LAS DIFERENCIAS ENTRE GIUSTINIANI, BINNER Y LIFSCHITZ PARA DESIGNAR UN CANDIDATO A GOBERNADOR VAN EN NOTORIO AUMENTO.
Socialistas frente a una posible interna tan temida
Binner levantó en la semana el tono de la confrontación al insistir con sus preferencias por Antonio Bonfatti y fue el único que habló de la posibilidad de una interna. Lifschitz tragó saliva y Giustiniani se mantuvo calmo y haciendo cuentas.
Por Pablo Feldman
La única vez que hubo confrontación interna en el socialismo hubo ruptura posterior. Fue a mediados de los `90 cuando Héctor Cavallero mutó hacia el menemismo residual y enfrentó a sus antiguos compañeros. El resultado fue apabullante, la lista de candidatos a concejales del Intendente que encabezaba Rita Colli no logró si quiera un representante en el parlamento local. La que tenía a Hermes Binner como cabeza y respondía al partido- colocó 7 ediles. Fue un punto de inflexión para el socialismo y para sus principales dirigentes, a partir de entonces la estrella del Tigre comenzó a declinar, y la figura de su Secretario de Salud, empezó a crecer hasta llegar a transformarse en el primer gobernador socialista de la historia. Cavallero que fue el que produjo el quiebre en la vida política de Rosario, después de una notable gestión como concejal, y buenas intendencias, se sintió con derecho a determinar quiénes debían sostener y defender "su" proyecto. Tal vez el error original haya sido creer que era "su" proyecto y no el producto del trabajo y militancia de un grupo importante de compañeros a los que sin duda conducía con su impronta. Fue tan grande el logro que fue capaz de "derrotar al peronismo y al radicalismo yendo solo el PS" que se sintió capaz de todo, inclusive más adelante de "fumarse" al peronismo siendo candidato extrapartidario. Los resultados se conocen, la historia no es tan lejana.
Probablemente la comparación cause molestia, pero vale, sobre todo porque Binner fue protagonista de aquellas y fue uno de los adalides de la ruptura, secundado por Rubén Giustiniani, actualmente senador y Presidente del Partido. Llama la atención entonces que sea el gobernador el que dibuje un escenario donde el consenso no figura como principal alternativa. Tanto que Binner sostuvo que "si no les parece que tiene que se Antonio (por Bonfatti) vamos a interna". No fue planteado en esos términos en público, pero sí en un encuentro partidario un par de días antes de la descalificación de Miguel Lifschitz y Mario Barletta, donde por primera vez se lo expresó al intendente rosarino "face to face". Los asistentes al encuentro, incluídos los que llegaron y se fueron con Binner suponían que era una primera charla, en la que "el jefe marcó la cancha", pero no imaginaron que casi inmediatamente lo haría publico y del modo en que lo hizo.
Falta un año para los comicios en la provincia y no hay ningún otro "candidato" lanzado como Antonio Bonfatti en representación del oficialismo. Ni los Kirchner se han definido, o si lo han hecho no lo han dado a conocer. Y es lógico, porque el grado de exposición que alcanza el "candidato" sobrepasa al funcionario. Los futuros reportajes o reuniones con Bonfatti serán más con el candidato que con el ministro. Sin contar lo que puede esperarle si desde la oposición, varios Senadores del PJ -que quieren también ser candidatos a la Casa Gris- se ponen a llamarlo semanalmente para que rinda cuentas de su función. Bonfatti dijo que eso no le preocupa, más aún; recogió la lanza y se mostró dispuesto a defender la gestión cuando y donde sea.
Las encuestas no le dan bien. De los tres aspirantes -él, Lifschitz y Giustiniani- el de menor intención de voto es el preferido del gobernador. Si bien hay una buena diferencia a favor del senador Giustiniani, no serían números definitivos ni irreversibles, sostienen en el gabinete. Y Binner se ha propuesto cargarse al hombro la campaña, en la medida que efectivamente el candidato sea alguien que continúe "su proyecto".
