domingo, 23 de octubre de 2011

Denuncia de raquel barabaschi

Un represor suelto en La Pampa

Publicado el 23 de Octubre de 2011

En declaraciones exclusivas a Tiempo Argentino, la mujer secuestrada durante la dictadura en la Seccional 1ª de Santa Rosa, habla por primera vez de Hugo Marenchino, responsable de organizar las desapariciones en la provincia. El ex comisario, violento puntero del PJ, ex funcionario de la Gobernación y cercano al poder local, acaba de ser liberado, a pesar de la condena de ocho años que en noviembre le dictaron por su papel dentro de la Subzona 14.
El ex comisario Hugo Marenchino, responsable del Departamento de Inteligencia de La Pampa durante la última dictadura militar y condenado el año pasado a ocho años de cárcel por su participación directa en los secuestros y desaparición de varios trabajadores y militantes políticos, está en libertad desde hace pocas horas. Mediante un extraño cálculo del tiempo que estuvo a la sombra durante el proceso, y antes de esa sentencia, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de Santa Rosa, encabezado por los jueces José Mario Tripputi, Armando Márquez y Eduardo Krom, decidió que ya era suficiente, y que unos pocos meses guardado por haber marcado blancos y señalado a víctimas que nunca más aparecieron estaba bien.
Pero lo grave de la resolución no se limita a este caso. A fines de 2010, un histórico proceso llevado a cabo en La Pampa identificó por primera vez en más de tres décadas a los represores que dirigían la tenebrosa Subzona 14, y dictaminó penas de entre ocho y 12 años de prisión no sólo a Marenchino, sino además a los policías locales Roberto Constantino, Omar Aguilera, Roberto Fiorucci y Carlos Reinhart, sumados al militar Néstor Greppi (edecán del ex presidente Raúl Alfonsín) y a Néstor Cenizo, Athos Reta y Oscar Yorio. Frente al reciente gesto del tribunal de liberar al genocida, sobrevivientes, testigos, abogados de la querella y organismos de Derechos Humanos sospechan que podría pasar lo mismo con todos o con alguno de los demás reos.
De los casi 140 testimonios que dieron cuerpo a aquella acusación, el más importante fue el de Raquel Barabaschi, secuestrada cuando estudiaba en la UTN de General Pico, que por primera vez cuenta detalles del espía en una entrevista con Tiempo Argentino (ver recuadro).
Marenchino se desempeñó como responsable del Departamento de Inteligencia Nº 2 (D2) de la provincia desde 1974, mientras la Triple A diseminaba a varios de sus cuadros por el interior del país. Tras el golpe de Estado de 1976, el ex comisario organizó seguimientos, marcó blancos y estuvo presente en numerosas sesiones de tortura, según las acusaciones que derivaron en su detención. Pero además, fue mencionado por sus propios superiores y compañeros como autor de hechos aberrantes. Durante los ’90, en la provincia lo recuerdan como un violento puntero del PJ. Hasta el mandato del ex gobernador Carlos Verna, que lo recicló como funcionario encargado de repartir jubilaciones y pensiones graciables. La hija de Marenchino también consiguió trabajo con Verna, fue su secretaria personal. Siempre tuvo en el poder algún padrino que le salvó la piel. Como la actual candidata a la gobernación, Norma Durango, que olvidándose de la picana y el submarino seco que Marenchino mandaba a utilizar, dijo hace un tiempo que “esa gente se merecía una segunda oportunidad”, en alusión al genocida.
“Interrogaba arriba”. Según distintos testimonios, el conductor de la patota a la que pertenecía el represor era Humberto Rifaldi, director del D2. A su vez, recibía órdenes directas del jefe de Policía Luis Baraldini (hoy prófugo), quien le daba libertad para organizar como mejor le parecía los secuestros, una vez investigado cada caso e identificada la persona a la que se llevarían.
En los últimos años, Marenchino intentó despegarse de esos operativos, balbuceando que él se limitaba a realizar trámites administrativos. Sin embargo, sus ex camaradas dijeron lo contrario. Un testigo de apellido Contreras recordó que figuraba a la vista de todos como parte del organigrama oficial de los secuestradores. La celadora Stemphelet de Barret, encargada de “cuidar” a los cautivos, también lo señaló como organizador de los operativos. Y otro policía apellidado Otero sostuvo que “interrogaba arriba”. Otero se refería al primer piso de la Seccional 1ª de Santa Rosa, donde funcionaba la sala de tortura del principal centro clandestino de detención de la provincia.
Marenchino aparece hoy como principal responsable de esas operaciones a partir de la palabra de otros sobrevivientes, como Nery Greta Sander de Trucchi (ex empleada del gobierno provincial), Mireya Regazzoli (hija del gobernador destituido con el golpe de Estado de 1976), Luis Barotto (esposo de Barabaschi), Hermelinda Gándara (policía) y las celadoras Nilda Stork y Norma Trouil.
“Stork y otro comisario llamado Guevara Núñez me dijeron que Marenchino me había torturado –recuerda Barabaschi a este diario–, en ese momento yo no lo conocía. Y también lo identificó otra celadora de apellido Alzamendi.

