domingo, 16 de febrero de 2014

delincuentes internacionales

AS GRABACIONES DE LAS CAMARAS DE SEGURIDAD EN EL DEPOSITO DE IRON MOUNTAIN CONSOLIDAN LA HIPOTESIS DEL FUEGO INTENCIONAL

Imágenes que queman

Las filmaciones pueden ser las únicas pruebas de cómo se inició el fuego, porque el incendio arrasó con el edificio. Los expertos se preguntan por qué no se allanan las oficinas del Gobierno de la Ciudad que guardan la clave sobre las habilitaciones al depósito.
 Por Raúl Kollmann

Tras la primera observación de las imágenes de las cámaras que enfocaban a los pasillos del depósito de Iron Mountain en Barracas, los que accedieron a las grabaciones llegaron a la conclusión de que hubo entre tres y cuatro focos de incendio. En caso de confirmarse, esto llevaría a la conclusión de que el estrago fue intencional. Establecer la intencionalidad hubiera sido imposible en los restos del depósito, porque el incendio arrasó con todo e incluso al día de hoy los bomberos siguen apagando focos y tratando de enfriar el predio. Pero las imágenes de las cámaras –que quedaron registradas en computadoras ubicadas fuera del depósito– marcan evidencias que van en el sentido de lo que públicamente sospechó el secretario de Seguridad, Sergio Berni: el incendio fue intencional. A esto se agrega un interrogante: ¿por qué la fiscal no allanó hasta ahora las oficinas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? Allí están las respuestas sobre las habilitaciones e inspecciones de un depósito que no debió funcionar porque, como lamentablemente se vio, no tenía estructura para hacerlo: en media hora colapsó.
Este diario accedió al diagnóstico que surge de las imágenes de las cámaras que enfocaban a los pasillos internos del depósito de Barracas. Lo que se ve es que no hay un único foco de incendio e incluso que hay cierta distancia entre los distintos orígenes de las llamas. De entrada, los primeros cinco empleados que declararon ante la fiscal que tiene la causa en forma provisoria, Marcela Sánchez, dieron ya un indicio: el tablero disparó una alerta, primero en un lugar y luego en otro. Un hombre de seguridad, Oscar Godoy, y una empleada de limpieza, Noemí Moya, fueron a constatar si había fuego después de la primera alerta del tablero. Sin embargo, no percibieron nada. Minutos después, se disparó otra vez la alarma, en otro sector: nuevamente Godoy y Moya fueron a verificar y esta vez sí vieron llamas. Entonces los tres empleados restantes, Javier Márquez Flores, Pablo Celedón y Mario Guanco, participaron junto a Godoy y Moya en una rápida movida para ver si podían sofocar el siniestro con los matafuegos. Lo que surge de las cámaras es que hay entre tres y cuatro focos, como mínimo.
Otra conclusión que deviene de las primeras observaciones de las grabaciones es que el presunto autor del sabotaje conocía la ubicación de las cámaras porque no aparece en ninguna imagen: “Sabía lo que hacía”, le contó a este diario la fuente que tuvo acceso a las tomas de las cámaras. La fiscal ha mantenido un cierre del grifo de la información sobre la pesquisa e incluso citó a declarar a quienes filtraron algún dato, por lo cual las fuentes a las que accedió este diario pidieron la reserva de sus nombres.
El peritaje de lo ocurrido en Barracas quedó a cargo de la División Siniestros de Bomberos de la Policía Federal, que designó como jefe de la investigación al comisario Hernán Núñez, un hombre de larga trayectoria y mucha reputación, que además es abogado y revista en el área desde 1986. Un problema que puede surgir es que la fiscal le encargó la pericia a esa división de Bomberos de la Policía Federal cuando tal vez aparezca una controversia justamente sobre la actuación de los bomberos. Es que, cuando se plantee la cuestión de las víctimas fatales, habrá que evaluar si era previsible o no el derrumbe hacia afuera de la pared que provocó las muertes de los seis bomberos de la Federal, un bombero voluntario y los dos integrantes de Defensa Civil.
Desde el punto de vista del seguro contra incendio, que sea intencional o accidental no cambia mucho, aunque hay una alternativa que debe investigarse. Las pólizas cubren totalmente un incendio intencional, a menos que se pueda probar que el titular de la póliza provocó el incendio para su propio beneficio. Es decir que si una persona pasa por la puerta y tira hacia adentro una bomba molotov, el incendio es intencional y la póliza lo cubre. Pero si alguien de la empresa provoca el siniestro para vender la propiedad, cambiar de rubro o cualquier otra intención semejante, la empresa de seguros no pagará, aunque más importante que eso es que la investigación penal girará en torno de Iron Mountain. En este caso, deberá verse si hubo intención de quemar información, algo que sugiere el abogado Miguel Arce Ageo, que representa a la familia de Pedro Baricola, fallecido integrante de Defensa Civil. El letrado pidió información sobre las empresas que guardaban documentación en Barracas.
