lunes, 23 de junio de 2014

Avanza otra causa contra Luis Miguel Etcheverehe, en la que investigan la transferencia bienes de una empresa a otra

demás, los peones que trabajaban para la familia contaron cómo era la situación laboralAvanza otra causa contra Luis Miguel Etcheverehe, en la que investigan la transferencia bienes de una empresa a otra
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El Juzgado de Alejandro Grippo investiga operaciones financieras de la familia del presidente de la Sociedad Rural.
Avanza otra causa contra el empresario ruralista que busca determinar los mecanismos a través de los cuales el Grupo Etchevehere transfirió inmuebles de una empresa del grupo, hacia otra para sacarlos de una sucesión. Cuál fue el rol del financista Walter Grenón. En tanto, los hermanos Sergio y Antonio Cornejo, relataron cómo era la situación laboral en la estancia La Hoyita, de los Etchevehere. Este 14 de junio cumplieron 38 años “al servicio” de la familia del presidente de la Sociedad Rural. Contaron qué tareas hacían, en qué condiciones vivían y cuál era la relación que tenían con los distintos miembros del grupo familiar.La demanda penal por defraudación contra los dueños de la empresa Las Margaritas SA, Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural, sus hermanos Arturo Sebastián y Juan Diego, y la madre, Leonor Barbero, incorporó nuevos elementos en el expediente que tramita en el Juzgado de Alejandro Grippo. La investigación está centrada en determinar cuáles fueron los mecanismos financieros a través de los cuales el Grupo Etchevehere justificó la transferencia de una serie de inmuebles de una empresa del mismo grupo, Saer -propietaria de El Diario de Paraná- hacia otra compañía creada al solo fin de registrar dichas transacciones, llamada Construcciones del Paraná. El objetivo fue sacar de la sucesión de inmuebles y así perjudicar a su hermana. El actor clave que surge del expediente es el financista Walter Grenón, quien habría aportado la estructura financiera de sus mutuales para registrar “ayudas económicas” hacia Construcciones del Paraná por 4,5 millones de pesos.

La hipótesis de los investigadores es que los mutuos -ayudas económicas- fueron firmados para darle a la operatoria un manto de legalidad, aunque en la práctica sólo quedaron registrados como un asiento contable, sin movimiento efectivo de dinero. Construcciones del Paraná no registra actividad comercial desde su creación, que coincide con la fecha en que fueron transferidos los inmuebles. En el expediente ya consta que parte de la capitalización de esa compañía se habría realizado con un crédito solicitado por Las Margaritas SA y retirado por sus accionistas “para concretar otros negocios”, tal cual reconocieron en el expediente los propios imputados.

La empresa Saer es propietaria de El Diario de Paraná, histórico periódico de la familia Etchevehere. En 2010, dos de los accionistas, el ex diputado nacional Arturo Roosevelt Etchevehere (UCR-Entre Ríos) y el ex magistrado Ivar Etchevehere decidieron vender sus acciones y solamente quedó en la empresa Leonor Barbero Marcial, viuda de Luis F. Etchevehere. Con ella, Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego aumentaron su participación accionaria del 33 al 40 por ciento del diario, mientras que el restante 60 por ciento fue vendido al financista santafesino Walter Grenón, dueño de Red Mutual.

A la nueva composición accionaria de Saer le siguió otra operación, que fue la transferencia de 15 inmuebles por 14 millones de pesos hacia empresas de los mismos accionistas en juego, Grenón y el Grupo Etchevehere. Es decir, ocurrió una autocompra de inmuebles. De esta manera, los imputados lograron quitar bienes de una sucesión. Sin embargo, el juzgado de Grippo está investigando otra cuestión: cómo la empresa Construcciones del Paraná logró justificar los recursos suficientes para registrar inmuebles por 4,5 millones de pesos, sin tener actividad comercial aparente.

En la publicación realizada el 12 de mayo, Página/12 informó que una parte de la capitalización de esta compañía habría salido de Las Margaritas SA. Su accionistas tomaron un préstamo del Banco Itau por 1.066.000 pesos que retiraron en sus cuentas personales “para invertirlos en otros negocios”, tal cual declararon ellos mismos. Los nuevos elementos aportados a la causa tienen que ver con los mutuos entregados por Grenón para que Construcciones del Paraná pudiera justificar la compra de cada uno de los inmuebles.

