El lifschitzmo viene marchando
Miguel Lifschitz a gobernador y de Mónica Fein a la reelección, ambos enrolados en la misma línea interna. ¿Se viene el lifschitzmo?
Por los intersticios que deja la impactante noticia y los efectos de la citación a declaración indagatoria del vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, se filtran las primeras certezas respecto del futuro de la política santafesina, con un horizonte cada vez más despejado en el socialismo hacia las candidaturas de Miguel Lifschitz a gobernador y de Mónica Fein a la reelección, ambos enrolados en la misma línea interna. ¿Se viene el lifschitzmo?
Tras la resolución judicial que pone a Boudou más cerca que nunca de recibir un procesamiento, todas las miradas convergen en la presidenta de la Nación. Cristina definirá en las próximas horas con sus gestos, sus dichos o sus silencios qué futuro le esperará al vicepresidente, convertido en una auténtica piedra en el zapato para el oficialismo, más ahora cuando la intención oficial parece ir en busca de nuevos horizontes, nuevos avales y determinados blanqueos de situaciones que fueron muy criticadas desde todos los sectores.
El sinceramiento de los números del Indec, el acuerdo con el Club de París y las últimas piezas oratorias de la jefa del Estado haciéndose eco de la demanda dialoguista surgida en el tedéum del 25 de mayo pretenden mostrar signos de una nueva etapa que le permita a la presidenta disfrutar de un escenario de salida del poder menos tumultuoso y, a la vez, intentar recuperar alguna masa crítica más allá de los convencidos a la hora de definir la suerte del kirchnerismo en los comicios de 2015. En esa estrategia, la situación de Boudou es un muro que impide ir más allá.
La caída. Durante las primeras horas posteriores al fallo del juez Ariel Lijo no fueron muchas las voces oficialistas que salieron en defensa de Boudou. Salvo Agustín Rossi, Jorge Capitanich y Hebe de Bonafini —los más enfáticos— el resto del gobierno y de los dirigentes que orbitan en el reservorio K prefirieron escudarse en el silencio o bien evitar pronunciarse ante el llamado de los medios.
El caso de Boudou remite a una frase de Felipe González sobre los ex presidentes: "Son como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. Nadie quiere tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes". Boudou es el vicepresidente en ejercicio, pero a partir de su grave situación judicial también constituye un estorbo para la Casa Rosada.
El único indicio de la presidenta respecto del futuro de Boudou se dio a la hora de reemplazar a Beatriz Rojkes por el radical Gerardo Zamora en la presidencia provisional del Senado. El presidente provisional es el segundo en la línea de sucesión presidencial, detrás del vicepresidente de la Nación y por delante del titular de Diputados. Hasta aquí, Boudou está de viaje en El Salvador y la presidenta prefirió no emitir opinión pública sobre su número dos.
En Santa Fe, y como adelantó esta columna hace siete días, se consolidan las chances de Lifschitz como candidato a gobernador del socialismo, a quien esperaría una confrontación interna con Mario Barletta. A la opinión en esa dirección que la semana pasada brotó desde la Casa Gris con los dichos del ministro de Gobierno, Rubén Galassi, se le agrega ahora la del líder del partido, Hermes Binner, quien en una entrevista con LaCapital le levantó la mano a Lifschitz camino a la sucesión de Antonio Bonfatti.
Las chances del Frente Progresista se potencian en tanto y en cuanto desde el peronismo continúan bosquejando alternativas de relativa unidad pero sin llegar, hasta ahora, a ningún puerto seguro. La revelación por parte de este diario de un encuentro entre Miguel Del Sel y senadores del PJ agrupados en La Juan Domingo levantó comentarios en los campamentos peronistas y del PRO pero, hasta aquí, esa entente está lejísimo de concretarse.
Por estas horas los senadores y los diputados justicialistas trabajan en un borrador conjunto que se daría a conocer en las próximas horas, invitando a un "acuerdo amplio" para enfrentar al Frente Progresista en 2015. "Estamos convocando a María Eugenia Bielsa a participar de este proyecto de acuerdo político, pero las veces que llamamos no atendió el teléfono", comentó una fuente legislativa.
Los que dudan de la viabilidad de un frente común ejemplifican esa disidencia en la constelación de candidatos kirchneristas y antikirchneristas y en la cercanía de cronogramas entre las elecciones provinciales y nacionales. "¿Cómo vamos a hacer para estar todos juntos en Santa Fe al tiempo que nos vamos a estar sacando las pestañas compitiendo en las nacionales? Es imposible", señaló una fuente de Unión PRO.
Envión para Fein. Así como en el plano provincial gana cada vez más terreno la candidatura a gobernador de Lifschitz, en Rosario Mónica Fein recibió el jueves un fuerte espaldarazo de todas las fuerzas que componen el Frente Progresista local. Aunque desde un lado y del otro traten de quitarle significación política al acto realizado en el Patio de la Madera, la escenografía, los discursos y los gestos fueron en dirección de Fein, quien, incluso, ensayó un discurso picante en defensa de su gestión pero también crítico hacia potenciales opositores.
Los únicos ausentes de la constelación progresista fueron María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale, quienes hasta aquí vienen trabajando en sintonía con Jorge Boasso. Desde ese espacio (habrá que seguir de cerca si Boasso permanece allí o busca una construcción diferente, máxime tras su encuentro con Sergio Massa) se preparan para dar batalla al oficialismo del Frente, aunque en los últimos comicios compitieron por afuera de la coalición oficialista.
Durante la semana, el diputado nacional de la Coalición Cívica Pablo Javkin manifestó su deseo de ser candidato a intendente e hizo algunas críticas a la gestión del socialismo rosarino, aunque en el acto del Patio de la Madera su eterno compañero de ruta, el concejal Carlos Comi, fue el más vehemente defensor de la administración Fein, al punto de golpearse al pecho para reivindicarse como "bloque oficialista".
En el Palacio de los Leones todos confían en remontar la baja consideración que hasta aquí tenía la gestión, apuestan a un nivel mayúsculo de inversión en barrios en los que no tuvieron un buen resultado electoral y esperan que la diversificación de la oferta opositora se mantenga en pie.
Al margen de las cuestiones vinculadas a la política, los dos oficialismos (provincial y municipal) gozan hoy de una mayor tranquilidad en el ámbito de la seguridad pública, un inmenso nubarrón que los tuvo a maltraer hasta que Sergio Berni decidió ingresar al pago sin golpear, acompañado por una multitud de gendarmes. Por ahora, nadie piensa que las fuerzas federales, en algún momento, emprenderán el camino del adiós.
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