sábado, 22 de octubre de 2011

menos mal que existen periodistas todavia en los que se puede confiar, no seria logico una explicacion del litoral o solo le interesa recaudar-.

Jaque Mate a la Restauración

Una vez más una explicación con pretensiones de aclarar algo en esta saga en torno a lo sucedido con la imagen de la Virgen de Guadalupe emplazada en el estadio de Colón, termina por empantanar la situación. Opinión de Pilo Monzón, Director Periodístico de Diario UNO.


Una vez más una explicación con pretensiones de aclarar algo en esta saga en torno a lo sucedido con la imagen de la Virgen de Guadalupe emplazada en el estadio de Colón, termina por empantanar la situación, sembrar dudas y multiplicar sospechas.

En el punto 8 del comunicado oficial firmado por “el cuerpo técnico y los jugadores de Colón a los católicos santafesinos” se expresa: “En ninguna de nuestras declaraciones, ni en las de las autoridades del Club, ni en las presentaciones judiciales, se dijo que era la misma escultura la que íbamos a colocar, porque sabíamos que eso era imposible. Tampoco fue lo que dijo el artesano en su entrevista con Diario El Litoral ni ningún periodista sostuvo que fuese la misma imagen. Todo se expresó con delicadeza para no llevar angustia a las personas que se sentían dolidas por la situación”.

Con sólo hacer un rápido repaso de algunos comunicados previos, podemos leer claramente el contenido de aquel que fuera dado a conocer el 8 de septiembre pasado, que tiene dos puntos claves: a) “La Virgen de Guadalupe no fue retirada de manera permanente” y b) “la misma será restaurada en los próximos días y bendecida”. Sólo un par de semanas después, se conocería otro pronunciamiento oficial. El 22 de septiembre los jugadores expresaron que “asumimos como propio el error de haber removido de forma temporal dicha imagen para su restauración y reubicación sin el debido consenso y asesoramiento de una autoridad eclesiástica”.

Otra de las alternativas que fueron puestas en cuestión a partir de los informes de Diario UNO fue un pretendido escrito judicial presentado en Tribunales el 14 de octubre. Más allá que dicho documento jamás entró en el despacho del juez Sánchez ese día, en la radio que parece obrar como acrítico brazo de las políticas editoriales de El Litoral, se leyó que“los jugadores y el cuerpo técnico de la institución motorizaron la iniciativa de retirar la imagen del sitio en el que se encontraba, a lo que el propio Lerche dio su conformidad ya que la intención de la remoción es la restauración y la reubicación”. Agregando además que ”el primero de los objetivos se concreta actualmente por parte del artesano que la elaborara originalmente hace años”.

Pero el pasado sábado iba a tener lugar la operación de prensa más grotesca que tuviera lugar en los últimos años en Santa Fe. El diario El Litoral titulaba que “La Virgen está lista para volver a su lugar”y añadía que “el artesano Saúl Miller, que la realizó en 2001, está a punto de concluir la restauración”. Miller, de acuerdo a lo que se lee en esa nota que fuera dada por cierta por radios, páginas webs pertenecientes a medios de comunicación y a periodistas con programas radiales y televisivos en horarios centrales dijo que “no sabía nada de lo que había pasado con la Virgen. Cuando me dijeron que la habían sacado y que había que restaurarla, me interesé”.

La recopilación de frases e ideas que fueran publicadas en El Litoral, se detiene en un solo objetivo: instalar la idea de la “Restauración” de la imagen original. Y su red de medios aliados con los que mantiene aceitados acuerdos institucionales, económicos y que parecen desplegar en no pocas oportunidades una manifiesta vocación servil, se sumaron al patético cometido.
Pero fue Diario UNO en su edición dominical el que desarticuló esta verdadera fragua. Luego, el propio escultor dijo el lunes ante la policía y la justicia que jamás había encarado una tarea de restauración tal como había sido publicada por el socio local de Clarín.

Después Miller se lo contó a cuanto medio de comunicación lo consultó y entrevistó. Y ahora, son los propios jugadores los que hablan de una nueva estatua de la Virgen encargada a Miller y no de la pretendida “Restauración” anunciada con bombos y platillos por El Litoral.

Triste, solitario y final. Los dueños de las páginas vespertinas se quedaron sólos en el ridículo. Le ordenaron a algunas radios y programas televisivos que no muestren la masiva respuesta a la multitudinaria misa de desagravio en Guadalupe. No pudieron detenerlo y mucho menos calmar el pedido de explicaciones frente a lo publicado por Diario UNO.