Según consta en el expediente, la Asociación Mutual Unión Solidaria (AMUS) le entregó ocho mutuos a Construcciones del Paraná, entre septiembre y octubre de 2012, cuando las actas de transferencia de esos inmuebles fueron firmadas en marzo de aquel año. Por esta mutual pasó Viviana Grenón y la secretaria se llamaba María Alicia Salva. Esta última también figura como empleada de Nexfin SA, otra de las compañías financieras de Walter Grenón. Entre esta financiera y Arroyo Ubajay, Grenón se autocompró siete inmuebles de Saer por 10,8 millones de pesos.

En los mutuos entregados a la Justicia figuran como presidente de AMUS, Miguel Ángel Casim, y como tesorera, Marcela Fabiana Walpen. Esto es lo que apareció en los papeles. Pero quien ofició de negociadora entre los Etchevehere y Grenón para la confección de los mutuos fue Sandra Renón, directora de la empresa Nexfin. Y del lado de Las Margaritas SA, el negociador fue Guillermo Budassoff, contador de los imputados, y Esteban Vitor, síndico de la empresa, apoderado de Luis Miguel Etchevehere y vicepresidente del Pro en la provincia de Entre Ríos.

Las asociaciones mutuales de estas características prestan dinero bajo el concepto de “ayudas económicas” enfocados en sectores vulnerables a los que les cobran elevadísimas tasas de interés. Pero siempre por montos pequeños. La sospecha de los investigadores surgió cuando fueron incorporados al expediente una serie de mutuos -uno por cada inmueble autocomprado- por valores que no se mueven generalmente a través de las mutuales.

El total de dinero solicitado y entregado a Construcciones del Paraná, empresa del Grupo Etchevehere, ascendió a 4.495.849 pesos con el supuesto compromiso de devolver ese capital más intereses en un solo pago en efectivo, algunos en 2012 y otros en 2015, por un total de 6.028.337. La diferencia entre el capital y los intereses es de 1.532.488 pesos.

Para que el sistema de financiación no llamara tanto la atención, fueron confeccionados otros mutuos por un valor similar, correspondiente a cada uno de los inmuebles, pero financiados con tasas del 20 por ciento a pagar semestralmente, en 12 cuotas. Estos documentos también fueron incorporados en el expediente. La querella sostiene que los mutuos solamente fueron utilizados para justificar asientos contables, mientras que Grenón habría cobrado parte de los intereses como retribución “por sus servicios prestados”. Las comunicaciones entre los Etchevehere y Grenón darían cuenta de que los mutuos fueron armados para justificar la transferencia de cada uno de los inmuebles.

Según el informe periodístico publicado este lunes en Página/12, el Grupo Etchevehere también le habría jugado una mala pasada al propio Grenón. Al momento de firmar las actas de transferencia de los inmuebles, quitaron del acuerdo dos bienes destinados a Grenón, con el argumento de que ya habían sido transferidos en 2006 hacia otra empresa del grupo, Los Vascos Propiedades SA. Pero, según las pruebas aportadas por la querella, esa transacción realizada pudo concretarse a partir de la falsificación de firmas, según determinó el perito en documentología Ángel Iturria, registro nacional 3068/89.

Treinta y ocho años en condiciones de explotación 

En este contexto de movimientos financieros y complementación de algunas empresas para cometer, como mínimo, irregularidades, los hermanos Sergio y Antonio Cornejo relataron qué tareas hacían, en qué condiciones vivían y cuál era la relación que tenían con los distintos miembros de la familia Etchevehere, incluyendo al titular de la Sociedad Rural Argentina.

