miércoles, 21 de mayo de 2014

Urribarri: entre la legitimidad y el irrealismo

Columna de opiniónUrribarri: entre la legitimidad y el irrealismo
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Sergio Urribarri, sin miedo al efecto bumeran de las críticas.
Como político que es, Sergio Urribarri goza de todo el derecho del mundo a mostrarse optimista respecto de su futuro. Lanzado muy prematuramente a la carrera electoral, lejos aún de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), tendrá que ser lo suficientemente realista para apreciar que largar primero no siempre es garantía de victoria. En esta especie de Derby político que serán los comicios de diciembre del año que viene, de innegable trascendencia, el silencioso estruendo de las urnas emitirá un veredicto inapelable. Las gateras tendrán muchos espacios para la largada, pero sólo un competidor saldrá ganancioso.Luis María Serroels
Especial para ANALISIS DIGITAL


En lo práctico y en términos éticos y también de sometimiento a las normas, el abandono del despacho con demasiada asiduidad para recorrer el país con erogaciones que se presumen importantes, merecería las pertinentes aclaraciones (un diputado opositor las pidió y se desconoce la respuesta que manda el artículo 13 de la Constitución entrerriana). ¿Es acaso tan diferente el ausentismo de un mandatario en campaña, de un paro de actividades que aleja a los maestros de las aulas, los empleados de las oficinas y los enfermeros de los centros asistenciales? Es cierto que en tan alto nivel, las tareas pueden abarcar todos los días de la semana y demandar un largo periplo territorial. Pero una cosa son las cuestiones específicas inherentes al cargo y otra la recorrida por el país presentándose en sociedad con vistas a la próxima contienda primaria de un agosto de 2015 aún muy lejano.

Los descuentos que rigurosamente sufren los agentes por orden del Poder Ejecutivo y que originan un largo debate sobre el constitucional e ignorado derecho de huelga, ¿no son aplicables a funcionarios políticos cuando su ausencia no responda a razones específicas de su investidura sino a necesidades proselitistas que la justicia electoral todavía no ha habilitado? El descuento por paro es el arma intimidatoria predilecta aunque la medida de fuerza se sustente en legítimas demandas.

Un informe pormenorizado sobre el origen de los recursos empleados para movilidad y estadía no resultaría ocioso y sería una respuesta sanamente republicana que frenaría las consabidas suspicacias reivindicando al gobernante. El costo de los vuelos, que ha incluído un viaje a Nueva York para una entrevista con el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz –un lujo que ningún contrincante de bolsillos flacos podría darse- seguramente debe tener una fuente de financiamiento inobjetable y por lo tanto sin impedimentos para ser revelada. Un buen desafío para que el flamante presidente del Tribunal de Cuentas exhiba su apego irrestricto hacia las incumbencias de su cargo.

Al inicio de esta semana se conocieron informes de la Cámara Nacional Electoral y otras bases de datos, donde se revela que la campaña legislativa del kirchnerismo de 2013 contó con aportes financieros privados de origen taxativamente prohibido. Cuando las barbas del vecino se ven rasurar, es bueno poner las propias en remojo.

Ya en el terreno de su incesante ajetreo con fines de posicionamiento y presentación en sociedad, ha sorprendido que el tono de los discursos del mandatario lo muestran como si ya ostentara la condición de presidente electo. Sus anuncios de que extenderá sus contactos hacia el exterior para conversar con los presidentes de Bolivia y Ecuador, como también con el ex presidente brasileño Lula da Silva, dan la impresión de que ya se siente ganador en proceso de armado de sus equipos y tejiendo relaciones en el orden internacional.

Un elemento curioso es que Urribarri ande prometiendo medidas que hasta ahora Cristina Fernández se ha negado a adoptar y que él mismo ha eludido reclamarle con un sobrado derecho que prefiere guardar en un cajón. Por ejemplo, la cita de un futuro nuevo régimen de distribución de los recursos a las provincias, en especial aquellos de los que se apropia indebidamente la Nación, suena alentador sólo hasta que se recuerda que hasta ahora no se ha atrevido a exigírselo al centralismo con las facultades que le asisten a partir de una firme defensa del federalismo (art.8º se la carta provincial). Y que adeuda, como sus pares del país, cumplir la Disposición Transitoria Sexta de la Ley Suprema que manda sancionar un régimen de coparticipación antes de culminar el año 1996. Mientras tanto se tolera el atropello del gobierno central que establece a su libre albedrío una cuestión fundamental.

Prometer una educación de excelencia suena promisorio, pero se sabe que en Entre Ríos hay graves problemas de infraestructura escolar, retrasos en las partidas ordinarias para el funcionamiento de los establecimientos y además, un nivel salarial en el sector docente que lo sitúa entre los peores pagos del país. Asimismo hay crisis en el sector de la salud, donde las carencias son reveladas por los agentes en el día a día, generando recurrentes conflictos al borde de una declaración de emergencia.

No es tema menor explicar las razones del durísimo impuestazo, el elevadísimo y agobiante endeudamiento y los magros haberes de los agentes estatales con su proyección hacia la clase pasiva. Déficit presupuestario, deuda flotante que superaría los 2.500 millones de pesos y además emisión de letras en moneda nacional y en dólares que quedarán como presente griego a su sucesor, hablan de problemas financieros que deberían preocupar.