¿Qué hubiese sucedido con este episodio si no existiese el UNO? Si el escultor Miller no desmentía la supuesta “Restauración” a través de las páginas del matutino ¿qué hubiese pasado? La idea de marcar esto es para poner el foco en otro lado. No sólo en los jugadores que ya tienen en sí mismos un karma con toda la situación, sino en un medio de comunicación que pretendió imponer un embuste monumental. Sus medios aliados no son son capaces de reparar en la gaffe de la empresa de Gustavo Víttori. No dirán jamás, “El Litoral se equivocó en el planteo de esta noticia”. El temor reverencial a su persona y a su dedo admonitorio aun sigue vigente. Storni y Brusa usufructuaron ese silencio. Pero ya hay luminosas excepciones que comienzan a filtrar ese muro.

Una lógica que fue jaqueada haciendo periodismo

Cada vez son más burdos los intentos del vespertino local para tapar el tema. Opinión de Pilo Monzón, Director Periodístico de Diario UNO.


La burda operación de prensa orquestada por El Litoral en connviencia con las máximas autoridades del Club Colón quedó desarticulada a pocas horas de salir a la calle. Ni los acuerdos económicos, institucionales y políticos con varios medios de comunicación, algunos de ellos con servicios informativos cada media hora y con páginas web; tanto como las aceitadas vinculaciones con periodistas que cuentan con espacios centrales en radios AM y FM, con programas de televisión por cable y sitios web con información actualizada lograron el objetivo para el que trabajaron en forma coordinada: suspender la misa de desagravio que había convocado Monseñor Arancedo e instalar la idea de que la imagen de la Virgen de Guadalupe “se había restaurado” y que en breve “se la iba a entronizar en el mismo lugar donde había estado desde 2001 porque ya estaba reparada en su formato original”. Diario UNO puso en contraste ambas estatuas y focalizó el análisis en 10 puntos específicos. La intentona tiene antecedentes nefastos y durante años marcó una efectividad que resultó gravosa para la comunidad. Esa red de complicidad y silencio fue la que posibilitó perversos fenómenos como el ex Monseñor Storni o Víctor Hermes Brusa.


La subestimación de la ciudadanía santafesina a través de un dispositivo de prensa basado en la consigna: “El Gendarme habla, los demás apoyan, asienten o callan” esta vez se hizo trizas a sólo 48 hs. de haberse puesto en página.


Programas de radio y boletines informativos que hablaban de la reaparición de la Virgen “original” presentada por El Litoral. Medios que no tomaron una distancia operativa del fenómeno para subrayar un “según publica hoy El Litoral” o bien “de acuerdo a lo que se informa desde el vespertino local” se dio curso al “relato litoraleño”, ese que les indica qué decir y qué no. Por ejemplo, el vespertino no publicó una sola línea del desagravio multitudinario ocurrido en la Basílica de Guadalupe. Fiel a ello, una de las radios más importantes, tanto como sus programas decidieron suprimirlo de las noticias del día. “Estamos asistiendo a la posible destrucción de la Virgen”, dijo Arancedo ante centenares de personas. Esta noticia no llegó en el diario del lunes por la tarde y también desapareció de varios medios. Se sabe que las opiniones se debaten y los hechos son sagrados, sin embargo El Litoral intentó negar “en cadena” la noticia y sólo terminó por confirmar la alevosa maniobra.


En sede judicial, Saúl Miller terminó por admitir que había hecho una réplica de la imagen, no una restauración como intentó instalar el socio local de Clarín. Tras quedar develada “la opereta” no pidió disculpas a sus lectores. Sólo hubo una pequeña mención en una página perdida que remitía a un audio. Una sarasa impresentable. Tampoco lo hicieron los medios y los periodistas que se comieron la curva, la inolvidable gaffe de la que -voluntaria o involuntariamente- participaron. Ninguno de los afectados indirectamente por la maniobra del diario de Gustavo Víttori emitió una opinión sobre el tema. Nadie se atreve siquiera a nombrarlo o a marcar un señalamiento, aunque más no fuera en términos políticamente correctos. Nadie se atrevió a decir nada dejando en evidencia el temor reverencial al ex presidente de ADEPA, de la Bolsa de Comercio, etc.


