lunes, 14 de febrero de 2011

octubre, octubre, octubre que cerca estas

Rumbo a octubre

Las elecciones de este año, a todo o nada

Publicado el 14 de Febrero de 2011



En el centro de la escena, estará seguramente Cristina Fernández de Kirchner, buscando de este modo la reelección consecutiva que sólo obtuvieron en la historia argentina Juan Domingo Perón y Carlos Menem.
  El domingo 30 de enero comenzó el cronograma electoral de 2011. Si bien la fecha de los comicios presidenciales será el 23 de octubre, su trascendencia en términos políticos es enorme y atravesará todo el año. Será el séptimo mandato constitucional por voto popular desde la recuperación de la democracia en 1983. Se vislumbra un calendario electoral arduo, ya que además de la decisión central de quién va a gobernar la Argentina entre 2011 y 2015, se elegirán gobernadores en forma escalonada, la mitad de la Cámara de Diputados Nacionales, los senadores por las provincias de Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz, además de la gran mayoría de las intendencias, las legislaturas provinciales y municipales, sin olvidar las primarias obligatorias.
En el centro de la escena, estará seguramente Cristina Fernández, buscando de este modo la reelección consecutiva que sólo obtuvieron en la historia argentina Juan Domingo Perón y Carlos Menem. Será la misión de la actual mandataria la defensa no sólo de lo realizado por su gobierno sino de lo hecho por Néstor Kirchner entre 2003 y 2007. El ex presidente, fallecido el 27 de octubre de 2010, también tendrá un papel preponderante en la campaña, pues desde su memoria el kirchnerismo buscará recrear la utopía, fundamental para crear nuevos horizontes de lo que muchos visualizan como un tercer mandato.
El panorama disperso de los posibles candidatos de la oposición hace acariciar el sueño del oficialismo de alcanzar la victoria obteniendo el 45% de los votos, o bien quedar entre el 40 y 45% pero superando al segundo candidato por más del 10% de los votos, como exige la Constitución de la Nación Argentina, para consagrarse sin someterse a una desgastante segunda vuelta.
La oposición, con variantes, prepara sus armas en lo que entiende son los puntos más sensibles del gobierno: inseguridad e inflación. Pero el enfoque general de la campaña desde el oficialismo será muy diferente según quién sea el candidato principal de la oposición, es decir quién tenga más chances de alcanzar un probable ballottage.
Si el candidato fuera Ricardo Alfonsín, probable ganador de la interna radical, la principal discusión será la gobernabilidad, concretamente recordando los finales de los dos gobiernos radicales desde 1983, el de Raúl Alfonsín y el de Fernando de la Rúa. Los recuerdos de aquellos agitados días, que aún permanecen en la retina de muchos argentinos, estarán a la orden del día.
La respuesta del partido radical, aliado a sectores del socialismo, apuntará al estilo de construcción del poder por parte del oficialismo, y al rol de los sindicatos, especialmente el de Hugo Moyano. De esa forma se buscará el apoyo de los sectores medios, que históricamente han sido esquivos al peronismo, pero esa fórmula no seduce a algunos otros grupos, sobre todo a los más jóvenes. En síntesis, la discusión central será si puede gobernar la Argentina un presidente no peronista.
Por el otro lado, si el candidato fuera Mauricio Macri, hoy mejor posicionado en las encuestas y en un marco de alianzas con sectores del Peronismo Federal, la discusión se tornará más ideológica. A pesar del denodado esfuerzo de Macri de volcarse al discurso pragmático de la acción de gobierno, inevitablemente el debate se volcará sobre diferentes modelos de país: el esquema de las retenciones agropecuarias, el encause de la protesta social, las políticas de seguridad, los Derechos Humanos, la inserción internacional del país, y en definitiva el rol del Estado. Para Macri, mostrar su programa sin caer en una suerte de neomenemismo no le va a resultar tarea fácil.
Probablemente los apoyos desde el peronismo ayuden a Macri para sostener en el imaginario popular la posibilidad de un gobierno estable, pero tendrá un escollo que no tiene Ricardo Alfonsín: debe ganar la Ciudad de Buenos Aires con otro candidato que no sea él, Gabriela Michetti o algún otro, pero que le asegure el triunfo. No hay vuelta atrás de una derrota en la Ciudad.  
Los demás candidatos como Elisa Carrió o Pino Solanas apuntarán desde sus trincheras alternativamente a los demás candidatos con la intención de mejorar sus magras posibilidades. Otros candidatos, especialmente los del Peronismo Federal, difícilmente tengan chances de llegar a instancias decisivas, incluso con el apoyo implícito de algunos grandes medios nacionales.
Sin embargo, el panorama debe ampliarse a lo que ocurra en algunas provincias, especialmente Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y la ya apuntada Capital Federal. En la provincia más populosa del país, el rol siempre paradigmático de Scioli, la amenaza de De Narváez de repetir el triunfo de 2009 y la presencia de algún candidato sorpresa agitará el panorama hasta el día de la elección misma. Luego, las candidaturas a las intendencias del Conurbano y la conformación de las  listas para diputados nacionales de la provincia, que elige nada menos que a 35 miembros, tensarán los cierres de listas.
En Córdoba,  un revitalizado De la Sota promete darle pelea a Luis Juez, relegando al radicalismo al tercer lugar. En Santa Fe, la interna socialista compromete la continuidad de este sector político y mejora las chances de un peronista federal como Jorge Obeid o un kirchnerista como Rossi, o tal vez de Reutemann preparando motores, ahora sí,  para las nacionales de 2015.
Finalmente, en la Ciudad de Buenos Aires, a causa de una gestión con muchos traspiés de Macri y un Pino Solanas en retirada, algunos alimentan la ilusión de un triunfo del kirchnerismo, que meses antes de las presidenciales marcaría una ventaja excepcional

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