Entretelones del freno de los senadores a Cristina
El bloque oficialista impidió que asumiera un cargo clave un militante de La Cámpora. La orden la había enviado la presidenta a través de Boudou, víctima de todos los embates. Pichetto le enrostró su pasado a su mano derecha, “Juanchi” Zabaleta. “Si hay dudas, votemos”, desafió Aníbal a los pocos temerosos.
Por Mauricio Cantando | 03.03.2012 18:11:00
El Senado fue el miércoles sede de uno de los pocos reveses sufridos en el último año por la Cámpora, la agrupación juvenil liderada por Máximo Kirchner y patrocinada por la presidenta.
A diferencia de lo que ocurrió en el cierre de listas y en el reparto de cargos legislativos, un camporista no pudo ocupar un cargo clave en el Senado por oposición del propio bloque del Frente para la Victoria.
El fracaso del hijo de la presidenta dejó mal parado a Amado Boudou, quien tenía la misión de cumplirle sus deseos, pero también lesionó el estrecho vínculo con Cristina del jefe de bloque, Miguel Pichetto.
Aníbal Fernández confirmó que ya no pelea por ningún designio de la Casa Rosada y el neuquino Marcelo Fuentes, ungido en diciembre como el nuevo vocero oficial del Gobierno en la Cámara alta, demostró no estar dispuesto a enfrentar a sus pares por un capricho repentino de su jefa.
La secuencia grafica una dinámica de toma decisiones que pareció eclosionar en la Cámara alta, donde el Gobierno cuenta con 38 de 72 senadores y el guiño de tres o cuatro para otros temas.
El tema de la reunión de labor parlamentaria del martes por la noche había sido el reparto de la vicepresidencia primera y la segunda. El kirchnerismo, como en Diputados, avaló que el cargo más alto fuera para Luis Juez, del Frente Amplio Progresista, aun cuando sea menor al del Peronismo Federal, por considerar que tuvieron representación electoral en las últimas elecciones.
El salteño Juan Carlos Romero debía resignarse a bajar un escalón y aspiraba a saldar ese costo colocando un empleado suyo en la prosecretaría de coordinación operativa. Pero el miércoles todo se alteró de repente, reflejo de una época en la que las decisiones suelen venir desde Olivos, sin excepción.
Amado Boudou tuvo la orden de cambiar el organigrama. El prosecretario administrativo sería Sabino Vaca Narvaja y el prosecretario de Coordinación Operativa Santiago Révora.
La noticia irritó al bloque del Frente para la Victoria, reunido en el despacho de Pichetto. Es que el desplazado en el primero de los cargos era Mario Daniele, un ex senador de Tierra de del Fuego que supo ganarse la confianza de toda la Cámara. Fue compañero de banca de Cristina Kirchner, quien parece no guardar el mejor recuerdo de él.
Por su oficina pasan los senadores que no logran resolver sus inquietudes administrativas con el secretario del área, que por tradición es nombrado por el presidente de la Cámara. En diciembre Boudou designó ahí a Juan Zabaleta.
“Juanchi”, como lo llaman, debió comunicarle al bloque la decisión de Cristina y se encontró con una resistencia unánime. El primero en reaccionar fue Pichetto y no lo hizo en buenos términos: según confirmaron a LPO, lo catalogó como un ignoto dirigente del peronismo bonaerense.
Zabaleta intenta desde diciembre acercarse a los senadores de todas las fuerzas. A todos les desmiente los rumores sobre purgas entre los empleados de la Casa, que en su entorno adjudican al propio bloque kirchnerista.
Para dejar claro que lejos estaba de esa decisión, convocó a varios asesores de la Cámara a sumarse a su equipo y apeló a la dirección de personal para chequear legajos de empleados que puedan sumarse a nuevas áreas.
También respondió con urgencia cada inquietud que le llegó, una forma de marcar la diferencia con su antecesor, el riocuartense Benigno Antonio Rins, cercano a Julio Cobos.
Pero Pichetto no necesita de sus favores: sin Nicolás Fernández, es el jefe indiscutido del bloque y el único que entiende los pormenores de la Cámara alta. Tanto, que el propio Zabaleta debe llamar a su despacho para saldar dudas sobre los quehaceres administrativos.
Tensa reunión
No hubo ni siquiera un senador que levantara la voz por el pedido de Cristina y su hijo Máximo, según testigos de la reunión de bloque. Sólo algunos advirtieron sobre las réplicas que podían llegar desde la Casa Rosada por una desobediencia así.
Y fue en ese momento cuando apareció Aníbal Fernández y demostró que su relación con la presidenta es sólo un buen recuerdo. “Esto se resuelve muy fácil. Votemos”, sugirió. El silencio no hizo más que corroborar que la decisión estaba tomada: nadie tocaría a Daniele.
El fueguino, mientras tanto, contactó a aliados entre la oposición, donde sólo recibió muestras de apoyo. Hasta el peronismo federal dejó de lado su pretensión de lograr la prosecretaría de coordinación operativa con tal de no alterar su continuidad.
La UCR apoyó agazapada y temerosa de que también releven a Luis Borsani, el prosecretario parlamentario. Como muestra de las dudas que tuvo sobre su futuro, Borsani interrumpió abruptamente la firma de las acreditaciones pera asamblea legislativa del día siguiente.
Con más de una hora de retraso, los senadores sólo debían definir cómo le comunicaban su decisión a Boudou. Optaron porque un grupo de delegados acompañaran a Pichetto hasta el despacho del vicepresidente.
Al renovado despacho del vice fueron Aníbal, el formoseño José Mayans, el chubutense Marcelo Guinle y el neuquino Marcelo Fuentes, quien lejos estuvo de mostrarse como el incondicional de la presidenta como se suponía que iba a ser tras la partida de Fernández.
Ante ellos, Boudou se excusó y alcaró que todo se tratata de un pedido de Cristina, pero ni así logró conmoverlos. No tuvo otra opción que comunicarle lo sucedido a sus lazos con el Ejecutivo.
Fue tan insólita la situación que para esa hora Sabino Vaca Narvaja estaba en el Palacio, trajeado y listo para jurar, con la compañía de familiares y amigos.
Fuentes del Senado aseguraron haberlo visto retirarse junto a sus íntimos sin entender mucho lo que había pasado. Con el mismo look estaba Révora, el joven de La Cámpora que sí pudo asumir como prosecretario de Coordinación operativa.
Pichetto fue claro en el mensaje político que dio en el recinto, donde defendió la tarea de Daniele, pero después se dedicó a negar todo. Lo mismo hizo Aníbal, quien respondió enfático: “No existió anda”, dijo, consultado sobre la fallida embestida camporista. Ambos saben que ya no serán vistos de igual manera por la presidenta
A diferencia de lo que ocurrió en el cierre de listas y en el reparto de cargos legislativos, un camporista no pudo ocupar un cargo clave en el Senado por oposición del propio bloque del Frente para la Victoria.
El fracaso del hijo de la presidenta dejó mal parado a Amado Boudou, quien tenía la misión de cumplirle sus deseos, pero también lesionó el estrecho vínculo con Cristina del jefe de bloque, Miguel Pichetto.
Aníbal Fernández confirmó que ya no pelea por ningún designio de la Casa Rosada y el neuquino Marcelo Fuentes, ungido en diciembre como el nuevo vocero oficial del Gobierno en la Cámara alta, demostró no estar dispuesto a enfrentar a sus pares por un capricho repentino de su jefa.
La secuencia grafica una dinámica de toma decisiones que pareció eclosionar en la Cámara alta, donde el Gobierno cuenta con 38 de 72 senadores y el guiño de tres o cuatro para otros temas.
El tema de la reunión de labor parlamentaria del martes por la noche había sido el reparto de la vicepresidencia primera y la segunda. El kirchnerismo, como en Diputados, avaló que el cargo más alto fuera para Luis Juez, del Frente Amplio Progresista, aun cuando sea menor al del Peronismo Federal, por considerar que tuvieron representación electoral en las últimas elecciones.
El salteño Juan Carlos Romero debía resignarse a bajar un escalón y aspiraba a saldar ese costo colocando un empleado suyo en la prosecretaría de coordinación operativa. Pero el miércoles todo se alteró de repente, reflejo de una época en la que las decisiones suelen venir desde Olivos, sin excepción.
Amado Boudou tuvo la orden de cambiar el organigrama. El prosecretario administrativo sería Sabino Vaca Narvaja y el prosecretario de Coordinación Operativa Santiago Révora.
La noticia irritó al bloque del Frente para la Victoria, reunido en el despacho de Pichetto. Es que el desplazado en el primero de los cargos era Mario Daniele, un ex senador de Tierra de del Fuego que supo ganarse la confianza de toda la Cámara. Fue compañero de banca de Cristina Kirchner, quien parece no guardar el mejor recuerdo de él.
Por su oficina pasan los senadores que no logran resolver sus inquietudes administrativas con el secretario del área, que por tradición es nombrado por el presidente de la Cámara. En diciembre Boudou designó ahí a Juan Zabaleta.
“Juanchi”, como lo llaman, debió comunicarle al bloque la decisión de Cristina y se encontró con una resistencia unánime. El primero en reaccionar fue Pichetto y no lo hizo en buenos términos: según confirmaron a LPO, lo catalogó como un ignoto dirigente del peronismo bonaerense.
Zabaleta intenta desde diciembre acercarse a los senadores de todas las fuerzas. A todos les desmiente los rumores sobre purgas entre los empleados de la Casa, que en su entorno adjudican al propio bloque kirchnerista.
Para dejar claro que lejos estaba de esa decisión, convocó a varios asesores de la Cámara a sumarse a su equipo y apeló a la dirección de personal para chequear legajos de empleados que puedan sumarse a nuevas áreas.
También respondió con urgencia cada inquietud que le llegó, una forma de marcar la diferencia con su antecesor, el riocuartense Benigno Antonio Rins, cercano a Julio Cobos.
Pero Pichetto no necesita de sus favores: sin Nicolás Fernández, es el jefe indiscutido del bloque y el único que entiende los pormenores de la Cámara alta. Tanto, que el propio Zabaleta debe llamar a su despacho para saldar dudas sobre los quehaceres administrativos.
Tensa reunión
No hubo ni siquiera un senador que levantara la voz por el pedido de Cristina y su hijo Máximo, según testigos de la reunión de bloque. Sólo algunos advirtieron sobre las réplicas que podían llegar desde la Casa Rosada por una desobediencia así.
Y fue en ese momento cuando apareció Aníbal Fernández y demostró que su relación con la presidenta es sólo un buen recuerdo. “Esto se resuelve muy fácil. Votemos”, sugirió. El silencio no hizo más que corroborar que la decisión estaba tomada: nadie tocaría a Daniele.
El fueguino, mientras tanto, contactó a aliados entre la oposición, donde sólo recibió muestras de apoyo. Hasta el peronismo federal dejó de lado su pretensión de lograr la prosecretaría de coordinación operativa con tal de no alterar su continuidad.
La UCR apoyó agazapada y temerosa de que también releven a Luis Borsani, el prosecretario parlamentario. Como muestra de las dudas que tuvo sobre su futuro, Borsani interrumpió abruptamente la firma de las acreditaciones pera asamblea legislativa del día siguiente.
Con más de una hora de retraso, los senadores sólo debían definir cómo le comunicaban su decisión a Boudou. Optaron porque un grupo de delegados acompañaran a Pichetto hasta el despacho del vicepresidente.
Al renovado despacho del vice fueron Aníbal, el formoseño José Mayans, el chubutense Marcelo Guinle y el neuquino Marcelo Fuentes, quien lejos estuvo de mostrarse como el incondicional de la presidenta como se suponía que iba a ser tras la partida de Fernández.
Ante ellos, Boudou se excusó y alcaró que todo se tratata de un pedido de Cristina, pero ni así logró conmoverlos. No tuvo otra opción que comunicarle lo sucedido a sus lazos con el Ejecutivo.
Fue tan insólita la situación que para esa hora Sabino Vaca Narvaja estaba en el Palacio, trajeado y listo para jurar, con la compañía de familiares y amigos.
Fuentes del Senado aseguraron haberlo visto retirarse junto a sus íntimos sin entender mucho lo que había pasado. Con el mismo look estaba Révora, el joven de La Cámpora que sí pudo asumir como prosecretario de Coordinación operativa.
Pichetto fue claro en el mensaje político que dio en el recinto, donde defendió la tarea de Daniele, pero después se dedicó a negar todo. Lo mismo hizo Aníbal, quien respondió enfático: “No existió anda”, dijo, consultado sobre la fallida embestida camporista. Ambos saben que ya no serán vistos de igual manera por la presidenta
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