Mientras la monarquía inglesa vive una revolución, "el principito" reclama por sus hijas
Ahora las mujeres podrán reinar antes que los hombres y se permite a los herederos casarse con católicos. Pero el príncipe Andrés quiere otros cambios.Fotos.
Ver Comentarios
Por Darío Silva D'Andrea (*) | 29.10.2011 | 10:00
Beatriz y Eugenia de York llegan a la boda de Guillermo y Kate con el príncipe Andrés. | Foto: AFP
Ampliar Fotogalería
Hay quienes defienden en Gran Bretaña la teoría de que, para que la Monarquía sobreviva al siglo XXI, la familia real debe ser menos numerosa, menos costosa, menos pomposa y más trabajadora.
Uno de sus fervientes defensores es el príncipe Carlos, que a pesar de sus 63 años no pierde las esperanzas de ser el próximo rey de Gran Bretaña cuando fallezca su madre, la reina Isabel II, de 85 años, saludable, feliz y cómoda en su trabajo.
Quien no piensa así es el príncipe Andrés, que este año se ganó a pulmón los apelativos de “parásito” o “vergüenza” de la Familia Real, y a quien los cambios en el sistema están haciendo tambalear su posición y sus bolsillos.
WikiLeaks, la famosa agrupación que develó al mundo los secretos más delicados de la diplomacia mundial, sacó a relucir las peligrosísimas relaciones que el príncipe inglés -de 51 años, tercer hijo de la reina- mantuvo con dictadores, empresarios de reputación dudosa y hasta con un pedófilo.
Todas amistades logradas desde su papel de representante extraordinario del Comercio y la Industria británica en el extranjero, puesto al que tuvo que renunciar bajo presión.
Y justo ahora, cuando su credibilidad está por los suelos, sale a la luz la noticia de que está dispuesto a defender tenazmente a sus dos hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, para que cumplan un papel importante en la monarquía (es decir, que adquieran un papel activo) y no sean simples familiares “de segunda”.
En una charla con su hijo, Isabel II simpatizó con la idea de ampliar los horizontes “profesionales” de sus niñas (de 23 y 21 años) pero los cortesanos, cuya palabra en palacio a veces pesa incluso más que la de la soberana, insisten en poner freno a una cuestión que significaría, dicho vulgarmente, dos bocas más para alimentar.
El diario británico «Daily Mail» asegura que el príncipe Andrés (secundado por su ex esposa, Sarah Ferguson) “está decidido a ayudar a sus hijas para que se involucren en tareas reales y dispuesto a tener una batalla campal con los cortesanos, si es necesario”.
Una fuente anónima, sin embargo, parece mostrar que ni siquiera las princesas (que saltaron a la fama por los ridículos sombreros que usaron en el casamiento del príncipe Guillermo y Kate Middleton) saben por dónde empezar: “Beatriz no está realmente segura de qué trabajo le gustaría desempeñar, pero le interesan las obras de caridad, como a su madre”.
Por el contrario, son cada vez más los británicos -gente del pueblo, políticos, cortesanos y la prensa- que opinan que las princesas se deben abrir su propio camino en la vida, estudiar (de hecho, la mayor es egresada del prestigioso instituto de estudios económicos Goldsmiths College), trabajar y ganarse su propio sueldo, como hacen, por ejemplo, sus primos Peter y Zara, hijos de la princesa Ana, entre otros.
En la misión ahorrativa -que significará la reducción de asignaciones a cada miembro de la familia- la Casa Real informó que el costo del contribuyente británico para financiar la monarquía se redujo en 2,8 millones de dólares este año. Alan Reid, tesorero de Isabel II, afirmó que ella “está muy interesada en que la Corona siga reduciendo sus gastos en línea con las reducción al gasto público”.
Los principales sacrificios deberán hacerlos el príncipe Eduardo y los duques de Kent y Gloucester, considerados todos personajes secundarios de la familia, y especialmente el príncipe Andrés y sus dos hijas, a quienes muchos ingleses ven como personas totalmente innecesarias.
Mientras esta “guerra” se libra silenciosa por los salones del Palacio de Buckingham, donde el príncipe Andrés vive bajo el cobijo de su madre, el Reino Unido recibió muy bien esta semana la noticia de que la Commonwealth (Comunidad de Naciones bajo la Corona Británica) dio el visto bueno para que sean modificadas las leyes sucesorias.
