“La única forma de crecimiento sostenible es con inclusión social”
Publicado el 17 de Octubre de 2011
El consultor de la ONU, reconocido como uno de los especialistas más reputados en materia de lucha contra la pobreza, explicó que “la cuestión no es distribucionismo o productivismo, porque si no hay participación importante de la población el crecimiento no se puede mantener”. Además dijo que “la irresponsabilidad social empresarial ha sido un factor detonante de la crisis global” y que en la Argentina “hay avances que todos los días son negados en los medios.”
Cada visita de Bernardo Kliksberg al país implica una maratón de entrevistas, conferencias y charlas en diversos ámbitos, desde Organizaciones No Gubernamentales (ONG) hasta las principales universidades del país. Su último paso por Buenos Aires, la semana pasada, no fue la excepción. Considerado como el padre de la gerencia social y uno de los mayores expertos mundiales en materia de lucha contra la pobreza, dialogó con Tiempo Argentino sobre los falsos dilemas que impone el relato ortodoxo. “La cuestión no es distribucionismo o productivismo. Si no hay participación importante en el crecimiento de toda la población, como la hay en Noruega, Suecia, Dinamarca, y como la hay ahora en Argentina, no hay crecimiento sostenible”, indicó. Reconoció los avances registrados en los últimos años, aunque aseguró que “falta muchísimo”.
–Usted viene trabajando sobre la inseguridad ciudadana, una problemática que forma parte de los ejes de campaña en las elecciones. ¿Qué visión tiene de la cuestión en nuestro país?
–El problema de la inseguridad es real y la ciudadanía tiene todo el derecho de reclamar seguridad en una sociedad democrática. Pero la cuestión está siendo falseada por varios actores interesados en su falseamiento. Hay que dar respuesta al problema de la inseguridad, pero hay que hablar seriamente, lo que significa desagregar los distintos tipos de delitos. El principal de ellos es el crimen organizado, con bandas de narcotráfico que tienen negocios múltiples, y son además multinacionales en muchos casos. Ellos son unos de los principales enemigos que tiene hoy el género humano, para enfrentarlo es fundamental mejorar, modernizar y fortalecer a la policía y a la justicia. Hay un segundo tipo de delito que yo llamo la “delictualidad joven”, que no tiene absolutamente nada que ver con la policía. Usar la policía sin marcos de referencias muy definidos transforma rápidamente eso en la criminalización de la pobreza.
–¿Cuáles son las causas de esa delictualidad joven?
–Tiene tres causas centrales verificadas hasta el cansancio desde el punto de vista del análisis econométrico: la desocupación juvenil –en toda América Latina, dependiendo del país, es el doble o triple de la tasa de desocupación promedio–, en segundo lugar la tasa de educación, el 50% de los jóvenes desertan de la secundaria en América Latina. Y en tercer término, la desarticulación familiar. Allí los estudios son determinantes: las dos terceras partes de los delincuentes jóvenes vienen de hogares desarticulados. Entonces, no se puede creer que eso se solucione con la policía, cuando esta no tiene absolutamente nada que ver con ninguna de las tres causas. Creer que se resuelve con alargar las penas o bajar la edad de imputabilidad y meter presos a los chicos de 14 es una de las mayores estafas que se le está vendiendo a la sociedad argentina. Y la venden medios masivos y órganos importantes de opinión en el país.
–El discurso de la mano dura…
–Desde Juan Carlos Blumberg en adelante, se ha convencido a gran parte del país de que el problema central está en la lenidad de la legislación para delincuentes jóvenes y en la justicia, que deja entrar por una puerta y salir por la otra, lo que lleva a reincidencias. O también que no le dan suficientes facultades a la policía para actuar o no hay un patrullero cada tres cuadras, etcétera. Pero la solución no tiene nada que ver con eso. Hay sociedades que han invertido recursos inimaginables en fuerzas de seguridad, como El Salvador, que en tres gobiernos sucesivos implementó la política de la mano dura de creciente manera, hizo todo lo que dice la leyenda en Argentina: declaró imputables a los chicos de 14 años de edad, consideró causal de arresto portar un tatuaje y hacinó las cárceles de chicos pobres. Como resultado, terminaron de empujar a la población excluida al único lugar donde los aceptaban: las maras. No hay correlación estadística entre número de presos jóvenes y reducción de la delictualidad joven. En cambio, sí la hay cuando se mejora la tasa de ocupación juvenil cuando mejora la cobertura educativa o cuando se fortalece los núcleos familiares se reducen las tasas de delictualidad joven. En el fondo, lo que se está haciendo es fortalecer el crimen organizado. Cuanto mayor sea el número de jóvenes excluidos, mayor es el ejército de reserva del crimen organizado.
–La Argentina tiene 900 mil jóvenes que no estudian ni trabajan.
–En este marco, la Argentina está mejor que el promedio de América Latina, pero está mal, entonces no es ningún consuelo. Para el Gran Buenos Aires se estiman en 500 mil los jóvenes que no estudian ni trabajan. Ha habido una masificación fenomenal de la educación en la Argentina en estos ocho años. Durante la gestión de (Carlos) Menem se gastaba el 3%, hoy es 6,47% del PBI. Ha significado en la práctica muchísimas más escuelas públicas, mejoras en los salarios docentes, el plan Conectar Igualdad, reconstruir la estructura deteriorada de la escuela pública, etcétera. Esos avances evidentes son negados todos los días por algunos medios masivos. Entonces, ¿están a favor o en contra de la educación?. Yo lo llamo pérdida de noción de la realidad. Yo pregono la universalidad del acceso en educación, salud, vivienda, en todos los derechos fundamentales. Por otra parte, no hay incompatibilidad entre institucionalizar y masificar. La buena gerencia social es hacer las dos cosas al mismo tiempo. Y de hecho, lo hace la AUH.