La misión de secuestrar un disco. En 1977, un general pampeano le ordenó a Marenchino viajar a la localidad de Catriló. El objetivo era sacar de circulación un viejo long play con la voz de Alfredo Alcón. En el vinilo el actor recitaba poemas de Federico García Lorca, y según las informaciones que el ex comisario pudo recabar, el disco era usado por Alberto Callaqueo, profesor de teatro que hacía escuchar la obra como parte de sus cursos en pueblitos del interior de la provincia. Marenchino encontró el disco y secuestró a Callaqueo, que después de un mes de permanecer como detenido clandestino pudo salir en libertad.
Uno de los operativos más importantes en los que está involucrado el ex comisario fue el secuestro de Zulema Arizo, una maestra rural de la Escuela-albergue Nº 286 de Paso de los Algarrobos. Los reclamos de Arizo para que los chicos tuvieran más comida y agua potable no le gustaron mucho a la directora del establecimiento, Lidia Fiorucci, que no sólo desconoció el pedido, sino que además pidió al Ejército que desapareciera a la profesora. El 23 de mayo de 1978, durante la madrugada, cuatro hombres vestidos de médicos y enfermeros se llevaron a Arizo en una ambulancia. Estaba embarazada y la tiraron en una celda de la Brigada de Investigaciones de Santa Rosa, donde ahora funciona la Dirección de Accidentología. La soltaron a los tres meses, y hoy recuerda a Marenchino como uno de los disfrazados de la camioneta blanca. La directora que ordenó secuestrarla tenía peso: es la esposa de Roberto Fiorucci, uno de los jefes policiales condenados el año pasado.
“Hasta liberaron la zona –sostiene Barabaschi– como quedó demostrado con el relato de José Domínguez, el portero de la escuela. No dejaron a nadie, y el día que se llevaron a Zulema, a él le dieron franco.”
En otra oportunidad, Marenchino viajó a Victorica para “interiorizarse” sobre el caso de una persona a la que los efectivos pampeanos seguían desde hacía bastante tiempo. Se trataba del estudiante Oscar Di Dío, el único desaparecido pampeano de esa localidad, secuestrado en la Plaza Miserere de la Ciudad de Buenos Aires. También fue señalado como el responsable de la pesquisa que derivó en la desaparición de Liliana Molteni.
En declaraciones telefónicas a El Diario de La Pampa, Arizo sostuvo que “nos sentimos desprotegidos, porque ahora sale él, y después salen los demás. Los vamos a tener entre nosotros, caminando por las calles. ¿Qué pasa con la gente que va a convivir en su pueblo? ¿Cómo se hace para tener de vecino a una persona así?”. <

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