Sobre la unidad del peronismo santafesino
Reflexiones, por Alberto Joaquín
Algunos dirigentes del llamado Peronismo Federal están tratando de publicitar la idea que ninguna unidad es posible hoy en el peronismo, debido a que los proyectos de país de las dos vertientes en que estamos divididos: el Frente para la Victoria y el Peronismo Federal, son distintos. Luego extienden este concepto a los escenarios políticos provinciales y municipales, estimulando la algarabía del socialismo, conductor político del Frente Progresista Cívico y Social que integran con el radicalismo, el que a su vez está viviendo una conflictiva lucha por el poder.
En primer lugar debo decir que ninguno de los dos sectores del peronismo tiene un proyecto de país, no al menos como lo definió Perón en 1944, cuando siendo vicepresidente de la Nación presidió el Consejo Nacional de Posguerra desde el cual se elaboraron las políticas que más tarde implementaría desde su presidencia, transformando las estructuras económicas del país y la distribución del ingreso.
Las diferencias que existen son sobre temas de orden nacional, con una buena dosis de confrontación por el poder, como ya ha sufrido el justicialismo en otra épocas; ésto seguramente se expresará en el escenario político nacional, pero no debiera necesariamente condicionar las estrategias electorales en la provincia, y en nuestra ciudad.
Las razones para que ésto no ocurra son muy simples. ¿Que diferencia programática puede haber entre los distintos sectores justicialistas sobre temas que le interesen a los habitantes de Santa Fe y que permitan el progreso y bienestar de sus ciudadanos?
¿Qué puede separar a los auténticos justicialistas santafesinos que comparten principios doctrinarios, para desde ellos formular planes de gobierno para la provincia, municipios y comunas?
Nada nos separa. Acaso en los planes estratégicos en áreas como la administración seria del estado provincial , la industrialización, la educación , la salud, la seguridad, la política de empleo, la obra pública y su financiamiento, la defensa del medio ambiente, la atención diferenciada de las regiones y la población más vulnerable, ¿puede haber diferencias entre quienes se dicen peronistas?.¿Es posible que en la administración eficiente de los recursos municipales terminando con el despilfarro, para priorizar la solución del déficit en el transporte, el saneamiento, la salud pública, las obras de infraestructura, tapar los baches, coordinar los semáforos, cortar los yuyos, y otros más, se encuentren diferencias entre los justicialistas?
No lo creo. Las diferencias terminan cuando hay vocación de grandeza, se comparten los objetivos y se encaran los temas con seriedad, con fundamentos sólidos basados en el estudio y el conocimiento.
Sólo cuando prima el mero interés de ocupar alguna diputación o concejalía por encima de formular una propuesta coherente a la ciudadanía, se originan las divisiones.
Las elecciones provinciales, cuya fecha oculta el Gobernador Binner de forma poco decorosa, serán anteriores a las nacionales y nos posibilitan el proceso de unidad sin la interferencia del tema nacional. No se le pide a nadie que renuncie a su pertenencia, simplemente que la ejerza en el momento adecuado.
La ley de elecciones abiertas, logro del gobernador Obeid, nos da el instrumento para que podamos competir sin fricciones, y dejar decidir a los que nos votan sobre quién conducirá y quién acompañará.
Pero antes y después de ésto, se deben concretar dos hechos fundamentales..
El primero: un gran congreso partidario provincial, donde concurran dirigentes políticos y cuadros técnicos de toda la provincia, y se defina allí el programa a llevar a cabo por quienes participen en las elecciones. Este programa debe incluir las estrategias de gobierno a poner en marcha y ser ampliamente publicitadas para que los votantes conozcan cuales van a ser los ejes de gobierno del justicialismo, de resultar elegido.
Lo mismo debe ocurrir en las municipalidades y comunas, poniendo el acento en las problemáticas locales.
Cuando la ciudadanía tenga en claro que todos los candidatos del justicialismo por los que puede votar, llevaran a cabo el programa aprobado por todos, se eliminaran las dudas sobre si somos como el agua y el aceite.
El segundo: en caso de ganar, debe garantizarse la participación de todos los justicialistas en el gobierno, proponiendo cada sector sus mejores cuadros y respetando la aprobación que la ciudadanía le ha dado a cada uno de los participantes en las elecciones según sus resultados.
El justicialismo a través de los gobiernos de Reuteman y Obeid ha demostrado que puede gobernar y aún en situaciones difíciles llevar a la provincia al crecimiento y el desarrollo, muy lejos de los incumplidos “buenos tiempos” que, plagiando a los Rolling, prometieron a los santafesinos.
Hoy se debe plantear una nueva etapa para dar un gran salto en la inversión productiva y la justicia social, basado en los planes que la inteligencia colectiva del partido puede llevar a cabo, a través de los cuadros partidarios de todos los sectores.
No se puede desperdiciar toda la experiencia de gobierno acumulada y, por el contrario, debe ponérsela a disposición del bien común de todos los santafesinos.
Sólo intereses mezquinos que no están a la altura de lo que el momento nos exige, pueden evitar la unidad del justicialismo. Sobre ellos recaerá la responsabilidad de la derrota y de haber condenado, por cuatro años más, a sufrir en la provincia y en los municipios y comunas, la oquedad del gobierno del Frente Progresista Cívico y Social.
La propuesta socialista está agotada, la radical no evoca buenos recuerdos en la ciudadanía.
Debemos comprender que una amplia franja de la población, peronista o no, quiere un gobierno del justicialismo unido, para asegurar que ahora sí, vengan nuevos tiempos. Sepamos estar a la altura de lo que los santafesinos nos demandan.
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