El periodismo que vuela bajito
Publicado el 30 de Octubre de 2011Por
Periodista y escritora.
También todos nosotros, los periodistas de los medios públicos, junto con el resto de todos los argentinos, subsidiamos, por ejemplo, la luz que consumen Clarín, La Nación, Radio 10, Radio Continental, Radio Nacional, etcétera.
El hartazgo de escuchar una muletilla que no sólo es ofensiva sino mentirosa puede ser un resorte que impulse a escribir, por ejemplo, esta nota. Escuché durante estos años en que se debate el rol del periodismo y de los medios de comunicación en la democracia –impulsado por la discusión entre las corporaciones mediáticas privadas y el despliegue de los medios de comunicación públicos– que los periodistas que participamos de los medios públicos somos una especie de mercenarios que lo hacemos por dinero y no por convicciones. Una vara que podría aplicarse a los periodistas de los medios privados ya que nadie trabaja gratis en ningún medio sea público o privado. Siempre me opuse a la explotación de los periodistas que con la consigna de que paguen derecho de piso si son novatos no deben cobrar, enmascarado en el gesto “humanitario” privado de que adquieren experiencia, o en la mayoría de los casos estar precarizados con salarios menores al mínimo. Pero eso de periodismo “por plata”, mercenario, militante, etcétera, parece diluirse con el correr de este tiempo en que los argentinos han ratificado masivamente que prefieren, ahora, que el Estado regrese del saqueo maldito del neoliberalismo. Lo que no deja, en cambio, es escuchar a los grandes columnistas de los medios privados gritar que los programas que los cuestionan- como 6,7,8 u otros de los medios públicos, están pagados por “todos ellos”. Esto les daría derecho a censurarlos, se supone. Pero no me voy a detener en esos impulsos autoritarios de los narcisismos periodísticos. La cuestión es otra: sí, tienen razón, ellos pagan, como los 40 millones de argentinos, lo que pasa en los medios públicos. Pero el argumento es incompleto. Porque también todos nosotros, los periodistas de los medios públicos, junto con el resto de todos los argentinos subsidiamos, por ejemplo, la luz que consumen Clarín, La Nación, Radio 10, Radio Continental, Radio Nacional, etcétera. Subsidiamos los costos del papel de Papel Prensa que usan los diarios, sobre todo Clarín y La Nación, a través de la participación del Estado en esa empresa, o subsidiamos la luz de sus redacciones o los aportes patronales reducidos de sus patrones. Yo subsidio, como todos los periodistas de 6,7,8 y de otros medios públicos, de cada programa de radio o televisión, la luz y el transporte y el gas con que se alumbra, o se traslada o se calientan nuestros colegas en los medios privados y a sus patrones, claro, vivan en la Villa 21 o en la Avenida Del Libertador. A ninguno de nosotros se nos ocurre decir que les pagamos todo eso y argumentar que no tenemos que costearles parte de la vida porque no estamos de acuerdo con lo que dicen o escriben. No. Porque todos los argentinos participan poco o mucho en los salarios de todos los periodistas y en las ganancias de todos los empresarios. Estas líneas son sólo un llamado de atención a tantos colegas que insisten con esa muletilla –más propia de los accionistas de un medio privado que de un profesional– porque la discusión entre nosotros debe elevarse de ese sentido común de propietarios, del vuelo de martineta que da fijarse en el bolsillo y no en las ideas. Debemos debatir el papel de la comunicación en democracia y eso incluye a los medios públicos y privados. La Ley de Medios de la Democracia es un avance, una puerta de entrada al nuevo paradigma de la información como un derecho humano básico y no como mercancía. Los convoco a dejar de bastardear esta discusión como si se tratara de una discusión sobre un arqueo de caja, más propio de comerciantes que de periodistas. Y no insistan con que pagan mi salario. Me obligarían a hacer el ridículo: una manifestación para cortarles la luz a ustedes y a sus empleadores.
