jovenes promesas
Kicillof y los jóvenes K, estrellas que se apagan en medio de la turbulencia
Fueron elegidos por Cristina para ocupar lugares clave, pero dentro del Gobierno cada día se critica más sus decisiones y ganan enemigos.

Su único cortocircuito real con Cristina ocurrió hace un mes, cuando armó mal una resolución para el mercado de los biocombustibles, lo que generó un gran problema al mercado y a las provincias, que invirtieron muchos recursos en las plantas. “Cristina ordenó retrotraer la resolución”, explicó un funcionario del Gobierno. El episodio significó una bisagra en la consideración oficial sobre el joven viceministro: para muchos demostró por primera vez que sus decisiones tienen un techo.
Si bien no perdió poder, está desbordado: acumula cargos y tiene un equipo reducido de cinco asesores. “Va a la Legislatura porteña a negociar la venta de tierras para Procrear, tiene que administrar YPF, el mercado energético, participar del sorteo de las casas. No puede con todo, entonces no termina haciendo nada”, comentó a PERFIL un funcionario.
Este mes se cumple un año del lanzamiento de la “sintonía fina”, que buscaba recortar subsidios a los servicios públicos, para que paguen más los que pueden hacerlo. Pero finalmente ese ajuste no se implementó. La explicación que vino después fue que si se cortaban se perjudicaría el consumo. La planilla para renunciar voluntariamente quedó congelada a partir del segundo día de estar operativa, y apenas se anotaron unos pocos. En YPF, la capacidad de maniobra de Kicillof es reducida. Los juicios que tiene la empresa impiden que pueda vender acciones, un impedimento concreto para poder invertir.
La guerra con De Vido es fuerte. Cuando desembarcó en Enarsa, Kicillof se encargó de decir en privado que Roberto Baratta, el segundo del Ministerio de Planificación, se había “robado hasta el agua de las macetas”. La devolución de gentilezas llegó con el apagón que dejó la mitad de la Ciudad sin luz. Después del corte, De Vido hizo trascender que la Presidenta le había pedido que se hiciera cargo de la política energética porque Kicillof no supo hacerlo.
Algunos ministros del Gobierno piensan que, en realidad, CFK protege a la tropa de La Cámpora. “Cree que están para las segundas líneas, pero que todavía no tienen roce para jugar en las ligas mayores”, precisa un ministro. “Les tocará en las elecciones legislativas o más adelante”, adelantó.
José Ottavis, vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, también está en el freezer. Pero al contrario de lo que se cree (lo atribuyen al problema que tuvo con su ex pareja), la razón es una disputa de poder interna con Andrés Larroque, el secretario general de La Cámpora. Ottavis se niega sistemáticamente a que la JP sea absorbida por La Cámpora. En los despachos oficiales se dice que es el autor de la canción que dice: “Somos de La Cámpora y la JP hasta que nos convenga”.
En la lista de congelados está Amado Boudou. Le echaron el personal que había nombrado como ministro de Economía y ya casi no habla en público. No lo visitan intendentes ni legisladores, y empeora su suerte judicial. El vicepresidente está complicado en la causa Ciccone y Cristina no quiere ser arrastrada por esas desprolijidades.
Mariano Recalde, de la mesa chica de La Cámpora, tampoco hace buen papel en el Gobierno. Aerolíneas Argentinas genera un déficit descomunal e insume desembolsos multimillonarios por parte del Estado.
Diego Bossio es otra estrella K que se apaga. Hace tiempo que el director ejecutivo de la Anses tiene una relación distante con la Presidenta. Antes era la “mente brillante” y el hombre de consulta oficial para los temas económicos.
Juan Cabandié, jefe del bloque K en la Legislatura, tampoco cumplió las expectativas. Fue la cara “del modelo” en la Ciudad en las últimas elecciones y apenas logró el 14% de los votos. Sus gestiones en la Ciudad son criticadas dentro del oficialismo.
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