"Entrevisto a los políticos como si fuesen casos clínicos"
¿Qué piensan los que mandan? ¿Qué sentimientos tienen guardado? ¿Qué recuerdos llevan sobre sus espaldas? ¿Qué piensan de sí mismos? ¿Cómo recuerdan aquellos hechos históricos que los tuvieron como protagonistas? ¿Cómo son cuándo se entregan a una extensa charla con un periodista que además es psicólogo?
Semana a semana, los principales dirigentes de la Argentina aceptaron enfrentarse con Diego Sehinkman que se las ingenió para congeniar sus dos profesiones de psicólogo y periodista haciendo preguntas. Las versiones reducidas se conocieron en el diario La Nación. Ahora Penguin RHM ofrece a través de su sello Sudamericana las entrevistas completas a treinta de esos protagonistas. Se editan acompañadas de las fotos de la reportera gráfica Mariana Araujo que se publican en un cuadernillo en papel ilustración y que, junto a los reportajes, componen un trabajo general que entregan información de primera mano acerca de las últimas décadas: la elocuencia de la imagen refuerza el testimonio de los dirigentes que en todos los casos muestran caras desconocidas.
Sehinkman estuvo en la redacción de Infobae, contó algunos detalles de su libro Políticos al diván y reveló el momentos más difícil que tuvo que afrontar cuándo Pablo Moyano se enojó porque le movieron los muebles de su oficina. "Iba y los entrevistaba como si fuesen casos clínicos y lo que encontré muy rápidamente es que en la historia -anamnesis se dice en psicología, en este caso los políticos- aparecían fragmentos de un manual de historia argentina contemporánea", cuenta el autor.
-Hace unos días Federico Jeanmaire cuando estuvo en Infobae para hablar de su última novela, decía que Argentina es un país disparatado con personajes muy disparatados y ponía énfasis en la violencia que viene desde el fondo de la historia. Recordando esto es posible pensar que hizo falta un psicólogo para reconstruir de primera mano las últimas décadas.
De algún modo fue experimental. Quiero confesar que no siempre es con éxito, no siempre uno puede capturar la mejor foto o la mejor radiografía de ese cerebro, pero de todas maneras fue interesante. Agradezco en el libro a los políticos, porque si bien es obligatorio por tener una función pública suministrar información, lo concreto es que en Argentina hay un déficit de acceso a la información pública terrible y los tipos se han prestado y esto es importante porque es más difícil sacarse el cassette que sacarse la ropa. Si bien no son sesiones reales sí hubo pasajes de sesión real donde mostraron los miedos, temores y se entregaron. Eso lo agradezco.
-Una de las viejas definiciones de entrevista periodística que muchos aprendimos en la Universidad es que se trata de la más pública de las conversaciones privadas, mientras que la sesión psicoanalítica es una charla privada regida por el secreto profesional. ¿Cómo resolvió en el armado de las entrevistas esta contradicción?
No soy el que se va a meter con la vida privada personal, no soy un Juez ni es una indagatoria, no tienen obligación de contestar lo que ellos no quieren y jamás preguntaría por algo doloroso e íntimo que no tuviera que ver con algo de la toma de decisiones o con las acciones que ellos llevan a cabo en la esfera pública. No hablo de un matrimonio, salvo que hubiera habido algo de esa pareja que pudiera haber condicionado su futuro político.
-¿Por qué decidieron editar las entrevistas sin seguir el orden cronológico con el que fueron publicadas? ¿Con qué criterio se ordenaron?
Lo primero que hicimos fue ver cuáles de las setenta que había hechas podían entrar. Y lo que elegimos fue mostrar los personajes que tuvieran historia y que pudieran configurar esto que termina siendo un manualcito de historia. Dado que no pude acceder a Cristina nos pareció que era fuerte largar con uno que fue Presidente y figura trascendental de la historia política contemporánea y por eso fue Eduardo Duhalde con el que largamos el libro. En las entrevistas para estimular les voy mostrando fotos, dibujos, cosas para ver que le dispara. Lo primero que le muestro a Duhalde es una foto de él mismo arriba de una lancha en short con un gran tiburón, porque él era un gran pescador, sobre todo en los noventa y en el amplio sentido de la palabra pescador. Le digo: ¿Cómo es esto de pescar tiburón, que se siente? El cuenta la adrenalina de un pique fuerte y ahí le pregunto ¿Cuándo tuviste la sensación en política de haber pescado un tiburón de este tamaño? Y ahí se larga toda una conversación por una zona menos explorada de Duhalde, que tiene que ver con lo que hizo en el setenta y pico, durante los tempranos ochenta y él cuenta que la primera vez que él sintió fue cuando en el ´83 gana la Intendencia de Lomas de Zamora en el marco del tsunami alfonsinista, él pesca un tiburón que es su propia intendencia.
