domingo, 10 de octubre de 2010

los columnistas serios de la provincia

Por Mauricio Maronna / La Capital
ANALISIS POLITICO
La bolilla negra de Binner
Hermes Binner se pintó la cara y jugó a fondo sus cartas, marcadas de antemano por el análisis político, pero ratificadas hasta la última coma por su avance hasta la médula de la humanidad socialista. Para reinstalar a Antonio Bonfatti como su candidato para la sucesión no sólo dio más de dos pasos hacia adelante sino que regó la cancha partidaria con descalificaciones para sus conmilitones. ¿Lo tenían a Hermes?
   El crecimiento territorial del socialismo produjo un hecho inédito desde su aparición en la política santafesina: el blanqueo de una interna que puertas adentro siempre tuvo alta tensión pero que jamás fue ofrecida como espectáculo massmediático. Hoy hasta los no iniciados en prácticas políticas saben que entre el gobernador, el senador Rubén Giustiniani y el intendente Miguel Lifschitz hay correspondencias y afinidades pero también diferencias que sólo el tiempo permitirá encontrar las respuestas sobre las formas de resolverlas.
   Binner agitó la candidatura de Bonfatti reiterando el argumento de que representa la continuidad de su gestión pero, además, rodeó de dudas las aptitudes de Lifschitz al sugerir (con alto grado de injusticia para el intendente rosarino) que no pasaría un examen cuyo bolillero refiriera a la administración provincial. De Giustiniani ni se ocupó, en una clara jugada destinada a restarle toda chance de participar por la competencia a gobernador.
Flojo de números. Sabe el titular de la Casa Gris que Bonfatti está flojo de números respecto al senador nacional, pero lanzó la ofensiva con dos objetivos diferenciados. Colocar al ministro de Gobierno como abeja reina en el panal socialista y, de paso, clavarle un aguijón a Mario Barletta, seguro competidor en las internas abiertas para definir quién será el postulante del espacio frenteprogresista.
   A juzgar por la difusión mediática de la operación Hermes, el primer resultado está a la altura de lo que esperaba. Los próximos días se sabrá si el costo a pagar en la relación con Lifschitz y Giustiniani neutraliza esos beneficios.
   Fuentes inobjetables de la Gobernación ratificaron a La Capital que la decisión del mandatario provincial no tiene marcha atrás, y que no descartan —si las resistencias del partido y del lifschitzmo se profundizan— una candidatura provincial de Binner para traccionar votos en favor de su delfín.
   Es más, en estos momentos comienza a repiquetear la posibilidad de que el gobernador condicione una candidatura nacional a la aceptación del plan Bonfatti. “Giustiniani es el presidente del partido a nivel nacional y en las provincias nuestros compañeros saben que 2011 es el año ideal para lograr concejalías y diputaciones. La única manera de conseguir ese crecimiento es que Hermes sea candidato a presidente por una fuerza de centroizquierda o a vice con (Ricardo) Alfonsín. Pero ustedes lo conocen, tampoco se haría demasiados problemas si se tiene que quedar en Santa Fe”, cuenta a este diario un binnerista de pura cepa.
   Para imponer su plan, el gobernador necesita del guiño de Alfonsín, quien ya está al tanto de la movida (por algo Binner pidió conversar a solas el viernes con el hijo del ex presidente) y resulta funcional a la estrategia del líder socialista.
   Pese al álbum fotográfico que los mostró juntos durante la recorrida que Alfonsín hijo hizo por la provincia de Santa Fe junto a Barletta, el aval al intendente de la ciudad de Santa Fe no tuvo la misma contundencia que el que sí le dieron Ernesto Sanz (presidente de la UCR) y el vicepresidente Julio Cobos.
Calma socialistas. Los juegos de poder que se observan en el socialismo, esta vez con el anexo del tono agresivo en las declaraciones, refieren al salto cuantitativo que deberá hacer el partido en 2011 para retener la Municipalidad de Rosario y la Gobernación. Esto explica que hoy se huela a pólvora cuando antes el aroma provenía de los míticos pastelitos universitarios.
   Pero, la jugada no es de costo cero. Por más crecimiento que se produzca, el PS sigue siendo un partido extremadamente chico para la responsabilidad que le toca. Por eso, en algún momento Binner deberá barajar de nuevo y cederles cartas a Giustiniani y Lifschitz. La militancia juvenil (de características cuasi inéditas en la Argentina) apoya mayoritariamente una candidatura a gobernador de Giustiniani, y hoy espera agazapada una orden del senador nacional para salir a pintar paredes.
   La necesidad de no perder de vista el objetivo de máxima (retener la Gobernación) le ofrece entidad a la solución final que llegó de propia boca de Bonfatti. “A esto lo arreglamos con unos mates”, relativizó el superministro de la administración.
   Tras la ráfaga a quemarropa de Binner, todos están ahora en sus trincheras replanteando el futuro inmediato. Una referencia importante del radicalismo rosarino recibió hace algunas horas un llamado de Lifschitz, poniendo sobre aviso que él tiene “juego propio” y que no han caído sus ambiciones de llegar a la Casa Gris. Como el que avisa no es traidor, el intendente recordó el mismo día en que Binner lo mandó a agarrar los libros para el examen el antecedente de Héctor Cavallero, a quien se debió enfrentar en una interna que todavía repiquetea.
   El titular del Palacio de los Leones intenta poner en condiciones una ambulancia que auxilie a los heridos por la balacera dialéctica del gobernador. Al fin, además de la tropa propia, radicales y aristas fueron conminados por Binner a enfrascarse en la biblioteca para no volver a primer grado.
   La respuesta está en estudio, pero el socialismo santafesino, para tener mejores resultados, no debería sacarle bolilla negra a nadie.

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