“Kirchner fue un populista a medias”
29/10/10 Desde Inglaterra, el intelectual argentino más influyente en los círculos del poder dio su visión sobre la era política que marcó el ex presidente y respaldó a la mandataria Cristina Fernández.Antes de Kirchner, era la noche. Yo recuerdo a la Argentina arrodillada”, dijo el presidente venezolano Hugo Chávez al pisar el país para asistir al sepelio de su amigo, el ex presidente argentino. Uno de los intelectuales que pensó los nuevos liderazgos nacionalistas en la región con un enfoque postmarxista, es decir no liberal, es el argentino Ernesto Laclau. Residente en Essex desde hace décadas, él ha sido el teórico de la esfera internacional cercano a Carta Abierta, el grupo de intelectuales en apoyo oficial, y su paso por el Congreso Internacional de Ciencias Políticas, realizado este año en San Juan, lo tuvo como ponente magistral y visitante mimado junto a su esposa, la politóloga de origen belga Chantal Mouffe. Se espera que en enero grabará una programa de conversaciones para la televisión estatal, en el que participará la presidenta Cristina Fernández.
Sin embargo, Laclau niega que su obra sustente el andamiaje conceptual del matrimonio Kirchner, sobre todo su formulación de las democracias radicales, formas híbridas de gobierno en las que el antagonismo y el rol del adversario juegan un papel dinámico. “Eso fue un invento de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y Beatriz Sarlo”, rechaza. Aunque en la conversación no se privó de ironías sobre este diario, respondió con gentileza y se mostró apenado por la muerte de Néstor Kirchner, con quien sólo se reunió una vez y a quien llamó “un gran tipo”. “Fue él quien puso fin al ciclo menemista y dio un futuro a Argentina. Kirchner cambió el imaginario político del país, en el sentido de que la gente empezó a ver un futuro con un signo radicalmente diferente. Dio la impronta de la época.” ¿Qué diferencias ve usted entre las dos presidencias? Ninguna. Ambas se engarzaron, de hecho.
En el primer año de gobierno de Cristina Fernández, algunos veían al ex presidente como un lastre para que ella hiciera un mandato espectacular tras el cierre exultante de Néstor. Se mencionaba la herencia de Julio De Vido, entre otras.
No sé si eso es verdad, no creo que Néstor la opacara o limitara en modo alguno. Tengo mucha confianza en ella.
¿Y cómo imagina el futuro, en continuidad o ruptura? No conocemos una presidencia de Cristina Fernández sin su esposo.
Tampoco lo sé yo. Pero indudablemente el país se ha remozado con todo lo que pasó a partir de 2003 y seguirá avanzando en esa dirección.
Algunos de los mayores méritos de la gestión de Kirchner fueron corroídos por el paso del tiempo. Pensemos en uno muy propio: reconfiguró el Poder Judicial tras la corruptela menemista pero este año sostuvo una fuerte confrontación con la Corte Suprema.
Sí, no sabemos cómo continuará esa confrontación. Pero convengamos que es en los medios donde está planteado uno de los principales dilemas de poder, me refiero a la política de medios. Ocupa un lugar central en la dinámica argentina actual.
¿Qué hace que, a su juicio, resulte prioritario, anterior a deudas mucho más acuciantes, tan luego, demandas insatisfechas urgentes de grandes grupos mayoritarios? Hasta podemos ironizar que la apertura de medios oficialistas y la promoción del fútbol son la obra pública que Kirchner lega a la nación.
El deporte gratuito ha representado un cambio en la forma en que se viven ciertas cosas. Creo que el tema de los medios está en el centro de la discusión política actual. Qué pasará con el grupo Clarín en términos de la ley de medios tiene que ver en profundidad con las opciones políticas de Argentina en el futuro. Estas discusiones van a ligarse a otros temas y jugarán a fondo el año próximo.
Es sabida la influencia que ejercieron sus postulados sobre el populismo en el matrimonio Kirchner.
Ellos nunca dijeron nada de eso; eso son invenciones de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y Beatriz Sarlo. Por cierto, yo tuve varias conversaciones con Cristina Fernández de tipo muy general, hablamos de la situación argentina, problemas del país y de América latina. Pero ellos nunca trataron de obtener de mí un esquema conceptual que sirviera a su política.