Periodista y escritora.
También todos nosotros, los periodistas de los medios públicos, junto con el resto de todos los argentinos, subsidiamos, por ejemplo, la luz que consumen Clarín, La Nación, Radio 10, Radio Continental, Radio Nacional, etcétera.
El hartazgo de escuchar una muletilla que no sólo es ofensiva sino mentirosa puede ser un resorte que impulse a escribir, por ejemplo, esta nota. Escuché durante estos años en que se debate el rol del periodismo y de los medios de comunicación en la democracia –impulsado por la discusión entre las corporaciones mediáticas privadas y el despliegue de los medios de comunicación públicos– que los periodistas que participamos de los medios públicos somos una especie de mercenarios que lo hacemos por dinero y no por convicciones. Una vara que podría aplicarse a los periodistas de los medios privados ya que nadie trabaja gratis en ningún medio sea público o privado. Siempre me opuse a la explotación de los periodistas que con la consigna de que paguen derecho de piso si son novatos no deben cobrar, enmascarado en el gesto “humanitario” privado de que adquieren experiencia, o en la mayoría de los casos estar precarizados con salarios menores al mínimo. Pero eso de periodismo “por plata”, mercenario, militante, etcétera, parece diluirse con el correr de este tiempo en que los argentinos han ratificado masivamente que prefieren, ahora, que el Estado regrese del saqueo maldito del neoliberalismo. Lo que no deja, en cambio, es escuchar a los grandes columnistas de los medios privados gritar que los programas que los cuestionan- como 6,7,8 u otros de los medios públicos, están pagados por “todos ellos”. Esto les daría derecho a censurarlos, se supone. Pero no me voy a detener en esos impulsos autoritarios de los narcisismos periodísticos. La cuestión es otra: sí, tienen razón, ellos pagan, como los 40 millones de argentinos, lo que pasa en los medios públicos. Pero el argumento es incompleto. Porque también todos nosotros, los periodistas de los medios públicos, junto con el resto de todos los argentinos subsidiamos, por ejemplo, la luz que consumen Clarín, La Nación, Radio 10, Radio Continental, Radio Nacional, etcétera. Subsidiamos los costos del papel de Papel Prensa que usan los diarios, sobre todo Clarín y La Nación, a través de la participación del Estado en esa empresa, o subsidiamos la luz de sus redacciones o los aportes patronales reducidos de sus patrones. Yo subsidio, como todos los periodistas de 6,7,8 y de otros medios públicos, de cada programa de radio o televisión, la luz y el transporte y el gas con que se alumbra, o se traslada o se calientan nuestros colegas en los medios privados y a sus patrones, claro, vivan en la Villa 21 o en la Avenida Del Libertador. A ninguno de nosotros se nos ocurre decir que les pagamos todo eso y argumentar que no tenemos que costearles parte de la vida porque no estamos de acuerdo con lo que dicen o escriben. No. Porque todos los argentinos participan poco o mucho en los salarios de todos los periodistas y en las ganancias de todos los empresarios. Estas líneas son sólo un llamado de atención a tantos colegas que insisten con esa muletilla –más propia de los accionistas de un medio privado que de un profesional– porque la discusión entre nosotros debe elevarse de ese sentido común de propietarios, del vuelo de martineta que da fijarse en el bolsillo y no en las ideas. Debemos debatir el papel de la comunicación en democracia y eso incluye a los medios públicos y privados. La Ley de Medios de la Democracia es un avance, una puerta de entrada al nuevo paradigma de la información como un derecho humano básico y no como mercancía. Los convoco a dejar de bastardear esta discusión como si se tratara de una discusión sobre un arqueo de caja, más propio de comerciantes que de periodistas. Y no insistan con que pagan mi salario. Me obligarían a hacer el ridículo: una manifestación para cortarles la luz a ustedes y a sus empleadores.
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