La mirada desgastada por el paso del tiempo y el maltrato. Palabras que contienen algo de bronca, mucho de sumisión, aunque también alguna esperanza de cambio. Los hermanos Cornejo, Sergio de 59 años y Antonio de 65, cumplieron el 14 de junio 38 años “al servicio” de los Etchevehere, en la estancia La Hoyita. Llegaron en 1976, tras el golpe de Estado cívico-militar. Empezaron con changas, junto a su padre, y después pasaron por todos los oficios: limpiar las malezas, cortar leña, alambrar, sembrar. Nunca recibieron un recibo de sueldo. Luego de la denuncia penal del Renatea, los Cornejo contaron que les “ofrecieron” dinero a cambio de que declarasen que no trabajaron en La Hoyita. Durante los últimos tres años, los hermanos vivieron en una casilla de cuatro por cuatro, sin luz, agua, ni baño. Sólo cobraban 450 pesos cada uno. Luego de la denuncia penal, fueron trasladados hacia otra casa. Esta semana presentaron un telegrama exigiéndoles a los Etchevehere que les paguen los sueldos adeudados desde 1976. Mañana brindarán su declaración testimonial ante el fiscal Samuel Rojkin, que investiga el posible delito de reducción a la servidumbre al que habrían sido sometidos durante 38 años.

Página/12 dialogó con Sergio y Antonio Cornejo. Ante cada pregunta, sobrevino una respuesta de pocas palabras. El que habló fue Sergio, seguido atentamente por su hermano. “Cuando entré acá tenía 21 años, después de hacer la colimba. Limpiaba el monte, trabajábamos en la estancia, siempre por unas moneditas”, contó. Acerca de con quién tenían trato, el hombre dijo: “Con Olivera, que era el capataz. El patrón era Miguel Lorenzo Barbero, el padre de Leonor (madre de Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere)”.

Sobre cuándo empezó el trato con Leonor Barbero, Sergio Cornejo manifestó que “cuando murió el padre”. “Ahora no trabajamos más. Nos paró el trabajo. Hasta hace poco sí trabajábamos”, agregó y aseguró que los último que hicieron fueron “las líneas, los alambrados, hace poco, menos de un mes”. El ex peón rural sostuvo que tenía trato con Arturo Sebastián Etchevehere: “Sí, Sebastián es administrador de acá, cuando no venía ella venía él”. Añadió que “nunca” tuvieron un recibo de sueldo, “nada”, acotó el hombre. Mucho menos una obra social. “Cuando queríamos un remedio, la señora (Leonor Barbero) nos daba una aspirina”, recordó.

“La estancia La Hoyita está ubicada en la localidad entrerriana de Rosario del Tala, sobre la Ruta 15. Cuenta con 2.280 hectáreas destinadas a la agricultura y la ganadería. Una parte de este campo forma parte de Las Margaritas SA, integrada además por las estancias Los Cachorros, Casa Nueva, El Supremo y Las Margaritas. En total, la empresa del Grupo Etchevehere totaliza más de 5.000 hectáreas. El campo La Hoyita pertenecía a la familia Barbero y fue heredado por Leonor, quien le transfirió el 42 por ciento de las acciones a la sociedad jurídica Las Margaritas.

Al momento del encuentro con los hermanos Cornejo, estaban retirando del campo parte de la cosecha de soja guardada en los silos bolsa a través del contratista Berardo Agropecuaria SRL.


Sobre qué ocurrió el 15 de junio, Cornejo expresó: “Estaba muy enojada, vino acá de noche, nos pidió que no dijéramos nada, que no trabajábamos acá. Vino con Juan Diego y Sebastián (Etchevehere) y nos dijo que, si no decíamos nada, nos iba a dar esta casa y 2.000 pesos a cada uno. ‘Ustedes digan que no trabajan acá’, decía. Maldonado (el actual capataz, casado con una sobrina de los Cornejo) también tenía que decir que no trabajamos acá. Pero es mentira: 38 años, el 14 (de junio) hizo 38 años”.

Contó que antes de eso los había llevado a otro lugar: “A Marcial. Nos hicieron firmar cosas y nos dieron 10.000 pesos a cada uno”. Precisó que lo rubricado fueron “dos o tres papeles, firmamos con el dedo y nos dieron la plata. Después nos llevaron a tomar un helado”. Quienes estaban eran “Leonor y Sebastián, más un contador y una mujer de otra oficina. No sé por qué nos dieron eso a cada uno, quizá pensaron que estaba todo arreglado”.

