El socialismo rearma el equipo
El impactante procesamiento del vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, secundariza por estas horas los movimientos políticos transversales nacionales y provinciales camino al 2015.
El impactante procesamiento del vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, secundariza por estas horas los movimientos políticos transversales nacionales y provinciales camino al 2015.
Por primera vez en la historia un vicepresidente electo resulta procesado. De los 29 dirigentes que ocuparon el cargo desde 1853 ninguno atravesó semejante frente de tormenta judicial como para trazar alguna línea comparativa o como para permitir referenciar, al menos, un leading case (caso testigo) que pueda servirle a la presidenta de la Nación para intentar tomar una medida similar.
Y es allí, en Cristina, donde ahora deberán converger las miradas. Está claro que ante la gravedad de un procesamiento cualquier funcionario de semejante rango le presenta la renuncia a su superior inmediato. Es de uso corriente y forma parte del protocolo no escrito del poder. Y, aunque no trascienda por las vías formales, Boudou no será la excepción.
¿Aceptará Cristina una renuncia, le pedirá que tome licencia o todo seguirá como hasta aquí? Cerca de Balcarce 50, aunque no tan cerca del despacho presidencial, un alto funcionario le dijo el lunes pasado a La Capital que descreía de un posible pedido de renuncia del vicepresidente. Pero en política —y más en referencia a la toma de decisiones de la actual mandataria— nunca está escrita la última palabra.
La apelación. Cristina podrá argüir que todo ciudadano es inocente hasta que se demuestre lo contrario y que el fallo del juez Ariel Lijo podrá ser luego rechazado por las instancias de apelación. Tan cierto como que no existe norma alguna que obligue a removerlo del cargo, aun con el dictado de un procesamiento.
Las complicaciones para el gobierno son de índole política: el vicepresidente reemplaza a la presidenta cuando ésta viaja y también la representa cuando ella no puede viajar. Sin embargo, la situación judicial de Boudou fue motivo de decisiones estratégicas a la hora de designar a las autoridades que cubren la línea sucesoria. Cristina eyectó a Beatriz Rojkés de Alperovich de la presidencia provisional del Senado y logró que la Cámara alta designe en su lugar al ex gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora. El presidente provisional es quien queda a cargo de la vicepresidencia de la Nación en caso de acefalía.
En el gobierno creen —con cierta lógica— que una renuncia del vicepresidente podría generar un efecto cascada y envalentonaría a los jueces. Como se informó hace siete días en esta columna, actualmente hay 44 funcionarios con causas abiertas por presuntos delitos de corrupción. También a la hora de la defensa abroquelada de la continuidad de Boudou se dirá que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, está procesado en otra causa judicial y, sin embargo, no hizo uso de licencia ni renunció. De más está decir que el estruendo y el alcance no es el mismo que en el caso del vicepresidente, el segundo funcionario en importancia de toda la pirámide del poder.
Política santafesina. El procesamiento de Boudou rompió la letanía política que también en Santa Fe genera esa especie de anestésico premium que viene de la mano —y de las imágenes— del Mundial de Fútbol que va promediando su calendario en Brasil.
A menos de un año de las primarias que deberán consagrar los candidatos a gobernador y vice, intendentes, concejales y legisladores provinciales empieza a haber algunas certezas en el socialismo y un cúmulo de incertidumbre en la oposición.
Que Miguel Lifschitz y Mónica Fein (pertenecientes al mismo espacio político) sean los candidatos a gobernador e intendente es más producto de la necesidad y de la imposición de los hechos por vía del pragmatismo que de un dictado unánime de los corazones socialistas que definen las grandes acciones. Lifschitz, con sus dos gestiones en Rosario, y con una notable cosecha de votos en 2011 con su candidatura a senador, se transformó desde hace tiempo en el postulante natural de los socialistas.
La gestión a salto de mata que ha resultado hasta aquí la administración de Antonio Bonfatti en materia de seguridad impidió que pueda concretarse una candidatura propia. Todo parecía indicar hasta comienzos de 2014 que el ministro de Gobierno, Rubén Galassi, iba a convertirse en el "delfín" de la Casa Gris pero, al fin, el funcionario terminó siendo el principal auspiciante interno y mediático de la candidatura de Lifschitz.
Cara visible. De hecho, Galassi es la cara visible del Ejecutivo a la hora de anunciar y/o inaugurar obras o destinar fondos a municipios y localidades del interior. Es una regla sagrada de la política que quien está a cargo de las buenas noticias siempre tenga alfombrada una candidatura posterior. Los socialistas —prolijos y disciplinados— parecen haber relativizado ese costumbrismo.
Con una lógica blindada a puro pragmatismo una espada socialista lo resumió así: "No se habla más. Lifschitz tiene 30 por ciento de intención de voto, está instalado en Rosario y es un hombre con dos gestiones en el lomo. Fein no tiene números como los de Lifschitz pero va a mejorar la gestión y con ello la valoración". Por sobre las fundamentaciones, los socialistas tienen un gran elector cuya opinión es definitoria. Y Hermes Binner ha avalado hasta aquí los dos nombres.
El dilema radical. De cara a las Paso, el Frente Progresista podrá tener una competencia atractiva si es que el radicalismo por una vez deja de lado sus diferencias históricas y se encolumna detrás de la precandidatura de Mario Barletta. Así lo dejaron entender en una reunión de sus sectores internos, la semana pasada. Pero, primero, todos sus referentes deberán convencerse y convencer a los demás correligionarios de los beneficios de no saltar hacia el redil socialista que, siempre, los espera con las manos abiertas. No hay astilla peor que la del mismo palo, como lo demostró en 2011 la candidatura a vicegobernador de Jorge Henn, lo que en su momento derivó en roces políticos con Barletta.
En el peronismo santafesino, diputados y senadores que no están anclados internamente en María Eugenia Bielsa, Omar Perotti y Alejandro Ramos proseguirán sus negociaciones después del Mundial tratando de sumar apoyos de intendentes y presidentes de comuna. Uno de los principales impulsores sigue siendo el presidente de la Cámara de Diputados, Luis Rubeo, quien decidió encabezar una lista para su reelección en la banca, con la que competirá en las internas abiertas del PJ. Cerca de Rubeo niegan diferencias con el líder de La Corriente, Agustín Rossi, quien por estos días volvió a tomar distancia de un acuerdo político que no se referencie en el Frente Para la Victoria.
Atento a cómo se bambolea la imbricada interna peronista, Miguel Del Sel no rechaza ningún tipo de convite ni tertulia con referencias del movimiento. Sabe el presidente santafesino del PRO, sin embargo, que la mayor parte de la adrenalina nacional estará vez direccionada hacia la candidatura a jefe de Estado de Mauricio Macri, quien crece en las encuestas e intenta sumar dirigentes radicales en Santa Fe.
Salvo en el socialismo, la política se ha transformado para los partidos en un río revuelto que vuelve a mostrar signos perturbadores de extinción o crisis terminal.
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