Usted pensó el populismo en nuevos términos, lo desdemonizó y leyó como consustancial a la política. Esos criterios no terminan de ajustarse a lo que han sido estas dos presidencias.
Hay populismo cuando encontramos una serie de demandas insatisfechas que un régimen es incapaz de abarcar en su mediación institucional. Estas demandas necesitan ser expresadas por algún otro mecanismo no institucional del Estado. Tome el sistema tradicional de los punteros: allí había demandas y su satisfacción era controlada por el Estado. Pero cuando éstas ya no pueden ser absorbidas, aparece alguien por fuera del Estado que empieza a interpelar a esas fuerzas y las aglutina. Se puede tener populismo de derecha o de izquierda, pero siempre hay una interrupción del sistema institucional del poder.
¿Cómo se ubican las prácticas clientelistas en este modelo? El clientelismo es por definición antipopulista, por ser gestionado dentro mismo del sistema de poder. El populismo es una identificación masiva con alguien fuera de él. Perón es el caso más clásico; o Chávez.
Entonces, Kirchner no guarda relación con el líder populista en absoluto. Carecía de esa exterioridad.
Al comienzo de la era kirchnerista creo que comenzó a funcionar pero no llegó a plasmarse. No sé si se daba la situación para un populismo maduro; pensémoslo como un populista a medias.
¿No era suficientemente exterior o carecía del carisma necesario? Mire, honestamente, la idea de carisma, ya imagina usted por donde... No se trata de carisma sino de poder integrar las demandas de las masas.
¿Le parece un detalle el personalismo en los casos de Perón y Chávez, le negaría toda incidencia en esa capacidad de absorción? El carisma es una forma exterior de expresión de un proceso que debemos definir en otros términos. Si se piensa en el carisma de Chávez, muy bien, pero éste se construye a partir de toda una proliferación de luchas individuales que van creando la posibilidad de una representación distinta. Eso se evidencia en un todo que algunos llaman carisma. Pero no creo que ese factor defina nada.
Trataba de pensar en aquellas características que justificarían su “populismo a medias”.
Kirchner estaba al borde de ese carisma que usted menciona. Y a Cristina la veo como una líder potencialmente muy fuerte.
¿Cómo cree que jugará, en el contexto cultural latinoamericano, el hecho de que sea mujer? Deberá cursar presiones y acechanzas de sectores tan distintos como el PJ bonaerense, el poder sindical, el apremio de los gobernadores, todos ellos con una tradición fuerte de marca sexista.
No creo que eso influya. Cristina tiene una polenta que pocos varones tienen. La conozco bastante y creo en su capacidad de llevar las cosas adelante. Los factores que usted señala tienen que ver con las formas en que la política se define. Pero tiene toda la fuerza para ser una líder de envergadura.
Sin embargo, Laclau niega que su obra sustente el andamiaje conceptual del matrimonio Kirchner, sobre todo su formulación de las democracias radicales, formas híbridas de gobierno en las que el antagonismo y el rol del adversario juegan un papel dinámico. “Eso fue un invento de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y Beatriz Sarlo”, rechaza. Aunque en la conversación no se privó de ironías sobre este diario, respondió con gentileza y se mostró apenado por la muerte de Néstor Kirchner, con quien sólo se reunió una vez y a quien llamó “un gran tipo”. “Fue él quien puso fin al ciclo menemista y dio un futuro a Argentina. Kirchner cambió el imaginario político del país, en el sentido de que la gente empezó a ver un futuro con un signo radicalmente diferente. Dio la impronta de la época.” ¿Qué diferencias ve usted entre las dos presidencias? Ninguna. Ambas se engarzaron, de hecho.
En el primer año de gobierno de Cristina Fernández, algunos veían al ex presidente como un lastre para que ella hiciera un mandato espectacular tras el cierre exultante de Néstor. Se mencionaba la herencia de Julio De Vido, entre otras.
No sé si eso es verdad, no creo que Néstor la opacara o limitara en modo alguno. Tengo mucha confianza en ella.
¿Y cómo imagina el futuro, en continuidad o ruptura? No conocemos una presidencia de Cristina Fernández sin su esposo.
Tampoco lo sé yo. Pero indudablemente el país se ha remozado con todo lo que pasó a partir de 2003 y seguirá avanzando en esa dirección.
