domingo, 20 de febrero de 2011

Política

Táctica y estrategia de la juventud K

Tienen entre 25 y 32 años, asomaron a la política grande tras la muerte de Néstor Kirchner y hoy, defensores a ultranza del modelo, empiezan a ocupar puestos clave en el Estado y en directorios de empresas con participación estatal. Aerolíneas, Canal 7, Aluar, son algunas de ellas. Quiénes son y a quiénes responden los jóvenes de la avanzada juvenil del kirchnerismo que hoy maneja presupestos millonarios
Por Laura Di Marco

Domingo 20 de febrero de 2011 | Publicado en edición impresa
Táctica y estrategia de la juventud K
. Foto ArchivoVer más fotos
Podríamos decir que nacieron en un funeral: el de Néstor Kirchner.
Porque fue después de esa muerte sorpresiva cuando los argentinos vimos, por primera vez y en toda su magnitud, a miles de jóvenes kirchneristas llorando a su líder. Entre ellos, los militantes de La Cámpora, la agrupación juvenil que había creado Máximo Kirchner a fines de 2003, en Santa Cruz, y ahora salía masivamente a la luz. Los mismos jóvenes que, en los últimos meses y habilitados por la propia Presidenta, saltaron desde los blogs y las calles al corazón de la real politik acumulando cargos clave en el Estado, ocupando directorios en empresas de primera línea y espacios en los medios masivos de televisión. En una palabra, creciendo en influencia y, sobre todo, controlando generosas porciones de la famosa caja K.
Es que, en estos meses sin Kirchner, el núcleo duro de la juventud K, cuyos integrantes tienen entre 25 y 32 años, logró acumular cocardas que hace rato perseguía: su propia "institucionalización", para decirlo en las palabras del grupo, lo que equivale a decir que la agrupación juvenil logró colocar a sus jóvenes dirigentes (o a los delfines de esos dirigentes) como representantes ante diversos factores de poder: el Ejecutivo, la Justicia, los medios y, quizá la mayor novedad, el mundo económico-empresarial.
Reconocen en Cristina a la única jefa política capaz de llevar adelante el "proyecto" (o el "modelo"), de allí que su meta de alta prioridad -y quizá la condición de su supervivencia- sea la reelección de la Presidenta, quien hoy les da vía libre para avanzar. Un apoyo poderoso, que despierta recelos dentro y fuera del Gobierno y que, además, convoca inevitables comparaciones históricas: ¿en qué se parece La Cámpora a la "juventud maravillosa" de los 70, de cuyo mentor, Héctor J Cámpora, tomó su nombre? ¿Son un revival, en versión light, de aquella efervesencia militante que en buena medida desembocó en Montoneros? O, más aquí en la historia: ¿tomaron algo de La Coordinadora alfonsinista? ¿Serán los "sushi" de De la Rúa? ¿O los "play station" progres, pero a los que les gusta vivir bien y con buenos sueldos del Estado, como chicanean los opositores lilitos's boys, los jóvenes que responden a Elisa Carrió?
Ellos, los de La Cámpora, por su parte, se definen como la única agrupación que logró seducir a muchos jóvenes desinteresados de la política, como no lo hizo ninguna otra agrupación juvenil de la oposición. La Cámpora sería hoy la nave insignia que guía a la distintas agrupaciones de la movilizada juventud K.
Sienten que, en el último acto de su vida, en el Luna Park, Néstor Kirchner les dejó dos mandatos: pelear del lado de los "buenos" y no aceptar "nunca menos", línea esta última que le dio letra al candombe de la propaganda oficialista, en el ciclo Fútbol para Todos. "Nunca menos" es un eslogan creado por La Cámpora, y tal como explica a Enfoques Federico Martelli, hoy director de Comunicación del Ministerio de Desarrollo Social, significa que "lo logrado en estos ocho años es un piso, no un techo, y que no podemos perder a manos de los ´enemigos´ del proyecto". Martelli fue parte de La Cámpora desde sus inicios y hoy milita en La Colina, agrupación que responde a Alicia Kirchner.
La categoría de "enemigos", por otra parte, incluye a todos los medios de comunicación que no se inscriben dentro del llamado "periodismo militante", de allí que ningún integrante de la plana mayor de La Cámpora haya aceptado una entrevista con LA NACION para esta nota, de la que son protagonistas. En eso también son hijos de Néstor Kirchner.
La herencia de Nestornauta
Hay una anécdota bien ilustrativa de la relación entre Kirchner y los dirigentes de La Cámpora que hoy lo homenajean, en su sitio de Internet (también tienen una revista), con dibujos del El Nestornauta, en alusión al héroe creado por Héctor Oesterheld, El Eternauta. Cuentan en la Rosada que un día, durante una reunión de la agrupación juvenil en la que los jóvenes presionaban por cargos, el ex presidente les dijo:
-Muchachos, yo estoy dispuesto a darles lo que ustedes se merecen cuando...
Su auditorio se detuvo, electrizado.
-...me traigan sus títulos universitarios, completó.
***
Estudiosa de la militancia revolucionaria de los setenta, la doctora en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame María Matilde Ollier analiza: "La generación de los 70 se entremezcló con una juventud contestataria global, que tenía la construcción del socialismo como un horizonte. Esa juventud de la revolución tenía como partner al hippismo, otra manera contestataria de vivir la vida. El proyecto revolucionario abarcaba la vida privada, pública y política de aquellos jóvenes y, consecuentes con eso, no vivían del estado argentino".
Desde la política, el economista y legislador Martín Hourest (hoy ensaya una alianza con Margarita Stolbizer, en la ciudad), que formó parte de la juventud en los ochenta, lo ve de otro modo: "Estos, en cambio, descubrieron la importancia del Estado para construir poder y forman parte de un modelo económico de matriz intervencionista. Ocupar cargos en el Estado y cobrar bien no me parece mal. Lo que me parece mal es que no existan controles sobre estos chicos cuando ejercen estos cargos con semejante poder de decisión".
Por su parte, y también desde la academia, el investigador del Instituto Gino Germani, Marcos Novaro, parece el más ácido con los jóvenes K: "Más que montoneros, son peronistas, por lo de unir negocios y política. Digamos que son discípulos de Néstor. A la juventud maravillosa de los setenta se parecen en la infalibilidad, la soberbia y la impunidad que sostenían aquellos: esto de creer que el mundo va para su lado."
Durante la última semana, la movida bloguera nac&pop, uno de los sellos culturales de los jóvenes kirchneristas, desembarcó en Canal 7, de la mano de uno de sus flamantes padrinos, el secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina.
Abal designó, con la luz verde de la Presidenta y desplazando en influencia al hoy caído en desgracia Aníbal Fernández, a Santiago Alvarez como nuevo gerente de noticias de la televisión K. Creador del blog "Ni a palos", Alvarez también está vinculado al presidente de Aerolíneas y militante camporista Mariano Recalde. El nuevo gerente K saltó a la fama durante la pelea con el campo, desde la peronósfera, compuesta por un universo de blogs hiperoficialistas que terciaron en la batalla comunicacional y que se hicieron visibles gracias al encuestador Artemio López, que los unió y colgó en su exitoso espacio Ramble Tamble. También navegante de la blogósfera K es Martín Rodríguez, que quedará al frente del Departamento de Contenidos del canal.
Pero hubo otros nombramientos recientes y rutilantes de los camporistas, allí por donde pasa el poder real. Como el del nuevo secretario de Justicia, Julián Alvarez, una suerte de nexo entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. También las designaciones en nombre del estado nacional, tras la estatización de las AFJP, de los militantes Iván Heyn y Norberto Berner en los directorios de grandes empresas privadas. El primero, que ya tenía otro cargo de peso como presidente de la Corporación Puerto Madero (entidad que controla el barrio más caro de la Capital), accedió a otro sillón en el directorio de la poderosa metalúrgica Aluar, el grupo comandado por Madanes Quintanilla, aliado del Gobierno en la reciente interna de la UIA. En conjunto, Madanes comanda una nave que factura U$S 1800 millones anuales. En tanto, Berner, que es hijo de desaparecidos, logró un puesto similar en Telecom.
Un dato curioso para entender La Cámpora: la materia gris detrás de los ascensos de Heyn en Aluar, de Berner en Telecom y de Alvarez en Justicia no es ni Máximo Kirchner, ni Andrés "El Cuervo" Larroque, secretario general de la agrupación, sino Eduardo "Wado" De Pedro, directivo de Aerolíneas, junto con Recalde, y un "cuadro técnico universitario", en palabras de la Presidenta. Wado, al igual que Norberto Berner y el legislador Juan Cabandié, también es hijo de desaparecidos -otro rasgo en común de la militancia camporista-, pero sobre todo es alguien que, a diferencia de muchos otros militantes juveniles que ni siquiera terminaron la secundaria, se formó para ejercer el poder. Además de ser abogado por la UBA, tiene un máster en Políticas Públicas que obtuvo en la Universidad de San Andrés. Por su trato directo con la Presidenta, algunos lo tildan de comisario político de la agrupación.
En contraste con los oropeles de Wado, "El Cuervo" Larroque, secretario general de La Cámpora y amigo de Máximo Kirchner, es de los militantes que no terminaron la secundaria. Como explica un funcionario con despacho en la Rosada que los conoce bien: "Estos chicos se dividen entre los de perfil militante y sin mucho estudio, los menos respetados aquí adentro, y los de perfil universitario, los cuadros técnicos para nutrir la gestión".