En la cumbre celebrada el jueves, sus representantes decidieron por unanimidad derogar las leyes del siglo XVIII que discriminan a las mujeres del orden sucesorio británico, determinándose desde ahora “por orden de nacimiento”, y aplicándose a todos los descendientes del príncipe Carlos. “Por decirlo de forma sencilla, si los duques de Cambridge (Guillermo y Kate) tienen una hija, esa hija será un día nuestra reina”, informó el primer ministro David Cameron.
(*) Periodista, especial para Perfil.com
Uno de sus fervientes defensores es el príncipe Carlos, que a pesar de sus 63 años no pierde las esperanzas de ser el próximo rey de Gran Bretaña cuando fallezca su madre, la reina Isabel II, de 85 años, saludable, feliz y cómoda en su trabajo.
Quien no piensa así es el príncipe Andrés, que este año se ganó a pulmón los apelativos de “parásito” o “vergüenza” de la Familia Real, y a quien los cambios en el sistema están haciendo tambalear su posición y sus bolsillos.
WikiLeaks, la famosa agrupación que develó al mundo los secretos más delicados de la diplomacia mundial, sacó a relucir las peligrosísimas relaciones que el príncipe inglés -de 51 años, tercer hijo de la reina- mantuvo con dictadores, empresarios de reputación dudosa y hasta con un pedófilo.
Todas amistades logradas desde su papel de representante extraordinario del Comercio y la Industria británica en el extranjero, puesto al que tuvo que renunciar bajo presión.
Y justo ahora, cuando su credibilidad está por los suelos, sale a la luz la noticia de que está dispuesto a defender tenazmente a sus dos hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, para que cumplan un papel importante en la monarquía (es decir, que adquieran un papel activo) y no sean simples familiares “de segunda”.
En una charla con su hijo, Isabel II simpatizó con la idea de ampliar los horizontes “profesionales” de sus niñas (de 23 y 21 años) pero los cortesanos, cuya palabra en palacio a veces pesa incluso más que la de la soberana, insisten en poner freno a una cuestión que significaría, dicho vulgarmente, dos bocas más para alimentar.
El diario británico «Daily Mail» asegura que el príncipe Andrés (secundado por su ex esposa, Sarah Ferguson) “está decidido a ayudar a sus hijas para que se involucren en tareas reales y dispuesto a tener una batalla campal con los cortesanos, si es necesario”.
Una fuente anónima, sin embargo, parece mostrar que ni siquiera las princesas (que saltaron a la fama por los ridículos sombreros que usaron en el casamiento del príncipe Guillermo y Kate Middleton) saben por dónde empezar: “Beatriz no está realmente segura de qué trabajo le gustaría desempeñar, pero le interesan las obras de caridad, como a su madre”.
Por el contrario, son cada vez más los británicos -gente del pueblo, políticos, cortesanos y la prensa- que opinan que las princesas se deben abrir su propio camino en la vida, estudiar (de hecho, la mayor es egresada del prestigioso instituto de estudios económicos Goldsmiths College), trabajar y ganarse su propio sueldo, como hacen, por ejemplo, sus primos Peter y Zara, hijos de la princesa Ana, entre otros.
En la misión ahorrativa -que significará la reducción de asignaciones a cada miembro de la familia- la Casa Real informó que el costo del contribuyente británico para financiar la monarquía se redujo en 2,8 millones de dólares este año. Alan Reid, tesorero de Isabel II, afirmó que ella “está muy interesada en que la Corona siga reduciendo sus gastos en línea con las reducción al gasto público”.
Los principales sacrificios deberán hacerlos el príncipe Eduardo y los duques de Kent y Gloucester, considerados todos personajes secundarios de la familia, y especialmente el príncipe Andrés y sus dos hijas, a quienes muchos ingleses ven como personas totalmente innecesarias.
Mientras esta “guerra” se libra silenciosa por los salones del Palacio de Buckingham, donde el príncipe Andrés vive bajo el cobijo de su madre, el Reino Unido recibió muy bien esta semana la noticia de que la Commonwealth (Comunidad de Naciones bajo la Corona Británica) dio el visto bueno para que sean modificadas las leyes sucesorias.
En la cumbre celebrada el jueves, sus representantes decidieron por unanimidad derogar las leyes del siglo XVIII que discriminan a las mujeres del orden sucesorio británico, determinándose desde ahora “por orden de nacimiento”, y aplicándose a todos los descendientes del príncipe Carlos. “Por decirlo de forma sencilla, si los duques de Cambridge (Guillermo y Kate) tienen una hija, esa hija será un día nuestra reina”, informó el primer ministro David Cameron.
(*) Periodista, especial para Perfil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario