula RUFO no impedía realizar un acuerdo en sede judicial y le agregó la ley cerrojo. ¿Qué habrá cambiado desde ese entonces? Argentina ha agregado un cerrojo adicional al decir que les pagará lo mismo a todos los holdouts. Tantos cerrojos inéditos pueden lucir bien, pero es bueno recordar que toda negociación requiere cierta flexibilidad.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias de un default? Básicamente dos. Por un lado, limitaciones mayores al poco crédito que recibe el país, o sea el crédito comercial, ya sea para financiar importaciones o prefinanciar exportaciones; consecuencias: mayor restricción externa, posiblemente restricciones adicionales para importar y por ende menor nivel de actividad. Por otro lado, más incertidumbre y por ende menos inversión y aumento del dólar blue; consecuencias: menos inversión, mayores expectativas inflacionarias y menores incentivos a liquidar dólares en el mercado oficial. O sea que algunos de los problemas de la economía argentina que son consecuencia de las políticas de los últimos años se pueden agravar. La inversión ya es sólo 17% del producto, la economía está en recesión, la tasa de inflación difícilmente baje de 35% en el año, la brecha entre el mercado oficial y el blue ya es de 50% y el país enfrenta la falta de divisas para volver a crecer. En suma, un peor año final para la etapa kirchnerista.

Roberto Lavagna (de abril de 2002 a noviembre de 2005)
Palabra de autor
El ex ministro de Economía Roberto Lavagna desistió de responder para esta nota. Dado que es uno de los coautores del canje de deuda que derivó en los reclamos que hoy generan este juicio que tiene en vilo al país, bien vale recordar su apoyo a la Argentina en una entrevista con Magdalena Ruiz Guiñazú en PERFIL el pasado 29 de junio: “Lo que se está dando es una situación donde el juez Griesa y la Cámara del circuito de Nueva York y demás han introducido cambios en la interpretación de lo que es la cláusula pari passu, que es muy seria. Y la seriedad se comprueba por el hecho de que el gobierno americano, el gobierno francés, las Naciones Unidas para el desarrollo, el gobierno brasileño y el propio Fondo Monetario Internacional han advertido sobre los riesgos de este cambio de interpretación. La cláusula pari passu implica que todos deben ser tratados de la misma manera. Pero la interpretación que han hecho, primero el juez Griesa, que fue avalada luego por la Cámara y, por vía indirecta, por la propia Corte Suprema de los Estados Unidos, que no aceptó tratar el tema, es una interpretación donde el 1% que está litigando tiene mayores derechos y más beneficios que el 92% de los acreedores que ingresaron al canje”.

Remes Lenicov (de enero a abril de 2002)
Griesa erró, pero hay fallas locales
Después de la crisis de 2009, el G20 reconoció que había que cambiar aspectos de la arquitectura financiera internacional. Sin embargo, hasta ahora se ha hecho poco al respecto. Los fondos son un resabio negativo de esa mala arquitectura para la economía.
Hay que sumar mecanismos que pongan límites respecto a su accionar con la deuda soberana. Un ejemplo que va en este sentido es la Cláusula de Acción Colectiva que actualmente se incluye en la emisión de los nuevos títulos: si una mayoría acepta una renegociación, el resto tiene que sumarse a esa decisión.
Creo que el fallo del juez Thomas Griesa es desacertado. Puede estar ajustado a derecho pero no a la realidad. De todas maneras, el Gobierno argentino cometió errores técnicos y de apreciación. El más significativo fue no reconocer que se tenía una deuda. Desde un primer momento, tendría que haberse enfocado en la negociación. Es una negociación por un monto realmente importante: US$ 15 mil millones es casi el presupuesto de la provincia de Buenos Aires. Hubiera sido muy conveniente, por ejemplo, tener un grupo instalado en Nueva York después del revés con la Corte Suprema.
Llegado a este punto, antes de hacer una mala negociación, me inclino más por pagar algún costo adicional en tasa de interés ahora y posponer la resolución para enero de 2015. Creo, además, que si Argentina pospone el pago, no tiene por qué declararse en default: el país está negociando y al 93% de los bonistas se le viene pagando puntualmente.
Si no llegamos a un acuerdo y posponemos la resolución para principio del año que viene, cuando se desactiva la cláusula RUFO, la economía no va a sufrir demasiado. Seguramente habrá mayor presión sobre el tipo de cambio, límites a los créditos comerciales para las exportaciones, y dificultades para que las provincias puedan colocar deuda. Las calificadoras de riesgo van a decir que Argentina está en default, pero al no estar emitiendo bonos, realmente no preocupa demasiado.
De todas maneras, se arregle o no con los fondos buitre, hay que considerar que ya estamos en un escenario complicado de recesión. En tres años, vamos a haber crecido 2,5%, con una inflación superior al 115%. El combo de estancamiento y altísima inflación es muy dañino.