Se comieron un embuste, quizás, el más grande que se recuerde en el último tiempo en Santa Fe y no le marcaron nada. Peor aún, para intentar acallar este santo papelón, el socio local de Clarín sabe que cuenta con empleados ad honorem en la señal de cable propiedad de Magnetto con sede en Santa Fe. Se olvidan que trabajan en el canal de Ernestina Herrera de Noble, la mujer acusada de un delito de lesa humanidad. Se cuidarán de nombrar la relación de Germán Lerche con Grondona. Y también la de Don Julio con Aranda y Magnetto para llenarse de dinero y vaciar el fútbol. Aranda y Magnetto, los que vinieron a inaugurar la planta de AGL donde se imprime El Litoral y se abrazaron con Gustavo Víttori. El mismo que junto a la dirigencia de Colón nos quisieron hacer creer que había una “estatua restaurada”.

Una operación fallida de El Litoral

El sábado, el vespertino local le asentó un fuerte golpe a su ya dañada credibilidad. Una historia que se diluyó en 48 horas.


La historia parece salida de una mala copia de Gabriel García Márquez, el mismo que escribió “Cien años de soledad” que arranca con un luminoso “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro” .

En la desteñida versión local alguien podría arriesgar que “Muchos años después, frente a un pelotón de recuerdos, un buen jugador de fútbol recordaría la alocada noche en que decidieron llevarse a la Virgen del estadio. Colón era por entonces, un equipo aquejado por los resultados negativos”. Y a lo largo de los capítulos podría desencadenarse una historia plagada de personajes del realismo mágico latinoamericano como el brujo ciego, un puñado de muchachos desesperados por cambiar su performance deportiva, vecinos de Monte Vera observando por la mirilla de sus puertas a un grupo de personas bajando la estatua de la Madre de una ciudad rodeada de ríos, los Obreros y sus golpes de maza, la irrupción de un Escultor místico y enfermo, un diario que dice ser Testigo de un milagro, un desagravio masivo encabezado por curas futboleros y el Escultor místico que muta en profeta de la Verdad y admite su pecado en los tribunales.

Pero hay otra historia. Menos colorida y más preocupante. La frustrada intención de diario El Litoral de instalar como verdad irrefutable que la Virgen de Guadalupe “original” había “reaparecido”, ya que su proceso de “restauración estaba a punto de culminar”, tiene un costado sumamente interesante para analizar, debatir y cuestionar. Es el que muestra la existencia de una matriz de producción informativa que se mueve en sincronía con intereses económicos propios y extraños; y que desde hace décadas viene afectando el desarrollo de la ciudad. Es la idea de ser el Gendarme Vespertino, el que impone o impugna los temas que se deben debatir en una sociedad.

Un enclave que mostró que aún cuenta con un importante vigor y que dispone de aceitados contactos, alianzas empresarias estratégicas y voluntades periodísticas férreamente alineadas, económica e institucionalmente con El Litoral. Bastó que el socio local de Clarín publicara en su tapa que “la restauración está casi terminada” para que varios medios locales lo tomaran en forma textual.

En la reproducción de esa noticia, daban por supuesto que se trataba de un hecho cierto. “El artesano Saúl Miller está a punto de concluir la restauración, la Virgen original está lista para volver a su lugar”, se publicó el sábado. Programas de radio y televisión, boletines informativos, columnas de periodistas y las páginas web de ellos y de varias empresas periodísticas locales no se permitían duda alguna sobre la nueva Virgen, ni su curiosa y estratégica reaparición justo la tarde previa a un desagravio encabezado por Monseñor Arancedo. Sólo Diario UNO publicó las notorias diferencias entre ambas imágenes.

Se quiso vincular a un pretendido ataque a Germán Lerche. Muy lejos de ello, Diario UNO lo eligió como uno de los santafesinos destacados de los últimos tres años, los del crecimiento institucional de Colón y la proyección internacional de la entidad, con su nuevo estadio y la Copa América como emblema. Una de las radios decidió borrar una frase de Arancedo (“Estamos asistiendo a la posible destrucción de la Virgen”) de los boletines informativos y contenidos de sus programas. No se utilizaba el “de acuerdo a lo publicado” o “según se informa desde El Litoral”. Se daba por hecho que la estatua puesta en tapa por el vespertino era la “original y restaurada”. Una vez más, Diario UNO desafió la lógica de “El Gendarme habla, los otros callan o asienten”. Esta práctica hizo posible años de silencio sobre oscuros personajes como el ex Monseñor Storni y Víctor Hermes Brusa. Los dueños de El Silencio, una vez más, quedaron expuestos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario