domingo, 6 de abril de 2014

¡Ay, Evita, perdonalas, no saben lo que hacen!

¡Ay, Evita, perdonalas, no saben lo que hacen!

Unas tanto y otras tan poco: mientras Victoria Vanucci luce en su delantera el famoso prendedor de diamantes y zafiros de Eva Duarte, María Eugenia Ritó llora en TV porque su marido le niega el WiFi.
Señoras y señores, déjenme decirles que a la ex tenista, vedette y actriz devenida en esposa del multimillonario dueño de medios K Matías Garfunkel (a quien le dio una hija y de quien hoy está nuevamente embarazada), en breve la tendremos haciendo política. No digan que no lo anticipé. Y no me digan que no tiene con qué, porque la susodicha ya tiene alma de Evita, o al menos, el famoso broche que recrea la bandera argentina con zafiros y diamantes que Madonna y Susana intentaron sin éxito comprar hace 15 años por un millón de dólares y ahora sólo ella luce en su delantera generosa y siliconada. Y en la Argentina, de ahí a ocupar un cargo, hay un camino más corto que su intelecto.
Además, en este mundo de listas sábanas y testimoniales, qué mejor que una mancha más al tigre y con la joya de la abanderada de los humildes para la cual seguramente sólo tuvo que decir “ay, papi, lo quiero, lo quiero, lo quiero” y don Garfunkel desembolsó casi medio millón de dólares y se lo regaló a su mujercita para su cumple, el 15 de enero. Una bicoca. Casi nada con tal de complacerla. “¡Ves viejo, aprendé!”, habrán dicho todas, ¿no?, pero no hay caso. ¡No somos Vanucci! (por mi parte, a Dios gracias). Vos, querida doña Rosa, vas a tener que seguir rezándole a San Expedito para que tu marido te compre un par de zapatos para guardar para el 2015 antes de que terminen las liquidaciones de verano, y conformate con una docena de broches para colgar la ropa, y yo, que marido no tengo, seguiré juntando monedita sobre monedita para hacerme de esa cartera que hace tres meses me viene persiguiendo desde una vidriera. No somos Vicky, así que a seguir laburando. O si no, hagan como Ritó…
¡Sin WiFi!
Lloren, chicas, lloren. Y acuñen frases como las que escuché el lunes a la mañana, mientras tomaba un mate y miraba la tele, y Eugenia Ritó, en pleno divorcio con Marcelo Salinas, decía que no tenía ni para comer, que sus amigos la ayudan, que por suerte va a trabajar en el Bailando y que no puede ni pagar el cable porque él le cortó todo. Anoten, mujeres. “El WiFi y un plato de comida no se les niega a nadie”, dijo, y ahí se me atragantó la tostada y tuve ganas de darle un golpecito al televisor a ver si alguna neurona se le activaba. Pero me dí cuenta que está bien asesorada por su abogada porque el que no llora no mama y que llorando va a sacar mucho más dinero del que le corresponde o del que él le quería dar para arreglar el divorcio rapidito. Sólo por eso, la perdoné. Pero esa frase no, Ritó… ¡No podés!

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