-En la introducción a la entrevista con la diputada Diana Conti, dice que fue una de la que más le impactó. ¿Por qué?
Fui a la casa de Diana Conti, abrió la puerta con una calidez que no se parece a la Diana Conti que todos vemos en la Cámara de Diputados. Armó un café, se prendió un cigarrillo y contó su historia de amor roto con el Frepaso y cómo fue capaz de reenamorarse políticamente después de ese marido que la traicionó o que no pudo ser. Y ese hombre que la volvió a enamorar cuándo ella creía que nada la podía despertar de su letanía fue Néstor Kirchner. Ahí lo que apareció fue el fenómeno del enamoramiento político, de la idealización del líder, de la estructura piramidal y de la fidelidad al proyecto. Lo que veía era un vínculo genuino de amor con Néstor y ahora con Cristina.
-Eso también aparece muy marcado en la entrevista con la Presidente del Bloque de Diputados del Frente para la Victoria, Juliana Di Tulio
Son sustitutos. Son subrogados paternos o maternos. Es gente que su configuración psicológica se articula justo con una propuesta de liderazgo. Y pasó con el kirchnerismo: mucha gente después de un vacío de la política, necesitaba tener una referencia paternal o maternal para volver a creer, ampararse y no quedar a la intemperie en el escepticismo. Lo que me pareció interesante fue capturar esa figura psicológica que explica muchas cosas de la fidelidad al proyecto.
-¿Es cómo la relación de los dirigentes peronistas con el propio Perón en las primeras décadas del movimiento?
Y sí, eso aparece también en la entrevista con Laclau en donde Perón articula –al decir de Laclau- un significante vacío donde se articulan demandas que no estaban vertebradas socialmente y ahí aparece una figura paternalista fuertísima que es Perón. Argentina es muy así: Roca, Perón. Son padres fuertes. Argentina tiene miedo y a veces con razón. Nos fue mal con De la Rúa.
-El libro también tiene momentos divertidos que narra en la introducción de la entrevista. ¿Cómo fue el momento en el que le movieron los muebles a la oficina de Moyano y entró Pablo Moyano y lo miro fijo y enojado?
Entramos a la sala de reuniones del sindicato de camioneros y te hacen subir por el ascensor privada. Ahí ya te sentís importante porque estás en el ascensor privado de Hugo y Pablo Moyano. Subimos y viene el encargado de prensa que es muy simpático pero nos advirtió: no jodan con las fotos porque a Pablo y mucho menos a Hugo... Y la fotógrafa, Mariana Araujo, que está loca pero tiene una locura operativa increíble, no le importó nada y empezó a correr los muebles y cuándo entra Pablo Moyano se queda helado. ¿Qué hacés corriéndome los muebles de mi casa?, dice. Largamos tres cero abajo. Largamos la conversación y lo ablandamos -después salió una fotaza que es él arremangándose y mostrando su tatuaje de camionero- hablando un poco de fútbol. Digo en el libro que hubo una esperanza secreta de crear un solo idioma que hablaran todos los pueblos que era el esperanto: la lengua de las lenguas. Bueno, la lengua de las lenguas fue el fútbol. Con Moyano que estaba en otro idioma, empezamos a dialogar a partir del fútbol y ahí se relajó y yo también.
-Cumplen un rol muy importante las fotos ¿Esa producción la trabajan juntos con la fotógrafa?
Somos una pareja artística con muchos problemas y que funciona. Hay características de personalidades de Mariana que generan la posibilidad de manejar a tipos pesados que otros fotógrafo no se animaría a pedirle tal o cuál cosa y ella lo hace. Ella en la otra vida fue domadora. Encarnó en fotógrafa pero fue una domadora que manejaba enormes bestias. Es fundamental las fotos y es un gran registro que se publica en el libro en un cuadernillo muy lindo.
