martes, 13 de mayo de 2014

La encuesta que recibió el Papa antes del documento de la Iglesia

La encuesta que recibió el Papa antes del documento de la Iglesia

Antes de darle el visto bueno al polémico documento episcopal, el Papa Francisco sondeó la opinión de los argentinos sobre temas calientes de la actualidad. El trabajo estuvo a cargo del politólogo duhaldista Jorge Giaccobe y fue entregado, en el Vaticano y en mano, el pasado 6 de mayo.

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Antes de darle el visto bueno al polémico documento episcopal, el Papa Francisco sondeó la opinión de los argentinos sobre temas calientes de la actualidad. No lo hizo, como podría suponerse, a través de los miles de punteros sacerdotales que la Iglesia católica posee a lo largo y ancho del país, sino mediante el método habitual de los dirigentes políticos: una encuesta.
El trabajo estuvo a cargo del politólogo duhaldista Jorge Giaccobe y fue entregado, en el Vaticano y en mano, el pasado 6 de mayo, es decir, tres días antes de que el Episcopado argentino diera a conocer el documento donde diagnosticó un país "enfermo de violencia". Como casi todo en esta historia, la cercanía entre ambas fechas no es casualidad.
Giaccobe viajó a Roma para entregar los resultados de su trabajo junto al legislador porteño Gustavo Vera, viejo amigo de Jorge Bergoglio y encargado de realizar la encomienda papal. La muestra fue de 600 casos, se recogió entre el 22 y el 30 de abril en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y el cuestionario cerrado incluyó consultas sobre la imagen de eventuales presidenciables hasta opiniones sobre cuestiones sensibles como despenalización de drogas e inseguridad. Gentil, el consultor puso como carátula la encuesta que le otorgaba al propio Francisco un 80% de imagen positiva –entre buena y muy buena–, varias veces por encima que la de cualquier otro dirigente local. "Con esa imagen usted es un referente político ineludible para Argentina", enfatizó Giaccobe, como si Bergoglio ya no lo supiera.
Es probable que el antikirchnerismo confeso del consultor haya influido en el tono de las preguntas, pero el contenido del cuestionario permite inferir por dónde pasan las inquietudes de Francisco cuándo observa el devenir político del país. "Para usted, ¿el ciclo kirchnerista está agotado?" se despacha la encuesta, que ofrece un resultado rotundo: el 62,6% dice que sí. En la misma sintonía un 57,2% de los porteños consultados dice querer que "el kirchnerismo pierda" y un 52% asegura que el país estará mejor o mucho mejor "después de las elecciones de 2015". Por lo magro de la muestra, esos números apenas reflejan el sentimiento de un sector de clase media que habita en el distrito más anti K del país. Pero Bergoglio sabe que la Capital es una caja de resonancia política con influencia en el resto del territorio nacional, en especial porque aquí se editan los medios de alcance nacional.
La encuesta que le entregaron a Francisco incluye datos sobre la imagen de distintos dirigentes. Para beneplácito papal, en ese estudio Gabriela Michetti es la política mejor considerada, seguida por Sergio Massa, Fernando Solanas, Julio Cobos y Daniel Scioli completando top five.
Lo más interesante, sin embargo, estaba en las páginas finales del informe, donde se plasmó la opinión pública sobre drogas, narcotráfico y seguridad. En el trabajo que recibió el Papa, el 57% de los entrevistados dijo estar "muy de acuerdo" con que "el narcotráfico es socio de una parte de la policía", mientras un 52,6% opinó que la connivencia también se da con "la política". Un 70% de los encuestados dijo sentirse inseguro "todo el tiempo" y un 66,6% opinó que "el avance del narcotráfico es la principal causa de la inseguridad".
Con estas cifras en la mano, Francisco mantuvo contacto con los obispos que, reunidos en El Cenáculo de Pilar, zurcieron el documento donde se habla de un país atravesado por la violencia y la inseguridad. En términos casi idénticos a la encuesta, el panfleto episcopal incluye menciones sobre el "avance del narcotráfico", pero a contramano de lo que se especulaba en la previa, el texto excluye cualquier referencia a un eventual debate sobre despenalización. Observando el trabajo de Giaccobbe se entiende por qué: consultados sobre si "hay que despenalizar el consumo de drogas", el 55% manifestó cierto acuerdo sobre avanzar en ese asunto que el Vaticano rechaza, mientras que sólo el 31,8% dijo estar en "nada de acuerdo" con esa posibilidad. Hábil como pocos para manejar los tiempos del público, Bergoglio debe haber pensado que aún no es tiempo de confrontar con la mitad de la población por un tema que ni siquiera el gobierno se anima a plantear.
A diferencia de lo que muchos creen y pregonan, la preocupación de Francisco sobre lo que ocurre en su país de nacimiento está vinculada a su rol de líder global: un Papa no puede ser un profeta mundial si no lo es en su tierra. Por eso el Pontífice sigue el minuto a minuto de la política local como en sus días de Cardenal. Y por eso, cada vez que recibe a un dirigente argentino, lo despide con el mismo pedido: "Cuiden a Cristina."
Pero la tregua no es absoluta, claro. Ese mismo 6 de mayo, antes de recibir la encuesta, el pontífice fue visitado por el juez federal Ariel Lijo, a cargo de causas sensibles para el gobierno, a quién instó a tener "prudencia, pero sin cobardía".

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