En principio, el método utilizado sería con solvente, kerosén o nafta. Se le tiró un fósforo o algo semejante y luego el papel y el cartón, presentes allí en enormes cantidades, hicieron el resto. Algún testigo mencionó que se escuchó una explosión, lo que plantea la hipótesis de la nafta, que suele producir gases y el efecto explosivo. Según las fuentes, será muy difícil probar qué combustible se usó porque no quedó prácticamente nada del depósito. Es más, sin la filmación no se podría determinar el origen del incendio.
Quienes tienen vasta experiencia en incendios intencionales mencionan que no es inusual la intervención de un empleado enojado porque no le dieron algún cargo o por celos profesionales. Pero aquí entra el debate sobre el funcionamiento del sistema antiincendio. El abogado Arce Ageo sostiene que no puede ser casualidad que en una empresa tan sofisticada, la mayor del mundo en la materia, no hayan funcionado los aspersores o que existiera poca presión en las mangueras de agua. Es más, parece probado que el tanque de agua estaba vacío, lo que desde ya dejaba inhabilitado todo el sistema. Arce Ageo nuevamente apunta a la intencionalidad por esa razón y cree que existió voluntad de Iron Mountain de que se queme alguna documentación. También el secretario Berni orientó sus sospechas hacia esa hipótesis.
Quienes vieron las imágenes dicen que hubo algunos aspersores que parecen haber funcionado y afirman que los testimonios de los empleados no son tan contundentes en ese sentido. El gerente de Seguridad de la empresa, Héctor García, dijo que todo anduvo, pero que él no estaba aquella mañana. Desde la Fiscalía, en cambio, informaron oficialmente que los cinco trabajadores presentes en el momento del inicio del incendio coincidieron en que los aspersores no funcionaron, lo que da pie a las posturas de Berni y Arce Ageo. Y si se confirma que el tanque estaba vacío, todavía se tendrán que dar más explicaciones.
También refuerza esta última mirada lo publicado el viernes por Página/12: tiene que ver con el informe de la London Fire Brigade sobre el incendio, en julio de 2006, de un depósito de Iron Mountain en la capital británica. El texto es contundente: “Las llamas pudieron haberse iniciado por la participación de una acción humana directa”. Y, además, el mismo informe indica que “falló el sistema de rociadores porque fue inhabilitado”. Se habla entonces de sabotaje en dos sentidos: se usó llama para poner en marcha el fuego y se anularon los sistemas antiincendio. Arce Ageo mencionó esta semana, en diálogo con Radio del Plata, que hubo “un agente provocador”. Es lo que parece surgir de las imágenes.
Por lo que se sabe, Iron Mountain tiene tres coberturas. En primer lugar, el seguro contra incendio, que pagará todos los daños producidos por el siniestro. Ese seguro es brindado por una compañía de máxima importancia a nivel internacional. El punto clave será si el siniestro fue puesto en marcha por alguien de la empresa en beneficio de la empresa. Sería la hipótesis de la quema intencional de determinados archivos, pero en una acción planeada por Iron Mountain. Es lo que explicaría que no anduvieran los sistemas antiincendio. Las otras posibilidades son las del empleado que actuó movido por algún resentimiento o algún integrante de la empresa que, a cambio de un dinero, provocó la tragedia para hacer desaparecer algunos archivos en especial. En ambos casos, la aseguradora pagará por lo ocurrido. El segundo seguro es el de accidentes de trabajo: resguarda a los empleados de Iron Mountain, de los cuales ninguno resultó herido. El último seguro tiene que ver con la responsabilidad civil y es el que tendrá que afrontar la cuestión de las muertes, ya que no se trató de empleados de la empresa sino de personas de afuera: los bomberos y el personal de Defensa Civil.
De acuerdo con lo indicado por quienes vieron las filmaciones, como en el caso de Londres, nada será fácil de esclarecer. En la capital británica los bomberos se limitaron a evitar que el fuego se expanda y por lo tanto se quemó todo el depósito. En Barracas, las llamas arrasaron con todo, al punto que diez días más tarde sigue habiendo focos. Una de las posibilidades en las pesquisas de esta naturaleza es determinar los lugares de origen de las llamas y realizar pruebas químicas para ver si se utilizó combustible y en ese caso cuál fue el combustible usado. En Barracas eso va a ser imposible. Habrá que ver si aparece algún elemento de sospecha visualizando las imágenes en los días anteriores al fatídico estrago o si entra en escena algún testigo inesperado.

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