Se habla de revalorizar el rol de los productores del campo, sin tener en cuenta la desvalorización que de ellos realiza la gestión de la presidente, cuyos resabios provenientes de marzo de 2008 parecen gozar de muy buena salud. Los agravios constantes traducen la medida del odio incomprensible hacia los hacedores de la riqueza nacional. Entre Ríos siempre ha sido parte activa y pionera de ese proceso que le provee al país miles de millones de dólares anualmente, en su dinámica permanente en pos del gran desarrollo nacional. El sorpresivo cambio en favor de la segmentación de las retenciones por exportaciones, nos remite a esos días cuando Urribarri hizo causa común y a libro cerrado con la Casa Rosada respecto de la inconstitucional resolución 125.

El entonces diputado nacional socialista Lisandro Viale diseñó un plan donde apuntaba precisamente a esa segmentación diferenciando bajo un principio de equidad a pequeños y medianos productores de los grandes pooles de siembra y por ende a las cargas fiscales. No se lo quiso escuchar.

A esta altura debe reflexionarse que el mandatario entrerriano no será valorado ni tenido en cuenta por lo que prometa ahora, sino por el balance certero y veraz de lo que haya hecho en sus dos períodos de mandato en su provincia. Por ejemplo, si sigue apoyando la explotación minera sin controles sobre contaminación y el empleo del fracking (fractura hidráulica) y se proclama como el mejor intérprete y continuador del modelo K, es probable que corra el peligro, por tal mimetismo, de ser vetado por reafirmar políticas que la sociedad viene rechazando. Los que demandan un cambio –y son cada vez más- difícilmente apoyen la continuidad.

Las cifras de la economía nacional seguramente van a necesitar, para revertirse, mucha sabiduría, esfuerzo y sentido común. Si Urribarri optó por vincularse con un economista laureado por la Academia de Estocolmo sin apelar al consejo que podrían brindarle los técnicos cristinistas, tendrá sus razones. Pero no es tarea fácil neutralizar las consiguientes aprensiones ciudadanas. Hay cosas que una profusa publicidad no puede transformar. La realidad siempre superará al relato.

El viernes 16 de mayo se difundió una visita a San Luis para firmar convenios y ello llevó a un medio a revelar que con este viaje había completado una ausencia de su provincia durante toda la semana. No faltan quienes recuerdan que dos décadas atrás existía un decreto que ordenaba a todo funcionario decidido a intervenir en cuestiones electorales, aún para tenidas internas, tomar licencia especial sin goce de haberes (hubo quienes lo hicieron) y designar a quien lo reemplace transitoriamente. Exista o no esa norma, una de las leyes no escitas más poderosas sigue siendo la ética.

Un aspecto que se le está escapando al mandatario y sus asesores, es que la gastada práctica de querer ganar terreno denostando a eventuales adversarios en la contienda, sigue resultando torpe y suele tener un efecto bumeran. Su ejercicio denota temores y desgasta innecesariamente.

Hablar de traidores conlleva un gran riesgo ante la obligación de ser muy preciso y memorioso, porque hoy se observan extraños acuerdos entre figuras que no hace mucho militaban en bandos fuertemente enfrentados y que no trepidaban en utilizar agravios recíprocos.

Si algo existe apto para convalidar el dicho de que “nunca digas de esta agua no he de beber”, es la política, al menos como se la concibe en una Argentina de posturas muy volubles que incorporaron al léxico nacional la palabra “borocotización” como paradigma de maleabilidad ideológica.

En los comicios de 2007 hubo artillería muy gruesa dentro del propio justicialismo que luego dio lugar a retornos no imaginados y al abandono del valor de la lealtad, tan machacado por Juan Perón. Pero a veces hay reconciliaciones que no son fruto del amor sino del miedo. En la legislatura entrerriana se han dado cruces de vereda que dejan perplejos a los electores, convirtiendo los mandatos en un juego infantil supeditado a eventuales mutaciones por conveniencia personal.

De aquí en más Sergio Urribarri –cuyo derecho a soñar en grande es legítimo- deberá examinarse ante la ciudadanía de todo el país, armonizando cuidadosamente sus mensajes con Cristina Fernández. Y no podrá ignorar que en la pista habrá otros competidores con similares expectativas pero códigos distintos. ¿Cuál de todos se animará a una autocrítica convincente, reemplazando la táctica de la intemperancia y la claque por una postura realista y alejada del silencio encubridor? El Frente para la Victoria se irá llenando de postulantes que pueden terminar en una riesgosa sangría nada buena para los planes de Cristina. Las mediciones de estos días lo sitúan a Urribarri con porcentajes que, al menos por ahora, no permiten entusiasmarse. Pero aún resta mucho tiempo. Una cuestión a no subestimar es que a veces las ilusiones colisionan con el irrealismo, ese pecado capital de la política. La bendición presidencial sobrevendrá recién cuando las encuestas dicten su última e inexorable sentencia. Antes no.

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