Larroque ocupa una Subsecretaría clave para el acceso a la información pública, que antes era de Marta Oyhanarte, la de Reforma Institucional. Por su parte, José Ottavis, otro integrante de la plana mayor, administra el Fondo de Capital Social (Foncap), que pertenece al Ministerio de Economía, pero también es funcionario en la Secretaría General de la Presidencia que comanda Oscar Parrilli, un interlocutor cotidiano de La Cámpora. Ottavis milita ahora para la candidatura porteña de Amado Boudou.
Un escándalo estalló a principios de este mes cuando fue desplazada de su cargo Miriam Quiroga, estrecha colaboradora de Néstor Kirchner, quien revistaba en el Centro de Documentación Presidencial que responde directamente a Cristina. La Presidenta decidió reemplazarla por Mariana Larroque, hermana de El Cuervo. Para completar el avance, en el frente mediático revista la militante bloguera Julia Mengolini, nueva cara en la televisión, y panelista en el programa "Duro de Domar" que produce Diego Gvirtz.
La juventud K contiene tres vertientes que confluyen en La Cámpora, mascarón de proa de las juventudes kirchneristas. Otra línea de la juventud K es La Colina, que responde a Alicia Kirchner. Allí revista ahora Federico Martelli, después de haber integrado hasta el año pasado la dirigencia de la agrupación creada por Máximo. "Nosotros tenemos mucho miedo de perder lo logrado en estos ocho años, porque el modelo tiene una estabilidad delicada y consideramos que hay muchos enemigos internos, no sólo externos", explica.
¿Scioli o Alberto Fernández serían enemigos internos del modelo? "Realmente, es irritante ver a Scioli hablando en TN. Yo creo que él se siente cómodo estando con Macri, con De Narváez. Alberto Fernández es irrecuperable."
-¿Y Sergio Massa?
-Es un pendejo liberal y ambicioso. Nunca confiamos en él. Es peor que Scioli.
-Pero algunos chicos de La Cámpora apoyan a Boudou, que fue de la Ucedé, ¿cuál es la diferencia?
-Mirá, el proyecto siempre oscila entre la gobernabilidad y el cambio. A Cristina le toca la gobernabilidad, integrar tipos como Boudou, mimar a De la Sota, lidiar con Scioli. A nosotros nos toca el cambio. Ya te digo: un liberal subordinado al proyecto sirve.
-¿Y la única en garantizar la continuidad es Cristina? ¿No se aliarían con otro jefe peronista?
-No, Cristina es la única jefa que puede garantizar lo logrado.
***
Como sucede con todos los fenómenos políticos, explicar La Cámpora en blanco y negro es muy difícil. Parecen convivir la mística sincera (como dice Ollier: "Es injusto pensar que todos los jóvenes se acercan a la polítca para hacer dinero con el Estado"), la militancia, pero también altas dosis de pragmatismo, límites éticos laxos (por llamarlo de algún modo) y un fanatismo que, por momentos, se acerca al discurso religioso.
Novaro, por ejemplo, pone en duda la afirmación candorosa de Federico Martelli. "Si no tuvieron empacho en aliarse con Blaquier, en la interna de la UIA, que no es, precisamente lo más progresista del empresariado argentino, ¿por qué no se aliarían con Scioli, con Urtubey, o con cualquier otro que los incluya?". La frase apunta, de lleno, al corazón de las eternas contradicciones K entre los dichos y los hechos. Una distancia que parece incluir a sus jóvenes cuadros.
En efecto, como dice el investigador del instituto Gino Germani, en la reciente interna de la entidad industrial, que hace unos días estuvo a punto de quebrarse, el Gobierno se alineó con el pope de Aluar, Madanes Quintanilla, apoyado por el jefe del imperio azucarero, Blaquier, de buena convivencia con el modelo K. En la misma línea, hace poco trascendió que el flamante secretario de Justicia, Julián Alvarez, desafectó a una colaboradora, empleada de planta, porque era morocha y gordita, y no respondía al perfil "profesional" que buscaba para su oficina. Un verdadero golpe al ideario progresista de La Cámpora, con un discurso que se desvive por los más vulnerables.
¿Podrían sobrevivir los jóvenes K sin Cristina en el poder? Esa parece ser la pregunta del millón, y la mayoría de los analistas y protagonistas de la política se inclinan por el no. Aunque en la Argentina nunca se sabe.
A ellos, por ahora, les alcanza con ir por la vida sintiendo que están en el bando correcto y que participan en una revolución que pelea por los buenos. Pero por sobre todas las cosas, avanzan convencidos de que el futuro es de ellos.
© LA NACION

No hay comentarios:

Publicar un comentario