López Murphy (marzo de 2001)
Un asunto muy serio y complejo para el país
Todavía queda un margen ajustado. En mi opinión es un asunto muy serio y complejo de resolver. La idea de que los tenedores de bonos en cumplimiento de pagos no van a reaccionar es un error muy serio desde mi perspectiva. Decir más no creo que sea un aporte al difícil momento en el que están las negociaciones.
En mi balance de riesgos, es mayor el del default que la contingencia de que se pueda disparar la cláusula RUFO, por cumplir una sentencia de carácter coercitivo. Ello no es un acto voluntario, porque si no, las sentencias se podrían cumplir o no a voluntad de las partes, se derrumbaría el Estado de derecho y todo el sistema jurídico de resolución de controversias.
Resolver esta cuestión abriría el acceso al financiamiento al sector privado, en particular en el sector energético muy crítico para superar nuestras dificultades estructurales de cara al próximo gobierno que asumirá en 2015.

Miguel Peirano (de julio a diciembre de 2007)
Estrategia más allá de la coyuntura
El año 2014 se caracteriza por un alto nivel inflacionario en el marco de una economía estancada, con problemas de caída de actividad en muchos sectores, pérdida de poder adquisitivo y dificultades externas. La realidad impuso un sinceramiento de dificultades como consecuencia de desequilibrios acumulados en el tiempo. Sin embargo, a la hora de tomar decisiones hay que ser equilibrado y no dejarse llevar sólo por la coyuntura.
Nuestro país tiene oportunidades de revertir el escenario a futuro. Una combinación de factores permitirían atenuar los indicadores presentes y vislumbrar otro escenario para los próximos años, incluso para el propio 2015. En primer lugar, el Gobierno tiene margen de mostrar decisiones eficaces en materia de política económica, que aun en escenarios de desequilibrios permitan un mejor nivel de actividad y consumo para toda la sociedad.
El contexto internacional, en materia de precios internacionales de comodities agrícolas y de liquidez internacional, todavía es favorable (a pesar de la creciente incertidumbre sobre la política monetaria de EE.UU.). Más aún, las expectativas de recambio político generan también oportunidades de inversión y mejora del clima económico.
También pueden mejorar las expectativas de que Argentina logre acceder al mercado voluntario de deuda, incluso superadas las lógicas restricciones que están en discusión por los alcances del inequitativo fallo que favoreció a los fondos buitre. Evidentemente el endeudamiento potencial debe canalizarse a proyectos de infraestructura; ya vivimos los costos de recurrir a endeudamiento para prolongar errores de política económica.
El repaso de los fundamentos de los primeros años de salida de la convertibilidad, los fundamentos de la gestión económica de Lavagna, acompañado por los presidentes del BCRA de la etapa, muestran el camino a revalorizar entendiendo también de los nuevos desafíos y contextos.
Si nuestro país no hubiera sufrido una grave pérdida de reservas en los años 2012 y 2013, en el marco del cepo y de la pérdida de oportunidad de incrementarlas, el “ataque legal” de los fondos buitre lo podríamos analizar de otro modo y reafirmar día a día nuestra solvencia, transcurriendo el presente y el futuro sin estar “tan atentos” a la solución del tema.
Nuestra capacidad de ser autónomos, de insertarnos crecientemente en el mundo sin las presiones de sectores que afectan nuestro interés, está directamente vinculada a preservar elevados niveles de reservas, una economía consistente en términos inflacionarios y fiscales, altos niveles de equidad, priorizar la unidad del Mercosur y fortalecer entidades financieras de la región.

Roque Fernández (1996 a 1999)
Que los holdouts pidan que repongan la cautelar
La cláusula RUFO llegó al debate público hace poco, porque cuando se hizo la reestructuracón de 2005 los temas centrales de amplio debate fueron el tamaño de la reestructuración (US$ 80 mil millones) y la quita de 75% junto con la ley cerrojo. Esos fueron los grandes temas del momento, mientras que la RUFO surge recién en el debate unos meses atrás, cuando la Corte de Justicia de los Estados Unidos decide no tomar el caso argentino.
Es lamentable que el Congreso no haya debatido esto que nos deja en una situación muy complicada. Creo que en la negociación de 2005 el presidente Néstor Kirchner y el ministro Roberto Lavagna se equivocaron.
Pero mirando cómo se están manejando las cosas desde la administración actual, veo que están teniendo una actitud prudente, pese a que yo soy crítico de la situación económica, que presenta un deterioro que es resultado de decisiones económicas equivocadas en los últimos años. Por eso, no creo que un posible default llegue a ser la única razón, pero sería un punto más que agravaría la situación que ya tenemos.
La sentencia está firme y tarde o temprano habrá que pagar. Argentina ya hizo clara la posición de no sentarse a negociar con los fondos para que eso tampoco dispare eventualmente la cláusula RUFO.
Creo que los holdouts deberían pedir que se restablezca el stay, sin condicionamientos, porque creo que nadie se ve favorecido con esta situación.

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