–Profundizar el modelo, al menos en cuanto a protección social, requiere mayores desembolsos. Para muchos, se trata de incrementar el gasto, pero usted lo ve no sólo como inversión, sino como de lo más productivo. ¿Por qué?
–El establishment argentino, así como tenía un discurso determinado sobre la teoría de los dos demonios, por ejemplo, también tiene un discurso económico social donde la inseguridad es el gran tema, y poner recursos en educación, salud, en la Asignación Universal por Hijo es un gasto. Hace 30 años que vengo escribiendo que no se trata de un gasto. Que ese concepto ya lo deslegitima. Es una inversión, porque reproduce con creces los fondos que se destinan. La tasa de inversión en salud, calculada por la Organización de la Salud (OMS), es del 600%: cada dólar invertido en salud pública tiene una tasa de retorno de 600% en reducción de la mortalidad infantil, materna, ascenso en la esperanza de vida, mejora de los niveles de años de vida saludable. La inversión en educación en niñas jóvenes se considera que es la más rentable que una sociedad puede hacer en el planeta: reduce la tasa de mortalidad infantil según Unicef a un 9 por 1000.
–Desde el punto de vista macroeconómico, ¿no implica un gasto?
–Otro de los mitos que acompaña todo esto, en otro plano, es la idea de que lo social es un gasto. No, es una inversión con efecto multiplicador económico neto. El multiplicador keynesiano de entregar protección a familias que están en la pobreza extrema o debajo de la pobreza mínima es de cinco veces. O sea, la demanda de bienes y servicios y el crecimiento económico se multiplica por cinco. Cada dólar que se entrega a un niño significa que se gasta íntegramente en productos que en su mayor parte los venden los pequeños y medianos almacenes. Los pobres no van a Carrefour. Entonces, el multiplicador en términos de mercado interno es totalmente virtuoso. Una de las objeciones del establishment cuando la presidenta Cristina Fernández decidió lanzar en escala gigantesca la AUH era que iba a desequilibrar las cuentas públicas. En todos los espacios donde me invitaban yo decía lo mismo: “Revisen un poco los libros.” Porque el programa lo que va a ser es expandir la venta de productos en la Argentina y aumentar la recaudación fiscal.
–Hablar de distribución parece fácil, pero en la práctica, llevarla a cabo es sumamente difícil. Parecería que primero es necesario asegurar altas tasas de rentabilidad empresarial.
–La interpretación de la realidad ha sido hegemonizada en los noventa por el pensamiento ortodoxo. Eso se transformó en la lectura de la realidad de gran parte de los empresarios argentinos. Además de que el país fue llevado al borde del colapso económico por la ortodoxia, hoy las principales economías desarrolladas del mundo están en crisis agudas por la aplicación del relato oficial. Entonces, hacer caso omiso a lo que sucedió en la Argentina de los noventa y lo que está sucediendo ahora en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Portugal Grecia, diría que es una situación de pérdida de noción de la realidad. Los empresarios que se reúnen y despotrican contra lo que llaman el distribucionismo han perdido la noción de la realidad. El distribucionismo no existe. El modelo no es distribucionismo o productivismo, es crecimiento con inclusión: es el única manera de crecimiento sostenible. Si no hay participación importante en el crecimiento de toda la población, como la hay en Noruega, Suecia, Dinamarca, etcétera, y como la hay ahora en la Argentina, no hay crecimiento sostenible, no hay mercado interno, no hay economías de escala, y hay una fractura de la cohesión social que rebota en más inseguridad ciudadana y peores condiciones para las inversiones externas.
–Usted tiene contacto frecuente con diversos foros empresarios. ¿Cómo reciben su discurso?
–Una parte del empresariado dirigente en la Argentina ha perdido noción de la realidad. Los empresariados, en otras realidades, están reaccionando muy fuertemente. Hablo con empresarios con mucha frecuencia, me invitan a foros. Están acostumbrados a invitar siempre a los mismos, que son los ortodoxos que les cuentan siempre el mismo cuento, que nunca se ha cumplido en la realidad, sino todo lo contrario. Cuando doy mi lectura me ovacionan, porque lo que cuento se acerca a la realidad, yo les explico que para que las empresas de ellos sean prósperas y ganen ellos tienen que seguir a Warren Buffet y no a Milton Friedman.
–¿Por qué?
–Warren Buffet explicó hace unos meses en una nota publicada por The New York Times que gracias a las desgravaciones fiscales de Bush, él paga menos impuestos que su secretaria. Les dice: “Yo soy el inversor más exitoso del planeta, jamás he conocido en los 30 años que llevo aconsejando a inversores un inversor que deje de invertir porque le aumenten los impuestos.” Existe la predominancia de un relato de la realidad en sectores de la dirección empresarial del país. La irresponsabilidad social empresarial ha sido un factor detonante de la crisis.
–¿Cómo se lucha desde los ámbitos académicos para cambiar el paradigma vigente?
–Venimos de fundar un programa en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA donde tomé los 100 mejores promedios de los egresados de los últimos dos años y que hubieran mostrado interés en la sociedad, que hayan trabajado en cualquier lugar sirviendo a la sociedad. Elegimos a 100, de cerca de 2000. El objetivo es formar una nueva generación de docentes en economía y gerencia para combatir el relato oficial y acercar a la realidad. Nuestra movida es la más grande de América Latina en este momento. El programa fue muy exitoso, lo comenzamos hace dos años y la presidenta personalmente decidió que se dicte en todas las 26 universidades nacionales del país. En este momento formamos docentes en todas las universidades nacionales del país. <
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