Esa pretensión no debería ser distinta de la que esbocen los integrantes del Frente Progresista que participaron de la elaboración de la plataforma y programa de gobierno. Y he aquí la diferencia sustancial con la historia del comienzo. Binner sigue haciendo y propone hacer lo que le dijo al electorado. Aún con limitaciones, errores, o demoras, el programa del Frente Progresista se está ejecutando, y nadie se ha apartado de esa línea. Y eso sucede también en la mayoría de las intendencias, sobre todo en Rosario y Santa Fe, donde -según Binner- los jefes comunales deberían rendir un examen para ver "qué saben de Santa Fe". Una descalificación que trató de enmedar al día siguiente cuando rankeó con "10 puntos" la gestión de ambos y trató del volverlos a acomodar en la pista después de su propio despiste.
La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué Binner dijo lo que dijo? Y la respuesta es porque realmente es lo que piensa. A la que sigue, ¿para que lo dijo? Ya no hay tanta certeza. Algunos viejos militante del PS sostienen que al gobernador lo está preocupando el futuro en términos de inserción política. Si bien todo parece encaminado a que sea el candidato a vicepresidente de Ricardo Alfonsín, eso no significa que estará ocupado en el Senado a partir del 10 de diciembre del 2011. Lo que se sabe con seguridad es que será el ex gobernador de Santa Fe.
Binner capitalizó una situación con algunas similitudes. Si bien no es lo mismo volver al llano después de ser gobernador que tras una derrota electoral, Binner ya se fue una vez a su casa, después de haber sido el candidato más votado a la gobernación y derrotado por la promiscua Ley de Lemas. Esa noche en el hotel Ariston casi todos se llevaron sus "premios": Diputados provinciales y senadores electos, concejales, Giustiniani al Senado de la Nación y Lifschitz a la Municipalidad. Binner a su casa. A los dos años ganó los comicios para ser diputado nacional, hasta entonces se concentró en el CEMUPRO (centro de estudios municipales y provinciales) que dos años mas tarde, y ya instalado en la Casa Gris, es el sustento de la gestión, por encima de los cuadros partidarios.
Ni Lifschitz ni Giustiniani hablaron de confrontar en las internas abiertas, no sólo porque temen que se les cuele el radicalismo en una eventual disputa con dos listas del PS, sino porque sus esfuerzos están puestos en consensuar con la UCR la integración de la fórmula y ofrecerle al electorado santafesino una propuesta única y sólida como fue en el 2007 con Binner Tessio. Más allá de lo que se dice públicamente, y en vísperas de una negociación, la UCR no confrontaría con una sola lista del PS y buscaría el mejor acuerdo. Eso equivaldría a integrar el binomio, y acceder a ser segundos a cambio de otro tipo de integración de gabinete -más equilibrada que la actual- mayor presencia en las listas de Senadores y diputados, un armado más parejo de la candidaturas nacionales y otros puntos que no ofrecen mayores conflictos. Pero si el PS se divide en dos o más "listas", no sólo Barletta sino algún otro dirigente sentirá que es el momento de ir por todo. Y aquí es donde se plantea la principal contradicción: Después de una interna abierta confrontando listas y por ende proyectos, ¿se le puede volver a ganar al peronismo que si se potencia con la lucha interna?.
Como suele suceder desde hace años, el que espera y saca cuentas, y mal no le ha ido- es Rubén Giustiniani. "Pechito" sigue caminando la provincia como no lo hizo cuando resulto electo senador, y mostrando "números" que lo dan primero. Conocedores de antaño de las costumbres socialistas sostienen que "esto se arregla en una mesa entre Hermes, Miguel, y Rubén". Probablemente haya más participantes, pero los excluyentes son los mencionados. Sólo Binner habló de internas. Giustiniani a sus colaboradores más cercanos les dice que "vamos a llegar a un acuerdo, inclusive con los radicales". Así viene sucediendo desde hace 15 años, pero alguna vez no fue así.
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