Algunos de los mayores méritos de la gestión de Kirchner fueron corroídos por el paso del tiempo. Pensemos en uno muy propio: reconfiguró el Poder Judicial tras la corruptela menemista pero este año sostuvo una fuerte confrontación con la Corte Suprema.
Sí, no sabemos cómo continuará esa confrontación. Pero convengamos que es en los medios donde está planteado uno de los principales dilemas de poder, me refiero a la política de medios. Ocupa un lugar central en la dinámica argentina actual.
¿Qué hace que, a su juicio, resulte prioritario, anterior a deudas mucho más acuciantes, tan luego, demandas insatisfechas urgentes de grandes grupos mayoritarios? Hasta podemos ironizar que la apertura de medios oficialistas y la promoción del fútbol son la obra pública que Kirchner lega a la nación.
El deporte gratuito ha representado un cambio en la forma en que se viven ciertas cosas. Creo que el tema de los medios está en el centro de la discusión política actual. Qué pasará con el grupo Clarín en términos de la ley de medios tiene que ver en profundidad con las opciones políticas de Argentina en el futuro. Estas discusiones van a ligarse a otros temas y jugarán a fondo el año próximo.
Es sabida la influencia que ejercieron sus postulados sobre el populismo en el matrimonio Kirchner.
Ellos nunca dijeron nada de eso; eso son invenciones de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y Beatriz Sarlo. Por cierto, yo tuve varias conversaciones con Cristina Fernández de tipo muy general, hablamos de la situación argentina, problemas del país y de América latina. Pero ellos nunca trataron de obtener de mí un esquema conceptual que sirviera a su política.
Usted pensó el populismo en nuevos términos, lo desdemonizó y leyó como consustancial a la política. Esos criterios no terminan de ajustarse a lo que han sido estas dos presidencias.
Hay populismo cuando encontramos una serie de demandas insatisfechas que un régimen es incapaz de abarcar en su mediación institucional. Estas demandas necesitan ser expresadas por algún otro mecanismo no institucional del Estado. Tome el sistema tradicional de los punteros: allí había demandas y su satisfacción era controlada por el Estado. Pero cuando éstas ya no pueden ser absorbidas, aparece alguien por fuera del Estado que empieza a interpelar a esas fuerzas y las aglutina. Se puede tener populismo de derecha o de izquierda, pero siempre hay una interrupción del sistema institucional del poder.
¿Cómo se ubican las prácticas clientelistas en este modelo? El clientelismo es por definición antipopulista, por ser gestionado dentro mismo del sistema de poder. El populismo es una identificación masiva con alguien fuera de él. Perón es el caso más clásico; o Chávez.
Entonces, Kirchner no guarda relación con el líder populista en absoluto. Carecía de esa exterioridad.
Al comienzo de la era kirchnerista creo que comenzó a funcionar pero no llegó a plasmarse. No sé si se daba la situación para un populismo maduro; pensémoslo como un populista a medias.
¿No era suficientemente exterior o carecía del carisma necesario? Mire, honestamente, la idea de carisma, ya imagina usted por donde... No se trata de carisma sino de poder integrar las demandas de las masas.
¿Le parece un detalle el personalismo en los casos de Perón y Chávez, le negaría toda incidencia en esa capacidad de absorción? El carisma es una forma exterior de expresión de un proceso que debemos definir en otros términos. Si se piensa en el carisma de Chávez, muy bien, pero éste se construye a partir de toda una proliferación de luchas individuales que van creando la posibilidad de una representación distinta. Eso se evidencia en un todo que algunos llaman carisma. Pero no creo que ese factor defina nada.
Trataba de pensar en aquellas características que justificarían su “populismo a medias”.
Kirchner estaba al borde de ese carisma que usted menciona. Y a Cristina la veo como una líder potencialmente muy fuerte.
¿Cómo cree que jugará, en el contexto cultural latinoamericano, el hecho de que sea mujer? Deberá cursar presiones y acechanzas de sectores tan distintos como el PJ bonaerense, el poder sindical, el apremio de los gobernadores, todos ellos con una tradición fuerte de marca sexista.
No creo que eso influya. Cristina tiene una polenta que pocos varones tienen. La conozco bastante y creo en su capacidad de llevar las cosas adelante. Los factores que usted señala tienen que ver con las formas en que la política se define. Pero tiene toda la fuerza para ser una líder de envergadura.
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