analista oficial
Laclau siguió de cerca el 8N, pero desde el lobby de un hotel de lujo
El sociólogo preferido de Cristina pedía novedades por teléfono, entre vino blanco y quesos. Trató de “basura” al fotógrafo de PERFIL.

Utilizaba el teléfono inalámbrico del lobby del lujoso hotel cinco estrellas Claridge, en el Microcentro porteño. Uno de los conserjes caminaba los mismos treinta metros que separan la recepción del bar cuando había una llamada para el intelectual K.
No necesitaba mirar televisión y mucho menos salir a caminar pocas cuadras hasta la avenida 9 de Julio para tener una noción de lo que estaba ocurriendo; al prestigioso historiador y sociólogo de Oxford le bastaba con algunas llamadas telefónicas.
Los quesos ya se habían acabado, pero el mozo procuraba mantener la copa a la medida que le gusta al académico, que siempre sabe cómo darle un sentido positivo al populismo.
Su calma entró en crisis y su educación derrapó cuando un fotógrafo de PERFIL ingresó al lobby del hotel y le pidió permiso para retratarlo. “¿De dónde es usted?”, preguntó Laclau. Cuando el reportero gráfico se identificó, comenzó con una catarata de insultos. “Echen de acá a esa basura, llamen a la seguridad”, reclamaba a los gritos.
La situación puso nervioso al intelectual angloargentino, a punto tal que durante la siguiente hora se la pasó haciendo llamadas por teléfono para denunciar el “hostigamiento” de PERFIL ante los oídos de sus interlocutores. Cada tanto se paraba de su confortable sillón para caminar hacia la barra y pedir el teléfono: “Me dicen que hay mucha gente en la calle, acá deben estar los de PERFIL”, repetía.
Después de una llamada hecha al inalámbrico que le alcanzaron, Laclau comenzó a desconfiar de cada una de las personas que estaban en el bar del hotel. Alguien le dijo que lo estaban observando. En aquel mismo sillón en el que con preocupación y los ojos bien atentos tomaba su vino blanco, el intelectual más mimado por la Casa Rosada suele recibir a funcionarios del Gobierno y atender a los complacientes medios oficialistas. Su habitación suele ser siempre la misma, la 913. Una de las más caras: doble superior, un promedio de $ 2.000 (más IVA)la noche. Pero a Laclau no le gusta pasar mucho tiempo en su cuarto.
“No creo que mañana vaya a ocurrir nada sustancial en el país”, había asegurado Laclau durante una entrevista al canal CN23. Se refería al promocionado 8N. Y arriesgó: “Para tener demandas hay que tener reivindicaciones específicas y quienes convocan a la movilización no las tienen”.
Pero las noticias que recibía Laclau desde el cómodo sillón de su predilecto cinco estrellas no eran buenas. Una multitud se movilizaba, y seguía incómodo después de la última llamada que recibió. El académico estaba seguro de que una de todas las personas que se encontraban en el bar del hotel era un periodista de PERFIL. Hasta que decidió informar de la situación a los mozos y al personal de seguridad del hotel.
“Creo que para que haya democracia la gente tiene que ser confrontada con opciones políticas, si hay pensamiento único no hay democracia. Ese es un problema que sucede en Europa, si no hay opciones políticas reales lo que se da es una confrontación entre el pensamiento del poder y opciones totalmente ajenas al sistema político que ponen en peligro el funcionamiento democrático”, había analizado Laclau 24 horas antes durante la entrevista con CN23.
El intelectual que antes había echado a los insultos al reportero gráfico seguía en su sillón, atento. Se acercó a la barra, se dio vuelta, caminó unos pasos e increpó a una persona que se encontraba tomando un gin tonic. “Dónde está la cámara, qué querés, hijo de puta. Sos de Noticias. Mostrame qué tenés ahí. Vos sos de PERFIL. Mostrame ya qué tenés ahí”, gritaba el intelectual mientras los otros circunstanciales clientes lo miraban. Un mozo lo tranquilizó. Laclau no encontró nada en el maletín de mano. Fue una mala noche.
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