EL GOBIERNO MOSTRO QUE LA CARTA DEL PAPA A CFK FUE ENTREGADA POR LA NUNCIATURA
Ahora le toca jugar su carta al nuncio
Era un mensaje del Papa saludando a la Presidenta y al pueblo argentino por el 25 de Mayo, enviado por la embajada del Vaticano por los canales habituales. Pero un colaborador de Francisco dijo que era falso y desató la confusión. Fuentes eclesiásticas pusieron en duda los alcances de la desmentida del sacerdote.
Por Washington Uranga
Una carta del papa Francisco, real o supuesta, en la cual el jefe de la Iglesia Católica le transmite a la Presidenta un saludo para los argentinos con motivo de la próxima fiesta patria, se terminó convirtiendo ayer en tema en las redacciones de todos los medios. La misiva, fechada el 15 de mayo, fue difundida por Presidencia de la Nación por sus canales habituales y todo parecía normal y dentro de los términos propios del protocolo vaticano hasta que, desde Roma, el sacerdote Guillermo Karcher, un argentino que se desempeña en ceremonial de la Santa Sede, desmintió la veracidad de la misiva. Por su parte, el Gobierno, a través del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y del secretario de Culto, Guillermo Oliveri, afirmó que la carta “siguió el protocolo de siempre” y que salió de la “Nunciatura y fue recibida por medio del trámite normal y habitual”. Los funcionarios, que hablaron en conferencia de prensa y respondieron a las preguntas de los periodistas, se mostraron sorprendidos por la presunta desmentida vaticana. “No sabemos por qué el Vaticano dijo que esta carta era falsa”, dijo Parrilli y Oliveri agregó que “la secretaria del Nuncio, Marcela, nos confirmó que la carta salió de la Nunciatura (la Embajada de la Santa Sede en la Argentina) y para nosotros es auténtica”.
Se sabe que desde el Gobierno se hicieron durante toda la tarde de ayer intensas gestiones, todas infructuosas, para ubicar al nuncio Emil Tscherrig, a quien seguían buscando cerca de la medianoche. Tscherrig, obispo de nacionalidad suiza y de muy bajo perfil, que asumió funciones en el país en marzo del año anterior, podría ser la persona que brinde una explicación final sobre el, hasta el momento, confuso episodio.
Si bien todavía quedan puntos que deben ser aclarados respecto del incidente, es necesario relatar la secuencia de los hechos, aunque de ese mismo reporte surjan elementos que resultan confusos.
En la carta en cuestión, el Papa expresaba a la Presidenta, a quien se refería coloquialmente como “Cristina” y tuteaba, su “saludo y cercanía con motivo de la fiesta nacional”, agregando “mi más sentida felicitación a todos los argentinos, para quienes pido al Señor, por intercesión de María Santísima de Luján, que encuentren caminos de convivencia pacífica, de diálogo constructivo y mutua colaboración, y crezcan así por doquier la solidaridad, la concordia y la justicia”. El documento, enviado por la Nunciatura Apostólica, lleva la firma del papa Francisco.
Cuando la nota fue difundida por los habituales canales del Gobierno, e incluso publicada en la página oficial de la Casa Rosada, desde Roma surgió la voz de Karcher, quien entrevistado periodísticamente no solo afirmó que la carta “es falsa”, sino que agregó que “es un artista el que hizo este collage” ante el cual “uno se queda sorprendido, porque nunca ocurrió algo así”. Si bien el sacerdote Karcher no cumple funciones de prensa en el Vaticano sino en el área de ceremonial, se trata de un argentino que se cuenta entre los colaboradores cercanos del Papa, aunque entre sus funciones no aparecía hasta ahora la confirmación de los dichos del Papa. Su condición de nacional quedó manifiesta también por el uso del lenguaje coloquial para negar la autenticidad del documento papal: “Este es un hecho de muy mala leche... como dicen allá... los argentinos nos entendemos”.
En todo caso la pregunta sería: ¿a quién atribuirle la “mala leche”?
Tras la desmentida de Karcher, las especulaciones y las versiones poblaron las redacciones de los noticieros, los portales de noticias y los medios gráficos. Tras dos horas de suspenso y en medio de la confusión periodística, Parrilli y Oliveri aparecieron en vivo para brindar la versión oficial que ratifica el uso de los canales habituales y el haber cumplido los procedimientos que son normales en este tipo de situaciones. “Recibimos una nota verbal donde nos adjuntaba además un sobre cerrado dirigido a la Presidenta de la Nación.”
Los funcionarios, mostrando los sobres y la carta original ante las cámaras, contaron también que Oliveri remitió la carta a Parrilli, quien la abrió después de haber recibido orden para ello de la propia Presidenta. El texto, que no sorprende por su tono y que se ajusta al lenguaje habitual de la Iglesia y del Papa para estas ocasiones, fue difundido a través de la prensa presidencial.
Nunca más apropiado para decir que el diablo metió la cola. ¿Dónde? ¿En Roma? ¿En la Nunciatura? Nadie puede saberlo hasta el momento. Por lo menos, Karcher aseguró que el Papa no se enojó por el hecho sino que, según el vocero, sostuvo que “uno mira esas cosas y se ríe”. En Buenos Aires, fuentes eclesiásticas ponían anoche en duda los alcances de la desmentida realizada por el sacerdote.
En síntesis. Hay una carta del Papa, que salió de la Nunciatura, que recorrió los caminos protocolares habituales y sobre la cual un funcionario vaticano dice que es falsa. Para el Gobierno es auténtica. El Papa, que por diferencia horaria debería estar durmiendo en la casa romana de Santa Marta mientras en Argentina se debatía sobre la veracidad o no de su texto, guarda silencio. ¿El nuncio? Más allá de su bajo perfil, hoy debería develar el misterio.
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