-¿Las entrevistas fueron a buscar la profundidad de los personajes, sin embargo todas tuvieron repercusión y lograban un título de impacto que hacía comenzar a rodar el circuito informativo, con aclaraciones, réplicas y demás. ¿A qué reflexión lo lleva esto, siendo que son dirigentes que dan reportajes en forma habitual?
No es fácil acreditarme algo. La cuestión fue sentarse a escuchar, no juzgar y repreguntar para verificar la lógica interna del discurso. Tengo mi posición política, la escribo. Ahora, cuándo voy a la entrevista voy a escuchar a un tipo para conocer la lógica interna de su pensamiento.
-¿Será que cada día se repregunta menos? ¿Será que no se escucha la respuesta para repreguntar?
Hay que escuchar. Tenés un tipo cuarenta minutos para vos y tenés una lista y pensás que vas por la quinta y tenés doscientas catorce. Lo que pasa ahí es que te estás perdiendo algo: lo mejor de la fruta está debajo de la cáscara y la cáscara es la respuesta. Y después está la edición, que es un sufrimiento.
-¿Hay algo que une a todos estos entrevistados?
Voy a decir algo que va en contra de lo establecido, porque en general hay mucha queja sobre los políticos. Pero ellos son los que tomaron la acción. Equivocadamente, perversamente, por apetencia personales, pero ellos son los que pasaron del sillón a la acción y eso no es poco mérito. Todos ellos tienen un ego considerable, algunos tienen más talento, otros menos, muchos se ven con una suerte de dismorfia: se ven al espejo de un tamaño y de un volumen político que no tienen. Pero todos ellos se animaron a levantar la colita del sillón de la queja y se pusieron a hacer algo.
Contratapa
Cómo piensan los inconscientes que nos gobiernan. ¿Cómo explica Eduardo Duhalde que lo vinculen siempre con el caos y el narcotráfico? ¿Considera Ernesto Laclau, el cerebro teórico del kirchnerismo, que Cristina es realmente populista? ¿Dónde cree Daniel Scioli que termina el estoico y empieza el sumiso? En una entrevista histórica, Oscar Lescano, legendario integrante de "Los Gordos", desnuda las privatizaciones y relata sin pudor cómo él fue "oficialista de todos los gobiernos". Rodolfo Terragno afirma, no sin nostalgia, que si él hubiera sido presidente en lugar de De la Rúa, la Alianza no habría terminado en naufragio. El banquero Jorge Brito revela la historia del único ser vivo que le hizo entender que no era invencible: un perro. A Diana Conti se le va la lengua y cuenta cómo el gobierno usa la agencia de noticias Télam para desmentir o confirmar información. Carlos Kunkel y Dante Gullo recrean, a la luz del presente, su paso por Montoneros y la Juventud Peronista durante los setenta. Patricia Bullrich se angustia y llora por sus épocas como ministra de Trabajo de la Alianza y el recorte a los jubilados. Aníbal Fernández se emociona recordando a Néstor Kirchner, confiesa haberse construido un personaje y da su versión de cómo nació su apodo de "Anibaúl".
Con un dominio sutil e implacable del arte de la conversación, que se vale tanto de la sesión de análisis como de la entrevista política, Diego Sehinkman convirtió su sección en el diario La Nación en una de las más esperadas, sorprendentes y bienvenidas de los medios argentinos, abriéndose paso hasta esa zona celosamente inexpugnable de las figuras públicas del poder: la verdadera intimidad de sus ideas y sus sentimientos. Ahora, en Políticos al diván reúne por primera vez las versiones completas de las conversaciones más reveladoras que dio la clase que nos gobierna.
El autor
Diego Sehinkman nació en Buenos Aires en 1972. Es psicólogo egresado de la UBA y periodista. Trabajó en el Hospital Borda y hoy lo hace en otras instituciones de salud mental y en su consultorio. Además produjo y condujo diversos ciclos radiales y fue guionista de los primeros cinco años de "El show de la noticia", con Roberto Pettinato por FM 100, y en televisión de Mex Urtizberea en 2007 y de "Duro de domar" en 2008. Ese año comenzó a publicar en el suplemento Enfoques del diario La Nación una columna llamada "Terapia (Arriba también se sufre)", donde imaginaba la sesión del político que había sido noticia esa semana, pero en clave de humor. Desde 2012 escribe en el mismo suplemento "Realismo trágico (en dos minutos)" y paralelamente inició el ciclo de entrevistas que da origen a este libro: en la sección política de La Nación, todos los sábados, es el autor de "Políticos en terapia".
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