La alusión a las fechas y el tiempo transcurrido no es algo anecdótico. En junio de 1947 fue promulgado el estatuto del peón rural, instaurando una serie de derechos para los trabajadores del campo. Esos derechos fueron abolidos con el golpe de Estado cívico-militar de 1976, el mismo año en que los Cornejo ingresaron a trabajar a La Hoyita. Tuvieron que pasar 38 años para que los dos hermanos fueran considerados sujetos de derecho.

Antes de que los trajeran a esta casa sobre la Ruta 15, dentro de La Hoyita, Sebastián Cornejo dijo que estaban en otro lugar. “Adentro en el campo. Antes de que nos trajeran acá nos iban a poner el baño, el agua. Después nada”. Añadió que “por el año ‘80 y pico” vivieron “en una casa de material. La última era una casa tipo casilla”. Sostuvo que “era cuatro por cuatro”. “Tres años estuvimos ahí. Primero nos sacaron de la casa de material y después a la casilla. Nos habían hecho el baño pero faltaba el pozo. Teníamos que ir al campo. Habían comprado todo, el día viernes (antes de que salieran publicadas las primeras informaciones de la inspección del Renatea) habían comprado todo para hacer la conexión de agua pero el sábado se acabó”, relató.

Añadió que no les daban comida. “Teníamos que ir a Las Guachas, como a una legua. Íbamos caminando”. Narró que no tenían medio de comunicación: “Nada, nada, nos decían que iban a bajar la luz”. Dijo que para bañarse tenían que “ir hasta el molino y cuando llovía mucho teníamos que ir a un arroyito”. Acotó que en la cosecha sembraban “trigo, lino. Se sembraba mucho lino”, y soja “antes de que vinieran las máquinas”.

Ambos hermanos creen que los Etchevehere fueron injustos con ellos. “Vos te das cuenta, nos pagaban sólo 450 pesos a cada uno. Antes 300 a cada uno. Yo le pedía aumento y ella nos daba un poquito, por ahí te decía que no podía. Nos daba 50 pesos por ahí”. “¡¿Qué va a alcanzar?! Nos las rebuscábamos, pescábamos algo, cazábamos algunos animales”, acotó y dijo que le gustaría que las cosas fueran diferentes: “Sí, cómo no. Que podamos comprar comida, que nos alcance. Ahora no tenemos trabajo”.

La empresa Las Margaritas SA cuenta con más de 5.000 hectáreas y 3.500 cabezas de ganado. Según datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), solamente tiene declarados ocho trabajadores, mientras que el año pasado, sólo seis. Tampoco están inscriptos como empleadores en el Renatea. Los dueños de esta compañía, Leonor Barbero y los hermanos Luis Miguel Etchevehere, Juan Diego y Arturo Sebastián, son investigados por el posible delito de defraudación por los manejos financieros realizados desde Las Margaritas SA.

El miércoles 18 por la tarde, en una pausa de la conversación entre este diario y los Cornejo, Leonor Barbero y sus hijos Juan Diego y Arturo Sebastián llegaron hasta la puerta de la casa en dos camionetas. Sólo estaba Antonio, ya que Sergio se había trasladado a un campo contiguo para realizar una diligencia. A modo de puesta en escena, Barbero le “rogó” que no se fueran del lugar, “que sería un duro golpe para ellos”. Ese mismo día el fiscal Rojkin firmó el pedido de declaración testimonial de los Cornejo y otro denunciante, Francisco Taborda.

El hombre dijo que conoce a todos los hermanos Etchevehere, incluso a Luis Miguel. “Sí, el que tiene el remate (Etchevehere Rural SRL). Los conocemos a todos. Son cuatro. Tres hombres y una mujer, la Dolores. Los conocemos de trabajar acá”. Afirmó que en la estancia hay ganado y precisó: “Tenés como 900 vacas, sólo acá. El resto no sé. Y con terneros y todo”. Dijo que no conoce al sindicato de peones rurales y nunca escuchó hablar de la Uatre, aunque recordó que al lugar llegaron personas del Ministerio de Trabajo de Paraná. “Y no pasó nada, quedó todo en la nada, fue como hace cuatro meses”. Por último, opinó que a partir de la denuncia pública, algo pasaría. “Algo va a pasar, algo raro va a pasar… que nos paguen, algo nos van a tener que pagar”, completó

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