miércoles, 5 de octubre de 2011

grande jorge

Una entrevista con Jorge Bernetti, autor de El Peronismo de la victoria

“El libro viene a iluminar los nexos entre camporismo y kirchnerismo”

Publicado el 5 de Octubre de 2011

El texto abarca desde el regreso de Perón el 17 de noviembre de 1972 hasta el 13 de julio de 1974, cuando Cámpora renuncia a la Presidencia. A 29 años de su primera edición permite entablar un diálogo entre pasado y presente.
Triunfo e inspiración pero también derrota y contradicción. Desde esos paradigmas, el periodista, docente y cientista político Jorge Bernetti interpreta, en su libro El Peronismo de la victoria, el tiempo de una historia que va desde el 17 de noviembre de 1972, el primer regreso de Perón, y el 13 de julio de 1974, cuando Héctor Cámpora renuncia a la Presidencia. “Un momento protagónico para el peronismo revolucionario, una construcción histórica que con sus propuestas, su estilo y su enérgica pasión militante por la justicia social, la liberación nacional y la unidad latinoamericana–enfatiza su autor– van de un pasado inspirador a un presente de cambio”.
El Peronismo de la victoria, editado por Colihue y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, vuelve después de 29 años. Su contenido interpela al pasado, para adelantarse al presente, lo que lo convierte en un renovado aporte para conjugar dos etapas de la historia política argentina. Una mirada que también será una invitación a la polémica. Tiempo Argentino habló con Jorge Bernetti, para rescatar los aspectos esenciales de su libro.

–¿Por que decidiste reeditar El Peronismo de la victoria?
–La primera edición de este libro sale en 1983 en coincidencia con la derrota electoral del peronismo y ese contexto no permitió valorar en todos sus términos esta experiencia de la década de 1970. Además, la situación política actual de la Argentina explica las razones que me llevaron a reeditarlo. El Peronismo de la victoria tiene un prólogo de Eduardo Jozami y un epílogo de mi autoría donde trato de rescatar aquellas ideas e iniciativas que fracasaron en aquel entonces por la existencia de diversos factores que explico a lo largo de sus ocho capítulos, pero que hoy están presentes como nunca, a pesar de los 29 años que distan desde su primera edición.
–¿En esta reedición cambia el objetivo inicial que tuviste cuando lo escribiste?
–A pesar de tratarse de un contexto distinto al de aquel entonces, el libro viene a iluminar los nexos entre camporismo y kirchnerismo. Entender el proceso político actual requiere analizar el pasado; “la primavera camporista” no ha sido debidamente analizada, incluso la figura de Héctor Cámpora fue subvalorada. Sí, hay que destacar que Miguel Bonasso en uno de sus libros, El Presidente que no fue, ha sido uno de los pocos que escribe y analiza sobre esta experiencia.
–¿Cuáles son esos aspectos paradigmáticos de la época camporista que iluminan el proceso político actual?
–Si bien, como decía Cicerón, el hombre no vive de la historia, creo que hay mucho para reivindicar de Cámpora y del camporismo. Esto me permitió extender y reconocer esos hilos comunes que unen la experiencia de ayer con la de hoy. Como señalo en el epílogo de la nueva edición, la victoria electoral del peronismo de 1973, el breve y volcánico gobierno de Cámpora y el comportamiento de la izquierda peronista en la circunstancia, están hoy, en 2011, presentes como nunca en los 29 años que distan de la primera edición del libro. Por ejemplo, el camporismo exaltó la obediencia debida de las Fuerzas Armadas al Poder Constitucional. Si bien fueron muy módicas las reformas, es fácil hacer un paralelo conceptual con lo hecho por Néstor Kirchner en 2003 cuando saca el cuadro de Videla en el Colegio Militar o cuando nombra a Nilda Garré como ministra de Defensa, iniciándose un enérgico ciclo reformista de las Fuerzas Armadas. Yo he tenido la posibilidad de participar de esa gestión como director de Comunicación. También es cierto que si recordamos el discurso del ministro del Interior camporista, Esteban Righi, ante los mandos de la Política Federal encontraremos conceptos comunes a los del gobierno kirchnerista en materia de política de seguridad. Esos hilos conductores también traen la experiencia del entonces ministro de Economía, José Ber Gelbard al tropezar con la Sociedad Rural y las Confederaciones Rurales. Entonces no eran las retenciones –como en 2008– porque se trataba del impuesto a la renta potencial de la tierra. Otras de las reflexiones las hago en torno a la lucha gremial, la consigna de la democracia sindical, la lucha contra la burocracia, fue demonizada con el signo distintivo de “infiltrados” aplicado a la izquierda peronista y el camporismo. Hoy, la consigna de la democracia sindical es reivindicada por la oposición de derecha al kirchnerismo como un signo de lucha contra un supuesto totalitarismo en marcha. La experiencia del ’73 y, esencialmente, el camporismo nos permite advertir hasta qué punto sigue teniendo vigencia su programa. Volver por una crítica más ajustada de esa experiencia, donde la crisis del peronismo le abrió camino al golpe militar de 1976, nos allana el camino para valorar mejor la experiencia de hoy, inscripta en lo mejor del peronismo, en aquel que se frustró en 1973 y que regresó en 2003.

Bernetti propone analizar tanto el fenómeno del camporismo como la experiencia política actual desde algunos conceptos anticipados por John W. Cooke y continuados por otra vía– como la de Lauclau–, quienes aportan un nuevo significado al polisémico concepto de populismo y que, a pesar de las críticas tanto por derecha del liberalismo no democrático o del vanguardismo de izquierda, subraya, no niega la lucha de clases en ninguna de estas experiencias. Todo lo contrario. La discusión sigue abierta. <

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